Continuamos con el
Estudio Metódico del
Pentateuco Kardeciano,
que focalizará las cinco
principales obras de la
Doctrina Espírita, en el
orden en que fueron
inicialmente publicadas
por Allan Kardec, el
Codificador del
Espiritismo.
Las
respuestas a las
preguntas presentadas,
fundamentadas en la 76ª
edición publicada por la
FEB, basadas en la
traducción de Guillon
Ribeiro, se encuentran
al final del texto.
Preguntas para debatir
A.
¿Experimentan los
Espíritus las
necesidades y los
sufrimientos que
afrontan los hombres?
B. ¿Es
correcto afirmar que el
Espíritu, antes de
reencarnar, escoge el
tipo de pruebas que
desea sufrir?
C. Si el
Espíritu escoge las
pruebas de su existencia
corporal, ¿cómo puede
suceder esto en sus
primeras encarnaciones,
cuando es simple,
ignorante e inexperto?
D. ¿Puede
un Espíritu bueno
reencarnar entre
salvajes?
E.
¿Existe entre los
Espíritus subordinación
y autoridad?
Texto para la lectura
150. Las
percepciones son
atributos del Espíritu,
pero puede sustraerse a
ellas, es decir, puede
ver y oír sólo lo que
quiere, sobre todo si es
un Espíritu elevado,
porque los imperfectos
oyen y ven a menudo,
quieran o no, aquello
que puede ser útil a su
perfeccionamiento.
(L.E.,
250)
151. La
música de la Tierra es a
la música celeste como
el canto del salvaje es
a una suave melodía. La
música celeste, que es
todo cuanto la
imaginación espiritual
puede concebir de lo más
bello y más suave, tiene
encantos infinitos para
los Espíritus debido a
sus cualidades
sensitivas muy
desarrolladas. (L.E.,
251)
152. Hay
Espíritus que toman,
desde el comienzo, un
camino que los libra de
muchas pruebas. Pero
aquél que se deja llevar
por el mal camino corre
todos los peligros que
éste ofrece. Un Espíritu
por ejemplo, puede pedir
la riqueza y serle
concedida; entonces,
según su carácter, podrá
volverse avaro o
pródigo, egoísta o
generoso, o bien
entregarse a todos los
placeres de la
sensualidad. (L.E.,
261)
153.
Todos los Espíritus
dicen que en el estado
errante buscan,
estudian, observan, para
hacer su elección. El
Espíritu puede, por lo
tanto, escoger la prueba
más ruda y, en
consecuencia, la
existencia más penosa,
con la esperanza de
llegar más pronto a un
estado mejor, como el
enfermo escoge el
remedio más desagradable
para curarse más pronto.
(L.E., 266)
154.
Hasta que llegue al
estado de pureza
perfecta, el Espíritu
tiene que pasar
constantemente por
pruebas, que no
constituyen siempre
tribulaciones
materiales. Al llegar a
cierto grado, aún sin
ser perfecto, el
Espíritu no tiene que
sufrir más, pero tiene
deberes que lo ayudan a
perfeccionarse y que no
son penosos para él,
como la tarea de ayudar
a otros a
perfeccionarse. (L.E.,
268)
155. La
vocación y la voluntad
de seguir una carrera en
vez de otra son la
consecuencia de la
elección de las pruebas
y del progreso realizado
anteriormente. (L.E., 270)
156. Hay
mundos donde el
embrutecimiento y la
ferocidad exceden todo
lo que existe en la
Tierra. La evolución es
lenta y gradual. Nadie
puede superar de un
salto la distancia que
separa la barbarie de la
civilización. (L.E.,
271)
157. Un
hombre que pertenece a
una raza civilizada
puede, por expiación,
reencarnar en una raza
salvaje, pero eso
depende del género de
expiación. Un amo que
haya sido duro con sus
esclavos, podrá
convertirse a su vez en
esclavo y sufrir los
malos tratos que
infligió a otros. Puede
también suceder que un
Espíritu bueno escoja
nacer entre esos pueblos
para hacerlos adelantar,
y en este caso
constituirá una misión.
(L.E., 273)
Respuestas a las
preguntas propuestas
A.
¿Experimentan los
Espíritus las
necesidades y los
sufrimientos que
afrontan los hombres?
Ellos los
conocen porque los
sufrieron, pero no los
experimentan
materialmente, como los
seres encarnados. Cuando
ciertos Espíritus se
quejan porque sufren
frío o calor, el hecho
procede del recuerdo de
lo que padecieron
durante la vida
corporal, reminiscencia
no tan aflictiva como la
realidad.
(El Libro
de los Espíritus,
preguntas 253, 254, 255,
256 y 257.)
B. ¿Es
correcto afirmar que el
Espíritu, antes de
reencarnar, escoge el
tipo de pruebas que
desea sufrir?
Sí. Antes
de reencarnar, escoge el
género de las pruebas
por las que pasará y en
eso consiste su libre
albedrío. Al dar al
Espíritu la libertad de
elegir, Dios le deja
toda la responsabilidad
de sus actos y de las
consecuencias que éstos
tuvieran. Nada estorba
su futuro; ante él se
abren de esta manera,
tanto el camino del bien
como el del mal. Si
sucumbe, le quedará el
consuelo de que no todo
ha concluido para él y
que la bondad divina le
concede la libertad de
reiniciar lo que ha
hecho mal.
(Obra
citada, preguntas 258,
258-a, 259, 260, 264 y
266.)
C. Si el
Espíritu escoge las
pruebas de su existencia
corporal, ¿cómo puede
suceder esto en sus
primeras encarnaciones,
cuando es simple,
ignorante e inexperto?
Durante
esta etapa, Dios suple
su inexperiencia
trazándole el camino que
debe seguir, como lo
hacen los padres con sus
niños. El Creador lo
deja, poco a poco, a
medida que su libre
albedrío se desarrolla,
dueño de escoger y es
sólo entonces cuando a
menudo se extravía,
tomando el mal camino
por desatender los
consejos de los
Espíritus buenos.
(Obra citada, preguntas
262 y
262-a.)
D. ¿Puede
un Espíritu bueno
reencarnar entre
salvajes?
Sí. Un
hombre perteneciente a
una raza civilizada
puede, por expiación,
reencarnar en el seno de
un pueblo todavía
salvaje, pero esto
depende del género de
expiación. También puede
suceder que un Espíritu
bueno elija nacer entre
esos pueblos para
hacerlos adelantar, y
esto será una misión.
(Obra citada, pregunta
273)
E.
¿Existe entre los
Espíritus subordinación
y autoridad?
Sí. Los
Espíritus tienen, unos
sobre otros, la
autoridad
correspondiente al grado
de superioridad que
hayan alcanzado,
autoridad que ejercen
por un ascendiente moral
irresistible.
(Obra
citada, preguntas 274,
274-a, 275, 275-a, 276 y
277.)
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