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Davilson Silva
|
El escepticismo
humanista-cristiano
y la mediumnidad
de cura |
La mediumnidad
de cura sigue el
orden regular de
las cosas; como
afirmó Kardec,
está en la
naturaleza y
prueba que hay
un ser
espiritual en el
hombre
¿Las
enfermedades del
hombre tienen
aún que ver con
“castigos
divinos” a causa
de “pecados
cometidos”,
conforme los
teólogos? ¿No
sería un
despropósito
grave, un
absurdo, tamaña
blasfemia? ¿Es
lícito a
alguien, una vez
estando enfermo,
buscar un médium
curador para
librarlo o para,
al menos,
aliviarlo de
alguna
enfermedad?
A partir de
tiempos remotos,
se sabe que el
hombre es mucho
más que un ser
existente,
animado. En el
que abonaran la
creencia en
castigos
divinos,
causaron
inmensos
sufrimientos a
incontables
personas.
Enfermedades...
¡¿Castigo de
Dios?! Eso no
pasa de un
ultraje,
consecuencia de
obsesiones de
culpa que han
causado
incontables
disturbios de
orden
psicológico.
Ahora, con la
última de las
tres preguntas
arriba expuestas
no transigiremos
en responder
inmediatamente
de inicio: es
tan justo buscar
un médium de
cura como buscar
un médico. Si la
mediumnidad de
cura existe,
Dios permite que
ella exista; si
Dios la permite,
hay razones
sabias y
magnánimas. La
cura espiritual
representa uno
de los generosos
expedientes de
la juiciosa
misericordia
divina a fin de
el hombre no
hacer caso de su
condición de
Espíritu
encarnado.
El Creador de
todo cuanto
existe nunca
descuidó su
creación aquí en
la Tierra. A
partir de los
primeros
periodos,
accidentes y
enfermedades, en
todos los
tiempos,
formaron parte
de lo cotidiano
de nuestro
planeta. En el
jurásico, los
dinosaurios
tenían tumores
óseos; el hombre
del paleolítico,
tuberculosis de
la espina; en el
neolítico, se
practicaba la
trepanación (a
causa del
descubrimiento
de cráneos
perforados), tal
vez buscando la
cura de la
epilepsia. Dios
jamás dejó de
proveer recursos
para que
pudiéramos
enfrentar los
problemas de la
existencia. En
ningún tiempo,
la solicitud
divina estuvo
ausente de las
cosas de este
mundo, sobre
todo del hombre,
Alma, o Espíritu
encarnado, aún
cuando en formas
rudimentales,
por
desenvolverse.
Percepciones
independientes
- El Espíritu
restringido por
determinado
tiempo a un
cuerpo físico
perecedero es,
antes de nada,
un ser dotado de
percepciones
independientes
de su formato
espeso. Su forma
sólida no pasa
de espejo de la
propia forma
espiritual. El
Apóstol Pablo (I
Color., 15:40)
se refirió a
“cuerpo
terrestre” y a
“cuerpo
celestial”,
diciendo que,
“sin duda, una
es la gloria de
los celestiales
y otras la de
los terrestres”.
El Ser
Espiritual,
activo en su
“cuerpo
terrestre”, es
decir, en su
cuerpo físico,
por medio de los
fenómenos
naturales, tiene
el poder de
cambiar la
composición
química de un
órgano enfermo,
lo que la
ciencia se
limita a dar por
inexplicable.
Desde que el
hombre surgió en
el mundo,
recursos de cura
siempre
existieron,
desde el sistema
de cura
automática - por
ejemplo, un
corte en el dedo
inmediatamente
comienza a
cicatrizar —,
hasta la
concienciación
de la necesidad
de un equilibrio
emocional para
conseguir una
salud perfecta.
El doctor en
medicina Michael
Wynne Parker
resaltó que una
parcela
considerable de
médicos ya
admite que tal
vez el 80% de
todos los
pacientes sufran
de dolencias
provocadas por
el estrés
emocional y por
ideas
irreprimibles.
Pues bien. Para
el Dr. Parker,
que inclusive es
protestante y
también poseedor
de la
mediumnidad
curadora, es
inadmisible el
prejuicio, el
escepticismo de
la Ciencia y de
la Iglesia
acerca de los
médiums y de la
cura espiritual.1
Escribió el Dr.
Parker en su
obra: Healing
And The
Wholeness And
Man: “La
afirmación de
que no es
el curandero que
cura está en
absoluta
contradicción
con el concepto
de la
autosuficiencia
completa del
hombre”
(comillas para
decir que damos
preferencia al
término médium
en vez de
“curandero”,
porque presenta
connotación
peyorativa y
revela
intolerancia por
no distinguir la
impostura de la
verdad).
Para el médico,
al instituir el
desarrollo
humanista en la
Iglesia, los
teólogos
acabaron
chocándose con
la diferencia
que sabemos
existe entre el
principio
espiritual y el
material.
Entiéndase por
humanismo
cristiano la
creencia del
hombre en su
propia y
completa
autosuficiencia,
creyendo él sólo
en aquello
que experimentó,
testificó y en
lo que es capaz,
siendo, del
resto, escéptico
en todo. De ese
modo, el
humanismo de la
Iglesia,
decurrente del
Cristianismo
Occidental, ha
subestimado la
espiritualidad
humana, a través
de los siglos,
análogo al
materialismo
ateo de
especialistas en
ciencia.
Exclusión del
aspecto
filosófico-espiritual
— Al desear
llevar a cabo la
democracia en el
Occidente, la
Iglesia (la
Católica y la
Protestante) dio
exagerado valor
a asuntos
respectos a la
materia, al
físico, y no al
espíritu.
Preocupada con
el materialismo,
pensando en
expandir el
Cristianismo con
el propósito de
civilizar
ciertas regiones
de Europa,
dándoles cultura
y educación, la
Iglesia empeñó
toda su fuerza
en la política y
en la
sociología. Al
participar de
sectores
inconciliables
con el propósito
del verdadero
vínculo de la
criatura al
Creador, los
teólogos dieron
énfasis a la
ruptura del
hombre con Dios.
Así, el
desarrollo
humanista
declinó
lo que sería una
efectiva
aproximación con
la
Espiritualidad,
excluyendo la
parte
filosófico-espiritual,
dando comienzo
al choque y
completa
autosuficiencia
del hombre.
Hasta los días
de ahora,
permanece el
reflejo de esa
“mentalidad
reaccionaria”,
según el Dr.
Parker, que, en
su opinión, hizo
generar los
llamados
movimientos
carismáticos y
psíquicos. Sea
dicho de pasada:
es que los
fenómenos
mediúmnicos se
verificaron en
el propio ámbito
sacerdotal y no
tuvieron cómo
evitarlo. Debido
a su constancia,
el modo fue
encubrirlos
astutamente bajo
la niebla
dogmática del
Espíritu Santo.
Ese declive de
la Iglesia para
lo físico y los
intereses
particulares y
precipuos de sus
actos surgió a
partir de esa
preocupación de
“civilizar” a la
mayor parte del
continente
europeo.
Una vez la
Iglesia
identificándose
sobremodo con el
desarrollo
material, desde
la Reforma, se
dejó conducir,
hasta el
presente, por su
Humanismo
Cristiano,
malogrando el
imprescindible
concurso
mediúmnico. Tal
es el motivo de
la Iglesia
perseguir,
prender, quemar
paranormales y
médiums en
hogueras,
subestimando
la ilimitada
potencialidad
mental de la
condición humana
y sus fortísimas
consecuencias,
que le incomodan
y, por qué no
decir, sacuden
su estructura
pragmática por
ser algo libre y
fuera de su
dependencia. Sin
embargo, a pesar
del antiguo
escepticismo
materialista de
parte de la
Ciencia y de la
Iglesia
Occidental,
2 las
manifestaciones
ocurren y
siempre
continuarán
ocurriendo
dentro o fuera
del medio
académico o al
margen de la
empresa
eclesiástica y
hasta incluso en
el propio ámbito
de ella.
Científicos y
teólogos no han
marchado en pro
del mismo ideal;
pero una cosa en
común hay entre
ellos: siempre
negaron las
diversas
manifestaciones
mediúmnico-paranormales.
Especialmente,
en lo que
concierne a la
Iglesia, aunque
de modo
reservado,
cauteloso, ella
acepte a los
propios
paranormales,
sus médiums y
lleguen a
exclamar: “fuera
de la Iglesia no
hay verdad”, los
fenómenos
mediúmnicos
nunca le serán
un privilegio.
Nada impedirá de
que los
Espíritus actúen
en todos los
tiempos en
cualquier otro
ambiente, por
medio de
cualquier uno:
sea joven o
anciano, pobre o
rico, sabio o
ignorante, tenga
esta o aquella
creencia o no
tenga ninguna.
Médiums y
médicos juntos
— Por ejemplo,
muchos
hospitales
funcionan (cerca
de 1.500 de
ellos),
dispersos por
toda Inglaterra,
donde se permite
que médiums
curadores de
todo tipo de
creencia
trabajen en
conjunto con la
medicina no
natural.
Probablemente,
sólo en un país
como este (¡y de
mayoría
protestante!)
se tenga un
programa más
bien organizado
de cura del
mundo, bajo
apoyo de la
respetable
Federación
Nacional de
Curanderos
Espirituales.3
Esa federación
existe desde
1950, acepta en
la cualidad de
miembro
corporativo en
la Asociación de
las Naciones
Unidas.
¡Por señal, vea
sólo! El maestro
Allan Kardec, en
el siglo 19, ya
escribía:
Dijimos que la
mediumnidad
curadora no
matará la
medicina ni los
médicos, pero no
puede dejar de
modificar
profundamente la
ciencia médica.
A buen seguro
habrá siempre
médiums
curadores,
porque siempre
los hubo, y esta
facultad está en
la naturaleza,
pero serán menos
numerosos y
menos a medida
que aumentara
el número de
médicos-médiums,
y cuando la
ciencia y la
mediumnidad se
presten mutuo
apoyo, se tendrá
más confianza en
los médicos
cuando sean
médiums, y más
confianza en los
médiums cuando
sean médicos.
4
Concluyendo: la
mediumnidad de
cura sigue la
orden regular de
las cosas; como
afirmó el
maestro Kardec,
está en la
naturaleza, y
prueba que hay
un ser
espiritual en el
hombre, al
tiempo que le es
útil.
Enfermedades no
hablan al
respeto de
castigo divino,
a pesar de que
los teólogos
hayan hecho
creer en ese
absurdo.
Nuestro Padre
jamás deseó ver
a nadie enfermo,
y curas
mediúmnicas no
son privilegio
de cualquier
denominación
religiosa ni de
cualquier secta.
Y vale decir que
el padre
espiritual de la
medicina no fue
Hipócrates, de
las Islas de
Cos, y sí Jesús,
de la ciudad de
Nazaret. En
nombre de Dios,
Jesús realizaba
curas
sin alarde, sin
aparato suntuoso
y sin
circunscribir
ese
procedimiento
sublime a
lugares
especiales (en
total, el Médico
de los Médicos
realizó 26 curas
individuales y
27 en grupos,
fueran nueve
curas hechas por
los Apóstoles).
Es justo sí que
busquemos un
médium, pero un
médium que no
prometa
supuestos
milagros, curas
instantáneas,
una vez que,
según palabras
de mi fraterno
amigo, el prof.
Edvaldo
Kulcheski, “no
es obra de
improvisto, a
imponerse de
fuera para
dentro”. El
médium ideal
sería, por lo
tanto, aquel que
es
comprobadamente
idóneo,
discreto,
caritativo.
Notas:
1 - El médico
Michel Wynne
Parker fue
ministro de la
Iglesia
Metodista, y
abandonó esa
Institución por
divergencias
teológicas con
los líderes que
lo perseguían a
causa de los
intereses e
implicación con
curas
espirituales.
2 - Cuando nos
referimos a la
Iglesia
Occidental,
estamos haciendo
ver la
distinción que
hay entre ella y
la de el
Oriente, la
llamada Iglesia
Ortodoxa, que
para la
occidental es
“poco ortodoxa”,
naturalmente por
no haberle
seguido los
pasos humanistas
cristianos,
siendo volcada
para los
fenómenos de las
curas
espirituales.
3 - No podemos
dejar de
registrar que la
Federación
Nacional de
Curanderos
Espirituales
posee una ética,
no cobra por
servicios
prestados, y sus
integrantes
hacen el
juramento
hipocrático.
También, la
existencia de la
Academia
Americana de
Parapsicología y
Medicina de
Estados Unidos,
con cerca de
1.400 miembros,
todos médicos,
no podría dejar
de ser
mencionada.
4 -
KARDEC, Allan.
Revista
Espírita, Jornal
de Estudos
Psicológicos,
Vol. 10, outubro
de 1867, S/ed.
São Paulo,
Edicel
— Editora
Cultural
Espírita Ltda.,
s/d, p. 304.
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