Los problemas
que enfrentamos
deben ser
resueltos por
nosotros mismos
De las historias
que Hilário
Silva reunió
para componer
sus dos libros –
La vida
escribe y
Almas en desfile
– ambos
psicografados
por los médium
Waldo Vieira y
Francisco
Cândido Xavier,
hay una que
expresa bien lo
que muchas
personas buscan
encontrar
valiéndose del
Espiritismo.
Se trata del
caso José
Cardoso, el
cofrade que
insistía, en las
sesiones
mediúmnicas en
las cuales
participaba, en
buscar ayuda de
los mentores
espirituales
para la
descubierta de
tesoros ocultos.
La región donde
vivía fuera sede
de minería. Allí
habían sido
descubiertas
arcas antiguas y
cacerolas
rellenas de
pepitas y
monedas. Debía
haber, por lo
tanto, según
pensaba Cardoso,
mucho oro
escondido…
La codicia era
disfrazada con
el uso de un
argumento
conocido: con el
tesoro
encontrado sería
posible realizar
muchas obras
caritativas…
Según el relato
de Hilário, el
amigo José
Cardoso era
persistente y no
perdía ocasión
de proponer al
mentor del grupo
cuestiones
vueltas para
aquella idea,
que se le
tornara
obcecada.
El lector puede
imaginar la
dificultad de
los mentores
espirituales en
tratar con
semejantes
personas. ¿Cómo
contestar al
cofrade sin
causar
constreñimiento,
desagrado y
decepción?
Evidentemente,
alguien más
sensato podría
tener recordado
a Cardoso y a
los componentes
del grupo lo que
nos enseña la
cuestión 533 d´El
Libro de los
Espíritus,
más allá
reproducida:
533. ¿Pueden los
Espíritus hacer
que obtengan
riquezas los que
les piden que
así ocurra?
“Algunas veces,
como prueba.
Casi siempre,
sin embargo,
recusan, como si
recusa al niño
la satisfacción
de un pedido
inconsecuente.”
La iniciativa no
fue, pues,
tomada, lo que
motivó el mentor
del grupo a
decirle, cuando
el asunto vino
nuevamente:
- Hermano mío,
quédese
tranquilo. Su
petición es bien
inspirada. Su
intención es
constructiva.
Indicaremos
camino para un
tesoro en el
suelo.
Al oír
semejantes
palabras, la
pequeña asamblea
se asustó, con
recelo de que
estuviese
ocurriendo una
mistificación.
José Cardoso
estaba, sin
embargo,
contento.
Su mentor
entonces
explicó:
- Cardoso,
busque su patio.
Además del patio
empedrado,
después de la
cocina, usted ve
todos los días
gran mancha de
tierra oscura,
que la hierba
dañina está
envolviéndola.
Excave allá, mi
amigo.
José Cardoso
apuntó
cuidadosamente
la orientación y
en el otro día,
por la mañana,
empezó a cavar,
y cavó hasta
quedarse
exhausto. Para
su desagrado, no
encontró señal
ninguna de
tesoro
escondido.
En la reunión
mediúmnica
siguiente, él
interpeló el
mentor
espiritual, que
le explicó que
él cavara muy
bien y que el
camino de la
riqueza estaba
listo.
Y, delante de la
curiosidad
general, agregó:
- Plante en la
cueva abierta un
brote talludo de
naranjo,
riéguela y
trátela con amor
y, muy pronto,
usted tendrá el
tesoro que
busca, porque un
naranjo,
Cardoso, es el
principio de un
naranjal…
*
La lección
contenida en la
historia
relatada por
Hilário Silva es
bien sutil, pero
sirve de
advertencia a
todos los que
esperan
encontrar en el
Espiritismo la
solución para
sus problemas de
orden material o
espiritual.
En los casos de
obsesión, es muy
común la familia
depositar
la persona
trastornada en
la Casa Espirita
y aguardar, de
brazos cruzados,
su cura.
Los mentores
espirituales nos
inspiran, nos
ayudan, nos
estimulan, pero
es bueno que
recordemos que
nosotros es que
estamos
encarnados y,
por lo tanto, a
nosotros compete
resolver los
problemas
originados de
nuestra
presencia en
este plan.
Transferir a los
protectores
espirituales la
tarea que nos
pertenece es un
equivoco
lamentable que
no se sustenta
en ninguna de
las enseñanzas
contenidas en la
doctrina
codificada por
Kardec y
desarrollada,
entre otros, por
Denis, Delanne,
Emmanuel, Joanna
de Ángelis y
André Luiz.
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