Álvaro Múnera
|
Las vidas de “El
Pilarico”, de
matador
de toros
a protector
de
animales” |
El caso
constituye un
ejemplo
expresivo
personal
de un
Espíritu
arrepentido
Álvaro Múnera,
nació en
Colombia y a los
4 años comenzó a
lidiar con toros
acompañado de su
padre, un
aficionado de
las corridas.
Con 12 años
decidió ser
torero, y la
promesa triunfó
a los 18 años en
una faena
apoteótica en la
Macarena de
Medellín. Tomás
Redondo, el
agente de 'El
Yiyo', su
mejor amigo, le
abrió las
puertas de una
carrera
internacional
con éxito en
España, donde lo
llamaban “El
Pilarica”.
Completó 22
carreras y
estaba próximo a
la consagración
cuando en la
tarde del 22 de
Septiembre de
1984, en
Albacete, un
toro –
“Terciopelo” -
le dio una
cornada en la
pierna
izquierda, lo
proyectó en el
aire y cayó de
cabeza. “La
caída me provocó
una fractura de
la 5ª vértebra
cervical con
lesión medular
completa
acompañada de
trauma
craneoencefálico.
Sentí una
corriente de
aire fría y
perdí toda la
sensibilidad del
cuerpo” relata
Álvaro sobre el
accidente que lo
dejó
parapléjico.
(Sobre el asunto
vea el
documental La
última Faena
en
http://www.youtube.com/watch?v=GhTu88baTL0
.)
Hubo varios
momentos
críticos en su
carrera taurina
en que Múnera
asistió a tanta
crueldad que
estuvo por
abandonarla. “El
1º cuando maté
una “vaca de
entrenamiento”
que supe después
estaba gestante;
¡lloré cuando vi
quitar el feto
de su
vientre!... El
2º cuando clavé
4 o 5 veces una
espada en un
toro (perforando
su cuerpo de un
lado a otro) y
él luchó para
vivir en una
agonía
terrible.” Las
expectativas de
su padre y la
admiración
errónea del
público lo
impulsaron a
continuar.
“Estos fueron 2
llamadas que no
atendí. Vino el
3º y entonces
tuve que
aprender con el
dolor lo que
podía haber
atendido por la
razón. Dios me
dio una 2ª
oportunidad que
no aproveché y
me enseñó por
otro método con
el cual aprendí
muy bien la
lección.”
“En la
ambulancia
inmediatamente
después del
accidente pensé:
debíamos dejar
de torear porque
la sangre que
vertemos se
volverá contra
nosotros.”
"Comprendí que
lo que me pasó
es lo mismo que
yo hacía a los
toros.” (El
lugar de la
lesión parece un
simbolismo).
“Cuando un toro
alcanzó
fatalmente el
corazón de
'El Yiyo' y
las personas
lloraban
impresionadas,
me pregunté
“¿qué cosa es
esta que
nosotros hacemos
a los toros?"
Hoy agradece
estar con vida
porque la
embestida fue
brutal. Hubo 2
toreros a quien
sucedió lo mismo
- Julio Robles y
Limeño II – y
que todo indica
no soportaron la
carga y se
suicidaron.”
Tras 4 meses en
el Hospital de
parapléjicos de
Toledo, Múnera
fue transferido
para el Hospital
Jackson Memorial
de Miami, donde
fue sometido a
una nueva
cirugía y
después de 3
años de
rehabilitación
comenzó a
registrar
movimientos.
Durante los 4
años que vivió
en Estados
Unidos, fue
considerado – en
algunas
ocasiones- un
delincuente por
los malos tratos
a los toros. Una
de ellas, cuando
la tía de una
amiga que lo
invitó para
comer en su
casa, miró para
él y fríamente
le dijo que se
alegraba por
estar él en una
silla de ruedas:
"¡Ojala nunca se
levante de ahí,
porque usted es
un bárbaro, un
asesino!" Él
argumentó de
forma rebuscada
como cualquier
aficionado “que
el toro tiene
oportunidad de
salvarse y nació
para ser
lidiado.” A lo
que ella
replicó: “¿El
toro fue creado
para eso? ¡Él no
está allá por
propia voluntad
como usted! ¡Lo
llevan, lo
torturan y lo
matan sin saber
por qué le hacen
todo eso! El
toro es un ser
vivo que
siente como
usted. ¡Tiene un
sistema nervioso
que responde a
los estímulos
del dolor de la
misma forma que
el suyo!
'Pilarico' quedó
callado…
En 1997, Múnera
llegó al Consejo
de Medellín en
defensa de un
movimiento
cívico liderado
por personas con
deficiencia
física
Tras el
accidente, su
padre continuó
asistiendo a las
corridas por un
tiempo, hasta
que leyó en un
artículo en la
prensa escrito
por Múnera,
titulado “Yo vi
toros llorar” y
dejó de ser
taurino en
solidaridad con
su hijo. Él
escribe que “no
creo que en
aquella época de
decisiones
equivocadas yo
estuviera
mentalmente
enfermo, pero
estoy
absolutamente
convencido de
que fue el fruto
lógico de una
ignorancia
tenebrosa.” “La
realidad de la
mal llamada
“fiesta” es
clavar y
enterrar hasta
matar, en
lugares donde se
pueda perforar
en el cuerpo del
inocente animal,
tan sensible al
miedo y al dolor
como usted, su
perro o yo.”
“¿Una cosa? Es
ver los toros en
la grada, no
sentir los
pinchos de
hierro, la
tortura y la
muerte. Es mejor
beber cerveza y
gritar ¡Ole!,
que vomitar
sangre de la
boca con una
espada
incrustada en
los pulmones y
en el corazón.
No es necesario
tener las
mínimas nociones
de anatomía para
entender que
todo ser vivo
con un sistema
nervioso central
sufre cuando lo
hieren. Basta
explicar la
máxima cristiana
“no hagas
a los otros lo
que no quieras
que te hagan”
En 1997, Múnera
llegó al Consejo
de Medellín en
defensa de un
movimiento
cívico liderado
por personas con
deficiencia
física. Como
consejero
pretende también
ser defensor
activo de los
animales para
que “ellos
tengan voz y
voto.” El
objetivo es
acabar con la
tortura de los
animales, a
través de la
Organización
Fuerza
Anti-crueldad
Unida por la
Naturaleza de
los Animales
(FAUNA), que
reúne varías
asociaciones
contra los malos
tratos a los
animales,
apostando en la
vida, en la no
crueldad y en el
no sufrimiento
de ninguna
especie. “El
equivocado era
yo... y
reconocer mi
error fue la
actitud más
valerosa que
tuve cómo ser
humano.”
Para los
tauromáquia,
Múnera es un
traidor. Él se
defiende
diciendo que ama
el toreo: toreó
vacas en su silla
de ruedas y se
casó en la plaza
de Toros La
Macarena en
medio de muchos
becerros. "Si
fuera rencoroso,
odiaría los
toros y
defendería los
peores
tormentos para
quienes mató a
mi mejor amigo y
me dejó
incapacitado."
Álvaro es un
hombre casado,
tiene una hija
adoptada y no
acepta el
término
“deficiente”, ya
que se dedica a
construir y a
luchar por la
vida.
“Deficientes son
los que andan
por el mundo
pensando que se
puede matar,
maltratar y más
allá,
divirtiéndose
con eso”.
Se describe a sí
mismo como un
espíritu en
tránsito que
pretende salir
mejor de este
mundo que como
entró; un hombre
que lucha para
reparar sus
crímenes y que
asegura:
“Trabajar por el
derecho que todo
ser vivo tiene
de no ser
torturado es un
deber que tengo
con Dios y con
la vida.” La
silla de ruedas
es para él “un
instrumento para
evolucionar,
para atenuar el
dolor ajeno en
contraste con
aquellos que se
dedican a
recoger bienes
materiales a
costa del
sufrimiento de
otros, sean
humanos o
animales.” “Más
que un castigo,
la silla es una
bendición en mi
vida, porque yo
nunca había
estado en
contacto con el
dolor
humano. El
accidente no fue
el punto de
llegada, pero sí
de partida.
Aquel toro
estaba en mi
camino y me
dirigió, pero
fue el proceso
personal en la
soledad que me
hizo
reflexionar.”
Víctor Hugo, en
“Caídas y
Ascensión”, se
reporta a las
corridas, a
través de los
ojos y
sentimientos de
Pilarzito,
El Conquistador
Víctor Hugo, el
gran poeta,
novelista,
político y
periodista
francés, fue un
luchador de las
causas sociales,
defensor de los
oprimidos,
divulgador de la
enseñanza y de
la educación. Se
convirtió al
Espiritismo
después de la
desencarnación
de Léopoldine,
un de sus 4
hijos.
Inicialmente,
tomó
conocimiento de
la fenomenología
espírita a
través
de la visita de
la Sra. Delphine
de Girardin, en
1853. En esta
época ya se
encontraba
exiliado en la
isla de Jersey,
debido a su
antagonismo al
gobierno de
Napoleón III.
Realizó varios
estudios,
editados en la
obra Las
mesas girantes
de Jersey.
Durante más de
25 años se ocupó
de los asuntos
que las “mesas
giratorias”
suscitaban y
profundizaban,
confirmando,
esclareciendo y
completando las
respuestas a las
cuales había
llegado a través
de estudios y
meditaciones.
El poeta hizo un
discurso en la
ceremonia
fúnebre de la
joven Emily, a
quién François,
hijo del
escritor había
dedicado una
traducción suya
de Shakespeare.
Debido a su
impacto,
diversos
periódicos de la
época, entre los
cuales la propia
Revista Espírita
de Allan Kardec
(Febrero de
1865) publicaron
tal oratoria,
de la cual
destacamos:
“Rindamos
justicia a la
muerte. No
seamos ingratos
para con ella.
Ella no es cómo
se dice un
desmoronamiento
y una trampa. Es
un error creer
que aquí, en
esta oscuridad
de la fosa
abierta, todo se
pierde. Aquí
todo se
reencuentra. El
túmulo es un
lugar de
restitución.
Aquí el alma
retoma el
infinito; aquí
recobra su
plenitud; aquí
entra en la
posesión de su
misteriosa
naturaleza; está
desconectada del
cuerpo, de la
necesidad, del
cuerpo, de la
fatalidad. La
muerte es la
mayor de las
libertades. Es,
también, el
mayor de los
progresos. La
muerte es el
ascenso de todo
lo que vivió en
grado superior.
Ascenso
deslumbrante y
sagrado (…)”
En 1876, la
pluma de Víctor
Hugo escribió:
“La pena de
muerte fue
abolida en ese
noble Portugal,
pequeño pueblo
que tiene una
gran historia
(…) Felicito
vuestra nación.
Portugal da el
ejemplo a
Europa.
Disfrutad de
antemano esa
inmensa gloria.
Europa imitará a
Portugal.
¡Muerte a la
muerte! ¡Guerra
a la guerra!
¡Viva
la vida! ¡Odio
al odio!” A 22
de Mayo de 1885,
a los 83 años,
este gran
luminario
desencarnó
dejando un vasto
legado a la
humanidad. El
autor ya
desencarnado
continuó
escribiendo en
la Tierra, a
través de la
mediumnidad. En
1916, el
espíritu de
Víctor Hugo pasó
a escribir por
intermedio de
Zilda Gama. Cien
años exactos
después de su
desencarnación,
Hugo hizo el
prefacio y
escribió la obra
“Ardua
Ascensión” (22
de Mayo de 1985)
a través de la
psicografia de
Divaldo Franco.
Así inicia el
libro: “La vida
es superior
concesión de
Dios, que la
mayoría de los
hombres no ha
sabido valorar.”
“Caídas y
Ascensión” es el
5º romance de
Víctor Hugo, por
la mediumnidad
psicográfica de
Divaldo. El
escenario
inicial es la
España del siglo
XIX. El autor se
reporta a las
corridas, a
través de los
ojos y
sentimientos de
Pilarzito,
El Conquistador.
Vencidos por la
pasión y
ambición, los
personajes de
esta obra
vuelven, por la
reencarnación,
a un país de
América del Sur,
donde
experimentan los
dolores y las
alegrías en su
ascenso
espiritual.
Pilarzito era
“guapo en el
auge de su
juventud, de que
se
enorgullecía”,
sin embargo
desnudado de
valores morales
dignificantes,
“seguía, por lo
tanto, la
trayectoria,
embriagado por
el alcohólicos,
por el dinero,
por el sexo, y
por la necesidad
permanente de la
gloria
mentirosa”,
conquistada a
costa del placer
por la práctica
de la
tauromaquia. En
Ciudad Real, en
la arena de San
Isidro, un
trágico
accidente lo
imposibilitó de
proseguir en la
búsqueda de esta
fama ilusoria...
De los loores de
las corridas
para los loores
de la victoria
ante las
batallas de la
transformación
íntima,
Pilarzito traba
una batalla
consigo mismo,
de las caídas al
ascenso. El
brillo de su
traje dará lugar
a la iluminación
de su espíritu.
La historia de
Pilarico
es pública. El
lado
invisible más no
ausente es
relatado por
Fabio
Villarraga,
médico espírita
colombiano
En el prefacio
de este libro de
2002, Víctor
Hugo nos dice
que “La historia
que narró en la
presente obra es
real y algunos
de sus
personajes aún
se encuentran
encarnados en la
Tierra,
rectificando
compromisos
infelices,
estableciendo
metas para el
propio progreso
y creciendo
interiormente.”
En la 3ª parte
en la pág.306,
relata que
“Pilarzito
descubre el
pasado y se
integra en el
presente. El
ex-torero ahora
participaba de
la Sociedad
Protectora de
los Animales,
del Movimiento
Espírita en su
ciudad, abriendo
el elenco de
realizaciones
para la naciente
Sociedad de
Amparo al
Deficiente
Físico.”
La historia de
Pilarico
es pública. El
lado
invisible
pero no ausente
es relatado en
una conferencia
por Fábio
Villarraga,
médico espírita
colombiano. En
sus procesos de
reflexión,
Álvaro conoció
la Doctrina
Espírita en los
EUA. Integrado
en un grupo
mediúmnico, una
médium le
sugirió que él
estudiara “El
Libro de los
Espíritus”,
para saber el
origen de su
situación, de
acuerdo con la
ley de
causa-efecto.
Pilarzito es
Pilarico… La
historia del
espíritu de
Álvaro Múnera
está resumida en
“Caídas y
Ascensión”. En
Miami, Divaldo
conoció la vida
de él y el
espíritu de
Víctor Hugo le
dijo que quería
escribir la
historia de “El
Pilarico”.
El dramaturgo
investigó los
archivos
históricos y
tuvo acceso a
los contenidos
espirituales de
Álvaro y narra
las vivencias
reencarnatorias
de él en otras
épocas. Cuando
Múnera fue a
torear a España,
él sintió que ya
conocía las
arenas de las
plazas, sus
pasillos,
teniendo varias
sensaciones de
deja-vu.
Víctor Hugo
esclarece en
esta obra las
causas
espirituales de
los
acontecimientos
y el mejor
procedimiento
para sus
personajes,
intercalando el
valor
descriptivo de
los dramas y
conflictos con
la orientación
espírita.
Notas do Autor:
1. Inspiraron
este artículo el
testimonio vivo
de los queridos
Amigos:
Irvênia Prada (y
su familia),
Profª Dra.
Médica
Veterinaria de
Neuroanatomía de
la USP, por su
humildad,
dedicación y
buen sentido en
la defensa
activa de los
derechos y bien
estar animal.
Integra
comisiones sobre
los rodeios en
Brasil.
Audiencia
Pública
- ¿Rodeo,
Deporte o
Crueldad?
Noviembre de
2011
(intervención
final)
http://www.youtube.com/watch?v=9A8tA_eE-3I
Ademar Haría
(ex-piloto
angoleño,
parapléjico
después de un
tiroteo
equivocado), por
su gana enérgica
que el
conocimiento
espírita
potenció. Y que
me ayuda a ver
la vida con
otros ojos,
brazos y
piernas.
Jean Joaquín,
Stélio Luna y
Maria Luísa
Cápua (Profs.
Drs. Médicos
Veterinarios de
la UNESP e
Instituto
Bioethicus), por
el humanismo,
sensibilidad con
animales y con
quienes aprendo
Acupuntura y
Neurología, y
cuya intención
de cura
posibilita que
animales y sus
tutores humanos
puedan
renacer.
2. Sobre el
asunto sugerimos
al lector que
asista a la
palestra de
Fábio Villarraga
en la Federación
Espírita de la
Cundinamarca,
departamento de
Colombia, en 18
de abril de
2007.
He ahí el link:
http://www.youtube.con/watch?v=KkVJ4nweonM&feature=channel_video_title
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