El Evangelio según Mateo
Primer
libro del Nuevo Testamento
(9ª Parte)
Damos continuidad en esta
edición al Estudio
Sistematizado del Nuevo
Testamento, que comprenderá
el estudio de los Evangelios
de Mateo, Marcos, Lucas y
Juan y del libro Actos de
los Apóstolos. El estudio
está basado en la versión del Nuevo
Testamento que el lector
puede consultar a partir de
este link: http://www.bibliaonline.con.br/tb.
Las respuestas
correspondientes a las
cuestiones presentadas se
encuentran a finales del
texto de abajo.
Cuestiones
para el debate
1. Al curar al niño
lunático, cuyo obsesor no
pudo ser alejado por sus
discípulos, Jesús aprovechó
la lección para dar una
nueva enseñanza. ¿Que
enseñaza fue esa?
2. Hablando acerca de los
escándalos que ocurren en el
mundo, ¿qué enseñanza nos
dejó Jesús?
3. ¿Qué respondió Jesús a
los fariseos que, para
tentarlo, le preguntaron: Es
lícito al hombre repudiar a
su mujer por cualquier
motivo?
4. ¿Qué contienen la
parábola de los trabajadores
de la viña, también conocida
como la parábola de los
trabajadores de la última
hora?
5. Cuando Jesús salió de
Jericó, dos ciegos que
estaban sentados junto al
camino pidieron que Jesús
les abriese los ojos.
Jesús los atendió. ¿Cómo se
dio esa cura?
Texto para la lectura
49. Donde hubiera dos o
tres reunidos en nombre de
Jesús, él ahí estará –
Después de afirmar que el
Hijo del hombre vino para
salvar lo que se había
perdido, Jesús prosiguió:
“¿Qué os parece? ¿Si algún
hombre tuviera cien ovejas,
y una de ellas se
extraviara, no iría por los
montes, dejando a las
noventa y nueve, en busca de
la que se extravió? Y, si
por ventura la encuentra, en
verdad os digo que mayor
placer tiene por aquella que
por las noventa y nueve que
no se extraviaron.
Así, también, no es voluntad
de vuestro Padre, que está
en los cielos, que uno de
estos pequeñitos se pierda”.
“Ahora, si tu hermano pecara
contra ti – recomendó Jesús
–, ve, y repréndelo entre tú
y él sólo; si te oyera,
ganaste a tu hermano; pero,
si no te oyera, lleva aun
contigo uno o dos,
para que por la boca de dos
o tres testigos toda la
palabra sea confirmada. Y,
si no las escuchas, díselo a
la iglesia y, si tampoco
escuchara la iglesia,
considéralo como un gentío y
publicano. En verdad os digo
que todo lo que conectéis en
la tierra será conectado en
el cielo, todo lo que
desconectéis en la tierra
será desconectado en el
cielo. También os digo que,
si dos de vosotros
concordaran en la tierra
acerca de cualquier cosa que
pidan, eso les será hecho
por mi Padre, que está en
los cielos. Porque, donde
estén dos o tres reunidos en
mi nombre, ahí estoy yo en
medio de ellos.” (Mateo,
18:11 a 18:20.)
50. Debemos perdonar
setenta veces siete - En
la secuencia, Pedro le
preguntó: “Señor, ¿hasta
cuantas veces pecará mi
hermano contra mí, y yo le
perdonaré? ¿Hasta siete?”
Jesús le respondió: “No te
digo que hasta siete; sino,
hasta setenta veces siete”.
Y les contó la siguiente
parábola: “El reino de los
cielos puede compararse a un
cierto rey que quiso hacer
cuentas con los siervos; y,
comenzando a hacer cuentas,
le fue presentado uno que le
debía diez mil talentos; y,
no teniendo con que pagar,
el señor mandó que él y su
mujer y sus hijos fuesen
vendidos, con todo cuanto
tenía, para que la deuda se
le pagase. Entonces aquel
siervo, postrándose, lo
reverenciaba, diciendo:
Señor, sé generoso para
conmigo, y todo te pagaré.
Entonces el Señor de aquel
siervo, movido de una íntima
compasión, lo soltó y le
perdonó la deuda. Saliendo,
sin embargo aquel siervo, se
encontró a uno de sus
compañeros que le debía cien
denarios y, echando mano a
él, lo sofocaba diciendo:
Págame lo que me debes.
Entonces su compañero,
postrándose a sus pies, le
rogaba diciendo: Sé generoso
para conmigo, y todo te
pagaré. Él, sin embargo,
antes fue a encerrarlo en
prisión, hasta que pagase la
deuda. Viendo pues sus
compañeros lo que ocurría,
se entristecieron mucho, y
fueron a declarar a su señor
todo lo que pasó. Entonces
su Señor, llamándolo a su
presencia, le dijo: Siervo
malvado, te perdoné toda
aquella deuda, porque me
suplicaste. ¿No debías tú
igualmente, tener compasión
de tú compañero, como yo
también tuve misericordia de
ti? E indignado, su señor lo
entregó a los
atormentadores, hasta que
pagase todo lo que debía”.
Concluida la narración de la
parábola, advirtió Jesús:
“Así os hará también mí
Padre celestial, si del
corazón no perdonase, cada
uno a su hermano, sus
ofensas”. (Mateo, 18:21 a
18:35)
51. Hay tres tipos de
eunucos – Después de oír
la lección del Maestro al
respecto de la fidelidad
debida al casamiento, los
discípulos comentaron: “Sí
así es la condición del
hombre relativamente a la
mujer, no conviene casarse”.
Jesús entonces los advirtió,
diciendo: “No todos pueden
recibir esta palabra, sino
sólo aquellos a quien fue
concedida. Porque hay
eunucos que así nacieron del
vientre de la madre; y hay
eunucos que fueron castrados
por los hombres; y hay
eunucos que se castran así
mismos, por causa del reino
de los cielos. Quien pueda
recibir esto, recíbalo”. (N.R.
Eunuco originalmente se
aplicaba a los hombres
castrados incumbidos de la
guardia de los harenes; por
extensión, se aplica al
hombre impotente, débil. Hay
en el texto de Jesús
referencia evidente, en la
parte final, al celibato
sacerdotal.) (Mateo,
19: 10 a 19:12)
52. El reino de los
cielos es de las personas
puras como los niños –
Trajeron entonces hasta
Jesús algunos niños, para
que sobre ellos impusiese
las manos y orase. Los
discípulos, sin embargo, los
reprendieron, hecho que
suscito la siguiente
advertencia del Señor:
“Dejad a los niños, y no los
estorbéis para venir a mí,
porque de ellos es el reino
de los cielos”. Y,
habiéndole puesto las manos,
partió de allí. Fue entonces
que le apareció un joven,
diciendo: “Buen Maestro,
¿qué bien haré para
conseguir la vida eterna?”
Jesús le respondió: “¿Por
qué me llamas bueno? No hay
bueno sino uno solo, que es
Dios. Si quieres, no
obstante, entrar en la vida,
guarda los mandamientos”. El
joven preguntó: “¿Cuáles?’”
Y Jesús explicó: “No
matarás, no cometerás
adulterio, no robarás, no
dirás falso testimonio;
honra a tú padre y a tú
madre, y amarás a tú prójimo
como a ti mismo”. El joven
informó entonces que todo
aquello él venía cumpliendo
desde su adolescencia. ¿Qué
le faltaba aun? Jesús
entonces le dijo: “Si
quieres ser perfecto, ve,
vende todo lo que tienes y
dáselo a los pobres, y
tendrás un tesoro en el
cielo; y ven y sígueme”. (Mateo,
19:13 a 19:21.)
53. Es más fácil que un
camello pase por el ojo de
una aguja – El joven,
sin embargo, oyendo tales
palabras, se retiró triste,
porque poseía muchas
propiedades. Aprovechando el
ejemplo, Jesús aseveró: “en
verdad os digo que es
difícil que un rico entre en
el reino de los cielos. Y
otra vez os digo que es más
fácil que pase un camello
por el ojo de una aguja a
que entre un rico en el
reino de Dios”. Los
discípulos, oyendo esto, se
admiraron mucho, y
preguntaron: “¿Quién podría
pues salvarse?” Jesús les
dijo: “A los hombres es eso
imposible, pero a Dios todo
es posible”. Pedro tomó
entonces la palabra y,
después de recordar que él y
sus compañeros lo habían
dejado todo para seguirlo,
le preguntó qué habrían de
recibir por eso. Jesús
informó: “En verdad os digo
que vosotros, que
seguisteis, cuando en la
regeneración, el Hijo del
hombre se sentará en el
trono de su gloria, también
os sentará sobre doce
tronos, para juzgar a las
doce tribus de Israel. Y
todo aquel que hubiera
dejado casas, o hermanos, o
hermanas, o padre, o madre,
o mujer, o hijos, o tierras,
por amor de mí nombre,
recibirá cien veces tanto, y
heredará la vida eterna”. (Mateo,
19:22 a 19:30.)
Respuestas a las preguntas
propuestas
1. Al curar al niño
lunático, cuyo obsesor no
puede ser apartado por sus
discípulos, Jesús aprovechó
la lección para una nueva
enseñanza. ¿Qué enseñanza
fue esa?
El hombre se arrodilló y
dijo: Señor, ten
misericordia de mí hijo, que
es lunático y sufre mucho;
pues muchas veces cae en el
fuego, y muchas veces en el
agua. Yo lo entregué a tus
discípulos, y no pudieron
curarlo. Jesús,
respondiendo, dijo: ¡Oh
generación incrédula y
perversa! ¿Hasta cuándo
estaré yo con vosotros, y
hasta cuándo os sufriré?
Tráemelo aquí. Y reprendió
Jesús al Espíritu malo, que
salió de él, y desde aquella
hora el niño sanó. Entonces
los discípulos,
aproximándose a Jesús en
particular, preguntaron ¿Por
qué no pudimos nosotros
expulsarlo? Y Jesús les
dijo: Por causa de vuestra
poca fe; porque en verdad os
digo que, si tuvieseis la fe
de un grano de mostaza,
diríais a este monte: Pasa
de aquí para allá, y ha de
pasar; y nada os será
imposible. Más esta casta de
Espíritus no se expulsan
sino por la oración y por el
ayuno, aludiendo ahí la
importancia de la oración y
el ayuno de las pasiones
para el trato con los
Espíritus más endurecidos. (Mateo,
17:14 a 17:21.)
2. Hablando acerca de los
escándalos que ocurren en el
mundo, ¿qué enseñanza nos
dejó Jesús?
El Maestro dijo estas
palabras: ¡Ay del mundo por
causa de los escándalos;
porque es menester que
vengan escándalos, más ay de
aquel por quien el escándalo
venga! Por tanto, si tú mano
o tú pie te escandaliza,
córtalo y tíralo lejos de
ti; mejor es entrar en la
vida cojo, o paralítico, que
teniendo dos manos o dos
pies, y ser lanzados en el
fuego eterno. Y si tu ojo te
escandaliza, arráncalo, y
tíralo lejos de ti; mejor
es entrar en la vida con un
solo ojo, que, teniendo dos,
será lanzado en el fuego del
infierno. Jesús se refiere
en esa enseñanza al atraso
moral que caracteriza
nuestro mundo, al mismo
tiempo que reafirmó la ley
de acción y reacción,
enseñando que todos nosotros
somos responsables por los
actos que practicamos. (Mateo,
18:7 a 18:9.)
3. ¿Qué respondió Jesús a
los fariseos que, para
tentarlo, le preguntaron:
¿Es lícito al hombre
repudiar a su mujer por
cualquier motivo?
Jesús les respondió: ¿No
habéis leído que aquel que
los hizo al principio macho
y hembra los hizo y, por
tanto, dejará el hombre
padre y madre, y se unirá a
su mujer, y serán dos en una
sola carne? Así no son más
dos, sino una sola carne.
Por tanto, lo que Dios juntó
no lo separé el hombre. Le
dijeron ellos: Entonces,
¿por qué mandó Moisés darle
carta de divorcio, y
repudiarla? El Maestro
respondió: Fue por causa de
la dureza de vuestros
corazones que Moisés os
permitió repudiar a vuestras
mujeres; pero en el
principio no fue así. Yo,
sin embargo, os digo que
aquel que repudia a su
mujer, excepto por
infidelidad, y se casa con
otra, comete adulterio. (Mateo,
19:3 a 19:12.)
4. ¿Qué contiene la parábola
de los trabajadores de la
viña, también conocida como
la parábola de los
trabajadores de la última
hora?
Esa parábola dice que el
reino de los cielos es
semejante a un hombre, padre
de familia, que salió de
madrugada a buscar
trabajadores para su viña.
Acordando con los
trabajadores un denario por
día, los mandó para su viña.
Saliendo cerca de la tercera
hora, vio a otros que
estaban ociosos en la plaza,
y les dijo: Id vosotros
también para la viña, y os
daré lo que fuera justo. Y
ellos fueron. Saliendo otra
vez, cerca de la hora sexta
y nona, hizo lo mismo. Y,
saliendo cerca de la hora
undécima, encontró a otros
que estaban ociosos, y les
preguntó: ¿Por qué estáis
ociosos todo el día? Les
dijeron ellos: Porque nadie
nos dio trabajo. Les dijo
él: Id vosotros también para
la viña, y recibiréis lo que
fuera justo. Aproximándose
la noche, dijo el señor de
la viña a su mayordomo:
Llama a los trabajadores, y
págales la jornada,
comenzando por los últimos.
Llegando los que habían sido
cerca de la hora undécima,
recibieron un denario cada
uno. Viendo, sin embargo,
los primeros, pensaron que
habrían de recibir más; pero
del mismo modo recibieron un
denario cada uno. Y
recibiéndolo, murmuraron
contra el padre de familia,
diciendo: ¡Estos trabajaron
sólo una hora, y tú los
igualaste a nosotros, que
soportamos la fatiga de todo
el día! Pero él
respondiendo, le dijo a uno
de ellos: Amigo, no te hago
agravio; ¿no acordaste
conmigo un denario? Toma lo
que es tuyo, y retírate; yo
quiero dar a este ultimo
tanto como a ti. ¿O no me es
lícito hacer lo que quisiera
de lo que es mío? ¿Tú ojo es
malo porque yo soy bueno?
Así los últimos serán los
primeros, y los primeros
serán los últimos, porque
muchos son los llamados,
pero pocos los elegidos. (Mateo,
20:1 a 20:16.)
5. Cuando Jesus salió de
Jericó, dos ciegos que
estaban sentados junto del
camino pidieron que Jesus
les abriera los ojos. Jesus
los atendió. ¿Cómo se dio
esa cura?
Los ciegos le habían dicho:
¡Señor, Hijo de David, ten
misericordia de nosotros!
Jesús, parando, los llamó y
dijo: ¿Qué queréis que os
haga? Le dijeron ellos:
Señor, que nuestros ojos
sean abiertos. Entonces
Jesús, movido de una íntima
compasión, les tocó en los
ojos, y ellos inmediatamente
vieron y lo siguieron. (Mateo,
20:29 a 20:34.)