Primer
libro del Nuevo Testamento
(Parte 11)
Damos continuidad en esta edición
al Estudio Sistematizado del Nuevo
Testamento, que comprenderá el
estudio de los Evangelios de
Mateo, Marcos, Lucas y Juan y del
libro Actos de los Apóstolos. El
estudio está basado en la versión
del Nuevo Testamento que el lector
puede consultar a partir de este
link: http://www.bibliaonline.con.br/tb.
Las respuestas correspondientes a
las cuestiones presentadas se
encuentran a finales del texto de
abajo.
Cuestiones para el
debate
1. ¿Qué respuesta dio Jesús a los
fariseos que le preguntaron si era
lícito pagar el tributo a César?
2. Un doctor de la ley, para
probarlo, preguntó a Jesús:
Maestro, ¿cuál es el grande
mandamiento en la ley? ¿Como le
respondió Jesus?
3. Hablando a la multitud, Jesús
dio al pueblo un curioso consejo
relativamente a la doctrina
enseñada por los escribas y
fariseos. ¿Qué consejo fue ese?
4. En el mismo discurso, Jesús
habló duramente a los escribas y
fariseos, a quienes llamó
hipócritas. ¿Qué procedimientos
erróneos y condenables el Señor
les imputaba?
5. Estando sentado con sus
discípulos en el Monte de los
Olivos, Jesús se refirió a varios
acontecimientos que se realizarían
en tiempos futuros, en un pasaje
conocido por el nombre de sermón
profético. ¿Qué profetizó Jesús,
entonces, acerca del fin del
mundo?
Texto para la lectura
59. Una cuestión sobre la
resurrección - Después de
decir a los fariseos: Dad a César
lo que es de César, y a Dios lo
que es de Dios, Jesús fue visitado
por unos saduceos (que decían no
existir resurrección), los cuales
lo interrogaron, diciendo:
“Maestro, Moisés dijo: Si muriera
alguien, no
teniendo hijos, se casará su
hermano con la mujer de él, y
suscitará descendencia a su
hermano. Ahora, había entre
nosotros siete hermanos; y el
primero, habiéndose casado, murió,
y, no teniendo descendencia, dejó
su mujer a su hermano. De la misma
suerte el segundo, y el tercero,
hasta al
séptimo; por fin, tras todos,
murió también la mujer. ¿Por lo
tanto, en la resurrección, de cuál
de los siete será la mujer, ya que
todos la poseyeron?” Jesús les
respondió: “Erráis, no conociendo
las Escrituras, ni el poder de
Dios. Porque en la resurrección ni
casan ni son
dados en boda; sino serán como los
ángeles de Dios en el cielo. Y,
acerca de la resurrección de los
muertos, no habéis leído lo que
Dios os declaró, diciendo: ¿Yo soy
el Dios de Abrahán, el Dios de
Isaac, el Dios de Jacob? Ahora
Dios no es Dios de los muertos,
sino de los vivos”. (Mateo,
22:21 a 22:33.)
60. Jesús y el rey David -
Estando reunidos los fariseos,
Jesús los interrogó, diciendo:
“¿Qué pensáis vosotros de Cristo?
¿De quién es hijo?” Ellos
respondieron: “De David”. A La
vista de eso, Jesús indagó: “Como
es entonces que David, en
espíritu, le llama Señor,
diciendo: Dijo el Señor a
mi Señor: ¿Te sientas a mi
derecha, hasta que yo ponga a tus
enemigos por escalón de tus pies?
Si David, pues, le llama Señor,
¿cómo es él su hijo?” Nadie fue
capaz de responderle nada. Y de
aquel día en delante nadie más
tuvo coraje de hacerle nuevas
preguntas. (Mateo, 22:41 a
22:46.)
61. Quién quiera ser el mayor,
sea de todos el menor -
Después de censurar los
procedimientos de los escribas y
fariseos, Jesús dijo a la multitud
y a sus discípulos: “No queráis
ser llamados Rabí, porque uno sólo
es vuestro Maestro, a saber,
Cristo, y todos vosotros sois
hermanos. Y a nadie
en la tierra llaméis vuestro
padre, porque uno sólo es vuestro
Padre, el cual está en los cielos.
Ni os llaméis maestros, porque uno
sólo es vuestro Maestro, que es
Cristo. El mayor de entre vosotros
sea vuestro siervo. Y el que a sí
mismo se exaltara será humillado;
y el que a sí mismo se humillase
será exaltado”. (Mateo, 23:8 a
23:12.)
62. Jesús prevé las
persecuciones que sufrirán sus
emisarios - Finalizando su
censura a los escribas y fariseos,
Jesús afirmó: “He ahí que yo os
envío profetas, sabios y escribas;
a unos de ellos mataréis, y
crucificaréis; y a otros de ellos
azotaréis en vuestras sinagogas y
los
perseguiréis de ciudad en ciudad;
para que sobre vosotros caiga toda
la sangre justa, que fue derramada
sobre la tierra, desde la sangre
de Abel, el justo, hasta la sangre
de Zacarías, hijo de Baraquias,
que matasteis entre el santuario y
el altar”. Después de decir esto,
el Señor añadió:
“En verdad os digo que todas estas
cosas han de venir sobre esta
generación. ¡Jerusalén, Jerusalén,
que matas a los profetas y
apedreas a los que te son
enviados! ¡Cuántas veces quise yo
juntar a tus hijos, como la
gallina junta sus polluelos bajo
las alas, y tú no
quisiste! He ahí que vuestra casa
va a quedar desierta; porque yo os
digo que desde ahora no me veréis
más, hasta que digáis: Bendito lo
que viene en nombre del Señor”. (Mateo,
23:34 a 23:39.)
63. El Señor prevé la
destrucción del templo -
Cuando Jesús salía del templo, se
aproximaron a él sus discípulos
para mostrarle la estructura del
majestuoso edificio. El Señor, sin
embargo,
les dijo: “¿No veis todo esto? En
verdad os digo que no quedará aquí
piedra sobre piedra que no sea
derribada”. (N.R.: De hecho,
algunos años después, en la
sangrienta batalla trabada entre
judíos y romanos, el templo de
Jerusalén fue destruido.) (Mateo,
24:1 y 24:2.)
64. El final de los tiempos
- La descripción del final de los
tiempos, hecha por Jesús, es
formada de imágenes fuertes, como
las que siguen: “Cuando, pues,
veáis que la abominación de la
desolación, de que habló el
profeta Daniel, está en el lugar
santo: quién lee comprenda;
entonces, los
que estén en Judea huyan para los
montes; y quien esté sobre el
tejado no descienda a quitar
alguna cosa de su casa; y quien
esté en el campo no vuelva atrás a
buscar sus vestidos. ¡Más ay de
las embarazadas y de las que
amamantaran aquellos días! Y orad
para que vuestra
fuga no acontezca en el invierno
ni el sábado; porque habrá
entonces gran aflicción, como
nunca hube desde el principio del
mundo hasta ahora, ni tan poco ha
de haber”. (Mateo, 24:15 y
24:21.)
Respuestas a las preguntas
propuestas
1. ¿Qué respuesta dio Jesús a los
fariseos que le preguntaron si era
lícito pagar el tributo a César?
Jesús, conociéndoles la malicia,
dijo: ¿Por qué me probáis,
hipócritas? Mostradme la moneda
del tributo. Ellos inmediatamente
la presentaron. Jesús preguntó:
¿De quién es esta efigie y esta
inscripción? Le dijeron: De César.
Entonces el Maestro les dije: De
ahí, pues, a César lo que es de
César, y a Dios lo que es de Dios.
(Mateo, 22:15 a 22:21.)
2. Un doctor de la ley, para
probarlo, preguntó a Jesús:
¿Maestro, cuál es el grande
mandamiento en la ley? ¿Cómo le
respondió Jesús?
La respuesta de Jesús fue clara y
directa: Amarás al Señor tu Dios
de todo tu corazón, de toda tu
alma y de todo tu pensamiento.
Este es el primero y gran
mandamiento. Y el segundo,
semejante a este, es: Amarás a tú
prójimo como a ti mismo. De estos
dos mandamientos dependen toda la
ley y los profetas. (Mateo,
22:35 a 22:40.)
3. Hablando a la multitud, Jesús
dio al pueblo un curioso consejo
relativamente a la doctrina
enseñada por los escribas y
fariseos. ¿Qué consejo fue ese?
Jesús dijo al pueblo: En la silla
de Moisés están sentados los
escribas y fariseos. Todas las
cosas, pues, que os digan que
observéis, observadlas y hacedlas;
pero no procedáis en conformidad
con sus obras, porque dicen y no
hacen, pues atan fardos pesados y
difíciles de soportar y los ponen
a los hombros de los hombres.
Ellos, sin embargo, ni con el dedo
quieren moverlos; y hacen todas
las obras a fin de ser vistos por
los hombres; y aman los primeros
lugares en las cenas y las
primeras sillas en las sinagogas,
así como los saludos en las
plazas, y aprecian ser llamados
por los hombres como Rabí. (Mateo,
23:1 a 23:7.)
4. En el mismo discurso, Jesús
habló duramente a los escribas y
fariseos, a quienes llamó
hipócritas.
¿Qué procedimientos erróneos y
condenables el Señor les imputaba?
Jesús les imputó una serie de
procedimientos condenables,
seguidamente resumidos: devoraban
ellos las casas de las viudas,
bajo pretexto de prolongadas
oraciones; recorrían el mar y la
tierra para hacer un prosélito,
pero, después de haberlo hecho, lo
hacían hijo del infierno dos veces
más que ellos
mismos; daban importancia muy
grande a los diezmos recibidos
pero despreciaban lo más
importante de la ley, el juicio,
la misericordia y la fe;
conductores ciegos, eran capaces
de coronar a un mosquito y tragar
un camello; limpiaban el exterior
del cuerpo y del plato,
pero su interior continuaba lleno
de rapiña y de iniquidad; se
asemejaban a los sepulcros
blanqueados, que por fuera
realmente parecen hermosos, pero
interiormente están llenos de
huesos y podredumbre. (Mateo,
23:13 a 23:33.)
5. Estando sentado con sus
discípulos en el Monte de los
Olivos, Jesús se refirió a varios
acontecimientos que se realizarían
en tiempos futuros, en un pasaje
conocido por el nombre de sermón
profético. ¿Qué profetizó Jesús,
entonces, acerca del fin del
mundo?
He ahí lo que Jesús profetizó al
respecto: Acautelaos, que nadie os
engañe; porque muchos vendrán en
mi nombre, diciendo: Yo soy
Cristo; y engañarán a muchos. Y
oiréis de guerras y de rumores de
guerras; mirad, no os asustéis,
porque es menester que todo eso
ocurra, pero aun no es el fin.
Por cuanto se levantará nación
contra nación, y reino contra
reino, y habrá hambre, y pestes, y
terremotos, en varios lugares.
Pero todas estas cosas son el
principio de los dolores. Entonces
os han de entregar para ser
atormentados, y os matarán; y
seréis odiados por todas las
naciones a causa de
mí nombre. En ese tiempo muchos
serán escandalizados, y se
traicionarán unos a los otros, y
unos a los otros se odiarán. Y
surgirán muchos falsos profetas, y
engañarán a muchos. Y, por
multiplicarse la iniquidad, el
amor de muchos se enfriará. Pero
aquel que persevera hasta al fin
será salvado. Y este evangelio del
reino
será predicado en todo el mundo,
en testimonio a todas las
naciones, y entonces vendrá el
fin. Más adelante, el Maestro
concluyó: El cielo y la tierra
pasarán, pero mis palabras no han
de pasar. Más en cuanto a aquel
día y hora nadie sabe, ni los
ángeles del cielo, sino únicamente
mi Padre. (Mateo, 24:3 a 24:14
y 24:32 a 24:36.)