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Gebaldo José de Sousa
|
Vicios: instrumentos de
la tinieblas |
“Nunca
te permitas la
asimilación de la
adicción, en la
suposición de que de el
te liberarás cuando
quieras, pues que si los
viciosos pudieran querer
no estarían
bajo esa violenta
dominación.” 1
Adicción: “s.m.
deformidad,
imperfección, defecto
físico o moral.” (Caldas
Aulete). Ya el Aurélio,
lo define también como
“(...) inclinación para
el mal (En esta
acepción, se opone la
virtud)”.
Las adicciones pueden
ser físicas o morales.
Entre los primeros
están: fumar, beber,
tomar drogas, la gula,
el juego, el sexo. Entre
los segundos, egoísmo,
orgullo, vanidad,
envidia, celos,
avaricia, odio,
personalismo,
maledicencia,
intolerancia,
impaciencia,
negligencia, ociosidad.
Muchos, tenidos por
virtudes, son tolerados
y estimulados por la
sociedad, tal el retraso
moral en que nos
encontramos. En el libro
“Cartas y Crónicas”
(capítulo 18), el
Espíritu Hermano X, por
la psicografia de
Francisco Cândido
Xavier, nos habla de la
bebida como VENENO
LIBRE. La cobra es
perseguida por todos los
medios, pero el
alcohol...2
En los domingos y
festivos, o en ciertas
horas de la noche, no
conseguimos adquirir
leche o medicamentos,
por no encontrar
panaderías y farmacias
abiertas, pero un bar...
siempre lo hallamos
rápidamente.
Estos hechos corrientes
dicen de la miseria
moral de nuestra
sociedad dicha
“civilizada”.
Otro ejemplo elevado:
para el carnaval hay
recursos inmensos (hasta
gubernamentales, de las
tres esferas), mientras
que para habitaciones,
escuelas y hospitales
escasean los
presupuestos...
Muchos pasan hambre, por
no encontrar quién les
de trabajo o alimentos.
Pero, para que otros
tantos sacien sus
pasiones por las
adicciones, hay siempre
quién les favorezca la
adquisición de la
bebida, del tabaco, del
tóxico. Para el mal, hay
una conveniente
condescendencia. Y quién
no acepta la bebida, el
cigarrillo, está mal
visto e ironizado, como
si los anormales fuesen
los abstemios, los que
cultivan hábitos
saludables, en una
increíble inversión de
valores.
El papel del
materialismo en los
vicios
De ahí los superllenos
en las penitenciarias,
en los sanatorios, en
los hospitales... Además
de la agresión al propio
cuerpo, ocasión de los
accidentes en el
trabajo, en el tráfico;
las enfermedades
crónicas; los malos
ejemplos; las
humillaciones y
sufrimientos atroces; la
deshonra; el
embrutecimiento; las
privaciones propias y de
familiares; la
desestructuración de los
hogares; el abandono del
hogar, de los hijos; la
pérdida del empleo, si
es empleado; la
dificultad en obtener
otro trabajo; las
secuelas para los
descendientes (sobre
todo en el caso de las
madres); el elevado
coste para la sociedad;
los robos y los
asesinatos...
Es un rosario
interminable de
angustias. Sin hablar en
el crimen organizado, en
las cuadrillas que se
entre devoran y en los
negocios oscuros que
mueven billones por todo
el mundo, pues el mal es
universal y el hombre es
el mismo en todas
partes.
La dolorosa enumeración
contiene razones
suficientes para que se
eduque el hombre, para
liberarlo de todas las
adicciones que lo
esclavizan al dolor, a
la penuria material y
moral. Y nadie lo hará
por nosotros. Es tarea
de la sociedad como un
todo. Pero a los padres
y a los educadores cabe
la parcela mayor, pues a
ellos compite moldearles
el carácter.
El materialismo favorece
la diseminación de los
vicios, sean por la
ignorancia de las responsabilidades personales e colectivas que generan, sea por el atraso
moral de las
criaturas.
Las consecuencias de ahí
derivadas recaen
sobre
la sociedad
como un
todo,
por muchas generaciones, cobrando elevados costes, sean financiados, sean de dolores
morales inenarrables, no
sólo para las víctimas,
sino para familiares y
amigos.
Muchos de ellos llevan a
la prisión, a la
alcantarilla, a la
muerte prematura, a la
pérdida de la dignidad,
a las tragedias. Pero
todos, sin excepción,
conducen sus víctimas a
la infelicidad, a la
enfermedad, al
sufrimiento, a la
angustia, a la amargura.
Y, casi siempre, a los
familiares, he ahí que
algunos siguen los malos
ejemplos observados.
Hay, en el caso,
un proceso de no
educación, aunque
inconsciente. El egoísmo
de quien busca saciar
sus pasiones no lo deja
percibir los daños que
causa a los
circunstantes.
Cuando el ejemplo viene
de los padres
Hay padres que dan
bebidas a los hijos,
muchos de ellos
alcohólicos en otras
vidas y que volvieron al
campo físico en búsqueda
de regeneración... y son
empujados para la caída,
aún en la infancia, y,
lo que es más grave, por
las manos de aquellos
que se propusieron
recibirlos en el hogar,
para reeducarlos. Y hay
padres que los ponen a
encender cigarros,
viciándolos poco a poco.
Además del mal ejemplo,
el impulso al error.
Los obsesores, que los
quieren perder, para
mantenerlos bajo el
dominio del mal,
cuentan, en esos casos,
con la colaboración de
padres ignorantes o no
vigilantes.
Los padres, en esos
casos, asumen
responsabilidades
gravísimas y pagarán
inmensa cuota de dolores
por esos fallos
clamorosos. Para otros,
la esclavización a la
adicción supera el amor
a los propios hijos:
sabemos de padres que
los privan de alimentos,
para comprar el tabaco o
el aguardiente. Y hay
otros que venden los
alimentos que les son
donados por
instituciones benéficas,
para obtener el recurso
que les satisfagan los
deseos malsanos.
Supimos de un caso en
que los hijitos dormían
en el suelo húmedo,
porque la cama fue
vendida, para saciar la
torpeza de los padres.
Cuántos móviles
recibieron, cuantos
vendían, para el mismo
fin. Y los niños, en el
suelo mojado, sujetos a
las enfermedades y al
ataque de gusanos y de
otros insectos.
Los Espíritus nos
advierten y orientan en
muchas obras, en las
cuales se narra el
trabajo de socorro que
desarrollan en favor de
los sufridores.
Algunos pasajes:
HEREDITARIEDAD:
“El
dipsómano no adquiere el
hábito desajustado de
los padres, pero sí,
casi siempre, él mismo
ya se confiaba a la
adicción del alcohol,
antes de renacer. Y hay
bebedores desencarnados
que se adhieren a
aquellos que se hacen
instrumentos de ellos
mismos.”
3
RECUPERACIÓN:
En la cuestión 909 de
“El Libro de los
Espíritus”, Allan Kardec
propone a los Espíritus:
“¿Podría siempre el
hombre, por sus
esfuerzos, vencer sus
malas inclinaciones?
– Sí, y,
frecuentemente, haciendo
esfuerzos muy
insignificantes.
Lo que le falta es la
voluntad. ¡Ah! “¡cuán
pocos de entre vosotros
hacen esfuerzos!”
(Negritas).
Y en la cuestión 913:
“(...) Estudiad todas
las adicciones y veréis
que en el fondo de todos
existe egoísmo. Por más
que luchéis contra
ellos, no llegaréis a
extirparlos mientras no
los ataquéis por la
raíz, mientras no les
hayáis destruido la
causa. Que todos
vuestros esfuerzos
tiendan para ese fin,
porque en él se
encuentra la verdadera
llaga de la sociedad
“4
André Luiz nos informa
que “(...) el alcohol
(...) embriaga y
aniquila los centros de
la vida física.” 5
Y añade que la
Naturaleza vaciará el
cáliz de las ilusiones
de las criaturas, pues
hay mil procesos de
reajuste para todos: la
aflicción, el
desencanto, el
cansancio, el tedio, el
sufrimiento, la cárcel y
otros.
Cuando no surten
efectos, hay “la prisión
regeneradora”: “Hay
dolorosas
reencarnaciones que
significan tremenda
lucha expiatoria para
las almas necrosadas en
la adicción. Tenemos,
por ejemplo, el
mongolismo, la
hidrocefalia, la
parálisis, la ceguera,
la epilepsia secundaria,
el idiotismo, el
invalido de nacimiento y
muchos otros recursos,
angustiosos, pero
necesarios, y que pueden
funcionar, en beneficio
de la mente
desequilibrada, desde la
cuna, en plena fase
infantil. En la mayoría
de las veces, semejantes
procesos de cura
prodigan buenos
resultados por las
pruebas obligatorias que
ofrecen (...)”
VICIOS Y OBSESIÓN:
Desencarnados, esclavos
de los más variados
tóxicos, sacian sus
deseos a través de los
encarnados,
vampirizándolos, cuando
estos creen que están
bebiendo, a fumar, o a
usar drogas sólo para
sí. Lo hacen para
multitudes invisibles a
nuestros ojos: “Junto
a fumadores y bebedores
inveterados, criaturas
desencarnadas de triste
aspecto se demoraban
expectantes. Algunos
sorbían las bocanadas de
tabaco echadas al aire
(...) Otras aspiraban el
hálito de alcohólicos
impenitentes.”
6
FUGA:
Hablando de Espíritus
desencarnados
perturbadores que
vampirizam las criaturas
invigilantes que se
entregan a las más
extravagantes pasiones y
vicios, André Luiz
registra lo que dice el
mentor Calderaro:
“¿En cuanto a estos
infortunados, que hacer
sino recomendarlos al
Divino Poder? Intentan
igualmente la fuga
imposible de sí mismos.
Alucinados, sólo aplazan
el terrible minuto de
auto reconocimiento, que
llega siempre, cuando
menos esperan, a través
de los mil procesos del
dolor, agotados los
recursos del amor
divino, que el Supremo
Padre nos ofrece a
todos. La mente de ellos
también está apegada a
los instintos
primitivos, y, frágiles
y dudosos, recelan la
responsabilidad del
trabajo de la
regeneración.”
7
“Delante de los propios
conflictos, no intente
beber o doparse,
buscando huir de la
propia mente, porque de
toda ausencia indebida
usted volverá a los
estragos o necesidades
que haya creado en el
mundo íntimo, a fin de
sanarlos.”
8
(Destacamos.)
La oración y su
importancia
El consumo de drogas
asume proporciones
gigantescas, los días
actuales. La adicción
enorme tanto en países
ricos como en los
pobres; en medio de las
más diversas capas
sociales. Parece no
haber fronteras para el
mal, que moviliza
recursos grandes, en
todo el mundo. La
insensatez y la osadía
de traficantes no tienen
límites.
Diariamente periódicos e
informativos de la
televisión centran sus
acciones y las de la
policía. Y a esa
tragedia humana, vino a
sumarse el Sida.
Sólo la concienciación,
sobre todo de los
jóvenes, podrá
liberarlos de ese
flagelo, mal
aparentemente indomable.
La oración es otro medio
eficaz, aunque lento –
en la evaluación de
nuestro inmediatismo –
para la cura de todas
las adicciones. No sólo
beneficia las víctimas,
como fortalece las
familias, sea
concediéndoles
paciencia, sea
inspirándolas en los
caminos a continuación,
el día a día, para que
se hagan sostén de los
caídos, a ellos
vinculados.
En el libro “Voces del
Gran Más Allá”, en el
capítulo titulado
Alcohólico, un
Espíritu compara el
alcoholismo a un
incendio devastador y da
su testimonio de las
tragedias que vivió, de
los sufrimientos que
experimenta en la propia
recuperación, y habla de
las plegarias, recursos
extraordinarios que le
permitieron despertar
para la vida:
“(...) hasta que
manos fraternas me
trajeron a la bendición
de la oración (...)
(...) por los talentos
de la plegaria, me
aplacaron la sed,
ofreciéndome agua pura
(...)”.
Y dice aún:
(...) os ofrezco el
triste ejemplo de mi
caso particular para
escarmiento de aquellos
que comienzan de copa a
copa, en el aperitivo
inocente, en la hora de
recreo o en la noche
festiva, descendiendo
desprevenidos para el
desequilibrio y para la
muerte (...)”
9
El Evangelio en el Hogar
es otro recurso valioso
El estudio del Evangelio
en el Hogar es un
recurso importante en
esa campaña en favor de
la libertad espiritual,
por los reconocidos
beneficios que de él
resultan para Espíritus
de los dos planos de la
vida. A él se debe sumar
otras acciones que
busquen recuperar a los
caídos.
La acción educativa y
moralizadora que la
Doctrina Espírita puede
ejercer sobre las
familias, máxime sobre
la juventud, es
instrumento liberador
que está en las manos
del Movimiento Espírita.
Y el Centro Espírita,
como célula viva de ese
movimiento, detiene la
parcela mayor de esas
responsabilidades. Y a
nosotros, que mucho
hemos sido beneficiados
por esa Doctrina de
Amor, nos cabe una
actitud vigilante de
esclarecimiento
permanente a la
comunidad, sobre todo de
la juventud, además de
apoyar las familias que
ya sufran los efectos
maléficos de todas las
drogas.
Esa tragedia que ahora
envuelve la parcela
elevada de los Espíritus
vinculados a la Tierra
es fruto de la polución
invisible a los ojos
desatentos, provocada
por mentes enfermas de
encarnados y
desencarnados, a prender
en sus horribles
tentáculos criaturas
invigilantes,
inconscientes de los
efectos perversos de sus
acciones,
sobre todo del elevado
precio a pagar, en el
largo camino de la
vuelta al reequilibrio,
que un día, pronto o
tarde, a costa de muchas
lágrimas, tendrán todos
que recorrer.
Referências
bibliográficas:
1.
Repositório
de
Sabedoria,
do
livro
Após a Tempestade,
Joanna de
Ângelis/Divaldo P.
Franco,
57, 1ª ed.
Livraria
Espírita
Alvorada, Salvador, 1980.
2.
Cartas
e
Crônicas,
Irmão
X/Francisco C. Xavier,
7ª ed. FEB,
Rio, 1988.
3.
Entre
a
Terra e o
Céu,
André Luiz/Francisco C.
Xavier, pág. 78, 6ª ed.
FEB,
Rio, 1978.
4. O
Livro
dos
Espíritos,
Allan Kardec, 50ª ed.
FEB,
Rio, 1980;
5.
Missionários
da
Luz,
André Luiz/Francisco C.
Xavier, pág. 102, 12 ed.
FEB,
Rio, 1979.
6.
Nos Domínios da Mediunidade, André Luiz/Francisco C.
Xavier, págs. 139/40 e
138, 9ª ed., FEB,
Rio, 1979.
7. No
Mundo
Maior, André Luiz/Francisco C. Xavier,
pág. 195, 8ª ed. FEB,
Rio, 1979.
8.
Coragem, André
Luiz/Francisco C.
Xavier, pág. 52, 19ª ed.
CEC, Uberaba, 1990.
9.
Vozes
do
Grande
Além,
Diversos
Espíritos/Francisco
C.Xavier, pág. 125, 2ª
ed. FEB,
Rio, 1974.
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