Continuamos con el
Estudio Metódico del
Pentateuco Kardeciano,
que focalizará las cinco
principales obras de la
Doctrina Espírita, en el
orden en que fueron
inicialmente publicadas
por Allan Kardec, el
Codificador del
Espiritismo.
Las
respuestas a las
preguntas presentadas,
fundamentadas en la 76ª
edición publicada por la
FEB, basadas en la
traducción de Guillon
Ribeiro, se encuentran
al final del texto.
Preguntas para debatir
A.
¿Quiénes son los seres a
los que llamamos ángeles
y demonios?
B. ¿Cuál
es el objetivo de la
encarnación de los
Espíritus?
C. ¿El
alma y el Espíritu son
la misma cosa?
D.
¿Cuál es,
en el cuerpo material,
la sede del alma?
E. ¿Cómo
comprueba el Espíritu su
individualidad después
de la muerte, si ya no
posee un cuerpo
material?
Texto para la lectura
77.
Aquellos a quienes
llamamos ángeles también
recorrieron todos los
grados de la evolución.
Unos aceptaron su misión
sin murmurar y llegaron
más pronto; a otros les
tomó más tiempo.
(L.E.,
129)
78. No
existen demonios. Si
hubiese demonios, ellos
serían obra de Dios. Y
¿sería Dios justo y
bueno creando seres
infelices, consagrados
eternamente al mal?
(L.E., 131)
79. Los
hombres hicieron con los
demonios lo mismo que
con los ángeles. De la
misma manera en que
creyeron en la
existencia de seres
perfectos desde toda la
eternidad, tomaron
también a los Espíritus
inferiores por seres
perpetuamente malos.
(L.E., 131)
80. Los
Espíritus son creados
simples e ignorantes y
se instruyen a través de
las luchas y
tribulaciones de la vida
corporal. (L.E., 133)
81. Las
penas de la vida son
frecuentemente la
consecuencia de la
imperfección del
Espíritu. Cuanto menos
imperfecto él fuera,
menos tormentos sufrirá.
Aquél que no sea
envidioso, celoso, avaro
o ambicioso, no sufrirá
los tormentos que se
originan de estos
defectos. (L.E., 133-a)
82. Antes
del nacimiento, no hay
una unión definitiva
entre el alma y el
cuerpo; luego de esta
unión, la muerte del
cuerpo rompe los lazos
que lo unen al alma y
ésta lo abandona. (L.E.,
136-a)
83. Un
cuerpo sin alma sería
una masa de carne sin
inteligencia; sería todo
lo que quisiéramos
imaginar, menos un
hombre. (L.E., 136-b)
84. El
espíritu es indivisible
y no puede animar
simultáneamente a dos
criaturas diferentes.
(L.E., 137)
85. El
alma no está encerrada
en el cuerpo como un
pájaro en la jaula. Ella
irradia y se manifiesta
en el exterior, como la
luz a través de un globo
de vidrio. (L.E., 141)
86. El
alma tiene, de esta
manera, dos envolturas:
la primera, sutil y
ligera, que es llamada
periespíritu; la otra
grosera, material y
pesada, que es el
cuerpo. El alma es el
centro de esas
envolturas, como la
almendra dentro de la
cáscara. (L.E., 141)
87. Los
Espíritus no definen el
alma de la misma manera,
porque no están
igualmente esclarecidos
sobre estos asuntos.
(L.E., 143)
88.
Felizmente, las ideas
materialistas están
lejos de ser generales.
Constituyen opiniones
individuales, porque en
ningún lugar han sido
erigidas en doctrina.
Una sociedad fundada
sobre tal base, llevaría
en sí misma los gérmenes
de su disolución. (L.E.,
148)
89. La
misión del Espiritismo
es precisamente la de
esclarecernos sobre la
existencia futura, de
hacer que, hasta cierto
punto, la veamos y
toquemos, no mediante el
razonamiento sino por
medio de los hechos.
(L.E., 148)
90.
Gracias a las
comunicaciones
espíritas, esto no es
más una presunción o una
probabilidad. Son los
mismos seres de
ultratumba quienes nos
vienen a contar su
situación y a decirnos
lo que hacen. Es
Espiritismo es, por lo
tanto, el auxiliar más
poderoso de la religión.
(L.E., 148)
Respuestas a las
preguntas propuestas
A.
¿Quiénes son los seres a
quienes llamamos ángeles
y demonios?
Los seres
a quienes llamamos
ángeles, arcángeles,
serafines no forman una
categoría especial, de
naturaleza diferente a
la de los otros
Espíritus. Ellos son los
Espíritus puros, los que
se encuentran en el
grado más alto de la
escala y reúnen todas
las perfecciones,
después de haber
recorrido todos los
grados de la escala
evolutiva.
No
existen demonios. Si
existiesen, ellos serían
obra de Dios, pero
¿sería Dios justo y
bueno si hubiese creado
seres destinados
eternamente al mal y a
permanecer eternamente
desgraciados? Los seres
que llamamos demonios
son Espíritus inferiores
que un día también
llegarán a lo más alto
de la escala, tal como
los Espíritus puros.
(El Libro
de los Espíritus,
preguntas 128, 129, 130
y 131.)
B. ¿Cuál
es el objetivo de la
encarnación de los
Espíritus?
Dios
impone la encarnación a
los Espíritus con la
finalidad de hacerlos
llegar a la perfección.
Para unos, es una
expiación; para otros,
una misión. Pero para
alcanzar esa perfección,
deben sufrir todas las
vicisitudes de la
existencia corporal. La
encarnación también
tiene otro propósito: el
de poner al Espíritu en
condiciones de afrontar
la parte que le
corresponde en la obra
de la Creación. Para
ejecutarla, toma en cada
mundo un instrumento en
armonía con la materia
esencial de ese mundo, a
fin de cumplir, desde
ese punto de vista, las
órdenes de Dios. De esta
manera, colaborando con
la obra general,
progresa él mismo. Todos
los Espíritus, sin
excepción, son creados
simples e ignorantes y
se instruyen en las
luchas y tribulaciones
de la vida corporal.
Dios, que es justo, no
podía hacer felices a
unos, sin fatigas y ni
trabajos, y por lo tanto
sin mérito. (Obra
citada, preguntas 132 y
133.)
C. ¿El
alma y el Espíritu son
la misma cosa?
Sí. Las
almas no son sino los
Espíritus. Antes de
unirse al cuerpo, el
alma es uno de los seres
inteligentes que pueblan
el mundo invisible, los
cuales temporalmente se
revisten de una
envoltura carnal para
purificarse y
esclarecerse.
(Obra
citada, preguntas 134 a
136)
D. ¿Cuál
es, en el cuerpo
material, la sede del
alma?
El alma
no tiene una sede
determinada y
circunscrita en el
cuerpo. No obstante, en
los grandes genios y en
todos los que piensan
mucho, reside más
particularmente en la
cabeza, mientras que
ocupa principalmente el
corazón en aquellos que
sienten mucho y cuyas
acciones tienen, todas
ellas, por objeto la
Humanidad. Debe
entenderse sin embargo
que el alma no se
encuentra encerrada en
el cuerpo, como un
pájaro en una jaula.
Irradia y se manifiesta
exteriormente, como la
luz a través de un globo
de vidrio, o como el
sonido alrededor de un
centro sonoro. (Obra
citada, preguntas 141 y
146.)
E. ¿Cómo
comprueba el Espíritu su
individualidad después
de la muerte, si ya no
posee un cuerpo
material?
Aunque haya perdido el
cuerpo material que
utilizaba durante la
encarnación, el Espíritu
continúa teniendo un
fluido que le es propio,
extraído de la atmósfera
de su planeta, y que
tiene la apariencia de
su última encarnación:
el periespíritu.
(Obra citada, preguntas
149 y 150.)
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