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Ano 4 - N° 185 - 21 de Noviembre del 2010

JORGE HESSEN        
jorgehessen@gmail.com     
Brasília, Distrito Federal (Brasil)

Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org


Obsesión espiritual, causa de las grandes angustias humanas

Para garantizarnos contra su influencia urge fortalecer la fe por la renovación mental y por la práctica del bien en los moldes de los códigos evangélicos


¿Los compañeros nos preguntan de vez en cuando por qué vivir en la Tierra es tan complicado y casi siempre tan amarga es la vida? Les digo que esa sensación eventualmente puede ser una aspiración a la felicidad y a la libertad y que, encadenados al envoltorio físico que nos sirve de cárcel, nos aplicamos los inútiles esfuerzos para de él salir. Pero, algunos se abaten en la falta de valor, y a todo instante resplandecer sus lamentaciones. Pero, es preciso resistir
enérgicamente a esas sensaciones de desanimo y desesperanzas, porque los sueños para la felicidad de vivir son intrínsecos a todos los hombres, aunque no las debamos ávidamente buscar solamente en la experiencia material y transitoria de la vida terrena.

Comentando sobre la melancolía, encontramos en El Evangelio según el Espiritismo el Espíritu François de Geneve, dictando lo siguiente:

“Necesitamos cumplir, durante nuestra prueba terrena, tareas y compromisos que no sospechamos, sea en lo que alcance a la devoción a la familia, o cumpliendo diversos deberes que Dios nos confió. Si en el transcurso de esa en el desempeño de las tareas, observamos los cuidados, las inquietudes, los disgustos abatieran nuestros ánimos del alma, seamos fuertes y valientes para derrotarlos. Avancemos y encaremos sin temor; pues las aflicciones son de corta duración y deben conducirnos para situaciones mucho mejores en el futuro”.

Hay, sin embargo, muchas amarguras que pueden tener sus orígenes en la infidelidad a los compromisos cristianos, de ahí la melancolía se instala en el ser, del que podrá resultar un proceso obsesivo. Pero, ¿que es una obsesión? Etimológicamente, el término tiene su origen en el vocablo obsesione, palabra latina que significa impertinencia, persecución. Para algunos estudiosos espíritas la obsesión es percibida como un gran flagelo mundial. Esa visión sí se reviste de profunda gravedad en la sociedad, que actualmente está bien instrumentalizada tecnológicamente, sea en el campo de las comunicaciones y de la informática, sea en las otras áreas del saber, ampliando y profundizando las responsabilidades de cada uno en base a la vida colectiva.

La obsesión es una influencia maléfica en la mente

Aurélio Buarque define obsesión como siendo una preocupación con determinada idea, que domina enfermizamente al espíritu, resultante o no de sentimientos recalcados; idea fija; manía. De la misma forma la terminología obsesión es usada, vulgarmente, para significar idea fija en alguna cosa, tic nervioso, generador de manías, actitudes extrañas etc. Sin embargo, bajo el punto de vista espírita, el término tiene un significado e interpretación más amplios. Se consustancia en una influencia maléfica relativamente persistente que desencarnados y/o encarnados, tan o más atrasados que nosotros mismos, pueden ejercer sobre nuestra vida mental.

Para la escuela clásica de la psiquiatría, obsesión es un pensamiento, o un impulso, persistente o recurrente, indeseado y afligido, que viene a la mente involuntariamente, a despecho de intento de ignorarlo o de suprimirlos. Psiquiatras que no admiten nada fuera de la materia no pueden entender una causa oculta (espiritual), pero cuando la academia científica haya salido de la rutina materialista, ella reconocerá en la acción del mundo invisible que nos cerca y en medio del cual vivimos una fuerza que reacciona sobre las cosas físicas, tanto como sobre las cosas morales. Ese será un nuevo camino abierto al progreso y la llave de una multitud de fenómenos apenas comprendidos del psiquismo humano.

Y, obvio, no descartando la posibilidad de la anomalía psicosomática, la Doctrina Espírita nos hace conocer otras fuentes de las miserias humanas, mantenidas por la fragilidad moral de los seres.  

Reconocemos que el uso de los fármacos antidepresivos establece la armonía química cerebral, mejorando el humor del paciente, sin embargo, actúan simplemente sobre los efectos, una vez que los medicamentos no curan la obsesión en sus intrínsecas causas, sólo restablecen el tráfico de los mensajes neuronales, corrigiendo el funcionamiento neuro químico del SNC (sistema nervioso céntrico). Sócrates ya afirmaba que "si los médicos son fracasados, tratando de la mayor parte de las molestias, es que tratan del cuerpo, sin tratar del alma”.

Por falta de sinceridad, en nuestro tenue esfuerzo para la reforma moral, obstamos las relaciones equilibradas y equilibrantes con nosotros y con el prójimo. Toda nuestra desarmonía lleva a desarrollar sintonías viciosas con otras mentes enfermas, sea de desencarnados o encarnados, lo que agudiza sobremanera nuestro propio desarreglo interior, resultando de ahí las ingentes dificultades para liberarnos de las cadenas en que nos  aguijoneamos ante las garras del mal.

En la intimidad del hogar, de la familia o del Centro Espírita, del ambiente de trabajo profesional, adversarios obstinados del pasado se reencuentran. Convocados por los Benefactores del Más Allá al reajuste, raramente consiguen superar la aversión de que se ven poseídos unos al frente de los otros y (re)alimentan con pasión, en el interior de sí mismos, los rayos tóxicos de la antipatía que, concentrados, se transforman en puntiagudos dardos magnéticos, susceptibles de provocar la enfermedad y la propia muerte.

La obsessão espiritual es sintonía o cambio de vibraciones afines. Kardec define obsesión como la acción persistente que un Espíritu inferior ejerce sobre un individuo, presentando caracteres variados que van desde la simple influencia moral, sin señales exteriores perceptibles, hasta la perturbación completa del organismo y de las facultades mentales. La obsesión es el encuentro de fuerzas inferiores retratándose entre sí.

Las múltiples facetas de la obsesión

Hay cuadros de obsesiones explotando por doquier en todos los niveles, cuáles sean de desencarnados sobre encarnados y viceversa; de encarnados sobre encarnados, así como de desencarnados sobre desencarnados.

Nuestro mundo mental rige la vida que nos es peculiar en todas sus dimensiones, pero nos encontramos aún en el inicio de la comprensión de las implicaciones de la fuerza mental, del significado y alcance de las construcciones mentales en la vida. Los obsesores son hábiles e inteligentes, perfectos estrategas que planean cada paso y acompañan a las presas por algún tiempo, observando sus tendencias, sus relaciones, sus ideales. Identifican sus puntos vulnerables (casi siempre unidos al desequilibrio sexual) y los explotan pertinaces.

El pensamiento se exterioriza y se proyecta, formando imágenes y sugerencias que arremeten sobre los objetivos que se propone alcanzar. Cuando es bueno y edificante, se ajusta a la Leyes que nos rigen, creando armonía y felicidad, sin embargo, cuando es desequilibrado y deprimente, establece aflicción y ruina. La química mental vive en la base de todas las transformaciones, porque realmente evolucionamos en profunda comunión telepática con todos aquellos encarnados o desencarnados que se afinan con nosotros.

Nuestro universo mental es como un cielo, pero del firmamento descienden rayos de sol y lluvias benéficas para la vida planetaria, así como, en el instante de la resistencia de elementos atmosféricos, de ese mismo cielo proceden chispas eléctricas destructoras. De la misma forma funciona la mente humana. De ella se originan las fuerzas equilibrantes y restauradoras para los trillones de células del organismo físico, pero, cuando está perturbada, emite rayos magnéticos de elevado tenor destructivo para nuestra estructura psíquica.

El maestro lionés preguntó a los Espíritus, en la cuestión 466 de El Libro de los Espíritus, ¿por qué permite Dios que los obsesores nos induzcan al mal? Los Espíritus respondieron: "Los seres imperfectos son instrumentos destinados a experimentar la fe y la constancia de los hombres en la práctica del bien. Como Espíritu debéis progresar en la ciencia del infinito, razón de por qué pasáis por las pruebas del mal, a fin de llegar al bien. Nuestra misión es la de colocaros en el buen camino y cuando malas influencias actúan sobre vosotros, es que las atraéis, por el deseo del mal. Los Espíritus inferiores vienen en vuestro auxilio en el mal, siempre que deseáis cometerlo; y sólo os pueden ayudar en el mal cuando queréis el mal. Entonces si os inclináis para el asesinato, tendréis una nube de Espíritus que os alimentarán esa inclinación. Sin embargo, tendréis otros que buscarán influenciaros para el bien. Así se restablece el equilibrio y quedáis señor de vosotros mismos”.

Renovación moral como base para la desobsesión espiritual

El venerable Codificador, en El Libro de los Médiums, afirma que las imperfecciones morales dan acceso a los obsesores y el medio más seguro de librarnos de ellos es atraer a los buenos Espíritus por la práctica del bien. ¡La obsesión es impotente delante de Espíritus redimidos! ¿Y qué es un Espíritu redimido? Es aquel que reconoce sus limitaciones y, como enunciado por el apóstol Pablo, siente la alegría de saberse "matriculado en la escuela del bien”.

Ese desarreglo psico espiritual deberá ser eliminado de la sociedad en el instante en que el auténtico ejemplo del amor sea experimentado y diseminado en todas las direcciones, consonante Jesús consubstanció y vivió hasta los disgustos de la muerte, prosiguiendo desde los tiempos apostólicos hasta los días actuales.

El Espiritismo, desvelando la intervención de los Espíritus endurecidos en el mal en nuestras vidas, lanza luces sobre cuestiones aún sin considerar por las ciencias materialistas como de causa psicopatológica.

Muchas veces buscado por los obsesados, Cristo penetraba psíquicamente en las causas de su inquietud y, usando de su autoridad moral, liberaba tanto los obsesores como los obsesados, permitiéndoles despertarlo para la vida animada rumbo a la recuperación y a la pacificación de la propia conciencia. Sin embargo, es muy importante recordar que Jesús no liberó a los obsesados sin imponerles la intransferible necesidad de renovación íntima, ni expulsó a los perseguidores inconscientes sin ofrecerles la dirección de Dios.

Conclusión

En síntesis, identificamos siempre en la obsesión (espiritual) el resultado de la invigilancia y de los desvíos morales. Para garantizarnos contra su influencia urge fortalecer la fe por la renovación mental y por la práctica del bien en los moldes de los códigos evangélicos propuestos por Jesucristo, no olvidándonos de los divinos consejos del Vigilad y Orad

 

Bibliografia consultada: 

Kardec, Allan. Evangelho segundo o Espiritismo, Rio de Janeiro: Editora FEB, 2001 cap.V, item 25

Dicionário Aurélio eletrônico; século XXI. Rio de Janeiro, Nova Fronteira e Lexicon Informática, 1999, CD-rom, versão 3.0

Xavier, Francisco Cândido. Nos Domínios da Mediunidade, Rio de Janeiro: Ed. FEB, 2001, Cap. Dominação Telepática

Kardec, Allan. O Livro dos Espíritos GB., 2003, perg. 644

Kardec, Allan. O Livro dos Médiuns, Rio de Janeiro: Editora FEB, 19987- (Mateus 26:41;Marcos 14:38; Lucas 21:36 e I Pedro 5:8).

Revista Espírita, fevereiro, março e junho de 1864. A jovem obsedada de Marmande.

Kardec, Alan. O Que é o Espiritismo, Cap. II, Escolho dos Médiuns, Rio de Janeiro: Editora FEB, 2003

Kardec, Allan. O Evangelho segundo o Espiritismo, Resumo da doutrina de Sócrates e de Platão, item XIX, Rio de Janeiro: Editora FEB, 2001.



 


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