La expansión de
la logoterapia
en los días que
corren es más un
dato que
comprueba no
estar muy
distante el
momento en que
se dará en la
Tierra la
alianza entre la
Ciencia y la
Religión, un
hecho antevisto
por Allan Kardec,
que escribió,
146 años atrás,
que son llegados
los
tiempos en que
la Ciencia,
dejando de ser
exclusivamente
materialista y
teniendo también
en cuenta el
elemento
espiritual, y la
Religión,
dejando de
ignorar las
leyes orgánicas
e inmutables de
la materia, como
dos fuerzas que
son, apoyándose
una en la otra y
marchando
combinadas, se
prestarán mutuo
concurso.
Sistema
teórico-práctico
de psicología
creado por el
médico
psiquiatra
vienense Viktor
Frankl, la
logoterapia se
hizo
mundialmente
conocida a
partir del libro
En Búsqueda
de Sentido
(Un Psicólogo en
el Campo de
Concentración),
en que Frankl
expuso sus
experiencias en
las prisiones
nazis y lanzó
las bases de su
pensamiento. De
acuerdo con
Allport, "se
trata del
movimiento
psicológico más
importante de
nuestros días".
Aunque
desarrollada
cuando Frankl se
encontraba
dentro de un
campo de
concentración,
ella sólo fue
divulgada en
1949. Ignorada
por buena parte
de los
psicólogos
brasileños, se
trata, sin
embargo, de una
de las tres
escuelas
de la
psicoterapia
reconocidas
científicamente
que se
caracteriza por
imprimir ideas
más humanistas a
la psicología,
ideas esas que
combinan, por
primera vez en
la psicología,
espiritualidad,
religión y
psicoterapia.
Según algunos
estudiosos, la
logoterapia,
diferentemente
de la escuela
freudiana, basa
su actuación no
en el
inconsciente del
individuo, sino
en la
posibilidad de
su trascendencia
espiritual y del
encuentro de un
sentido para la
vida.
Esa necesidad de
encontrar un
sentido para la
vida constituye
la base de la
filosofía y de
la metodología
terapéutica
propuestas por
Viktor Frankl. Y
ella se ha
mostrado
eficiente en la
cura de las
llamadas
neurosis
colectivas, como
la soledad, la
agresividad y la
depresión.
Las ideas de
Frankl están más
próximas de las
enseñanzas
espíritas de lo
que se puede
imaginar, una
vez que el
Espiritismo
define con
claridad cuál es
el sentido de
nuestra
presencia en la
Tierra – o, como
quieran, el
sentido de la
vida –, asunto
tratado en la
cuestión 132 de
El Libro de
los Espíritus,
seguidamente
transcrita:
- ¿Cuál es el
objetivo de la
encarnación de
los Espíritus?
“Dios les
impone la
encarnación con
el fin de
hacerlos llegar
a la perfección.
Para unos, es
expiación; para
otros, misión.
Pero, para
alcanzar esa
perfección,
tienen que
sufrir todas las
vicisitudes de
la existencia
corporal: en eso
es que está la
expiación. Busca
aun otro fin la
encarnación: el
de poner el
Espíritu en
condiciones de
soportar la
parte que le
toca en la obra
de la creación.
Para ejecutarla
es que, en cada
mundo, toma el
Espíritu un
instrumento de
armonía con la
materia esencial
de ese mundo, a
fin de ahí
cumplir, de
aquel punto de
vista, las
órdenes de Dios.
Es así que,
concursando para
la obra general,
él mismo se
adelanta.”
Comentando la
enseñanza,
Kardec explica
que la acción
del hombre es
necesaria a la
marcha del
Universo. Dios,
sin embargo, en
su sabiduría,
quiso que en esa
misma acción
encontráramos
un medio de
progresar y de
aproximarnos a
él.
Así es que, por
una admirable
ley de la
Providencia,
todo se
encadena, todo
es solidario en
la Naturaleza y
nadie puede
alegar que su
presencia y su
papel en el
mundo no tienen
importancia ante
las vistas del
Creador.
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