En la actualidad, hay un
grupo considerable de
personas que aún no
descubrieron el
verdadero sentido de la
vida y, por
consecuencia, viven por
vivir, sin cualquier
meta moral, unos
buscando incesantemente
el placer y el goce,
mientras otros derrapan
en el conflicto del
vacío existencial, que
buscan anestesiar con el
uso de sustancias
entorpecedoras, cuando
no buscan el suicidio
directo.
Con el objetivo de
esclarecernos sobre esa
cuestión, el eminente
codificador Allan Kardec
indaga a los Espíritus
superiores acerca del
objetivo de la
encarnación y estos
responden que Dios la
impone con la finalidad
de hacer que la criatura
humana llegue a la
perfección (cuestión
132 de El Libro de los
Espíritus).
De esa forma, pasamos a
entender que la vida en
el cuerpo tiene un
carácter educativo,
buscando el progreso
intelecto-moral, ¿pero
cómo evaluar si hemos
efectivamente realizado
ese crecimiento
espiritual?
Allan Kardec, revelando
su pedagogía
incomparable, explora
ese punto al preguntar,
en la cuestión 918 de
El Libro de los
Espíritus, sobre las
señales por las cuales
se puede sopesar el
progreso real.
La segunda parte de la
respuesta se refiere al
progreso intelectual,
que es más fácil de ser
concretado, por cuanto
basta la lectura para
que el aprendizaje se
haga casi
instantáneamente. Las
obras espíritas
facilitan esa
comprensión de la vida
espiritual, a inducirnos
a la práctica de la
primera parte de la
respuesta, que dice
respecto al progreso
moral.
Ajustar o renovar
nuestra conducta diaria
a la práctica de la ley
de Dios, cuyo
mandamiento mayor es el
amor, es el gran desafío
de nuestras vidas.
El benefactor espiritual
Camilo, por intermedio
del médium Raul
Teixeira, en la obra
“Educación y Vivencias”,
nos apunta los
comportamientos
cristianos a ser
ejercitados en los
variados segmentos de la
vida humana, que
derivará de nuestra
auto-educación.
De contenido semejante,
tenemos aún el libro
“Conducta Espírita”,
dictado por el Espíritu
André Luiz al médium
Waldo Vieira, de forma
que en este artículo
buscaremos explorar las
notables lecciones de
ambas obras, con el
cincel del
perfeccionamiento de
nuestras conductas en
las lides diarias, que
deberán componer la
práctica de la ley de
Dios.
Notaremos que en todas
las situaciones de lo
cotidiano podremos
actuar de este lado de
lo esperado, dentro de
los patrones de
normalidad, o haciendo
lo extraordinario, a
revelar nuestro
propósito cristiano,
teniendo a Jesús como
modelo y guía de
nuestras vidas.
En la cuestión ambiental
Innegablemente, hay
Espíritus que reencarnan
con relevantes misiones
en el campo de la
ecología, a fin de
llamar la atención de la
criatura humana acerca
de la importancia de la
preservación de la
naturaleza en todos sus
aspectos.
Hay individuos que
despiertan en sí ese
compromiso con la
ecología, mas hay
aquellos que continuarán
agrediendo el
medio-ambiente, tirando
desechos y objetos en
los ríos y océanos,
tirando papeles e basura
en la vía pública,
emitiendo gases e
vapores que polucionan
el aire.
Hay actos de grande y
pequeño porte que
afrontan el equilibrio
ecológico. ¿Será que
hemos ayudado a
conservar la naturaleza?
¿Será que no hemos
desperdiciado agua
potable en la hora del
baño o en las limpiezas
de nuestras casas? ¿Será
que no tiramos papel en
la vía pública? ¿Hemos
contribuido para el
reciclaje y la
reutilización de algunos
productos?
El benefactor Camilo nos
advierte para los
contrasentidos habidos
en esa área, porque hay
muchos defensores de la
ecología que se
intoxican con bebidas
alcohólicas y
cigarrillos, olvidando
que el cuerpo físico
también es obra de Dios
y merece todos los
cuidados.
También hay aquellos que
se abrazan a los árboles
y a los animales en
extinción para evitar su
destrucción, pero son
incapaces de abrazar al
prójimo y, algunas
veces, andan con las
relaciones complicadas
con los padres o con los
hermanos consanguíneos,
no teniendo coraje de
abrazarlos.
Hay otros idealista de
la ecología que, movidos
por pasiones neuróticas,
utilizan
comportamientos
agresivos y chulos
(quedan desnudos, por
ejemplo) para promover
la defensa de sus
ideales.
El espíritu de Camilo
aún nos habla de la
polución psíquica,
porque con nuestros
pensamientos de mala
calidad (odio, envidia,
comodismo, calumnia,
libido descontrolada
etc.) impregnamos el
ambiente en que andamos
con vibraciones
asquerosas y groseras,
que interferirán
negativamente en la vida
de aquellos que conviven
con nosotros y que
entran en sintonía con
esas energías
deletéreas.
Veamos la
responsabilidad que
tenemos en el sentido de
colaborar para el
ambiente psíquico de
nuestro hogar, del lugar
de trabajo, del templo
religioso o de otros que
frecuentamos.
Educación para el
trabajo:
Lamentablemente, muchos
aún creen que el trabajo
es un castigo por el
hecho de Dios haber
castigado a Adán a
conseguir el sustento
con el propio sudor, de
tal suerte que
diariamente se mueven
para sus lugares de
trabajo en profunda
monotonía y sin alegría,
lo que, obviamente,
compromete la calidad
del trabajo a ser
ejecutados, así como la
relación con los demás
compañeros.
Tenemos que entender que
trabajo no es sólo
oportunidad de
remuneración para el
auto-sustento, sino
busca también nuestro
crecimiento espiritual y
propicia el bienestar
social.
Con esa visión,
deberemos llevar para el
ambiente profesional
nuestro ideal de
cooperación, la
jovialidad y la
gratitud, lo que
contribuirá para la
buena vibración del
lugar. Infelizmente,
tenemos patrones que
exploran a los empleados
porque exorbitan en los
logros y los tratan con
rudeza, así como tenemos
empleados que
fingen que trabajan,
cogen licencias médicas
indebidas, no cooperan
con el compañero que
está sobrecargado de
servicio, por lo tanto,
muchos de nosotros
estamos haciendo lo
vulgar en detrimento de
lo extraordinario.
Vendemos productos que
sabemos de mala calidad,
hacemos servicios con el
objetivo de engañar el
consumidor
(intercambiamos piezas
sin necesidad o
usurpamos piezas sin
problemas,
sustituyéndolas por
otras defectuosas),
ganamos dinero
deshonestamente, no nos
preocupamos con las
luchas personales de los
compañeros de trabajo y
somos incapaces de dar
un poco de nuestro
tiempo para oírlos y
consolarlos.
Camilo afirma que cada
profesión en el mundo
guarda el compromiso de
forjar el bien y el
progreso de los grupos
humanos, gane mucho o
poco, y producirá para
ser útil, para la
victoria de la
honestidad y del bien.
Hacer lo extraordinario
será trabajar con
inmensa alegría y
realizar lo mejor, no
olvidándonos de la
ayuda, en todos los
sentidos, a ser
dispensada en favor de
aquellos que trabajan
con nosotros y de las
personas que frecuentan
nuestro lugar de
trabajo.
Hábitos nocivos:
El guía espiritual
Camilo nos invita a
reflexionar sobre
algunos actos simples y
rutinarios de la vida
cotidiana, pero
raramente paramos para
evaluar y acabamos por
cometer deslices que
comprometen nuestra
salud y equilibrio.
Nos habla sobre la
comida, pues muchos
individuos, al
alimentarse, realizan
otras tareas, tales como
asistir a la televisión,
hablar mal de los otros,
subir vídeos a internet,
manosear el aparato
móvil u otros
equipamientos modernos,
de forma que estropean
la digestión, habiendo
el riesgo de pasar mal.
Ocurriendo así, tenemos
el hábito de protestar
de la alimentación,
diciendo que el alimento
no estaba bueno o no fue
debidamente preparado.
Otro hábito nocivo dice
respecto a la
defecación, pues muchos
llevan revistas y
aparatos tecnológicos
modernos para el baño,
siendo que esa
distracción podrá
generar problemas de
flatulencia, vientre
apretado, hemorroides y
otros.
Tenemos que tener la
noción de que el
psiquismo influencia los
procesos biológicos del
cuerpo físico, de entre
ellos la digestión y la
defecación, de tal
suerte que no deberíamos
amontonar la mente con
distracciones
descartables, a fin de
que esos fenómenos
automáticos puedan darse
en clima de equilibrio,
bajo la influencia
vibratoria saludable del
Espíritu.
No podemos dejar de
citar la cuestión del
acto de hablar, una vez
que muchas criaturas
humanas se expresan
verbalmente de forma
descompensada, sin
puntuación, no
permitiendo que el otro
emita su opinión.
Aquellos que así
proceden se creen dueños
de la verdad,
desdiciendo o mofándose
de las ideas ajenas,
identificando defectos
en todo lo que no fue
elaborado por sus manos,
cuando no es raro se
ponen a hablar de sí,
durante todo el tiempo y
a cualquier pretexto.
Pensemos a ese respecto,
siendo que Camilo afirma
que “Son muchos los
hábitos indebidos e
incluso nocivos que
forman parte de muchas
vidas”.
Homosexualidad:
En la actualidad, vemos
incontables conductas
homo-fóbicas a revelar
nuestro nivel primario.
Cuántos compañeros
homosexuales son
víctimas de la
incomprensión y de la
agresividad ajena,
siendo que, aún en la
Casa Espírita, son
alejados de los trabajos
de pase y del grupo
mediúmnico, demostrando
que los dirigentes no
comprendieron la
cuestión en sí misma y
el precepto evangélico
de la fraternidad.
Muchos compañeros
espíritas, de forma
equivocada, afirman que
la homosexualidad es
obsesión, imperfección
moral o enfermedad. En
la sociedad, el
homosexual es excluido y
víctima de agresiones de
portes variados.
Diversos artículos ya
fueron escritos sobre
ese tema, que solamente
la reencarnación
consigue explicar.
Acordémonos de la frase
del Espíritu de Vianna
de Carvalho, en la obra
“Actualidad del
Pensamiento Espírita”,
en el sentido de que la
homosexualidad es una
experiencia natural de
la evolución.
No se trata de estimular
la homosexualidad, sino
de entender ese hecho, a
fin de que nuestras
actitudes en relación a
los homosexuales puedan
ser de respeto y de
cordialidad.
Además, el problema no
es de la elección
sexual, sino del
carácter del individuo,
porque tenemos muchos
heterosexuales que se
comprometen con la
libido descontrolada y
con el descontrol de las
pasiones, así como hay
homosexuales que son
extremadamente amorosos,
educados, sin ninguna
extravagancia en el acto
de vestir y de
arreglarse, de tal
suerte que son
verdaderos cristianos.
Siendo así, deberemos
evitar las actitudes de
prejuicio y exclusión
social, demostrando
nuestra vinculación con
Cristo, que, en ninguna
hipótesis, dejó de
convivir con las
personas, incluso
aquellas que eran
despreciadas en su
época. (Este artículo
será concluido en la
próxima edición de esta
revista.)
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