El cuerpo espiritual
modela el cuerpo físico
que lo representa.
Nuestra propuesta, a
partir de esa
afirmación, es la de
destacar que la Ley de
Evolución es igual para
todos los seres,
conectándolos entre sí
en dependencia para el
crecimiento de todos. Si
así es en la sociedad,
donde los
individuos entregan el
resultado de su trabajo
a ella para que le
devuelva los beneficios
y seguridad, más aun
podemos notar entre los
reinos más pequeños
donde cada individuo
depende del otro para su
crecimiento.
Perdido en el tiempo, el
principio inteligente
viene plasmando, en su
propio vehículo de
exteriorización, las
condiciones que le
facultan – en el plano
terrestre y espiritual –
el automatismo
fisiológico que le
permite ejecutar, sin
obstáculos, los actos
primarios de
mantenimiento,
preservación y
renovación de la propia
vida. Tenemos, por
ejemplo, la escritura y
la lectura que sólo se
hacen actividades
mecánicas con el
entrenamiento en la
coordinación de ojos,
labios y mano, después
de la asimilación del
alfabeto. La repetición
de los actos es
indispensable a su
desarrollo.
En esa misma base de
repetición es que el
cuerpo espiritual, a
través del nacimiento,
muerte y renacimiento –
en la vida física y
extrafísica – en
diferentes experiencias,
incorporó todos los
conocimientos de la
inteligencia a
reflejarse en el
“cerebro del futuro” por
las llamadas actividades
reflejas del
inconsciente.
El siglo XVIII,
encantado con la
complejidad de los
nervios y con el
patrimonio gigantesco
que representa la mente
humana, Descartes
formuló la “teoría de
los espíritus animales”
que, concluidos en el
cerebro, circularían en
las redes nerviosas,
atendiendo a los
movimientos de
respiración, de los
humores y de la defensa
orgánica sin
participación consciente
de la voluntad. Elaboró
esa teoría observando a
los animales que
consideraba “máquinas
desprovistas de
pensamiento”.
Para André Luiz,
culturalmente, la
inteligencia es seguida
por la razón y esta por
la responsabilidad. En
el transformismo
evolutivo, el reflejo
precede el instinto que
se
manifiesta en la
actividad reflejada que,
por su parte, es la base
de la inteligencia
manifestada a través del
conocimiento adquirido
en actividad milenaria
de adquisición y
transmisión, seguida por
la razón y por la
responsabilidad.
Preservar el cuerpo es
más que un deber
Cuando estudiamos el
cuerpo espiritual
(Individuo espiritual),
no podemos separar
automatismo (Fisiología)
y herencia (Psicología),
porque, a lo largo del
tiempo, vemos la
conciencia aun latente
construyendo sus
facultades de
organización,
sensibilidad e
inteligencia,
transformando
gradualmente toda
actividad nerviosa en
actividad psíquica.
Concepto de cuerpo
– Conceptuado
genéricamente, cuerpo es
toda y cualquier
cantidad de materia
limitada que impresiona
los sentidos físicos,
que modelan fuerzas
animadas o no, al
impulso de principios
vitales, anímicos y
espirituales. Estadio
físico por donde
transita el elemento
anímico en la larga
jornada en que busca a
la perfección, en la
cualidad del espíritu
puro.
Préstamo divino, es
instrumento de la
evolución espiritual en
la Tierra. Lentamente,
en el transcurrir de los
tiempos, va abandonando
las construcciones
orgánicas groseras por
contornos y funciones
más útiles a las
experiencias futuras.
Nuestro cuerpo aun es
hoy, en el decir de
Joanna de Ângelis
“laboratorio de
experiencias por las
cuales los Constructores
de la Vida, hace
milenios, vienen
desarrollando
posibilidades superiores
para culminar en
conjunto aun más
perfeccionado y sano”.
Preservar el cuerpo es
más que un deber. Es
compromiso elevado del
cual nadie se liberará.
Amarlo, preservarlo y
utilizarlo con nobleza
es tarea que nos cabe,
sin cansancio, para
nuestro propio bien.
Paulo de Tarso nos
recuerda bien ese
compromiso en la Primera
Epístola a los
Tesalonicenses, 4:4,
cuando escribe: “Que
cada uno de vosotros
sepa poseer su cuerpo en
santificación y honra”.
Pequeña Histórica
– La Paleontología
hizo, en 1950, la
clasificación actual
para los homínidos
fósiles, simplificando
todas las anteriores, en
un único Homo,
distribuido en tres
clases:
transvaalensis, erectos
y sapiens,
posibilitando con eso
nuevas investigaciones y
descubrimientos.
El pensamiento
filosófico, desde sus
principios, siempre tuvo
como preocupación el
problema de la evolución
del hombre. De la
filosofía griega que
todo reducía a la
incesantes
transformaciones,
mediante las cuales las
especies vivas eran
mutables, hasta
Spencer con una visión
más amplia de la
evolución, y pasando por
la “selección natural”
darwiniana, no se puede
negar los conceptos
evolucionistas,
comprobados hoy por la
ciencia, en los
diferentes campos en que
se exterioriza.
Papel del Espíritu en
las exteriorizaciones
somáticas
“Merece examinar, sin
embargo, que al
principio espiritual, en
las sucesivas
reencarnaciones, se debe
la transmisión a las
formas más groseras, de
las necesidades
psíquicas, que imponen
el surgimiento de
órganos y caracteres
nuevos a transmitirse
por hereditariedad y se
fijaran, prosiguiendo el
proceso evolutivo
incesantemente.” Esa
afirmación de Joanna de
Ângelis en el libro
Estudios Espíritas,
Cap. 5, psicografiado
por Divaldo Pereira
Franco, nos hace
comprender que, al
principio, el Espíritu
se encontraba en
atrasada expresión,
utilizando la forma
simio en transición para
fijarles implementos
nuevos: la función
precede el órgano y la
función procede del
Espíritu que modela las
nuevas formas de que
necesita para crecer y
producir experiencias no
conocidas.
A medida que la forma se
perfecciona, Espíritus
Superiores le imponen
otros atributos que, a
través de los milenios,
dan forma al cuerpo que,
hoy, aun sirve de morada
al Espíritu que plasmará
nuevas formas con las
cuales la Humanidad
continuará progresando.
Joanna de Ângelis aun
nos regala con el
siguiente pensamiento,
extraído del mismo
libro, citado en el
referido capítulo: “Al
Espíritu que es el
ser, se deben las
exteriorizaciones
somáticas que
constituyen el no ser”.
Se hace claro, así,
entendamos cuerpo
físico como reflejo del
cuerpo espiritual.
Perfeccionada a través
de largo periodo, esa
evolución obedece, por
lo tanto, a un Plano
Mayor. De esa manera, el
cuerpo físico recibe
orientaciones del
Espíritu, desde actos
reflejos (por ejemplo,
quitar la mano delante
del fuego), hasta
intelectuales, y este
recibe de aquel las
impresiones del mundo
material a través de los
órganos de los sentidos.
El cuerpo es un ser vivo
formado por la unión de
células que, reunidas,
forman tejidos, órganos,
y cuando varios órganos
realizan el mismo
trabajo, tenemos un
sistema.
Las células varían de
forma y tamaño, pero se
unen como hermanas unas
a las otras, según una
voluntad orientadora que
las asocia para la misma
función y las gobierna.
En el decir de André
Luiz, son “piezas
electromagnéticas
inteligentes, en
máquinas
electromagnéticas
superinteligentes”.
Atienden con precisión
matemática a esa
voluntad que es la
inteligencia, sea ella
simple o compleja,
recordando en esas
formaciones la
superposición de
ladrillos.
Las células y su
sumisión al sistema
nervioso
Es importante acordarnos
que, según la Biología
moderna:
- la célula es
la sede de todas las
reacciones metabólicas
del organismo;
- se origina de
células pre-existentes,
pues no hay generación
espontánea;
- contiene el
material hereditario por
medio del cual las
características
específicas son
transmitidas de la
célula-madre para la
célula-hija.
- forma los
órganos y esos son
cercados por el sistema
nervioso que, sumado al
control hecho por las
hormonas, realizan el
funcionamiento ideal
para la preservación de
la vida normal.
De esas organizaciones
celulares, la que
presenta función más
compleja y
extremadamente delicada
es la célula nerviosa o
neurona que, dividida en
funciones específicas,
cuida, de un lado, de la
vida de relación,
volcada para actividades
conscientes
a través de los órganos
de los sentidos; y, de
otro, para las
actividades autónomas
que comanda, fuera de la
acción de la voluntad,
el sistema circulatorio,
respiratorio, digestivo,
por ejemplo. Ese
conjunto de nervios y
ganglios forma los
plexos que corresponden,
en el periespíritu, a
los Centros de Fuerza.
(En Medicina ejes de
músculos y vasos también
son considerados
plexos.)
La repetición automática
del trabajo para la
ejecución de las tareas
a las cuales las células
son obligadas, por la
inteligencia, para
mantener el
funcionamiento a la
preservación de la vida,
caracteriza el
automatismo celular.
A través de complejos
eléctricos y
electrónicos, el cuerpo
humano es auto
reparador. Archivo de
microfotografías en los
centros de la memoria,
puede ser equiparado a
una construcción que,
por las técnicas de
miniaturización, con que
se elaboran los
ordenadores, esos
departamentos ocuparían
más o menos un área de
160.000 kilómetros
cúbicos, con
informaciones de una
única reencarnación. Las
células son, de esa
manera, bajo mando de la
mente, sometidas al
sistema nervioso, y eso
les da un tenor de
saturación tal que
explica las
demostraciones de
materialización
mediúmnica.
Es un estado de estrés
que hace que el cuerpo
del médium exteriorice
esa energía (ectoplasma)
que, manipulada por una
mente externa
(Espíritu), toma la
forma plasmática deseada
por esa mente, para el
objetivo en cuestión.
(La conclusión de
este artículo será
publicado en la próxima
edición de esta revista.)
Bibliografia:
ÂNGELIS, Joanna de
(Espírito). Estudos Espíritas.
(psicografado por)
Divaldo Pereira Franco.
3ª ed. Rio de Janeiro:
FEB, 1983. Cap. V.
LUIZ, André (Espírito). Evolução
em dois Mundos. (psicografado por)
Francisco Cândido
Xavier. 11ª ed. Rio de
Janeiro: FEB, 1989, 1ª
parte, Cap. IV
a VIII.
_____________________Sexo
e Destino (psicografado
por) Francisco
Cândido Xavier e Waldo
Vieira. 16ª ed. Rio de
Janeiro: FEB, 1996, 1ª
parte, Cap. I,
págs. 13 e 14, Cap. III,
págs. 25 e 26, Cap. X,
págs. 105 a 111.
PIRES, J. Herculano – Agonia
das Religiões. 4ª
ed. São Paulo: Paideia
Editora, 1994,
Cap. IV.