tación de
Recursos Humanos
de la Fundación
de Amparo a la
Investigación
del Estado de
Minas Gerais y
Psicólogo del
trabajo. Autor
de decenas de
libros espíritas
y obras
relacionadas a
la profesión que
ejerce, tradujo
recientemente el
libro “Diálogo
con los
Escépticos”, de
Alfred Russel
Wallace, y
organizó con
Jeferson
Betarello el
libro “El
Espiritismo
visto por las
áreas de
conocimiento
actuales”. Jader
conversó con
nosotros sobre
varios asuntos
que envuelven el
Espiritismo y el
movimiento
espírita,
ofreciéndonos su
experiencia. |
¿Cómo ve el
avance de los
estudios
espíritas dentro
de las
universidades
brasileñas en
los días
actuales?
Con la
ampliación
acentuada de los
cursos de
pos-graduación y
la actual
política de
publicaciones
nacionales e
internacionales
de las
universidades y
agencias de
fomento a la
investigación,
el tema
Espiritismo
viene creciendo
acentuadamente.
Tiago Paz
Albuquerque
(2011) nos
mostró el
registro de 171
tesis de
doctorado y
disertaciones de
master en los
años entre 1989
y 2009, con una
tendencia de
ampliación. Los
temas estudiados
más comunes,
asociados al
Espiritismo, son
salud,
instituciones
espíritas,
personalidades
espíritas y
religiones en
relación
al universo
literario. Aún
citando
Albuquerque
(2011), las
universidades
donde más se
defendieron
tesis y
disertaciones
relacionados al
Espiritismo son
la UNICAMP, la
PUC-SP, la USP,
la UFRJ, la
Universidad
Federal de Juiz
de Fora y la
Universidad
Estatal
Paulista. Los
investigadores
no son
necesariamente
espíritas o
simpatizantes.
Ellos
percibieron la
necesidad de
estudiar el
Espiritismo o el
movimiento
espírita al
profundizarse en
sus respectivas
áreas de
conocimiento, e
identificaron
ausencia de
estudios o
lagunas del
conocimiento
oficial.
El joven
académico y el
Evangelio de
Jesús. ¿Puede
discurrir algo
sobre esto?
Vivimos en una
sociedad cada
vez menos
cristiana y
menos católica,
en Brasil, en
especial en los
segmentos de la
población que
tuvieron más
acceso a la
enseñanza
superior. Hace
medio siglo,
gran parte de la
población
brasileña, sea
en las capitales
o en el
interior, tenía
acceso a las
catequesis, a la
iglesias, a los
cultos y a la
evangelización
espírita. El
cristianismo
estaba más
presente en los
medios que
alcanzaba al
gran público, y
era más
discutido en
Brasil. Yo cursé
un curso
superior en el
área de ciencias
humanas
(psicología), en
la década de los
80, en el cual
prácticamente no
tuve la
oportunidad de
estudiar
filósofos
cristianos,
aunque haya
estudiado
filósofos
naturalistas,
escépticos,
existencialistas
y, como mucho,
humanistas.
Hablar de
cristianismo era
ser sólo visto
por los
compañeros y
maestros.
Pregunté una vez
sobre Pablo de
Tarso a un
sacerdote, que
también era
psicólogo social
de renombre, y
él creyó que yo
lo estaba
ridiculizando.
De la misma
forma que
considerar a una
persona como
positivista era
una
depreciación, se
usaba y se usa
el argot
“judío-cristiano”
para depreciar
cualquier cosa
que aparente ser
conservadora. A
pesar de que
nuestras raíces
culturales sean
cristianas,
africanas e
indígenas, en
las ciencias
humanas aún se
halla más
relevante
estudiar los
mitos griegos,
por su relación
con la filosofía
y por la
influencia del
pensamiento
europeo y
norteamericano.
Lo que viví como
profesor fue una
pequeña apertura
para el estudio
de la
experiencia
cristiana, en
los trabajos del
Prof. Miguel
Mahfoud (UFMG),
que adoptó una
perspectiva
fenomenológica.
Él no se vinculó
a ninguna
religión
específica en su
trabajo de
entender el
“sentido
religioso” y ya
orientó
disertaciones
sobre la
vivencia de
voluntarios
espíritas. El
cristianismo es
un gran mensaje,
sin caracterismo
con el pasar del
tiempo y de las
instituciones
cristianas.
Jesús, por
ejemplo,
reconocía a
mujeres,
esclavos,
siervos y gente
del pueblo como
personas de
derecho, en una
época en la cual
estos segmentos
eran vistos como
poco más que
objetos de uso y
comercio. En mi
opinión es
necesaria una
reflexión más
sustancial de
las
universidades
sobre la
filosofía
cristiana, pero
los prejuicios
son de difícil
cambio. Gran
parte de
nuestros jóvenes
universitarios
se dejan llevar
por el
utilitarismo
moderno, por el
consumismo, por
el
individualismo y
por el
sensualismo, que
consideran es un
avance de las
libertades
individuales. El
cristianismo, en
las
universidades
que conozco,
forma una
especie de
cultura
underground,
como si nunca
hubiera salido
de las
catacumbas y aún
viviéramos en la
Roma antigua.
En su opinión,
¿qué representa
el centro
espírita para la
comunidad?
Las sociedades
espíritas son
inicialmente
vistas como el
lugar en que se
reúnen los
espíritas, donde
se puede asistir
a una
conferencia
pública, tomar
pases, buscar
orientaciones o
aún una ayuda
material.
Bezerra de
Menezes y Chico
Xavier fueron
percibidos por
la
sociedad
brasileña cómo
“hombres-santos”
y adentraron así
el imaginario
nacional con esa
aura, que oculta
su contribución
intelectual y su
condición
humana. Para las
comunidades
económicamente
vulnerables, que
no son pocas en
nuestro país, el
centro
espírita es una
alternativa de
supervivencia,
de educación e
incluso de ocio.
Fui conociendo a
una joven señora
que en la
infancia
almorzaba los
domingos en el
Centro Espírita
mantenido por
Wagner Gomes da
Paixâo en el
interior de
Minas. Vi una
joven madre
pedir la
inscripción de
los hijos en la
evangelización
infantil, hace
tres décadas, en
búsqueda de
alguna forma de
educación moral,
ya que era
indiferente si
llevaba a los
hijos al centro
espírita, al
culto evangélico
o a la iglesia
católica,
espacios en que
transitaba todas
las semanas. El
censo de 2000
muestra que los
que se
identifican como
espíritas, o
espíritas
kardecistas, son
en su gran
mayoría personas
de clase media o
alta, con grado
de
escolarización
medio de 9,6
años (el mayor
de los segmentos
religiosos).
¿Cuál es el
punto de
relevancia de
las actividades
sociales
ampliamente
ejercidas en los
centros
espíritas?
Kardec se
preocupaba por
la sociedad en
que vivía, y no
sólo con las
comunicaciones
espirituales. Él
enseñaba
voluntariamente
a la juventud
francesa que
tenía
dificultades de
acceso a la
educación
pública y
gratuita. Él
publicó muchas
orientaciones
espirituales que
recomendaban la
generosidad y la
solidaridad,
como el famoso
mensaje del
Espíritu
Caritas. Él
también hizo un
proyecto para el
movimiento
espírita en el
cual se
preocupaba con
la realización
de acciones
sociales, al
lado de los
estudios sobre
la doctrina
espírita. Las
actividades
sociales, en mi
opinión, son muy
importantes,
porque marcan
una contribución
concreta de
mejora del mundo
en que vivimos.
La cuestión que
se impone hoy es
la revisión de
lo que hacemos.
Más y más el
estado brasileño
ha asumido la
realización de
políticas de
bienestar
social. Como
ejemplo, treinta
años atrás,
cuando
construimos una
guardería en el
modelo modesto,
la educación
fundamental no
era
atribución del
municipio. Hoy,
el municipio
estableció una
colaboración con
la sociedad
espírita que
frecuento y
costea gran
parte de las
dispensas con la
guardería. La
distribución de
cestas básicas y
el servicio de
soportes era
actividad
imperiosa en la
Campinas de Doña
Vandir, en los
años 60, por el
intenso flujo
migratorio y la
total falta de
infraestructura
de las
comunidades que
se formaban. No
tengo miedo de
decir que ella
salvó muchas
vidas e incluyó
muchas personas
mientras otros
sólo cobraban la
construcción de
una política por
el gobierno. Hoy
tenemos nuevos
problemas en las
grandes y medias
ciudades
brasileñas. El
tráfico de
drogas recluta
jóvenes en las
comunidades
atrayéndolos con
la esperanza de
un futuro mejor.
Un gran
contingente de
habitantes
callejeros y una
generación de
niños que
nacieron y viven
en las calles.
La violencia
doméstica,
incluyendo la
sexual, afecta a
niños y
adolescentes. El
medio ambiente
deteriorado
como efecto del
crecimiento
urbano y
económico. La
exclusión de un
gran número de
personas del
mercado de
trabajo y la
falta de acceso
a cargos que
exigen
cualificación.
El embarazo en
la adolescencia
y el cambio de
los papeles en
el núcleo
familiar. Son
nuevos y mayores
desafíos
esperando una
acción concreta
del movimiento
espírita, que
precisa
reconstruir sus
acciones de
promoción
social.
¿Los centros de
investigaciones
universitarias
deberían
estrechar los
límites entre la
fe y la razón?
Los centros de
investigación
universitarios
deben estudiar
sus temas sin
asumir
inconscientemente
el materialismo
y el
escepticismo
como paño de
fondo de sus
estudios. Si la
fe trae
contribuciones
para la salud de
las personas,
por ejemplo, se
debe investigar,
constatar y
conocer mejor
sus efectos. ¿Si
la
espiritualidad
tiene un impacto
en las
relaciones
humanas, por qué
no estudiar el
tema? ¿Qué son
los grupos
religiosos y
cómo se
estructuran en
nuestra
sociedad? Estas
no son
cuestiones más
pequeñas, porque
constituyen la
experiencia
humana. El ser
humano no es
sólo un
organismo
biológico.
¿Dentro de los
centros
espíritas
debería haber
programas de
cursos dentro de
áreas
organizadas,
buscando una
mejor adecuación
de los
trabajadores
para más amplia
atención a sus
propuestas y a
aquellos que
buscan las casas
espíritas?
No tengo duda de
eso, pero como
es algo nuevo,
las sociedades
espíritas
necesitan de más
sinergia entre
sí y con el
movimiento
federativo, para
prácticamente
desarrollar las
acciones de
entrenamiento y
desarrollo de su
personal. Vea
nuestro caso.
Tenemos un
coordinador
administrativo
en la guardería,
impuesto por el
ayuntamiento.
¿Cómo
perfeccionar a
este
profesional? O
delegamos al
ayuntamiento su
desarrollo o nos
asociamos con
otras guarderías
espíritas para
calificar todos
los
coordinadores
administrativos.
Hoy existe la
posibilidad
de asociaciones
con el poder
público y con la
iniciativa
privada. ¿Cómo
establecer esta
sociedad? ¿Cómo
obtener las
certificaciones
y usufructuar de
los derechos de
inmunidad y
exención? ¿Cómo
captar recursos
sin apartarnos
de nuestras
convicciones y
valores? Es
decir algo que
no puede
quedar sin
reflexión, sin
producción de
conocimiento y
cambio de
experiencias.
Nuestra prensa
espírita, salvo
raras
excepciones, no
presenta
alternativas.
Recientemente el
Centro de
Cultura,
Documentación e
Investigación
del Espiritismo,
en São Paulo,
ofreció cursos
sobre gestión de
casas espíritas
y conferencias
sobre
planeamiento
estratégico, lo
que fue una
iniciativa muy
importante y
merece ser
multiplicada y
consolidada por
el movimiento.
Sabemos que
usted
recientemente
lanzó en el
mercado
editorial la
traducción del
libro “Diálogo
con los
Escépticos”, de
Alfred Russel
Wallace. ¿Cuál
es la
contribución de
aquel
naturalista para
la historia del
Espiritismo?
Wallace era un
intelectual
valiente y no
temía nadar
contra la
corriente de su
época, pagando
un precio alto
por su audacia.
Él hizo
investigaciones
con médiums y no
se omitió al
afirmar la
realidad de
ellos. Después
de publicar “El
Aspecto
Científico de lo
Sobrenatural” él
percibió que la
comunidad
científica
inglesa se
negaba a
estudiar los
fenómenos
espirituales por
puro prejuicio y
por reflejar su
espíritu de
época. Él,
entonces,
identificó los
filósofos y
científicos
escépticos,
naturalistas y
materialistas y
exhibió
públicamente las
contradicciones
y
equívocos de su
pensamiento, que
era pasivamente
aceptado por la
inteligentsia
de los países
occidentales.
Evaluamos que
era muy
importante
publicar este
libro en lengua
portuguesa,
porque él no es
“más de lo
mismo”; y trae
una reflexión
epistemológica
capaz de
intrigar a quien
hace
investigación en
los días de hoy.
Aunque siendo
contemporáneos,
Alfred Russel
Wallace no tuvo
contacto con
Kardec. ¿Una vez
que postulaban
principios
semejantes por
qué, en su
opinión, no
estrecharon
relaciones en
sus
investigaciones?
Había el abismo
de la lengua y
un alejamiento
entre el
espiritualismo
moderno y el
Espiritismo
franco-latino.
Wallace hablaba
y publicaba en
inglés, la obra
de Kardec estaba
en francés. La
mayoría de las
fuentes de
Wallace estaba
en lengua
inglesa, por lo
que me acuerdo.
Está también la
distancia
cultural entre
“la isla y el
continente”, que
aún tiene
reflejos en los
días de hoy en
otras áreas del
conocimiento. La
aproximación
entre los
espíritas
latino-europeos
y los
espiritualistas
anglo-sajones
comenzó a darse
con los
congresos de
final del siglo
XIX y
tuvo
protagonistas
como Conan
Doyle, León
Denis y otros.
Hay también un
pequeño
descompase en el
tiempo. Kardec
inició sus
estudios en 1853
y desencarnó en
1869 y Wallace
inició sus
investigaciones
sobre los
fenómenos
mediúmnicos en
1862, publicando
su primer libro
en 1866 y su
segundo libro en
1871.
¿Cómo concilia
sus amplias
actividades
profesionales
con las
actividades en
el movimiento
espírita del
cual participa?
Siempre estudié
el Espiritismo y
participé del
movimiento
espírita, desde
la adolescencia.
Los sábados son
mis días de
dedicación al
Espiritismo, y
mi familia
también adoptó
esta agenda.
Creo que lo más
difícil ha sido
resistir al
“canto de la
sirena” de la
universidad. Hoy
estoy jubilado y
puedo dedicar un
poco más de
tiempo a los
proyectos
espíritas, pero
no puedo
descuidar a mi
familia, a los
amigos y a los
lazos de trabajo
que aún me
conectan por al
medio académico.
Vemos que cada
día más los
universitarios y
miembros de los
cuerpos docentes
de las
universidades se
aproximan a los
estudios
espíritas. ¿Cómo
los centros
espíritas deben
prepararse para
este nuevo
tiempo?
Recordando a
nuestros
antepasados
franceses,
ingleses e
italianos, que
se disponían a
estudiar y
publicar lo que
estaba
ocurriendo en
las
universidades.
Como hoy el
volumen de
conocimiento es
mucho mayor,
necesitamos ser
más humildes y
oír más las
asociaciones de
especialistas
que están
formándose
(médicos
espíritas,
psicólogos
espíritas,
abogados
espíritas,
pedagogos
espíritas etc.).
Estas
asociaciones
necesitan
desarrollar
estudios con
metodología
académica, que
envuelven
revisión de
literatura
amplia y
actualizada,
propuesta de
problemas de
investigación,
metodología
rigurosa y
publicación no
sólo en el medio
espírita o a
través de
libros, sino en
los periódicos
nacionales e
internacionales
introduciendo un
index.
Sus palabras
finales.
Estamos viviendo
una época muy
rica de
transformaciones.
Deseo de corazón
que los
liderazgos
espíritas más
lúcidos puedan
tomar decisiones
sabias,
manteniendo lo
que debe ser
conservado y
cambiando lo que
debe evolucionar
con los tiempos,
minimizando la
influencia de
las vanidades
personales.
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