Continuamos con el
estudio metódico de “El
Libro de los Médiums”,
de Allan Kardec, la
segunda de las obras que
componen el Pentateuco
Kardeciano, cuya primera
edición fue publicada en
1861. Las respuestas a
las preguntas sugeridas
para debatir se
encuentran al final del
texto.
Preguntas para debatir
A. Cuando
un piano suena sin el
contacto de ninguna
persona, ¿es el Espíritu
el que presiona el
teclado para obtener los
sonidos?
B. ¿Cómo
fueron descubiertos
otros medios de
comunicación con los
Espíritus?
C. ¿Cómo
se explica el fenómeno
de la levitación?
D. La
densidad del
periespíritu ¿varía de
persona a persona?
Texto para la lectura
81. El
Espíritu de Erasto,
ex-discípulo de San
Pablo, al hablar al
respecto del fenómeno de
los aportes o
transporte, esclareció
que para obtener
fenómenos de ese orden
es necesario contar con
médiums sensitivos,
es decir, dotados del
más alto grado de las
facultades mediúmnicas
de expansión y
penetrabilidad, porque
el sistema nervioso de
estos médiums,
fácilmente excitable,
les permite, por medio
de ciertas vibraciones,
proyectar a su alrededor
con profusión su fluido
animalizado. (Ítem 98)
82. Si el
concurso de varios
médiums bien dotados
facilita la realización
de los fenómenos de
tangibilidad, de golpes
y de levitación, con el
fenómeno de transporte
sucede algo diferente.
De la producción de
aquellos fenómenos a la
obtención del fenómeno
de los aportes o
transporte hay una gran
distancia, porque en
este caso el trabajo del
Espíritu no sólo es más
complejo, más difícil,
sino también sucede que
el Espíritu sólo puede
operar por medio de un
solo aparato mediúmnico,
esto es, que varios
médiums no pueden
concurrir
simultáneamente a la
producción del mismo
fenómeno. (Ítem 98)
83. La
presencia de ciertas
personas antipáticas al
Espíritu que opera ese
fenómeno estorba
radicalmente su
operación. Además, los
aportes o transportes
necesitan siempre de una
mayor concentración y al
mismo tiempo de una
mayor difusión de
ciertos fluidos, que
sólo pueden ser
obtenidos con médiums
bien dotados, los cuales
tienen el aparato
electromediúmnico
mejor condicionado.
(Ítem 98)
84. Es
necesario que entre el
Espíritu y el médium
influenciado exista una
cierta afinidad, una
cierta analogía, una
cierta semejanza, que
permita a la parte
expansible del fluido
del periespíritu del
encarnado mezclarse,
unirse y combinarse con
el del Espíritu que
quiere ejecutar el
aporte o transporte.
Esta fusión debe ser tal
que la fuerza resultante
se convierta, por así
decirlo, en una. (Ítem
98)
85.
Erasto dice, entonces,
que hay un elemento que
sólo el encarnado posee,
que es fundamental para
los fenómenos
mediúmnicos: el
fluido vital, del
que el Espíritu que
opera está obligado a
impregnarse. Es
solamente así que puede,
por medio de ciertas
propiedades del
ambiente, aislar, volver
visibles y hacer que se
muevan algunos objetos y
los mismos encarnados.
(Ítem 98)
86.
Mantengamos por regla
general que los
fenómenos espíritas no
son realizados para ser
ofrecidos como un
espectáculo para
divertir a los curiosos.
Si algunos Espíritus se
prestan a esta suerte de
cosas, no puede ser sino
para fenómenos
sencillos, y no para
aquellos que, como los
aportes o transportes y
otros semejantes, exigen
condiciones
excepcionales. Muchos
dirán que tales
fenómenos son útiles
para convencer a los
incrédulos. Erasto, sin
embargo, recomienda:
“Hablen al corazón; es
por ahí que lograrán el
mayor número de
conversiones serias”.
(Ítem 98)
87. Si es
absurdo rechazar de modo
sistemático todos los
fenómenos de ultratumba
–nos recuerda Erasto -,
tampoco es sensato
aceptarlos todos
ciegamente. Cuando un
fenómeno de
tangibilidad, aparición,
visibilidad o de aporte
se manifiesta
espontáneamente y de
manera instantánea,
acéptenlo, pero no
acepten nada ciegamente;
que cada hecho sea
sometido a un examen
minucioso, profundo y
severo; porque el
Espiritismo no tiene
nada que ganar con esas
pequeñas manifestaciones
que hábiles
prestidigitadores pueden
imitar. (Ítem 98)
88. El
fenómeno de aporte o
transporte presenta una
particularidad que
destacar: Algunos
médiums sólo lo obtienen
en estado sonambúlico,
lo que se explica
fácilmente. Hay en el
sonámbulo un
desprendimiento natural,
una especie de
aislamiento del Espíritu
y del periespíritu, que
debe facilitar la
combinación de los
fluidos necesarios.
(Ítem 99)
89. Las
personas presentes
influyen en el fenómeno
de aporte o transporte.
Cuando por parte de
ellas hay incredulidad u
oposición, puede
obstaculizar mucho la
producción del fenómeno,
pero no llega a
paralizarla
completamente. (Ítem 99,
pregunta 4)
90. Los
objetos transportados
son sacados de algún
lugar: las flores de los
jardines, los confites
de una tienda
cualquiera. El hecho –
dice Erasto – puede
ocasionar un perjuicio
real a las personas a
quienes pertenezcan
ciertos objetos de
valor, como los anillos,
por ejemplo. (Ítem 99,
7ª pregunta)
Respuestas a las
preguntas propuestas
A. Cuando
un piano suena sin el
contacto de ninguna
persona, ¿es el Espíritu
el que presiona el
teclado para obtener los
sonidos?
Aún
cuando aparecen manos de
Espíritus materializados
sobre las teclas del
piano que suena, el
fenómeno se da como fue
explicado anteriormente.
Cuando el Espíritu pone
los dedos en las teclas,
los posa realmente y
también los mueve, pero
no es la fuerza muscular
la que presiona las
teclas. Él anima las
teclas con una vida
artificial, y ellas
obedecen a su voluntad,
moviéndose y tocando las
cuerdas del piano. Para
animar las teclas, el
Espíritu se vale de
parte del fluido
universal combinado con
el fluido animalizado
del médium.
(El Libro
de los Médiums, ítem 74,
párrafo 24.)
B. ¿Cómo
fueron descubiertos
otros medios de
comunicación con los
Espíritus?
Luego de
los primeros fenómenos
mediúmnicos observados a
partir de 1848 en
América del Norte,
conocidos como los
“raps” (ruidos
provocados por los
Espíritus comunicantes
en el piso, el techo,
las paredes y los
muebles), se perfeccionó
el arte de la
comunicación por golpes
alfabéticos, que era un
medio muy lento. Los
Espíritus indicaron
después otros medios a
los cuales les debemos
el procedimiento de las
comunicaciones escritas.
Las primeras
manifestaciones de este
género tuvieron lugar
adaptándose un lápiz a
la pata de una mesa
liviana colocada sobre
una hoja de papel. Este
medio se simplificó
sucesivamente valiéndose
de mesitas del tamaño de
la mano, luego de
canastitas, de cajitas
de cartón y, finalmente,
de tablas simples y
pequeñitas. La escritura
era tan fluida, tan
rápida y tan fácil como
con la mano. Más tarde,
se reconoció que todos
esos objetos podrían ser
prescindibles y el
médium pasó a tomar
directamente el lápiz.
He aquí la psicografía.
(Obra
citada, ítem 71)
C. ¿Cómo
se explica el fenómeno
de la levitación?
Cuando un
objeto es puesto en
movimiento, transportado
o lanzado al aire, no es
el Espíritu el que lo
toma, empuja o levanta,
como lo hacemos con las
manos. Él lo satura o
impregna, por así decir,
de un fluido combinado
con el fluido del médium
y el objeto, vivificado
así momentáneamente,
actúa como lo haría un
ser viviente, con la
diferencia de que, no
teniendo voluntad
propia, sigue el impulso
de la voluntad del
Espíritu. Si por el
medio indicado el
Espíritu puede levantar
una mesa, puede levantar
cualquier cosa; un
sillón, por ejemplo. Si
puede levantar un
sillón, puede también
con una fuerza fluídica
suficiente, levantar al
mismo tiempo a una
persona sentada encima.
He aquí la explicación
del fenómeno producido
por Daniel Home y por
Mirabelli, una centena
de veces, consigo y con
otras personas. Home lo
repitió cierta vez en un
viaje a Londres y para
probar que sus
espectadores no eran
víctimas de una ilusión,
hizo en el techo una
marca con un lápiz,
mientras levitaba sobre
las personas.
(Obra
citada, ítems 77 a 80.)
D. La
densidad del
periespíritu ¿varía de
persona a persona?
La
densidad del
periespíritu varía según
el estado de los mundos
y varía también, en un
mismo mundo, según los
individuos. En los
Espíritus adelantados
moralmente, es más sutil
y se acerca al
periespíritu de los
Espíritus elevados. En
los Espíritus
inferiores, al
contrario, se aproxima a
la materia grosera, y
esto hace que esos
Espíritus de baja
categoría conserven por
tanto tiempo las
ilusiones de la vida
terrestre: piensan y
actúan como si
estuviesen todavía
encarnados, tienen los
mismos deseos y, podemos
decir, la misma
sensualidad. Esta
materialidad del
periespíritu, dándoles
más afinidad con la
materia, hace a los
Espíritus inferiores más
apropiados para las
manifestaciones físicas.
(Obra citada, ítem
74, párrafo 12)
|