El Evangelio según Lucas
Tercer
libro del Nuevo Testamento
Lucas (Discípulo de
Pablo)
(Parte 10)
Damos continuidad en esta
edición al Estudio
Sistematizado del Nuevo
Testamento, que comprenderá
el estudio de los Evangelios
de Mateo, Marcos, Lucas y
Juan y del libro Actos de
los Apóstolos. El estudio
está basado en la versión del Nuevo
Testamento que el lector
puede consultar a partir de
este link:
http://www.bibliaonline.con.br/tb.
Las respuestas
correspondientes a las
cuestiones presentadas se
encuentran a finales del
texto de abajo.
Cuestiones
para el debate
1. ¿Qué contiene la
parábola de Lázaro y el rico?
2. Reportándose a los
escándalos del mundo, ¿qué
advertencia hizo Jesús?
3. Pasando cierta vez por en
medio de Galilea, Jesús curó
en cierta aldea a diez
leprosos. De esos, ¿cuántos
volvieron para agradecer y
glorificar a Dios y cual su
nacionalidad?
4. ¿Cómo, según Jesús, se
presentará el reino de Dios
en la Tierra?
5. ¿Qué contiene la
parábola del juez y la viuda
y cuál es su
significado?
Texto para la lectura
40. Todo aquel que se
exaltar será humillado -
Jesús estaba un sábado en
casa de uno de los
principales fariseos para
comer pan, cuando surgió
delante de él un cierto
hombre hidrópico. El Señor,
tomando la palabra, preguntó
a los doctores de la ley y a
los fariseos: “¿Es lícito
curar en sábado?” Ellos se
callaron. Entonces Jesús
curó al hombre y lo
despidió, diciéndoles:
“¿Cuál será de vosotros el
que, cayéndose en un pozo,
en día de sábado, el jumento
o el buey, no lo retire
inmediatamente?” Ellos nada
pudieron replicar sobre
esto. Fue entonces que,
notando cómo ellos escogían
los primeros asientos, el
Maestro narró la siguiente
parábola: “Cuando por
alguien seas invitado a las
bodas, no te sientes en el
primer lugar, no ocurra que
esté invitado otro más digno
que tú; y, viniendo el que
te invitó a ti y a él, te
diga: Da el lugar a este; y
entonces, con vergüenza,
tengas el último lugar.
Pero, cuando seas invitado,
ve, y te sientas en el
último lugar, para que,
cuando venga el que te
invitó, te diga: Amigo, sube
más para arriba. Entonces
tendrás honra delante de los
que estén contigo a la mesa.
Por cuanto cualquiera que a
sí mismo se exaltara será
humillado, y aquel que a sí
mismo se humillara será
exaltado”. (Lucas, 14:1 a
14:11.)
41. Nadie puede servir a
dos señores - Después de
contar la parábola del hijo
pródigo, Jesús dijo a sus
discípulos: “Había un cierto
hombre rico, el cual tenía
un mayordomo; y este fue
acusado ante él de disipar
sus bienes. Y él,
llamándolo, le dijo: ¿Qué es
esto que oigo de ti? Da
cuentas de tu labor, porque
ya no podrás ser más mi
mayordomo. Y el mayordomo
dijo consigo: ¿Que haré,
pues que mi señor me quita
el puesto? Cavar, no puedo;
de mendigar, tengo
vergüenza. Yo sé lo que he
de hacer, para que, cuando
sea despedido de la labor,
me reciban en sus casas. Y,
llamando a sí a cada uno de
los deudores de su señor,
dijo al primero: ¿Cuánto
debes a mi señor? Y él
respondió: Cien medidas de
aceite. Y le dijo: Toma tu
obligación, y, sentándote
ya, escribe cincuenta. Dijo
después a otro: Y tú,
¿cuánto debes? Y él
respondió: Cien medidas de
trigo. Y le dijo: Toma tu
obligación, y escribe
ochenta. Y loor a aquel
señor el injusto mayordomo
por haber procedido
prudentemente, porque los
hijos de este mundo son más
prudentes en su generación
que los hijos de la luz. Y
yo os digo: Granjead amigos
con las riquezas de la
injusticia; para que, cuando
estas os falten, os reciban
ellos en los tabernáculos
eternos. Quién es fiel como
mínimo, también es fiel en
lo mucho; quién es injusto
como mínimo, también es
injusto en lo mucho. Pues,
si en las riquezas injustas
no fuisteis fieles, ¿quiénes
os confiarán las verdaderas?
Y, si en lo ajeno no
fuisteis fieles, ¿quienes os
dará lo que es vuestro?”
“Ningún siervo puede servir
a dos señores; porque, o hay
que negar a uno y amar al
otro, o si hay que llegar a
uno y despreciar al otro. No
podéis servir a Dios y a
Mamom.” (Lucas, 16:1 a
16:13.)
42. Es más fácil que
pasara el cielo que caer
una tilde de la ley -
Los fariseos, que eran
avarientos, oían estas cosas
y se mofaban de Jesús. El
Maestro, sin embargo, les
dijo: “Vosotros sois los que
os justificáis a vosotros
mismos
delante de los hombres, pero
Dios conoce vuestros
corazones; porque lo que
entre los hombres es
elevado, ante Dios es
abominación. La ley y los
profetas duraron hasta Juan;
desde entonces es anunciado
el reino de Dios, y todo el
hombre emplea fuerza para
entrar en él. Y es más fácil
pasar el cielo y la tierra
que caer una tilde de la
ley”. Reportándose, en la
secuencia, a la importancia
de observar hasta la ley que
rige el casamiento, Jesús
advirtió: “Cualquiera que
deja a su mujer, y se casa
con otra, adultera; y aquel
que se casa con la repudiada
por el marido adultera
también”. (Lucas, 16:14 a
16:18.)
43. Una lección sobre la
fe - Tras hablar a los
discípulos sobre los
escándalos que ocurren en el
mundo y sus consecuencias,
Jesús los advirtió,
diciendo: “Mirad por
vosotros mismos. Y, si tu
hermano pecara contra ti,
repréndelo, y, si él se
arrepintiera, le perdonas.
Y, si pecase contra ti siete
veces al día, y siete veces
el día venga a estar
contigo, diciendo: Me
arrepiento; le perdonas”.
Los apóstoles le pidieron
entonces que Jesús les
añadiera la fe. El Maestro
les respondió, diciendo: “Si
tuvierais fe como un grano
de mostaza, diríais a esta
morera: Desarráigate de
aquí, y plántate en el mar:
y ella os obedecería. Y cual
de vosotros tendrá un siervo
para labrar o apacentar
ganado, a quien, volviendo
él del campo, diga:
¿Llegaste, y te sientas a la
mesa? Y no le diga antes:
¿Me preparas la cena, y
cíñete, y me sirves, hasta
que haya comido y bebido, y
después comerás y beberás
tú? ¿Posiblemente da gracias
al tal siervo, porque hizo
lo que le fue mandado? Creo
que no. Así también
vosotros, cuando hagáis todo
lo que os sea mandado,
decid: Somos siervos
inútiles, porque hicimos
solamente lo que debíamos
hacer”. (Lucas, 17:3 a
17:10.)
44. El reino de Dios no
vendrá con apariencia
exterior - Tras decir a
los fariseos que el reino de
Dios no vendrá con
apariencia exterior, el
Maestro les afirmó también
que el Hijo del hombre,
antes de eso, iría a padecer
mucho. Como ocurrió los días
de Noé, así será también los
días del Hijo del hombre.
Todos comían, bebían y se
casaban, hasta el día en que
Noé entró en el arca y vino
el diluvio, consumiéndolos a
todos. De hecho, eso ocurrió
también en los días de Lot,
cuando las personas comían,
bebían, compraban, vendían,
plantaban y edificaban.
Pero, el día en que Lot
salió de Sodoma lloviendo
del cielo fuego y azufre y
mató a todos. “Así --
aseveró Jesús -- será el día
en que el Hijo del hombre se
haya de manifestar. Aquel
día, quien esté en el
tejado, teniendo sus joyas
en casa, no descienda a
tomarlas; y, de la misma
suerte, el que esté en el
campo no vuelva para atrás.
Acordaos de la mujer de Lot.
Cualquiera que buscara
salvar su vida, la perderá,
y cualquiera que la
perdiera, la salvará.”
Concluyendo, advirtió Jesús:
“Os digo que en aquella
noche estarán dos en una
cama; uno será tomado, y
otro será dejado. Dos
estarán juntos, trabajando;
una será tomada, y otra será
dejada. Dos estarán en el
campo; una será tomada, y
otro será dejado”.
(Lucas, 17:20 a 17:37.)
Respuestas a las preguntas
propuestas
1. ¿Qué contiene la
parábola de Lázaro y el rico?
Había un hombre rico que se
vestía de púrpura y de lino
finísimo, y vivía todos los
días regalada y
espléndidamente. Había
también un cierto mendigo,
llamado Lázaro, que yacía
lleno de llagas a la puerta
de aquel. Él deseaba
alimentarse con las migajas
que caían de la mesa del
rico, y los perros venían a
lamerle las llagas. Un día
el mendigo murió, y fue
llevado por los ángeles para
el seno de Abrahán; algún
tiempo después murió el
rico, y fue sepultado. Un
día, estando en tormentos,
vio a lo lejos a Abrahán,
con Lázaro en su seno.
Clamando, dijo: Padre
Abrahán, ten misericordia de
mí, y manda a Lázaro, que
moje en el agua la punta de
su dedo y me refresque la
lengua, porque estoy
atormentado en esta llama.
Dijo, sin embargo, Abrahán:
Hijo, te acuerdas de que
recibiste tus bienes en tu
vida, y Lázaro solamente
males; y ahora este es
consolado y tú atormentado.
Además de eso, está puesto
un gran abismo entre
nosotros y vosotros, de
suerte que los que quisieran
pasar de aquí para vosotros
no podrían, ni tampoco los
de allá pasar para acá. El
ex-rico entonces le pidió:
Te ruego, pues, oh padre,
que lo mandes a la casa de
mi padre, pues tengo cinco
hermanos, para que les dé
testimonio, a fin de que no
vengan también para este
lugar de tormento. Le dijo
Abrahán: Ellos tienen a
Moisés y a los profetas;
óiganlos. Él replicó: No,
padre Abrahán; si alguno de
entre los muertos fuera a
tener con ellos, se
arrepentirían. Abrahán, sin
embargo, le dijo: Si no oyen
a Moisés y a los profetas,
tampoco creerán, aunque
alguno de los muertos
resucite. (Lucas, 16:19 a
16:31.)
2. Reportándose a los
escándalos del mundo, ¿qué
advertencia hizo Jesús?
Jesús dije que era imposible
que no vinieran escándalos,
¡pero ay de aquel por quien
ellos vengan! Mejor le fuera
que le pusieran al cuello
una piedra de molino, y
fuera lanzado al mar.
(Lucas, 17:1 y 17:2.)
3. Pasando cierta vez por en
medio de Galilea, Jesús curó
en cierta aldea a diez
leprosos. De esos, ¿cuántos
volvieron para agradecer y
glorificar a Dios y cual su
nacionalidad?
Sólo uno volvió,
glorificando a Dios en alta
voz. Era samaritano. El
hecho llevó a Jesús a decir:
¿No fueron diez los limpios?
¿Y dónde están los nueve?
¿No hubo quien volviera para
dar gloria a Dios sino este
extranjero? Él dijo,
entonces, al samaritano:
Levántate y ve; tú fe te
salvó. (Lucas, 17:11 a
17:19.)
4. ¿Cómo, según Jesús, se
presentará el reino de Dios
en la Tierra?
Encuestado por los fariseos
sobre el asunto, Jesús les
dijo: El reino de Dios no
vendrá con apariencia
exterior, y jamás los veran:
He lo aquí, o He lo allí;
porque el reino de Dios está
entre vosotros. (Lucas,
17:20 a 17:24.)
5. ¿Qué contiene la
parábola del juez y la viuda
y cuál su significado?
Había en una ciudad un
cierto juez que ni a Dios
temía, ni respetaba al
hombre. Había también, en
aquella misma ciudad, una
cierta viuda que iba a tener
con él, diciendo: Hazme
justicia contra mi
adversario. Por algún tiempo
el juez no quiso atenderla;
pero después dijo consigo:
Aunque no teme a Dios ni
respete a los hombres, como
esta viuda me molesta, voy a
hacerle justicia, para que
finalmente no vuelva a
importunarme. Dijo,
entonces, el Maestro: Oí lo
que dice el injusto juez, y
concluiréis que Dios hará
justicia a aquellos que
claman a él de día y de
noche, aunque tardíamente.
La parábola nos muestra que
Dios jamás deja de oír a sus
hijos y que la Providencia
divina existe efectivamente
y actúa en beneficio de
todas las criaturas.
(Lucas, 18:1 a 18:7.)