Dolencias espirituales
(Parte 2 e final)
Corregir los problemas
espirituales implica
reeducar el espíritu;
los tratamientos
sintomáticos pueden
traer un socorro
inmediato o un alivio
importante, pero
transitorio
Vampirismo
(8)
El mundo espiritual es
poblado por una
población numerosísima
de Espíritus que según
informes debe ser cuatro
a cinco veces mayor que
los 6 billones de almas
encarnadas en nuestro
planeta. Como la mayor
parte de esa población
de Espíritus debe estar
habitando las
proximidades de los
ambientes terrestres,
donde fluye toda la vida
humana, no es de
extrañar que esos
Espíritus estén
compartiendo con
nosotros las buenas y
malas conductas de
nuestro día a día.
(9)
Contamos con ellos como
guías y protectores que
constantemente nos
inspiran, pero, en la
mayoría de las veces,
nosotros los atraemos
por las adicciones y
ellos nos aprisionan por
el placer. Se cuentan a
millones los hombres
envueltos con el
alcohol, el tabaco, las
drogas ilícitas, los
somníferos, los
desarreglos alimentarios
y los abusos sexuales.
Para todas estas
situaciones las puertas
de la invigilancia están
abiertas de par en par,
permitiendo el acceso
de entidades
desencarnadas que pasan
a compartir con nosotros
el elixir de las
satisfacciones mundanas
de la carne.
En esos desvíos de la
conducta humana la mente
del responsable agrega
en torno a sí elementos
fluídicos que poco a
poco van construyendo
“miasmas psíquicos” con
extrema capacidad
corrosiva del organismo
que la hospeda. El
alcohólico, el
drogadicto o el vicioso
de cualquier sustancia
construyen para sí mismo
los gérmenes que pasan a
obstruirle el
funcionamiento de las
células hepáticas, de
los glomérulos renales,
de los alvéolos
pulmonares, de los
conductos prostáticos,
haciendo lesiones
crónicas que la medicina
tiene como procesos
incurables.
Las entidades
espirituales viciadas
comparten los placeres
de la adicción que el
encarnado les favorece y
a su tiempo lo estimulan
a permanecer en la
adicción. En esta
asociación hay una
tremenda pérdida de
energía por parte del
responsable por la
adicción, de ahí que la
palabra vampirismo sea
adecuada para definir
esa asociación.
Obsesión
En el transcurso de cada
encarnación la
misericordia de Dios nos
permite usufructuar las
oportunidades que mejor
nos convienen para
estimular nuestro
progreso espiritual. Los
reencuentros o
desencuentros son de
cierta manera planeados
o atraídos por nosotros
para los debidos
rescates de compromisos
que dejamos para atrás o
las facilidades aparecen
para cumplir las grandes
promesas que diseñamos
en el plano espiritual.
Es así que padres e
hijos se reencuentran
como hermanos, como
amigos, como compañeros
de una sociedad común en
la actividad humana.
Marido y mujer que no se
respetan, ahora se
reajustan como padre e
hija, jefe y subalterno
o como parientes
distantes que la vida
les dificulta la
aproximación. Madres que
despreciaron a los hijos
hoy pasan de consultorio
en consultorio en una
peregrinación donde
desfilan dificultades
para tener de nuevo sus
propios hijos. La vida
de una manera o de otra
va reeducando a todos.
Los obstáculos que a
primera vista parecen
castigo o punición traen
en su enmarañado de
pruebas la posibilidad
de recuperación de los
daños físicos o morales
que produjimos en el
pasado.
Con frecuencia, ganamos
o perdemos en la gran
lucha de la
supervivencia humana.
Ninguno de nosotros
recorre esta jornada sin
tener que tomar
decisiones, sin dejar de
expresar sus deseos y
sin hacer sus
elecciones. Es ahí que
muchas y muchas veces
contrariamos las
decisiones, los deseos y
las elecciones de
aquellos que conviven
próximos a nosotros.
En cada existencia
amontonamos personas que
no nos comprendieron,
amigos que nos
abandonaron por
contrariarse con
opiniones diferentes a
las nuestra, socios que
no cumplieron sus
compromisos con
nosotros, parientes o
simples conocidos que
difamaron gratuitamente
nuestro nombre.
En muchas otras
ocasiones del pasado, ya
tuvimos oportunidad de
participar de grandes
disputas financieras, de
crímenes que la justicia
terrena no testificó,
del aborto clandestino
que las alcobas
escondieron y de
traiciones que la
sociedad repudió o
escarneció.
En los rastros de estas
maldades humanas,
nosotros todos, sin
excepción, estamos
endeudados y altamente
comprometidos con otras
criaturas, también
humanas y exigentes como
nosotros mismos, que
ahora están cobrándonos
otros comportamientos, a
exigirnos la obtención
de deudas a que nos
evadimos en otras épocas
y a persistir en su
dominio, buscando
dificultarnos la subida
más rápida para los más
elevados estadios de la
espiritualidad.
Aunque la ciencia médica
de hoy aún no la traiga
en sus registros
nosológicos, la obsesión
espiritual, en la cual
una criatura ejerce su
dominio sobre otra, este
es de lejos el mayor de
los males de la
patología humana.
En las obras básicas del
Espiritismo, Allan
Kardec esclareció que la
obsesión se establece en
tres dominios de
sumisión creciente: la
“obsesión simple”, la
“fascinación” y la
“subyugación”. Los
textos clásicos de
Kardec y toda la
literatura espírita
subsiguiente,
principalmente de André
Luiz y sus abnegados
intérpretes, como
Marlene Rossi Severino
Noble (La obsesión y sus
máscaras), son más que
suficientes para
esclarecernos sobre ese
tema.
Mediumnismo
Pretendemos con esta
denominación discutir
los cuadros de
manifestaciones
sintomáticas presentadas
por aquellos que,
incipientemente,
inauguran sus
manifestaciones
mediúmnicas. (10)
Con frecuencia, la
mediumnidad, para
ciertas personas, se
manifiesta de forma
tranquila y es tenida
como tan natural que el
médium, casi siempre aun
muy joven, mal se da
cuenta de que lo que ve,
lo que percibe y lo que
escucha variado, son
comunicaciones
espirituales y que sólo
él está detectando tales
manifestaciones, aunque
le parezca ser
compartidas por todos.
Otras veces los
fenómenos son
presentados de forma
abundante y el
principiante es tomado
por el miedo e
inseguridad,
principalmente por no
saber de lo que se trata
y, por eso, acostumbra a
retraerse, por percibir
que es diferente de las
personas con quien
convive.
En otras ocasiones,
tenemos la mediumnidad
atormentada por
Espíritus perturbadores,
y el médium, sin contar
con ninguna protección
que lo pueda ayudar, se
ve alrededor con una
serie de cuadros de la
psicopatología humana.
Frecuentemente ocurren
crisis del tipo pánico,
histeria o
manifestaciones
somatiformes que se
expresan en dolores,
parálisis, anestesias,
“hinchazón” de los
miembros, insomnio
rebelde, somnolencia
incontrolable etc.
Una gran mayoría de
ellos tienen pequeños
síntomas psicosomáticos
y se sienten
influenciados o
acompañados por
entidades espirituales.
(11)
Son médiuns con
aptitudes aún muy
tímidas que están en
fase de aprendizaje y
dominio de sus
potencialidades. Se
trata de una tierna
simiente que necesita
ser cultivada para
abrirse.
Dolencias carmicas
Siempre que por nuestras
falta de moderación no
consideramos los
cuidados con nuestro
cuerpo y en las veces
que, por agresividad
gratuita, alcanzamos el
equilibrio físico o
psíquico de nuestro
prójimo, estamos
imprimiendo esos
desajustes en las
células del cuerpo
espiritual que nos
sirve.
Es así que, en la
patología humana, quedan
registrados los cuadros
de “lupus” que nos
compromete las arterias,
del “fuego salvaje” que
nos quema la piel, de
las “malformaciones” que
deforman el corazón o el
cerebro, de la
“esclerosis múltiple”
que nos inmoviliza en la
cama o de la demencia
que nos compromete la
lucidez y nos aparta de
la sociedad.
Necesitamos comprender
que estas y todas las
otras manifestaciones de
enfermedad no deben ser
tenidas en cuenta como
castigos o puniciones.
El Espiritismo enseña
que estas y todas las
otras dificultades que
enfrentamos son
oportunidades de
rescate, las cuales, con
frecuencia, fuimos
nosotros mismos que las
escogemos para acelerar
nuestro progreso y nos
incentivamos de la
retaguardia que a veces
nos mantiene distantes
de aquellos que nos
esperan delante de
nosotros.
Más que la cura de las
enfermedades, la
medicina tibetana, hace
milenios atrás, enseñaba
que médico y pacientes
deben buscar la
oportunidad de la
iluminación. Los
padecimientos por el
dolor y las limitaciones
que las enfermedades
traen nos posibilitan el
esclarecimiento, si nos
predisponemos a
buscarlo. Más importante
que aceptar el
sufrimiento en una
resignación pasiva y
poco productiva, se hace
necesario superar
cualquier limitación o
revuelta, para promover
el crecimiento
espiritual a través de
este descubrimiento
interior e individual.
Tratamiento de las
dolencias espirituales
Corregir los problemas
espirituales implica
reeducar el Espíritu.
Los tratamientos
sintomáticos pueden
traer un socorro
inmediato o un alivio
importante, pero
transitorio.
Recorrer las casas
espíritas en búsqueda de
alivio por el pase
magnético, por el agua
magnetizada con los
fluidos revitalizadores,
o para disfrutar de
algunos momentos de
saludable armonía con la
espiritualidad, sólo
repite las búsquedas
superficiales que el
común de la gente hacen
en cualquier consultorio
medico o recinto de cura
de otras instituciones
religiosas que prometen
curas rápidas.
Trabajar para conocer y
tratar la dolencia
espiritual exige una
reforma interior que
demanda esfuerzo,
disciplina y dedicación.
En ese sentido, el
médico no está allí para
controlar la enfermedad
de quien lo busca, pero
debe comprometerse en
desempeñar el papel de
orientador seguro, con
actitudes coherentes con
las que propone al
paciente.
El postulado número uno
en ese tratamiento debe
ser, por lo tanto, un
código de conducta
moral, que debe partir
del compromiso que el
médico y cualquier otro
terapeuta deba asumir.
Son de gran sensibilidad
los consejos de Allan
Kardec:
“... Dome sus pasiones
animales; no alimente
odio, ni envidia, ni
celos, ni orgullo; no se
deje dominar por el
egoísmo; purifíquese,
nutriendo buenos
sentimientos; practique
el bien; no de a las
cosas de este mundo la
importancia que no
merecen”. (12)
En nuestro ambiente de
trabajo hemos adoptado
una conducta simple que
hasta ahora nos ha
parecido de gran
repercusión en el
tratamiento:
Desde la sala de espera,
creamos un ambiente
donde el paciente ya
comienza a percibir que
nuestro trabajo está
comprometido con la
espiritualidad. Sin
ninguna ostentación de
misticismo vulgar o
creencias
supersticiosas, en la
sala de espera, el
paciente lee una
invitación para
participar de nuestra
reunión de “diálogo con
el Evangelio” hecha en
el periodo de la mañana.
Entre otros mensajes,
que él puede coger y
llevar para una lectura
más despacio, hicimos
constar la presencia de
un “libro de oraciones”
donde pueden ser
colocados nombres y
direcciones para ser
encaminados a las
“vibraciones” en los
días de lectura del
Evangelio, que es
siempre precedida y
cerrada con meditación y
oración.
Los cuadros de obsesión
y otras patologías en
los cuales se suponen
interferencias más
graves de entidades
espirituales deben ser
obligatoriamente
dirigidos para las casas
espíritas, que están
preparadas adecuadamente
para luchar con esos
dramas.
Notas:
8 - Este termo é
sugerido por André Luiz.
VerMissionários
da Luz.
9 - O
Livro dos Espíritos.
Ver perguntas 456, 457 e
459.
10 - O
Livro dos Médiuns.
Ver: Capítulo XVIII. “Dos
inconvenientes e perigos
da mediunidade”.
11 - O
Livro dos Espíritos.
Ver: “Influência
Oculta dos Espíritos em
nossos pensamentos e
atos”.
Perguntas 459 a 472.
12 - O
Livro dos Espíritos.
Pergunta 257. Ver: Texto
de Allan Kardec sobre: “Ensaio
Teórico das Sensações
nos Espíritos”.
Págs. 165 a 170.
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