El Evangelio según Juan
Cuarto
libro del Nuevo Testamento
Juan (Apóstol de Jesús)
(Parte 7)
Damos continuidad en esta
edición al Estudio
Sistematizado del Nuevo
Testamento, que comprenderá
el estudio de los Evangelios
de Mateo, Marcos, Lucas y
Juan y del libro Actos de
los Apóstolos. El estudio
está basado en la versión del Nuevo
Testamento que el lector
puede consultar a partir de
este link: http://www.bibliaonline.con.br/tb.
Las respuestas
correspondientes a las
cuestiones presentadas se
encuentran a finales del
texto de abajo.
Cuestiones
para el debate
1. ¿Qué mujer ungió los pies
de Jesús con un ungüento
hecho de nardo puro?
2. ¿Cuál fue la reacción de
los discípulos al ver a
aquella mujer ungiendo los
pies de Cristo?
3. ¿Cómo se dio la entrada
de Jesús en Jerusalen?
4. Que quiso Jesús decir con
esta frase: ¿Quién ama su
vida la perderá, y quien en
este mundo aborrece su vida,
la guardará para la vida
eterna?
5. ¿La multitud entendió
cuando Jesús les habló de su
muerte y resurrección en el
tercer día?
Texto para la lectura
26. Los pobres siempre
los tendréis,
recordó el Maestro -
Como Judas Iscariotes
protestó por el hecho de
María haber gastado una
cantidad de ungüento de
nardo puro, de alto precio,
para ungir los pies de
Jesús, alegando que el
producto podría haber sido
vendido por trescientos
dineros y esta cuantía
entregada a los pobres, le
dijo Jesús: “Dejadla; para
el día de mi sepultura
guardó esto; porque los
pobres siempre los tenéis
con vosotros, pero a mí no
siempre me tendréis”. Ese
episodio ocurrió en Betania,
seis días antes de la
pascua, y mucha gente entre
los judíos supo que Jesús
allí estaba. Una multitud
fue entonces hasta el lugar
no sólo por causa de Jesús,
sino también para ver a
Lázaro, el mismo que fuera
resucitado de entre los
muertos. Los principales de
los sacerdotes decidieron
entonces que Lázaro, y no
sólo Jesús, deberían ser
muertos, porque muchos de
los judíos, a causa de él,
iban a ver a Jesús y creían
en él. (Juan, 12:4 a
12:11.)
27. Si el trigo cae en la
tierra, pero no muere, no
fructifica - La entrada
de Jesús en Jerusalén fue
triunfal, y la multitud que
andaba con él cuando Lázaro
fue llamado de la sepultura
testificaba que él realmente
lo había resucitado de entre
los muertos. Ese hecho
concurría para que la
multitud, consciente de que
él hizo esa señal, le
saliese al encuentro. Los
fariseos, indignados con lo
que veían, se confabulaban
entre sí: “¿Ved que nada
aprovecháis? He que toda la
gente va en pos de él”.
Ahora, había en la multitud
algunos griegos que,
dirigiéndose a Felipe, que
era de Betsaida (Galilea),
le rogaron diciendo: “Señor,
queríamos ver a Jesús”.
Felipe y Andrés
transmitieron el pedido al
Maestro, que les respondió
informando: “Es llegada la
hora en que el Hijo del
hombre ha de ser
glorificado. En verdad, en
verdad os digo que, si el
grano de trigo, cayendo en
la tierra, no muere, queda
él sólo; pero, si muere, da
mucho fruto”. (Juan,
12:17 a 12:24.)
28. Quién ama su vida la
perderá, advirtió el Señor
- En la secuencia, Jesús
enseñó: “Quién ama su vida
la perderá, y quien en este
mundo aborrece su vida, la
guardará para la vida
eterna. Si alguien me sirve,
sígame, y, donde yo
estuviera, allí estará
también mi siervo. Y, si
alguien me sirve, mi Padre
lo honrará”. Poco después,
cuando el Señor dijo:
“Padre, glorifica tu
nombre”, vino una voz del
cielo que decía: “Ya lo
tengo glorificado, y otra
vez el glorificaré”. La
multitud que allí estaba,
oyendo tales palabras, decía
que había sido un trueno,
mientras otros explicaban:
“Un ángel le habló”. Jesús,
entonces, aseveró: “No vino
esta voz por amor de mí,
sino por amor de vosotros.
Ahora es el juicio de este
mundo; ahora será expulsado
el príncipe de este mundo. Y
yo, cuando sea levantado de
la tierra, todos atraeré a
mí”. Y decía esto, indicando
la forma como habría de
morir. (Juan, 12:25 a
12:33.)
29. Quién cree en Jesús
jamás permanecerá en
tinieblas - Después de
enseñarles y haber hecho
tantas señales delante de
ellos, la verdad es que los
judíos no creían en el
Mesías, a fin de que se
cumpliera la palabra del
profeta Isaías, que dice:
“¿Señor, quien creyó en
nuestra predicación? ¿Y a
quién fue revelado el brazo
del Señor?” A pesar de todo,
muchos de los principales
creyeron en él, pero no lo
confesaban a causa de los
fariseos, para no ser
expulsados de la sinagoga,
porque amaban más la gloria
de los hombres que la gloria
de Dios. Jesús entonces
clamó, diciendo: “Quién cree
en mí, cree, no en mí, sino
en aquel que me envió. Y
quién me ve a mí, ve a aquel
que me envió. Yo soy la luz
que vino al mundo, para que
todo aquel que cree en mí no
permanezca en las tinieblas.
Y si alguien oyera mis
palabras, y no creyera, yo
no lo juzgo; porque yo vine,
no para juzgar el mundo,
sino para salvar el mundo.
Quién me rechazara a mí, y
no recibiera mis palabras,
ya tiene quién lo juzgue: la
palabra que he predicado,
esa lo ha de juzgar el
último día. Porque yo no he
hablado de mí mismo; pero el
Padre, que me envió, él me
dio mandamiento sobre lo que
he de decir y sobre lo que
he de hablar. Y sé que su
mandamiento es la vida
eterna. Por lo tanto, lo que
yo hablo, lo hablo como el
Padre me lo ha dicho”.
(Juan, 12:37 a 12:50.)
Respuestas a las preguntas
propuestas
1. ¿Qué mujer ungió los pies
de Jesús con un ungüento
hecho de nardo puro?
Fue María, y el hecho
ocurrió en Betania, en la
presencia de Lázaro, por
ocasión de una cena servida
por Marta. María, tomando
una cantidad de ungüento de
nardo puro, de mucho precio,
ungió los pies de Jesús, y
le enjugó los pies con sus
cabellos; y se llenó la casa
del olor del ungüento.
(Juan, 12:1 a 12:3.)
2. ¿Cuál fue la reacción de
los discípulos al ver a
aquella mujer ungiendo los
pies de Cristo?
Los discípulos nada dijeron,
pero uno de ellos, Judas
Iscariotes, recriminó el
hecho, diciendo: “¿Por qué
no se vendió este ungüento
por trescientos dineros y no
se dio a los pobres?” Según
Juan, él dijo esto, no por
el cuidado que tuviese de
los pobres, sino porque era
ladrón y tenía la bolsa, y
cogía de ella lo que allí se
lanzaba. (Juan, 12:4 a
12:8.)
3. ¿Cómo se dio la entrada
de Jesús en Jerusalén?
Luego que las personas que
vinieron a la fiesta de la
Pascua quedaron sabiendo que
Jesús venía a Jerusalén,
tomaron ramos de palmeras y
le salieron al encuentro, y
clamaban: “¡Hosanna! Bendito
el Rey de Israel que viene
en nombre del Señor”. Jesús
encontró un borriquito y se
sentó sobre él, como estaba
escrito: “No temas, oh hija
de Sion; he ahí que tu Rey
viene sentado sobre el hijo
de una mula”. La multitud
salió, entonces, para
recibirlo y el hecho se
volvió un gran
acontecimiento. (Juan,
12:12 a 12: 18.)
4. Que quiso Jesús decir con
esta frase: ¿Quién ama su
vida la perderá, y quien en
este mundo aborrece su vida,
la guardará para la vida
eterna?
La enseñanza de Jesús tuvo
en cuenta recordarnos la
transitoriedad de la
existencia corpórea. Todo el
apego a las cosas materiales
y a las preocupaciones
transitorias de la vida, en
detrimento de las cosas del
espíritu, que atrasa la
evolución espiritual, porque
no somos sólo materia, sino
un alma encarnada, que
necesita superar las pruebas
que la vida presenta a todo
momento, consciente de su
destino trascendental y de
los objetivos que la
trajeron a la faz del mundo.
(Juan, 12: 23 a 12: 28.)
5. ¿La multitud entendió
cuando Jesús les habló de su
muerte y resurrección en el
tercer día?
Inicialmente, la multitud no
comprendió lo que Jesús
decía, tanto que, según
Juan, ella le habría dicho:
“Nosotros hemos oído de la
ley que Cristo permanece
para siempre; ¿y cómo dices
tú que conviene que el Hijo
del hombre sea levantado?
¿Quién es ese Hijo del
hombre?” (Juan, 12:32 a
12: 36.)