La lecciones que
nos quedan del
caso Amy
Winehouse
El mundo
artístico y
todos los que
aprecian la
música popular
se quedaron
pasmados con la
noticia de la
muerte, a los 27
años de edad, de
la cantante Amy
Winehouse, que
estuvo poco
tiempo atrás en
nuestro país y
encantó a todos
con su voz
excepcional.
Según
informaciones
divulgadas por
la prensa, todo
está a indicar
que Amy es más
una a integrar
la lista de los
artistas que el
uso del alcohol
y de otras
drogas llevó más
temprano de este
para el otro
mundo.
Es evidente que
en momentos así,
si tuviéramos
que hablar
alguna cosa, que
sean palabras de
cariño, de
afecto, de amor
por la joven que
acaba de
retornar a la
patria
espiritual,
aunque
ciertamente ese
no fuera su
deseo.
Que nosotros –
sobre todo los
que nos decimos
espiritas –
podamos orar por
su Espíritu,
acordándonos de
que se trata de
una criatura de
Dios, que
necesita en este
momento de
oración y de
pensamientos
elevados que la
auxilien en su
readaptación a
la nueva vida. Y
que no le falten
el amparo y el
socorro
indispensables a
todos los que
dejan, de manera
repentina, el
mundo corporal,
para que tenga
oportunidad de
prepararse a fin
de recomenzar la
experiencia
ahora
interrumpida,
porque el
destino del ser
humano, como
nadie ignora, es
la perfección.
No podemos, sin
embargo, ignorar
dos importantes
lecciones que se
pueden extraer
de un episodio
como ese.
La primera, sin
duda, dice
respecto a la
transitoriedad
de la vida,
porque, sea a
los 27 años, sea
a los 87, todos
un día dejaremos
el plan en que
vivimos, en
dirección al
mundo real, que
preexiste y
sobrevive a
este. Es obvio
que, al
reencarnar,
traemos un plan
de viaje, del
cual deberemos
prestar cuentas
a la autoridad
que lo evaluó, o
sea, a los
amigos, a los
bienhechores, a
los protectores
espirituales que
siempre nos
ayudan y que,
felices con
nuestros
sucesos, también
sufren cuando no
correspondemos
todo que de
nosotros ellos
esperan.
Como segunda
lección, podemos
entender cuán
sabias son las
palabras de
Jesús en su
conocida
advertencia a
respecto de las
consecuencias de
lo que hacemos.
En la vida, nos
enseñó el
Maestro, la
siembra es
libre, pero la
cosecha es
obligatoria.
Aquél que planta
amor recoge
amor; aquél que
planta odio,
recoge odio. Los
que preservan el
cuerpo y le dan
los cuidados
indispensables a
ese organismo
tan frágil y
perecedero,
podrán
utilizarlo en
condiciones de
uso por largos
años, en cuanto
eso les sea
necesario, pero
se dará el
contrario con
todos aquellos
que lo someten a
los vicios y a
los excesos que
pueden, de una
manera general,
reducirle el
tiempo de
vida.
El ejemplo
dejado por la
joven cantante
Amy Winehouse
sirve, pues, de
alerta para
todos nosotros,
sobre todo para
los jóvenes, al
confirmar la
necesidad de
mantener
permanente
comunión con
Dios y el
entendimiento de
que la verdadera
felicidad está
intrínsecamente
unida a una
conducta recta
que faculte a la
criatura humana
paz de espíritu,
fe en el futuro
y conciencia
tranquila.
Nota:
Con respecto a
los maleficios
del alcohol y de
las drogas en
general,
sugerimos al
lector que
consulte los
editoriales
publicados en
esta revista en
las ediciones
abajo
mencionadas:
edición 31 - http://www.oconsolador.com.br/31/editorial.html
edición 125 -
http//www.oconsolador.com.br/ano3/125/editorial.html
edición 146 -
http://www.oconsolador.com.br/ano3/146/editorial.html
edición 218 -
http://www.oconsolaador.com.br/ano5/218/editorial.html
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