Termina
en esta edición el
estudio d’ El Libro
de los Espíritus, de
Allan Kardec,
desarrollado en esta
revista en 42 módulos.
Las
respuestas a las
preguntas presentadas,
fundamentadas en la 76ª
edición publicada por la
FEB, basadas en la
traducción de Guillon
Ribeiro, se encuentran
al final del texto.
Preguntas para debatir
A. El
progreso real de la
Humanidad tiene su
principio en la
aplicación de una de las
leyes naturales. ¿Cuál
es esa ley?
B. Kardec
dice que el desarrollo
de las ideas espíritas
presentaría tres
períodos distintos.
¿Cuáles son?
C. La
fuerza del Espiritismo
¿viene de la práctica de
las manifestaciones
materiales?
D. El
Espiritismo se presenta
bajo tres diferentes
aspectos: el de las
manifestaciones, el de
los principios y de la
filosofía de ellas
derivan, y el de la
aplicación de esos
principios.
De
esto
resultarían tres clases
de espíritas. ¿Cuáles
son?
E. Tres
efectos se verifican en
la vida de las personas
que llegan a comprender
el Espiritismo
filosófico y ven en él
algo más que sólo
fenómenos más o menos
curiosos. ¿Cuáles son
esos efectos?
Texto para la lectura
648. En
buena lógica, la crítica
sólo tiene valor cuando
el crítico conoce
aquello de lo que habla.
Burlarse de una cosa que
no se conoce no es
criticar: es dar prueba
de liviandad y de falta
de criterio.
(Conclusión, ítem I)
649. El
Espiritismo es el más
terrible antagonista del
materialismo. No es,
pues, de admirar que
tenga por adversarios a
los materialistas.
(Conclusión, ítem II)
650. La
religión se funda en la
revelación y en los
milagros. Ahora bien,
¿qué es la revelación
sino un conjunto de
comunicaciones
extraterrenales? Todos
los autores sagrados,
desde Moisés, han
hablado de ese tipo de
comunicaciones.
(Conclusión, ítem II)
651. El
Espiritismo dice y
prueba que los fenómenos
en que se basa, sólo
tienen la apariencia de
sobrenaturales. (…)
Todos los fenómenos
espíritas, sin
excepción, son el
resultado de leyes
generales. (Conclusión,
ítem II)
652. ¿A
qué se debe atribuir el
relajamiento de los
lazos de familia y la
mayor parte de los
desórdenes que corroen a
la sociedad, sino a la
ausencia de toda
creencia? Al demostrar
la existencia y la
inmortalidad del alma,
el Espiritismo reaviva
la fe en el porvenir,
levanta los ánimos
abatidos, hace soportar
con resignación las
vicisitudes de la vida.
¿Osaríais llamar a esto
un mal? (Conclusión,
ítem III)
653. La
fraternidad supone
desinterés, el
sacrificio de la propia
personalidad. Donde hay
verdadera fraternidad,
el orgullo es una
anomalía. (Conclusión,
ítem III)
654. El
Espiritismo es fuerte
porque se apoya sobre
las mismas bases de la
religión: Dios, el alma,
las penas y las
recompensas futuras;
sobre todo, porque
muestra que esas penas y
recompensas son
consecuencias naturales
de la vida terrestre y,
más aún, porque en el
cuadro que presenta del
porvenir no hay nada que
la razón más exigente
pueda rechazar.
(Conclusión, ítem V)
655. Muy
falsa sería la idea que
se formaría del
Espiritismo quien
juzgase que su fuerza
proviene viene de la
práctica de las
manifestaciones
materiales y que, por lo
tanto, poniendo
obstáculos a tales
manifestaciones, se
pueda minar sus bases.
Su fuerza está en su
filosofía, en el
llamamiento que dirige a
la razón, al sentido
común. (Conclusión, ítem
VI)
656. El
Espiritismo no es obra
de un hombre. Nadie
puede llamarse su
creador, porque es tan
antiguo como la
Creación. Lo encontramos
por todas apartes, en
todas las religiones,
principalmente en la
religión católica y allí
con más autoridad que en
todas las otras, porque
ella nos presenta el
principio de todo lo que
hay en él: los Espíritus
de todos los grados de
elevación, sus
relaciones ocultas y
ostensivas con los
hombres, los ángeles de
la guarda, la
reencarnación, la
emancipación del alma
durante la vida, la
doble vista, todos los
tipos de
manifestaciones, las
apariciones y hasta las
apariciones tangibles.
(Conclusión, ítem VI)
657. Las
comunicaciones con los
seres de ultratumba
dieron como resultado
hacernos comprender la
vida futura, hacérnosla
ver, iniciarnos en el
conocimiento de las
penas y goces que nos
esperan, según nuestros
méritos, y de esta
manera, encaminar al
espiritualismo a
aquellos que en el
hombre sólo veían la
materia. Así pues,
tuvimos razón al decir
que el Espiritismo, con
los hechos, mató al
materialismo. Si éste
fuese el único resultado
producido por él, ya
mucha gratitud le
debería el orden social.
Pero hace más: muestra
los inevitables efectos
del mal, y por
consiguiente, la
necesidad del bien. El
número de personas a
quienes ha llevado a
mejorar sus
sentimientos, y
neutralizado sus malas
tendencias desviándolos
del mal, es mayor de lo
que se cree y crece
todos los días.
(Conclusión, ítem VIII)
658. Los
Espíritus buenos sólo
predican la unión y el
amor al prójimo, y nunca
un pensamiento malévolo
o contrario a la caridad
puede venir de una
fuente pura.
(Conclusión, ítem IX)
659. Por
mucho tiempo, los
hombres se han
destrozado y
anatematizado mutuamente
en nombre de un Dios de
paz y misericordia,
ofendiéndolo con
semejante sacrilegio. El
Espiritismo es el lazo
que un día los unirá,
porque les mostrará
dónde está la verdad y
dónde el error. Pero
durante mucho tiempo,
habrá todavía escribas y
fariseos, que lo
negarán, como negaron a
Cristo. ¿Queréis saber
bajo la influencia de
qué Espíritus están las
diversas sectas que
entre sí se repartieron
el mundo? Juzgadlo por
sus obras y por sus
principios. Jamás los
Espíritus buenos fueron
los instigadores del
mal; jamás aconsejaron o
legitimaron el asesinato
y la violencia; jamás
estimularon los odios de
los partidos, ni la sed
de las riquezas y los
honores, ni la avidez de
los bienes de la Tierra.
Los que son buenos,
humanitarios y benévolos
para con todos, son sus
predilectos y los
predilectos de Jesús,
porque siguen el camino
que les señaló para
llegar hasta Él.
(Conclusión, ítem IX,
mensaje de San Agustín)
Respuestas a las
preguntas propuestas
A. El
progreso real de la
Humanidad tiene su
principio en la
aplicación de una de las
leyes naturales. ¿Cuál
es esa ley?
Es la ley
de justicia, amor y
caridad, ley que se basa
en la certeza del
porvenir. De esa ley
derivan todas las otras,
porque encierra todas
las condiciones de la
felicidad del hombre.
Sólo ella puede curar
las llagas de la
sociedad. Comparando las
edades y los pueblos, se
puede evaluar cuánto
mejora su condición a
medida que esa ley va
siendo mejor comprendida
y practicada. Ahora
bien, si su aplicación
parcial e incompleta
produce en el hombre
tanto bien, ¡qué no
conseguirá cuando haga
de ella la base de todas
sus instituciones
sociales! ¿Será eso
posible? Sí, porque si
ya dio diez pasos, puede
dar veinte y así
sucesivamente.
(El
Libro de los Espíritus,
Conclusión, ítem IV.)
B. Kardec
dice que el desarrollo
de las ideas espíritas
presentaría tres
períodos distintos.
¿Cuáles son?
El
primero es el de la
curiosidad, que
despierta la
singularidad de los
fenómenos producidos. El
segundo, el del
razonamiento y de la
filosofía. El tercero,
el de la aplicación y de
las consecuencias. El
período de la curiosidad
dura poco. Una vez
satisfecha, cambia de
objeto. No sucede lo
mismo con lo que desafía
a la reflexión seria y
al razonamiento. Comenzó
el segundo período, el
tercero vendrá
inevitablemente. El
Espiritismo progresó
principalmente desde que
se fue comprendiendo
mejor su esencia íntima,
después que se percibió
su alcance, porque toca
la cuerda más sensible
del hombre: la de su
felicidad, aún en este
mundo. Allí está la
causa de su propagación,
el secreto de la fuerza
que lo hará triunfar. Va
haciendo felices a
quienes lo comprenden,
mientras su influencia
no se extiende a las
masas. Aún los que no
han sido testigos de
ningún fenómeno, dicen:
“Fuera de esos
fenómenos, hay una
filosofía, que me
explica lo que NINGUNA
OTRA me había explicado.
En ella encuentro, sólo
por medio del
razonamiento, una
solución racional a los
problemas que interesan
en el más alto grado a
mi futuro. Ella me da la
calma, firmeza,
confianza; me libra del
tormento de la
incertidumbre”. Al lado
de todo esto, la
cuestión de los hechos
materiales es
secundaria. (Obra
citada, Conclusión, ítem
V.)
C. La
fuerza del Espiritismo
¿viene de la práctica de
las manifestaciones
materiales?
No. Su
fuerza está en su
filosofía, en el
llamamiento que hace a
la razón, al sentido
común. En la antigüedad
era objeto de los
estudios misteriosos,
que cuidadosamente se
ocultaban al vulgo. Hoy
no tiene secretos para
nadie. Habla en un
lenguaje claro y sin
ambigüedades. Nada
místico hay en él, nada
de alegorías
susceptibles de falsas
interpretaciones. Quiere
ser comprendido por
todos, porque han
llegado los tiempos de
hacer que los hombres
conozcan la verdad. El
Espiritismo no es obra
de un hombre. Nadie
puede llamarse su
creador, porque es tan
antiguo como la
Creación. Lo encontramos
por todas partes, en
todas las religiones,
principalmente en la
religión católica y allí
con más autoridad que en
todas las otras, porque
en ella se nos ofrece el
principio de todo lo que
hay en él: los Espíritus
de todos los grados de
elevación, sus
relaciones ocultas y
ostensivas con los
hombres, los ángeles de
la guarda, la
reencarnación, la
emancipación del alma
durante la vida, la
doble vista, todos los
tipos de
manifestaciones, las
apariciones y hasta las
apariciones tangibles.
(Obra citada,
Conclusión, ítem VI.)
D. El
Espiritismo se presenta
bajo tres diferentes
aspectos: el de las
manifestaciones, el de
los principios y de la
filosofía de ellas
derivan, y el de la
aplicación de esos
principios. De esto
resultarían tres clases
de espíritas. ¿Cuáles
son?
Éstas
son: 1ª. Los que creen
en las manifestaciones y
se limitan a
comprobarlas; para
éstos, el Espiritismo es
una ciencia
experimental; 2ª. los
que perciben en ella las
consecuencias morales;
3ª. los que practican o
se esfuerzan por
practicar esa moral.
(Obra
citada, Conclusión, ítem
VII.)
E. Tres
efectos se verifican en
la vida de las personas
que llegan a comprender
el Espiritismo
filosófico y ven en él
algo más que sólo
fenómenos más o menos
curiosos. ¿Cuáles son
esos efectos?
El primer
efecto y más general
consiste en desarrollar
el sentimiento religioso
hasta en aquél que, sin
ser materialista, mira
con absoluta
indiferencia las
cuestiones espirituales.
De allí le viene el
desprecio a la muerte.
No decimos el deseo de
morir; nada más lejano
que eso, porque el
espírita defenderá su
vida como cualquier
otro, pero hay una
indiferencia que lo
lleva a aceptar, sin
quejas ni pesar, una
muerte inevitable, como
algo más de alegrar que
de temer, por la certeza
que tiene del estado que
seguirá.
El
segundo efecto, casi tan
general como el primero,
es la resignación ante
las vicisitudes de la
vida. El Espiritismo
hace ver las cosas desde
tan alto que, al perder
la vida terrenal las
tres cuartas partes de
su importancia, el
hombre no se aflige
tanto con las
tribulaciones que la
acompañan. De allí que
tenga más coraje en las
aflicciones, más
moderación en los
deseos. De allí también
el rechazo de la idea de
abreviar los días de la
existencia, porque la
Ciencia Espírita enseña
que por el suicidio
siempre se pierde lo que
se quería ganar. La
seguridad de un futuro,
al cual tenemos la
facultad de hacer feliz,
la posibilidad de
establecer relaciones
con entidades que nos
son queridas, ofrecen al
espírita el supremo
consuelo.
El tercer
efecto es el de
estimular en el hombre
la indulgencia para con
los defectos ajenos. Sin
embargo, cabe decirlo,
el principio egoísta y
todo lo que de él
deriva, son lo más tenaz
que hay en el hombre y,
por consiguiente, más
difícil de desarraigar.
Todas las personas hacen
sacrificios
voluntariamente, siempre
que nada les cueste y de
nada les prive. Para la
mayoría de los hombres
el dinero todavía tiene
un atractivo
irresistible y muy pocos
comprenden la palabra
superfluo cuando se
trata de su propia
persona. Por eso mismo,
la abnegación de la
personalidad constituye
una señal de gran
progreso.
(Obra
citada, Conclusión, ítem
VII.)
FIN
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