Hellen Keller –la
victoria del
Espíritu sobre
la materia
Hellen superó de
forma
extraordinaria
los sentimientos
de autocompasión
y de infelicidad
crónica que
caracterizan
buena parte de
los Espíritus
cuando enfrentan
sus pruebas
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Helen Keller (foto)
nació saludable
en 1880 en
Alabama (EUA),
pero a los 18
meses quedó
súbitamente
ciega y sorda
muda, debido a
una congestión
cerebral. Pasó
los primeros
años de su
infancia cerrada
en una prisión
sensorial que la
impedía
comunicarse.
A los 6 años era
una niña muy
nerviosa con su
infinita
soledad, tenida
cómo agresiva,
difícil y
retrasada
mental. Para
liberar la hija
de la oscuridad
y del silencio,
sus padres
escribieron una
carta a
Alexander Graham
Bell (inventor
del teléfono)
que daba
aulas a
sordos y
que
indicó a
Anne
Sullivan,
una
profesora
irlandesa
de 21
años.
Annie
(tratamiento
familiar
de Anne
que se
quedó a
vivir
|
en casa
de
Hellen)
estudió
en la
Escuela
Perkins
para
Invidentes
porquesiendo
niña
había
sido
ciega,
pero recuperó la
visión después
de nueve
operaciones. “El
día más
importante de mi
vida fue el de
la llegada de mi
profesora
Sullivan. Quedó
profundamente
emocionada,
cuando pienso en
el contraste
inmensurable de
las dos vidas
que se juntaron.
Ella llegó
el día 3 de
marzo del 1887,
tres meses antes
de yo cumpliese
7 años”, relata
Hellen Keller. |
Cuando Anne tocó
la primera vez a
la niña, ella
tuvo un arranque
de cólera. La
profesora la
contuvo con
fuerza y, tras
calmarla, la
abrazó
cariñosamente y
dijo a los
padres
preocupados: “la
niña necesita de
límites”. Anne
asumió la tarea
de
enseñar a Hellen
las técnicas
mecánicas
necesarias para
hablar. Colocaba
2 dedos
(higienizándolos
siempre) de la
alumna en la
boca de la
profesora. Decía
una palabra,
haciéndole
sentir el
movimiento de la
lengua entre los
dedos; después
colocaba los
dedos de la (higienizándolos
siempre) de la
alumna en la
boca de la
profesora. Decía
una palabra,
haciéndola
sentir el
movimiento de la
lengua entre los
dedos; después
colocaba los
dedos de la niña
en su propia
boca, que se
acordaba de los
movimientos en
la boca de Anne
y los
reproducía. Otra
técnica: ella
colocaba un
objeto en la
mano de la
alumna, en el
brazo de ella
colocaba sus
labios y
pronunciaba el
nombre del
objeto; por las
vibraciones la
niña era capaz
de repetir.
En un testimonio
de 1927, Hellen
narra el punto
culminante de
sus
experiencias, a
partir del cual
cambió, para
ella, el sentido
de la vida. Anne,
su incansable y
dedicada
profesora,
andaba con ella
hacía sólo un
mes y ya le hubo
enseñado el
nombre de varios
objetos. Ella
los colocaba en
las manos de la
niña y
deletreaba, en
los dedos, la
palabra
correspondiente.
Hellen confiesa,
con todo, no
tener la mínima
idea de lo que
hacía. En abril
de 1887, Anne
colocó la mano
de Helen en el
agua fría y
sobre la otra
mano
deletreó la
palabra “agua”.
“De repente –
escribe ella –
sentí extraña
agitación dentro
mi de mí, una
nebulosa
conciencia,
sensación de
algo de que yo
me acordaba.
¡Fue como si yo
volviera a la
vida tras haber
estado muerta!
Comprendí que
aquello que mi
profesora estaba
haciendo con mis
dedos
significaba
aquella fría
cosa que
escurría por mi
mano, y que era
posible
comunicarme con
otras personas a
través de
aquellas
señales.”
En una secuencia
rápida ella
aprendió los
alfabetos
Braille y manual
Estas palabras
(arriba
inclinadas)
parecen indicar
vagas
sensaciones de
remota vivencia,
antes de la
existencia
actual, o sea,
de otra vida. La
experiencia
asumió las
proporciones de
una revelación.
“Salí de allí
ávida por
aprender. Todo
tenía un nombre
y cada nombre
hacía nacer un
nuevo
pensamiento. En
el camino de
casa, cada
objeto que yo
tocaba parecía
latir. Era
porque yo veía
todo con una
visión extraña,
nueva, que se me
hubo revelado.
Aquel día
aprendí muchas
palabras nuevas,
que harían el
mundo
desvelarse para
mí. Habría sido
difícil hallar
una niña más
feliz que yo
cuando me acosté
en mi cama a
finales de aquel
memorable
día..."
En una secuencia
rápida aprendió
los alfabetos
Braille y
manual,
facilitando así
su aprendizaje
de la escritura
y de la lectura.
En 1890 ella
pidió a la
“Profesora” para
aprender a
hablar. “Yo
tenía diez años
cuando Annie me
llevó a la 1ª
lección de
lenguaje
hablado en la
Escuela de
Sordos. Los
pocos sonidos
que yo entonces
producía eran
ruidos
inexpresivos,
casi siempre
roncos, por el
esfuerzo que
empleaba para
obtenerlos. Al
final de la 11ª
lección, hice
una sorpresa
para Annie, la
estiré por el
brazo, coloqué
la posición
de la lengua y
dije claramente:
‘¡Ya no soy
muda!’.” En un
raro vídeo, que
el lector puede
ver en internet
clicando en
http://www.youtube.con/watch?v=XdTUSignq7Y,
es posible ver y
oír a las dos
heroínas
hablándonos de
su historia.
Bajo la
orientación de
Anne, Hellen se
matriculó en el
Instituto para
Sordos de Boston
y después en la
Escuela Oral de
Nueva York
donde, durante 2
años, recibió
lecciones de
lenguaje hablado
y de lectura por
los labios.
Hellen, además
de aprender a
leer, escribir y
hablar, demostró
también una
eficiencia
excepcional en
el estudio de
diversas áreas
del
conocimiento.
En el libro
Mi Vida de Mujer,
Hellen habla de
su religiosidad:
"Nadie puede
saber mejor que
yo lo que son
las amarguras de
los defectos
físicos. No es
verdad que yo
nunca esté
triste, pero
hace mucho
decidí no
quejarme. He ahí
para que sirve
la
religión:
inspirarnos a la
lucha hasta el
fin, de ánimo
fuerte y sonrisa
en los labios".
"Pero, una
ambición tengo
yo: la de no
dejarme abatir.
Para tanto
cuento con la
bendición del
trabajo, el
bienestar de la
amistad y la fe
inalterable en
los altos
designios de
Dios."
¿Cómo conciliar
“Carma” y
Misericórdia? El
deficiente
visual Chico
Xavier responde:
"Cuando tenemos
deuda en el
pasado, pero
continuamos
trabajando al
servicio del
prójimo, la
Misericórdia
Divina manda
aplazar la
ejecución de la
sentencia de
rescate, hasta
que los méritos
del deudor
puedan ser
computados en su
beneficio". Más
no todo
sufrimiento es
solamente por
débitos propios.
Grandes
misioneros como
Francisco de
Asís y Francisco
Cândido Xavier
traen
“sufrimiento-crédito”,
enseñándonos a
sufrir con
resignación
activa y dando
ejemplos de
determinación,
perseverancia,
coraje y
paciencia.
Lecciones que
Hellen Keller
también nos
enseñó. Siendo
así, no debemos
rotular a las
personas ni
hacer juicios
sobre sus
eventuales
pruebas o expiaciones.
Se puede tratar
de misiones de
Espíritus mucho
más
evolucionados
que
nosotros.
Hellen decía:
“Soy sorda en el
cuerpo pero un
día volveré a
oír”
Un día, al
examinar una
estatua, Helen
tanteó los
dobladillos del
manto, el cordón
que le rodeaba
la cintura, las
sandalias de los
pies. “¡Un
monje!”, exclamó
ella. Siempre
por el tacto,
notó que un lobo
tenía la cabeza
echada en el
hombre, que un
conejo le
descansaba en
los brazos y que
un pajarito
estaba anidando
en su capucha.
Deslizó los
dedos por el
rostro del
hombre. Estaba
erguido para el
Cielo. “Él ama a
Dios y es amigo
de los
animales”, dijo
ella. “¡Ya sé!
¡Es Francisco de
Asís!” Como él,
Helen Keller
estaba
convencida de
que el fin del
camino para el
cual se dirigía
tan
pacientemente a
tientas era sólo
el comienzo de
un camino más
bello.
¿Cuáles eran sus
convicciones
religiosas? “Yo
soy ciega en el
cuerpo pero un
día saldré de él
y volveré a ver.
Soy sorda en el
cuerpo pero un
día volveré a
oír. ¡Porque yo
creo en la vida
después de la
muerte! Yo soy
swedenborguiana!”
Hellen tomó
conocimiento de
las ideas de
Emmanuel
Swedenborg por
intermedio de su
padre de
creación, Mr.
John Hitz. Ella
los leía en
Braille, tanto
que sus dedos
sangraban. El
libro My
Religion (1953)
es un tributo a
los escritos
teológicos de
Swedenborg, en
que ella
testifica, de
forma marcada,
como el mensaje
de la obra del
“genio” sueco
modificó su
vida, quitándola
de otra especie
de tiniebla y
trayéndola a la
luz de la
realidad
espiritual.
Para ella,
Swedenborg fue
"un ojo entre
los ciegos, un
oído entre los
sordos" y "uno
de los más
nobles que el
mundo cristiano
jamás conoció".
En el
libro,
ella no
bucea
hondo en
las
complexida- |
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des de
la
doctrina
del
sabio
sueco;
se
limita a
relatar
su
experiencia
personal
con
ella.
Siempre
hubo
tenido
dificultades
con los
conceptos
tradicionales
acerca
de Dios
y de los
misterios
de la
vida.
Hallaba
importante
la
historia
personal
de
Cristo,
siempre
dedicado
a curar
a los
enfermos,
confortar
a los
afligidos,
restituir
la luz a
ojos
ciegos
(cómo
los
suyos...),
pero
“¿cómo
podría
yo
adorar a
tres
personas
– el
Padre,
el Hijo
y el
Espíritu
Santo?
¿No era
esto
aquella
especie
de falso
culto
tan
severamente
castigado
en los
días del
Antiguo
Testamento?”
|
Swedenborg le
ofrecía la
imagen de un
cielo que no era
“simple
colección de
ideas radiantes,
sino un mundo
práctico, donde
se podía vivir”.
El gran mensaje
encontrado por
Hellen Keller en
los libros del
médium sueco fue
la de la
supervivencia
del ser,
o sea, la de que
“la muerte no es
el fin de la
vida, sino sólo
una de sus más
importantes
experiencias”.
Esto le bastaba.
La vida tenía
sentido, era
continuidad, más
que mera
esperanza. Como
verdadera
swedenborguiana,
ella estaba
convencida de
que, después de
la muerte, ella
sería
verdaderamente
capaz de ver. Y
así – decía -
“con firme
determinación,
yo lanzo los
ojos más allá de
donde la vista
alcanza, hasta
que mi alma se
eleve en la luz
espiritual y
exclame: ¡la
vida y la muerte
son una
única cosa!”
Ella confiesa
que debe mucho
al escritor
sueco, pero, en
verdad, su credo
es una mezcla de
todas las
religiones:
“donde está el
amor, ahí está
Dios y donde
está Dios, ahí
está la paz”.
Por el simple
contacto, ella
podía distinguir
el
carácter de
las personas
¿Más quién fue
Emmanuel
Swedenborg?
Conocedor de
muchas ciencias
y espiritualista
sueco
(1688-1772), su
vida tuvo
episodios
importantes,
como el del
incendio de
Estocolmo, que
fue presenciado
y descrito, con
detalles, por
él, que estaba a
300 millas
inglesas del
lugar… ¡Un
fenómeno de
clarividencia!
Immanuel Kant
comprobó la
autenticidad de
varios hechos
narrados por su
paranormalidad.
Influenció a
otras
personalidades
como Abraham
Lincoln y sus
escritos fueron
estudiados por
Goethe, Rousseau
y Voltaire. Las
obras
de Swedenborg
tienen gran
valor histórico,
por las
narraciones
sobre la vida en
el mundo
espiritual, como
si fuera un
precursor de la
serie de André
Luiz. En
Prolegómenos de
El Libro de los
Espíritus,
Swedenborg es
uno de los
nombres de la
Falange Superior
que iluminó la
Codificación.
Allan Kardec, en
la Revista
Espírita de
noviembre de
1859, le dedica
un extenso
artículo,
reconociendo:
“El mérito
incontestable de
Swedenborg, su
profundo saber,
su alta
reputación de
sabiduría
tuvieron un gran
peso en la
propagación de
la creencia en
la
posibilidad de
la comunicación
con los seres
del Más Allá de
la Tumba”. “A
pesar de sus
errores de
sistema,
Swedenborg no
deja de ser una
de esas grandes
figuras, cuyo
recuerdo quedará
conectada a la
historia del
Espiritismo, del
cual fue uno de
los primeros y
de los celosos
promotores”. A
través de un
médium, Kardec
dialoga con
Swedenborg
(Espíritu), que
reconoce algunos
errores en lo
que produjo en
vida.
León Denis, en
El Problema
del Ser, del
Destino y del
Dolor, dice
que Hellen
Keller “no
posee, en
apariencia, sino
el sentido del
tacto para
comunicar con el
mundo exterior.
Y, sin embargo,
puede conversar
en tres lenguas
con sus
visitantes; su
bagaje
intelectual es
considerable;
posee un
sentimiento
estético que le
permite gozar de
las obras de
arte y de las
armonías de la
Naturaleza”.
“Por el simple
contacto de las
manos, ella
distingue el
carácter y la
disposición de
espíritu de las
personas que
encuentra. Con
la punta
de los dedos
coge la palabra
en los labios y
lee en los
libros palpando
los caracteres
salientes,
especialmente
impresos para
ella. Se eleva a
la concepción de
las cosas más
abstractas y su
conciencia se
ilumina con
claridades que
va a buscar a la
profundidades de
su
alma.” En el
capítulo "Las
Potencias del
Alma", el
discípulo de
Kardec entiende
que
"evidentemente,
nos encontramos
en presencia de
un ser
evolucionado,
retornando a la
escena del mundo
con toda la
adquisición de
los siglos
recorridos”.
Con inteligencia
de superdotada,
Hellen escribió
libros notables
“El caso de
Hellen – dijo
Denis – prueba
que, por detrás
de los órganos
momentáneamente
atrofiados,
existe una
conciencia desde
mucho
familiarizada
con las nociones
del mundo
exterior. Hay,
ahí, a la vez,
una demostración
de las vidas
anteriores
del alma y de la
existencia de
sus propios
sentidos,
independientes
de la materia,
dominándola y
sobreviviendo a
toda
desagregación
corporal.” La
Sra. Maëterlinck,
que la visitó,
dice que Hellen
es un ser
superior, que
posee profundos
conocimientos de Matemática,
Astronomía,
latín y griego,
habla inglés,
francés y
alemán, y
escribe ella
misma como
filósofa,
psicóloga y
poetisa.
Espíritu
moralmente
evolucionado,
Hellen fue
activista social
en la defensa de
los derechos de
los deficientes,
de las mujeres,
de los pobres y
en la
rehabilitación y
reintegración
profesional de
las víctimas de
la 2ª Guerra
Mundial, a quien
amó y visitó en
los hospitales,
hogares y
fábricas.
Con inteligencia
de superdotada,
escribió libros
notables,
profirió
centenares de
conferencias en
35 países, donde
fue homenajeada
por figuras
célebres. Cuando
su profesora se
casó, Hellen fue
a vivir con ella
y ayudó siempre
en las tareas
diarias del
hogar. Ella hubo
aprendido bien
la lección
evangélica de
que quién es
fiel en las
cosas pequeñas
lo será siempre
en las cosas
grandes. Y todo
hacía con
alegría,
afirmando: “No
pidamos tareas
iguales a
nuestras
fuerzas. Sino
fuerzas iguales
a nuestras
tareas”.
André Luiz, a
través del
médium Chico
Xavier, nos
recuerda que
muchos
“Mensajeros”
descienden a la
Tierra con
tareas
específicas.
Prometen vencer
pero la mayoría
regresan a la
Patria
Espiritual
vencidos,
avergonzados por
los fracasos,
fallida por el
mensaje no
transmitido. La
pequeña Hellen
comenzó a
desarrollar su
mensaje a los 18
meses, cuando
las más
importantes
facultades
sensitivas se
cerraron en su
cuerpo y la
cerraron por
dentro. ¡El
espíritu
entonces
despertó! La
realidad
interior venció
los
obstáculos y
Hellen superó de
forma
extraordinaria
los sentimientos
de autocompasión
y de infelicidad
crónica que
caracterizan
buena parte de
los Espíritus
cuando enfrentan
sus pruebas,
comprobando que
el poder de la
voluntad
representa una
fuerza casi
ilimitada. Así,
transmitió
íntegramente el
mensaje de
esperanza, la
lección de
ánimo, y la
confianza en la
victoria de la
tenacidad,
cuando la
dirección es el
progreso, y la
meta es el Bien.
Hellen Adams
Keller falleció
en Westport, el
1º de junio de
1968.
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