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Estudio Sistematizado del Nuevo Testamento Português   Inglês

Ano 4 - N° 186 - 28 de Noviembre del 2010

THIAGO BERNARDES
thiago_imortal@yahoo.com.br

Curitiba, Paraná (Brasil)  
Traducción
ISABEL PORRAS GONZÁLES - isy@divulgacion.org
 

 

El Evangelio según Juan

Cuarto libro del Nuevo Testamento

Juan (Apóstol de Jesús)

(Parte 3)

Damos continuidad en esta edición al Estudio Sistematizado del Nuevo Testamento, que comprenderá el estudio de los Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan y del libro Actos de los Apóstolos. El estudio está basado en la versión del Nuevo Testamento que el lector puede consultar a partir de este link: http://www.bibliaonline.con.br/tb.

Las respuestas correspondientes a las cuestiones presentadas se encuentran a finales del texto de abajo. 

Cuestiones para el debate

1. ¿Qué tipo de cura ocurría en Jerusalén, en el depósito llamado Betesda?

2. ¿Por qué, según Juan, los judíos perseguían a Jesús y buscaban matarlo?

3. ¿Cómo Juan describe la primera multiplicación de panes y peces operada por Jesús?

4. Al día siguiente, como la multitud alimentada en la víspera lo buscaba, Jesús les dio una nueva lección. ¿Que dijo entonces el Maestro?  

5. ¿Cual fue la respuesta de Jesús a los que le pidieron que él les diese siempre el pan de Dios?  

Texto para la lectura 

11. Jesús dice que por sí mismo no puede hacer cosa alguna - A los que lo acusaban de decir que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios, Jesús respondía que, en verdad, el Hijo por sí mismo no puede hacer cosa alguna. “En verdad, en verdad os digo – afirmó Jesús – que quién oye mi palabra, y cree en aquel que me envió, tiene la vida eterna, y no entrará en condena, sino que pasó de la muerte para la vida. En verdad, en verdad os digo que viene la hora, y hora es, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oyen vivirán. Porque, como el Padre tiene la vida en sí mismo, así dio también al Hijo tener la vida en sí mismo; y le dio el poder de ejercer el juicio, porque es el Hijo del hombre.” En la secuencia, el Maestro dijo: “No os maravilléis de esto; porque viene la hora en que todos los que están en los sepulcros oirán su voz. Y los que hicieron el bien saldrán para la resurrección de la vida; y los que hicieron el mal, para la resurrección de la condenación. Yo no puedo de mí mismo hacer cosa alguna. Como oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del Padre que me envió. Si yo testifico de mí mismo, mi testimonio no es verdadero. Hay otro que testifica de mí, y sé que el testimonio que él da de mí es verdadero”. El Señor se refirió, entonces, a Juan Bautista, que dio testimonio de la verdad y era la candela que ardía e iluminaba. Jesús tiene, sin embargo, mayor testimonio que  Juan, porque las obras que el Padre le dio para realizar, esas obras testifican de él. “Examináis las Escrituras – dijo Jesús –, porque vosotros cuidáis tener en ellas la vida eterna, y son ellas que de mí testifican; y no queréis venir a mí para tener vida. Yo no recibo la gloria de los hombres; pero bien los conozco, que no tenéis en vosotros el amor de Dios. Yo vine en nombre de mi Padre, y no me aceptáis; si otro viniera en su propio nombre, a ese aceptaréis. ¿Cómo podéis vosotros creer, recibiendo honra unos de los otros, y no buscando la honra que viene sólo de Dios?” Concluyendo la advertencia, el Maestro aseveró: “No cuidéis que yo os he de acusar para con el Padre. Hay uno que os acusa, Moisés, en quien vosotros esperáis. Porque, si vosotros creyerais en Moisés, creeríais en mí; porque de mí escribió él. Pero, si no creéis en sus escritos, ¿cómo creeréis en mis palabras?” (Juan, 5:24 a 5:47.)

12. Jesús camina sobre las aguas - Tras la multiplicación de panes y peces hecha por Jesús, los hombres que allí estaban decían: “Este es verdaderamente el profeta que debía venir al mundo”. Conocedor de que habían de buscarlo para hacerlo rey, Jesús se retiró, solo, para el monte. A La tarde, sus discípulos descendieron para el mar, en dirección a Cafarnaún. Ya estaba oscuro, y Jesús aún no se había juntado a ellos, cuando el mar se agitó y ellos pudieron ver al Maestro, que andaba sobre las aguas en dirección al barco de ellos, y temieron. Jesús les dijo: “Soy yo, no temáis”. Ellos, entonces, lo recibieron en el barco, y este inmediatamente llegó a la tierra para donde iban. (Juan, 6:14 a 6:21.)

13. Los hombres de Nazaret dudan de las palabras de Cristo - Como Jesús había dicho: “Yo soy el pan que descendió del cielo”, los judíos pasaron a murmurar, diciendo: “¿No es Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo pues dice él: ` ¿Descendí del cielo’?” Oyendo tales palabras, Jesús respondió: “No murmuréis entre vosotros. Nadie puede venir a mí, si el Padre que me envió no lo trae; y yo lo resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Por lo tanto, todo aquel que del Padre oyó y aprendió viene a mí. No que alguien viniese al Padre, a no ser aquel que es de Dios; este ha visto al Padre. En verdad, en verdad os digo que aquel que cree en mí tiene la vida eterna”. (Juan, 6:41 a 6:47.)

Respuestas a las preguntas propuestas 

1. ¿Qué tipo de cura ocurría en Jerusalén, en el depósito llamado Betesda?

El depósito, llamado en hebreo Betesda, tenía cinco alpendres y en ellos yacía gran multitud de enfermos, ciegos y mancos, esperando el movimiento del agua. Se creía que un ángel descendía en cierto momento al tanque y agitaba el agua; y el primero que allí descendía, tras el movimiento del agua, sanaba de cualquier enfermedad que tuviera. (Juan, 5:1 a 5:14.)

2. ¿Por qué, según Juan, los judíos perseguían a Jesús y buscaban matarlo?

El motivo, según Juan, sería el hecho de Jesús hacer curas el sábado y, además de eso, decir que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios. Pero Jesús les decía que, en verdad, el Hijo por sí mismos no podía hacer cosa alguna, lo que indicaba no igualdad, sino una condición subalterna de él en relación a Dios, nuestro Padre. (Juan, 5:14 a 5:23.)

3. ¿Cómo Juan describe la primera multiplicación de panes y peces operada por Jesús?

Según Juan, Jesús había partido para el otro lado del mar de Galilea, que es el Tiberiades, y gran multitud lo siguió, porque veía las señales que él operaba sobre los enfermos. Jesús subió al monte y se sentó allí con sus discípulos. La fiesta de la pascua estaba próxima. Viendo la gran multitud que venía a tener con él, él preguntó a Felipe: ¿Dónde compraremos pan, para que estos coman? André, hermano de Simón Pedro, le dijo: Está aquí un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; ¿pero qué es esto para tantos? Jesús entonces les dijo: Mandad sentar a los hombres. Y había mucha hierba en aquel lugar. Se sentaron, pues, los hombres eran en número de casi cinco mil. Jesús tomó los panes y, habiendo dado gracias, los repartió por los discípulos, y los discípulos por los que estaban sentados; e igualmente también de los peces, cuando ellos querían. Después, cuando todos estaban saciados, dijo a sus discípulos: Recoged los pedazos que sobren, para que nada se pierda. Los recogieron, pues, y llenaron doce cestos con los panes que habían sobrado. (Juan, 6:1 a 6:13.)

4. Al día siguiente, como la multitud alimentada en la víspera lo buscaba, Jesús les dio una nueva lección. ¿Qué dijo entonces el Maestro?

Estas fueron las palabras dichas por Jesús: En verdad, en verdad os digo que me buscáis, no por las señales que visteis, sino porque comisteis del pan y os saciasteis. Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que permanece para la vida eterna, la cual el Hijo del hombre os dará; porque a este el Padre, Dios, el selló. (Juan, 6:22 a 6:29.)

5. ¿Cuál fue la respuesta de Jesús a los que le pidieron que él les diese siempre el pan de Dios?

Al oír de Jesús la información de que el pan de Dios es aquel que desciende del cielo y de la vida al mundo, ellos le pidieron: Señor, danos siempre de ese pan. Jesús les dijo: Yo soy el pan de la vida; aquel que viene a mí no tendrá hambre, y quien cree en mí nunca tendrá sed. Enseguida, les dijo: Porque yo descendí del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad de aquel que me envió. Y la voluntad del Padre que me envió es esta: Que ninguno de todos aquellos que me dio se pierda, sino que los resucite el último día. (Juan, 6:31 a 6:40.)
 

 

 

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