Obsesión espiritual,
causa de las grandes
angustias humanas
Para garantizarnos
contra su influencia
urge fortalecer la fe
por la renovación mental
y por la práctica del
bien en los moldes de
los códigos evangélicos
¿Los compañeros nos
preguntan de vez en
cuando por qué vivir en
la Tierra es tan
complicado y casi
siempre tan amarga es la
vida? Les digo que esa
sensación eventualmente
puede ser una aspiración
a la felicidad y a la
libertad y que,
encadenados al
envoltorio físico que
nos sirve de cárcel, nos
aplicamos los inútiles
esfuerzos para de él
salir. Pero, algunos se
abaten en la falta de
valor, y a todo instante
resplandecer sus
lamentaciones. Pero, es
preciso resistir
enérgicamente a esas
sensaciones de desanimo
y desesperanzas, porque
los sueños para la
felicidad de vivir son
intrínsecos a todos los
hombres, aunque no las
debamos ávidamente
buscar solamente en la
experiencia material y
transitoria de la vida
terrena.
Comentando sobre la
melancolía, encontramos
en El Evangelio según
el Espiritismo el
Espíritu François de
Geneve, dictando lo
siguiente:
“Necesitamos cumplir,
durante nuestra prueba
terrena, tareas y
compromisos que no
sospechamos, sea en lo
que alcance a la
devoción a la familia, o
cumpliendo diversos
deberes que Dios nos
confió. Si en el
transcurso de esa en el
desempeño de las tareas,
observamos los cuidados,
las inquietudes, los
disgustos abatieran
nuestros ánimos del
alma, seamos fuertes y
valientes para
derrotarlos. Avancemos y
encaremos sin temor;
pues las aflicciones son
de corta duración y
deben conducirnos para
situaciones mucho
mejores en el futuro”.
Hay, sin embargo, muchas
amarguras que pueden
tener sus orígenes en la
infidelidad a los
compromisos cristianos,
de ahí la melancolía se
instala en el ser, del
que podrá resultar un
proceso obsesivo. Pero,
¿que es una obsesión?
Etimológicamente, el
término tiene su origen
en el vocablo obsesione,
palabra latina que
significa impertinencia,
persecución. Para
algunos estudiosos
espíritas la obsesión es
percibida como un gran
flagelo mundial. Esa
visión sí se reviste de
profunda gravedad en la
sociedad, que
actualmente está bien
instrumentalizada
tecnológicamente, sea en
el campo de las
comunicaciones y de la
informática, sea en las
otras áreas del saber,
ampliando y
profundizando las
responsabilidades de
cada uno en base a la
vida colectiva.
La obsesión es una
influencia maléfica en
la mente
Aurélio Buarque define
obsesión como siendo una
preocupación con
determinada idea, que
domina enfermizamente al
espíritu, resultante o
no de sentimientos
recalcados; idea fija;
manía. De la misma forma
la terminología
obsesión es usada,
vulgarmente, para
significar idea fija en
alguna cosa, tic
nervioso, generador de
manías, actitudes
extrañas etc. Sin
embargo, bajo el punto
de vista espírita, el
término tiene un
significado e
interpretación más
amplios. Se consustancia
en una influencia
maléfica relativamente
persistente que
desencarnados y/o
encarnados, tan o más
atrasados que nosotros
mismos, pueden ejercer
sobre nuestra vida
mental.
Para la escuela clásica
de la psiquiatría,
obsesión es un
pensamiento, o un
impulso, persistente o
recurrente, indeseado y
afligido, que viene a la
mente involuntariamente,
a despecho de intento de
ignorarlo o de
suprimirlos. Psiquiatras
que no admiten nada
fuera de la materia no
pueden entender una
causa oculta
(espiritual), pero
cuando la academia
científica haya salido
de la rutina
materialista, ella
reconocerá en la acción
del mundo invisible que
nos cerca y en medio del
cual vivimos una fuerza
que reacciona sobre las
cosas físicas, tanto
como sobre las cosas
morales. Ese será un
nuevo camino abierto al
progreso y la llave de
una multitud de
fenómenos apenas
comprendidos del
psiquismo humano.
Y, obvio, no descartando
la posibilidad de la
anomalía psicosomática,
la Doctrina Espírita nos
hace conocer otras
fuentes de las miserias
humanas, mantenidas por
la fragilidad moral de
los seres.
Reconocemos que el uso
de los fármacos
antidepresivos establece
la armonía química
cerebral, mejorando el
humor del paciente, sin
embargo, actúan
simplemente sobre los
efectos, una vez que los
medicamentos no curan la
obsesión en sus
intrínsecas causas, sólo
restablecen el tráfico
de los mensajes
neuronales, corrigiendo
el funcionamiento neuro
químico del SNC (sistema
nervioso céntrico).
Sócrates ya afirmaba que
"si los médicos son
fracasados, tratando de
la mayor parte de las
molestias, es que tratan
del cuerpo, sin tratar
del alma”.
Por falta de sinceridad,
en nuestro tenue
esfuerzo para la reforma
moral, obstamos las
relaciones equilibradas
y equilibrantes con
nosotros y con el
prójimo. Toda nuestra
desarmonía lleva a
desarrollar sintonías
viciosas con otras
mentes enfermas, sea de
desencarnados o
encarnados, lo que
agudiza sobremanera
nuestro propio
desarreglo interior,
resultando de ahí las
ingentes dificultades
para liberarnos de las
cadenas en que nos
aguijoneamos ante las
garras del mal.
En la intimidad del
hogar, de la familia o
del Centro Espírita, del
ambiente de trabajo
profesional, adversarios
obstinados del pasado se
reencuentran. Convocados
por los Benefactores del
Más Allá al reajuste,
raramente consiguen
superar la aversión de
que se ven poseídos unos
al frente de los otros y
(re)alimentan con
pasión, en el interior
de sí mismos, los rayos
tóxicos de la antipatía
que, concentrados, se
transforman en
puntiagudos dardos
magnéticos, susceptibles
de provocar la
enfermedad y la propia
muerte.
La obsessão espiritual
es sintonía o cambio de
vibraciones afines.
Kardec define obsesión
como la acción
persistente que un
Espíritu inferior ejerce
sobre un individuo,
presentando caracteres
variados que van desde
la simple influencia
moral, sin señales
exteriores perceptibles,
hasta la perturbación
completa del organismo y
de las facultades
mentales. La obsesión es
el encuentro de fuerzas
inferiores retratándose
entre sí.
Las múltiples facetas de
la obsesión
Hay cuadros de
obsesiones explotando
por doquier en todos los
niveles, cuáles sean de
desencarnados sobre
encarnados y viceversa;
de encarnados sobre
encarnados, así como de
desencarnados sobre
desencarnados.
Nuestro mundo mental
rige la vida que nos es
peculiar en todas sus
dimensiones, pero nos
encontramos aún en el
inicio de la comprensión
de las implicaciones de
la fuerza mental, del
significado y alcance de
las construcciones
mentales en la vida. Los
obsesores son hábiles e
inteligentes, perfectos
estrategas que planean
cada paso y acompañan a
las presas por algún
tiempo, observando sus
tendencias, sus
relaciones, sus ideales.
Identifican sus puntos
vulnerables (casi
siempre unidos al
desequilibrio sexual) y
los explotan pertinaces.
El pensamiento se
exterioriza y se
proyecta, formando
imágenes y sugerencias
que arremeten sobre los
objetivos que se propone
alcanzar. Cuando es
bueno y edificante, se
ajusta a la Leyes que
nos rigen, creando
armonía y felicidad, sin
embargo, cuando es
desequilibrado y
deprimente, establece
aflicción y ruina. La
química mental vive en
la base de todas las
transformaciones, porque
realmente evolucionamos
en profunda comunión
telepática con todos
aquellos encarnados o
desencarnados que se
afinan con nosotros.
Nuestro universo mental
es como un cielo, pero
del firmamento
descienden rayos de sol
y lluvias benéficas para
la vida planetaria, así
como, en el instante de
la resistencia de
elementos atmosféricos,
de ese mismo cielo
proceden chispas
eléctricas destructoras.
De la misma forma
funciona la mente
humana. De ella se
originan las fuerzas
equilibrantes y
restauradoras para los
trillones de células del
organismo físico, pero,
cuando está perturbada,
emite rayos magnéticos
de elevado tenor
destructivo para nuestra
estructura psíquica.
El maestro lionés
preguntó a los
Espíritus, en la
cuestión 466 de El
Libro de los Espíritus,
¿por qué permite Dios
que los obsesores nos
induzcan al mal? Los
Espíritus respondieron:
"Los seres imperfectos
son instrumentos
destinados a
experimentar la fe y la
constancia de los
hombres en la práctica
del bien. Como Espíritu
debéis progresar en la
ciencia del infinito,
razón de por qué pasáis
por las pruebas del mal,
a fin de llegar al bien.
Nuestra misión es la de
colocaros en el buen
camino y cuando malas
influencias actúan sobre
vosotros, es que las
atraéis, por el deseo
del mal. Los Espíritus
inferiores vienen en
vuestro auxilio en el
mal, siempre que deseáis
cometerlo; y sólo os
pueden ayudar en el mal
cuando queréis el mal.
Entonces si os inclináis
para el asesinato,
tendréis una nube de
Espíritus que os
alimentarán esa
inclinación. Sin
embargo, tendréis otros
que buscarán
influenciaros para el
bien. Así se restablece
el equilibrio y quedáis
señor de vosotros
mismos”.
Renovación moral como
base para la desobsesión
espiritual
El venerable
Codificador, en El
Libro de los Médiums,
afirma que las
imperfecciones morales
dan acceso a los
obsesores y el medio más
seguro de librarnos de
ellos es atraer a los
buenos Espíritus por la
práctica del bien. ¡La
obsesión es impotente
delante de Espíritus
redimidos! ¿Y qué es un
Espíritu redimido? Es
aquel que reconoce sus
limitaciones y, como
enunciado por el apóstol
Pablo, siente la alegría
de saberse "matriculado
en la escuela del bien”.
Ese desarreglo psico
espiritual deberá ser
eliminado de la sociedad
en el instante en que el
auténtico ejemplo del
amor sea experimentado y
diseminado en todas las
direcciones, consonante
Jesús consubstanció y
vivió hasta los
disgustos de la muerte,
prosiguiendo desde los
tiempos apostólicos
hasta los días actuales.
El Espiritismo,
desvelando la
intervención de los
Espíritus endurecidos en
el mal en nuestras
vidas, lanza luces sobre
cuestiones aún sin
considerar por las
ciencias materialistas
como de causa
psicopatológica.
Muchas veces buscado por
los obsesados, Cristo
penetraba psíquicamente
en las causas de su
inquietud y, usando de
su autoridad moral,
liberaba tanto los
obsesores como los
obsesados,
permitiéndoles
despertarlo para la vida
animada rumbo a la
recuperación y a la
pacificación de la
propia conciencia. Sin
embargo, es muy
importante recordar que
Jesús no liberó a los
obsesados sin imponerles
la intransferible
necesidad de renovación
íntima, ni expulsó a los
perseguidores
inconscientes sin
ofrecerles la dirección
de Dios.
Conclusión
En síntesis,
identificamos siempre en
la obsesión (espiritual)
el resultado de la
invigilancia y de los
desvíos morales. Para
garantizarnos contra su
influencia urge
fortalecer la fe por la
renovación mental y por
la práctica del bien en
los moldes de los
códigos evangélicos
propuestos por
Jesucristo, no
olvidándonos de los
divinos consejos del
Vigilad y Orad.
Bibliografia consultada:
Kardec, Allan. Evangelho
segundo o Espiritismo,
Rio de Janeiro: Editora
FEB, 2001 cap.V, item 25
Dicionário Aurélio
eletrônico; século XXI.
Rio de Janeiro, Nova
Fronteira e Lexicon
Informática, 1999,
CD-rom, versão 3.0
Xavier, Francisco
Cândido. Nos Domínios da
Mediunidade, Rio de
Janeiro: Ed. FEB, 2001,
Cap. Dominação
Telepática
Kardec, Allan. O Livro
dos Espíritos GB., 2003,
perg. 644
Kardec, Allan. O Livro
dos Médiuns, Rio de
Janeiro: Editora FEB,
19987- (Mateus
26:41;Marcos 14:38;
Lucas 21:36 e I Pedro
5:8).
Revista Espírita,
fevereiro, março e junho
de 1864. A jovem
obsedada de Marmande.
Kardec, Alan. O Que é o
Espiritismo, Cap. II,
Escolho dos Médiuns, Rio
de Janeiro: Editora FEB,
2003
Kardec, Allan. O
Evangelho segundo o
Espiritismo, Resumo da
doutrina de Sócrates e
de Platão, item XIX, Rio
de Janeiro: Editora FEB,
2001.
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