Según la
doctrina
espirita, no
basta no hacer
el mal
Una de las
cuestiones más
interesantes
examinadas por
la doctrina
espirita dice
respecto a
nuestra
responsabilidad
cuanto a lo que
hacemos o
dejamos de hacer
en nuestro
pasaje por el
planeta.
El pensamiento
corriente, común
a diversas
doctrinas
religiosas, es
que el hombre
será castigado
por el mal que
hubiera
practicado. Si
lograr escapar a
la justicia de
los hombres, con
certeza no
escapará a la
justicia divina.
De esa manera,
aunque se ignore
como se dará tal
punición, la
idea general es
que él prestará
cuentas de los
males cometidos.
Ese pensamiento
no contraria las
enseñanzas que
los inmortales
nos trajeron. De
hecho, a la
justicia divina
nadie escapa.
Pero las
diferentes
vertientes
religiosas se
olvidan de decir
que seremos
responsabilizados
también por el
bien que dejamos
de hacer, como
nos es
claramente
enseñado en la
doctrina
espirita.
El hecho no pasó
desapercibido en
las enseñanzas
de Jesús.
La parábola
“Lázaro y el
rico” narrada
por Jesús –
consonante el
Evangelio de
Lucas,16:19-26 –
dice que había
un hombre rico
que se vestía de
púrpura y de
lino fina
calidad y vivía
todos los días
regalado y
espléndidamente.
A la puerta de
su manzana
comparecía
siempre un
cierto mendigo,
llamado Lázaro,
que yacía lleno
de llagas y allí
venía en busca
de alimento. Un
día el mendigo
murió, y fue
llevado por los
ángeles para el
seno de Abrahán;
poco después
murió también el
rico, que se
vio, sin
embargo,
colocado en el
infierno, en
cuanto Lázaro
disfrutaba una
buena situación,
en el seno de
Abrahán. Cuando
llamado por el
rico, que ardía
en sed y pedía
que Lázaro al
menos refrescase
su lengua,
Abrahán fue
perentorio:
“Hijo, te
acuerdas de que
recibisteis tus
bienes en tu
vida, y Lázaro
solamente males;
y ahora éste es
consolado y tú
atormentado. Y,
además de eso,
está puesto un
gran abismo
entre nosotros y
vosotros, de
suerte que los
que quisiesen
pasar de aquí
para vosotros no
podrían, ni
tampoco los de
allá pasar para
acá”.
Notemos que la
parábola no dice
que el rico
hubiera cometido
algún delito;
sólo informa que
él jamás diera
atención a
Lázaro y, además
de eso,
disfrutara, de
manera egoísta,
los bienes que
recibiera en
vida.
El asunto es
tratado de
manera objetiva
en diversas
cuestiones que
componen El
Libro de los
Espíritus,
de Kardec, la
principal obra
de la doctrina
espirita.
He aquí, en
resumen, lo que
ese libro nos
enseña:
-
Cada
individuo
será punido
no sólo por
el mal que
haya hecho,
pero también
por el mal
a que tenga
dado lugar (
LE, 639)
-
Aquel que no
practica el
mal, pero se
aprovecha
del mal
practicado
por otros,
es tan
culpable
cuanto el
otro (LE,
640)
-
No basta que
el hombre no
practique el
mal; le
cumple hacer
el bien en
el límite de
sus fuerzas,
por cuanto
responderá
por todo mal
que haya
resultado de
no haber
practicado
el bien (LE,
642)
-
El Espíritu
sufre por
todo el mal
que
practicó, o
de que fue
causa
voluntaria;
por todo el
bien que
hubiera
podido hacer
y no hizo y
por todo el
mal que
ocurra de no
haber hecho
el bien (LE,
975).
La perfecta
comprensión de
cómo funciona la
justicia divina
constituye el
primer paso para
que el individuo
reforme su
programa de
vida, tenga
conciencia de
que su papel en
este mundo exige
acción,
participación y
solidaridad, que
fueron
exactamente lo
que faltó al
rico enfocado en
la parábola
narrada por
Jesús.
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