Consultado acerca de lo
que la Doctrina Espírita
dice sobre la
Astrología, fuimos a la
investigación y
levantamos algunos
puntos sobre este
asunto.
Debemos, ante todo,
saber lo que significa
este término. Recurrimos
a la Enciclopedia
Encarta que trae lo
siguiente:
Astrología,
disciplina que observa,
analiza y estudia las
posiciones y movimientos
de los astros,
relacionándolos con
fenómenos ocurridos en
la Tierra. Los
astrólogos afirman que
la posición de los
astros en la hora exacta
del nacimiento de las
personas — además de los
movimientos astrales
posteriores — influyen
en el carácter y destino
de los seres humanos.
Los científicos niegan
los principios de la
astrología, pero
millones de personas
creen y la practican.
Los astrólogos hacen
mapas astrales, también
llamados horóscopos,
localizando la posición
de los astros en un
momento determinado. En
el mapa astral se
encuentra la eclíptica —
trayectoria aparente del
sol, a través del cielo,
durante el año — con las
doce casas de los signos
del zodíaco: Aries,
Tauro, Géminis, Cáncer,
Leo, Virgo, Libra,
Escorpión, Sagitario,
Capricornio, Acuario y
Piscis. A cada
planeta (incluyendo el
Sol y la Luna) se
prestan características,
dependiendo del lugar de
la elíptica y del
momento en que el
horóscopo es hecho. El
horóscopo también se
divide en doce casas,
relativas a las 24 horas
gastadas por la Tierra
para dar una vuelta
completa en torno a su
eje. Cada una de estas
casas se relaciona con
situaciones de la vida.
Los astrólogos hacen sus
previsiones
interpretando la
posición de los astros
dentro de los signos y
de las casas del
horóscopo.
Sabiendo lo que es la
Astrología podemos ver,
ahora, lo que sobre ella
encontramos en la
Codificación Espírita.
Vamos, inicialmente, a
ver lo que tenemos en
El Libro de los
Espíritus (KARDEC,
1987, p. 326-332),
primera obra publicada
por Kardec:
867 – De dónde viene la
expresión: ¿Nacer
bajo una feliz estrella?
- Vieja superstición
que conectaba las
estrellas al destino de
cada hombre;
alegoría que ciertas
personas tienen la
tontería de tomar al pie
de la letra.
Así, la respuesta de los
Espíritus Superiores a
Kardec coloca la
influencia de los astros
simplemente como mera
superstición.
El conocimiento del
futuro no es dado al
hombre penetrar
859b – ¿Hay hechos que,
forzosamente, deban
ocurrir y que la
voluntad de los
Espíritus no pueda
evitar?
- Sí, pero tú, cuando en
estado de Espíritu,
viste y presentiste, al
hacer tu elección. Sin
embargo no creáis que
todo lo que ocurre esté
escrito, como se dice.
Un acontecimiento es,
frecuentemente, la
consecuencia de una cosa
que hiciste por un acto
de tu libre voluntad, de
tal suerte que si no
hubieras hecho esa cosa,
el acontecimiento no
ocurriría. Si te quemas
el dedo, eso no es nada;
es el resultado de tu
imprudencia y la
consecuencia de la
materia. No hay sino los
grandes dolores, los
acontecimientos
importantes que pueden
influir sobre lo moral,
que son previstos por
Dios, porque son útiles
a tu depuración y a tu
instrucción.
Comprendemos, entonces,
que ciertos
acontecimientos ocurren
en nuestra vida como
consecuencia de actos
que nosotros mismos
practicamos. Si existe
alguna influencia, es
por cuenta de nuestras
acciones y no de los
astros. Además de que,
las acciones son
totalmente individuales,
mientras que la que
quieren decir que los
astros
poseen es colectivo,
pues alcanza miles de
personas a la vez. Por
otro lado, ¿dónde
quedaría nuestro libre
albedrío si todo para
nosotros estuviera
predeterminado por los
astros?
860 – El hombre, por su
voluntad y por sus
actos, ¿puede hacer que
los acontecimientos que
deberían ocurrir no
ocurran, y viceversa?
- Él lo puede, desde
que ese desvío aparente
pueda armonizarse con
la vida que escogió.
Además, para hacer el
bien, como el debe ser,
y como eso es el único
objetivo de la vida,
puede impedir el mal,
sobre todo aquel que
podría contribuir para
un mal mayor.
Queda claro que si
podemos cambiar algún
acontecimiento es porque
él no es fatal o un
destino riguroso, que
debemos cumplir o
soportar. En virtud de
eso, no tiene él cómo
estar definido por
posición o influencia de
los astros.
868 – ¿El futuro puede
ser revelado al hombre?
- En principio, el
futuro le es oculto y no
es sino en casos raros y
excepcionales que Dios
permite la revelación.
Si nuestro futuro
estuviera determinado
por la posición de los
astros, ya no sería caso
raro y excepcional,
quedando, por lo tanto,
en contradicción con la
respuesta de los
Espíritus.
La fatalidad es, de
hecho, resultado de la
elección que hizo el
Espíritu
869 – ¿Con qué objetivo
el futuro está oculto al
hombre?
- Si el hombre
conociera el futuro,
descuidaría el presente
y no actuaría con la
misma libertad, porque
sería dominado por el
pensamiento de que, si
una cosa debe ocurrir,
no tendría que ocuparse
de ella, o entonces,
buscaría dificultarla.
Dios no quiso que fuera
así, a fin de que
cada uno concursara para
la realización de las
cosas, aún a las cuales
les gustaría de
oponerse. Así, tú mismo,
frecuentemente,
preparas, sin desconfiar
de eso, los
acontecimientos que
sobrevivirán en el curso
de tu vida.
Es esta la explicación
de los Espíritus por qué
el futuro no nos es
revelado. La muerte es
un hecho que ocurrirá a
todos nosotros, quiere
decir, que todos
nosotros conocemos ese
hecho futuro; sin
embargo nadie se prepara
para él; así confirma lo
que dijeron los
Espíritus a Kardec.
851 – ¿Hay una fatalidad
en los acontecimientos
de la vida, según el
sentido conectado a esa
palabra, quiere decir,
todos los
acontecimientos son
predeterminados? ¿En ese
caso, en qué se vuelve
el libre albedrío?
- La fatalidad no
existe sino por la
elección que hizo el
Espíritu,
encarnándose, de
soportar tal o tal
prueba. Escogiendo, él
se
hace una especie de
destino que es la
consecuencia misma de la
posición en que se
encuentra. Hablo de las
pruebas físicas, porque
para lo que es prueba
moral y tentaciones, el
Espíritu, conservando su
libre albedrío sobre el
bien y sobre el mal, es
siempre señor de ceder o
resistir. Un buen
Espíritu, viéndolo
flaquear, puede venir en
su ayuda, pero no
puede influir
sobre él de manera a
dominar su voluntad.
Un Espíritu malo, quiere
decir, inferior,
mostrándole,
exagerándole un peligro
físico, puede sacudirlo
y asustarlo; pero la
voluntad del Espíritu
encarnado no queda menos
libre de todos los
obstáculos.
¿Si un Espíritu bueno no
puede influir de manera
a dominar la voluntad de
alguien, cómo un astro
podría? Y si la
fatalidad existe sólo
por lo que nosotros
escogemos, ¿dónde entra
la influencia de los
astros?
852 – Hay personas que
una fatalidad parece
perseguir
independientemente de su
manera de actuar; ¿la
infelicidad no está en
su destino?
- Puede ser que sean
pruebas que ellas deben
soportar y que
escogieron. Pero,
aún una vez, vosotros
achacáis al destino lo
que no es, lo que a
menudo no es más que una
consecuencia de vuestra
propia falta. Cuando te
aflijan los males,
procura que tu
conciencia esté pura, y
estará medio consolado
en parte.
Las llamadas
constelaciones son
agregados aparentes, no
reales
Nuevamente confirmando
que lo que queremos
denominar como destino
es sólo un reflejo de
nuestras acciones y no
por cualquier otro tipo
de influencia.
En La Génesis,
última obra publicada
por Kardec, iremos a
encontrar algunas
consideraciones que
sirven a nuestro
estudio:
Los grupos que tomaron
el nombre de
constelaciones
más no son que agregados
aparentes, causados por
la distancia; sus
figuras no pasan de
efectos de perspectiva,
como las que las luces
esparcidas por una vasta
llanura, o los árboles
de una selva forman, a
los ojos de quienes las
observa colocado en un
punto fijo.
En la realidad, sin
embargo, tales
agrupaciones no existen.
Si nos pudiéramos
transportar para la
reunión de una de esas
constelaciones, a medida
que nos aproximáramos a
ella, su forma se
desharía y nuevos grupos
se nos diseñarían a la
vista.
Ahora, no existiendo
esas agrupaciones sino
en la apariencia, es
ilusoria la
significación que una
supersticiosa creencia
vulgar le atribuye y
solamente en la
imaginación puede
existir.
Para distinguirse las
constelaciones, se les
dieron nombres como
estos: Leo, Tauro,
Géminis, Virgo, Libra,
Capricornio, Cáncer,
Orión, Hércules, Osa
mayor o Carro de David,
Osa Menor, Lira, etc.,
y, para
representarlas,
atribuyéndoles las
formas que esos nombres
recuerdan, fantasiosas
en su mayoría y, en
ningún caso, guardando
cualquier relación con
los grupos de estrellas
así llamados. Fuera,
pues, es inútil buscar
en el cielo tales
formas.
La creencia en la
influencia de las
constelaciones, sobre
todo de las que
constituyen los doce
signos del zodíaco,
provino de la idea
conectada a los nombres
que ellas traen.
Si a la que se llama leo
fuera dado el nombre de
asno o de oveja,
ciertamente le habrían
atribuido otra
influencia.
(KARDEC, 1995, p.
100-101) (grifo
nuestro).
Siendo así las
agrupaciones de
estrellas sólo son
efectos de perspectiva,
no son reales; por lo
tanto, influenciar o
determinar el carácter
de una persona se hace
algo completamente
insensato. Además de
eso, está la cuestión
del movimiento de los
astros, cuya
inestabilidad produce
diferentes
localizaciones de esas
agrupaciones, tomados
como símbolo del
Zodiaco.
Efectos del fenómeno
llamado como procedencia
de los equinoccios
Veamos, por ejemplo, la
cuestión de la precesión
de los equinoccios, en
un análisis de Kardec:
6. - Además de su
movimiento anual en
torno al Sol, origen de
las estaciones, de su
movimiento de rotación
sobre sí misma en 24
horas, origen del día y
de la noche, tiene la
Tierra un tercer
movimiento que se
completa en cerca de
25.000 años, o, más
exactamente, en 25.868
años, y que produce el
fenómeno denominado, en
astronomía, procedencia
de los equinoccios
(cap. V, nº 11). Este
movimiento, que no se
puede explicar en pocas
palabras, sin el auxilio
de figuras y sin una
demostración geométrica,
consiste en una especie
de oscilación circular,
que se ha
comparado a la de un
trompo perdiendo
fuerzas, y por virtud de
la cual el eje de la
Tierra, cambiando de
inclinación, describe un
doble cono, cuyo vértice
está en el centro del
planeta, comprendiendo
las bases de esos conos
la superficie
circunscrita por los
círculos polares, es
decir, una amplitud de
23 y ½ grados
de rayo.
7. - El equinoccio es el
instante en que el Sol,
pasando de un hemisferio
a otro, se encuentra
perpendicular al
ecuador, lo que ocurre
dos veces por año, el 21
de marzo, cuando el Sol
pasa para el hemisferio
boreal, y el 22 de
septiembre, cuando
vuelve al hemisferio
austral.
Pero, a consecuencia del
gradual cambio en la
oblicuidad del eje, lo
que acarrea otro cambio
en la oblicuidad del
ecuador sobre la
eclíptica, el momento
del equinoccio avanza
cada año de algunos
minutos (25 minutos y 7
segundos). A ese avance
es que se dio el nombre
de precedencia de los
equinoccios (del latín
“proecedere”, caminar
para adelante, compuesto
de “proe”,
adelante y “cederé”,
irse).
Con el tiempo, esos
pocos minutos hacen
horas, días, meses y
años, resultando de ahí
que el equinoccio de la
primavera, que ahora
se verifica el mes de
marzo, en un tiempo se
verificará en febrero,
después en enero,
después en diciembre.
Entonces el mes de
diciembre tendrá la
temperatura de marzo y
marzo la de junio y así
por delante, hasta que,
volviendo al mes de
marzo, las cosas se
encontrarán de nuevo en
el estado actual, lo que
se dará al cabo de
25.868 años, para
recomenzar
indefinidamente la misma
revolución. (1)
8. - De ese
movimiento cónico del
eje, resulta que los
polos de la Tierra no
miran constantemente los
mismos puntos del cielo;
que la Estrella Polar no
será Siempre estrella
polar; que los polos
gradualmente se inclinan
más o menos para el Sol
y reciben de él rayos
más o menos directos, de
donde se sigue que
Islandia
y Laponia, por ejemplo,
localizadas bajo el
círculo polar, podrán,
en un tiempo, recibir
rayos solares como si
estuvieran en la latitud
de España y de Italia y
que, en la posición del
extremo opuesto, España
e Italia podrán tener la
temperatura de Islandia
y de Laponia, y así por
delante, cada renovación
del periodo de 25.000
años. (2)
La influencia de los
astros en el complejo
celular del hombre
físico
Si solamente “al cabo de
25.868 años” vuelven al
punto inicial “para
recomenzar
indefinidamente la misma
revolución”, entonces,
dentro de ese periodo,
las agrupaciones se
mueven constantemente.
Ahora, no siendo puntos
fijos, no hay que hablar
que quién nació en la
hora tal de determinado
día
está bajo influencia de
determinado astro, pues
ese movimiento no
permite ninguna
precisión para que
podamos evaluar y
establecer su influencia
sobre el individuo.
Emmanuel, por la
psicografía de Chico
Xavier, nos dice en el
libro El Consolador
(p. 89):
140 – ¿Los astros
influyen igualmente en
la vida del hombre?
- Las antiguas
afirmaciones
astrológicas tienen su
razón de ser. El
campo magnético y las
conjunciones de los
planetas influyen en el
complejo celular del
hombre físico, en su
formación orgánica y en
su nacimiento en la
Tierra: sin embargo,
la existencia planetaria
es sinónimo de lucha. Si
las influencias astrales
no favorecen a
determinadas
criaturas, urge que
estas luchen contra los
elementos perturbadores,
porque, por encima de
todas las verdades
astrológicas, tenemos el
Evangelio, y el
Evangelio nos enseña que
cada cuál recibirá por
sus obras, hallándose
cada hombre bajo las
influencias que merece.
De la respuesta de
Emmanuel concluimos: la
influencia de los astros
existe solamente en el
complejo celular del
hombre físico, o sea, no
existe influencia en el
carácter o en el destino
del hombre, sino
solamente en el físico.
En cuanto a esa
influencia nadie podrá
negar. Si hiciéramos una
investigación,
fatalmente, íbamos a
comprobar
que en las noches de
Luna llena ocurre un
mayor número de partos
en los animales; ahí
también incluimos al
hombre (animal
racional). La influencia
de la luna en las mareas
es otro ejemplo.
No podremos afirmar con
absoluta certeza, pero,
en algunas situaciones,
nuestro comportamiento
podrá sufrir ciertas
alteraciones, tales como
el estado de mal humor o
de tristeza causados por
las condiciones
ambientales, como los
días nubosos o
lluviosos. Pero, todo
indica, que esas
alteraciones no
llegan a punto de
moldear nuestro carácter
o nuestro destino. Si
eso ocurriera,
tendríamos forzosamente
que aceptar que todas
las personas que nacen
un mismo día y horario
serán exactamente
iguales en su carácter y
destino.
141 - ¿Hay influencias
espirituales entre el
ser humano y su nombre,
tanto en la Tierra, como
en el Espacio?
- En la Tierra o en el
plano invisible, tenemos
la simbología sagrada de
las palabras; sin
embargo, el estudio de
esas influencias
requiere un gran volumen
de consideraciones
especializadas y, como
nuestro trabajo humilde
es una apología al
esfuerzo de cada uno,
aún aquí tenemos que
reconocer que cada
hombre recibe las
influencias a que hizo
merecedor, compitiendo a
cada corazón renovar sus
propios valores, en
marcha para
realizaciones cada vez
más altas, pues el
determinismo de Dios es
del bien, y todos los
que se entregan
realmente al bien,
triunfarán de todos los
óbices del mundo.
LA NASA y su experiencia
sobre el comportamiento
humano
Aquí, el pensamiento de
Emmanuel, si bien
entendemos, es que
determinados nombres
pueden tener para
nosotros un significado
especial y eso acaba por
ejercer algún tipo de
influencia sobre
aquellos que recibieron
este nombre. Años atrás,
el mundo quedó chocado
con la muerte trágica de
la princesa Diana. Este
nombre se hizo venerado
por muchas personas,
primero porque la
princesa era una persona
que se empeñaba en
ayudar a los
necesitados, y segundo
por la propia tragedia
de su muerte.
Veamos otro ejemplo: el
nombre Hitler. ¿Qué
piensa usted? Sólo de
hablar de él ya nos trae
un enorme sentimiento de
repulsa, ¿no es así?
Diferentemente del
nombre de Diana, nos
trae recuerdos malos;
por eso, raramente vemos
a alguien con ese
nombre.
Recientemente
escuchábamos un programa
de la Radio Buena Nueva,
en el cual fue dicho que
la NASA estaba haciendo
una investigación sobre
el comportamiento
humano. El equipo de
investigadores colocó en
una sala muchas botellas
llenas de agua coloreada
del color del güisqui.
Buscaron varios
voluntarios y les
dijeron que en aquella
sala había muchas
botellas de güisqui y
que cada uno podría
tomar cuanto quisiera o
aguantara; dicho eso,
salieron, para dejar a
los voluntarios más a
voluntad. Pasado algún
tiempo, volvieron y
observaron que, por más
extraño que parezca,
algunos de ellos estaban
completamente borrachos,
apurándose hasta
incluso, en las pruebas
de laboratorio, la
presencia de alcohol en
la sangre de ellos. Así,
como lo sucedido en esa
experiencia, puede
ocurrir en mil y una
situaciones que la
“fuerza del pensamiento”
provoque los hechos de
determinada
circunstancia o
situación, sugestionada
por la
propia o por otra
persona. ¿No podría ser
ese el caso de las
informaciones pasadas a
una persona por un
astrólogo? Por el
resultado de la
experiencia realizada
por la NASA, creemos que
sí.
Podremos concluir, de
todo eso, que los
astros, por las energías
que emiten,
innegablemente ejercen
influencia unos sobre
otros, vía de
consecuencia, aquí en la
Tierra, determinados
fenómenos naturales y
determinadas materias
absorben también tales
radiaciones de energía.
Pero nuestra manera de
ser,
nuestro carácter y
nuestro destino son
frutos de nuestras
adquisiciones o acciones
pasadas, o sea,
recibimos influencias de
nosotros mismos o, a lo
sumo, de un ser humano
como nosotros; no de los
astros. Pero eso no nos
da el derecho de
perseguir o condenar los
que en ella creen, pues
es nuestro deber
cristiano respetarnos
unos a los otros, y si
hoy algunos ya
encontraron la luz,
todos nosotros, algún
día, la encontraremos.
Notas:
(1)
La precedencia de los
equinoccios ocasiona
otro cambio: a que se
opera en la posición de
los signos del zodíaco.
Girando la Tierra
alrededor del Sol un
año, a medida que ella
avanza, el Sol, cada
mes, se encuentra
delante de una
constelación. Estas son
en número de doce, a
saber: Aries, Tauro,
Géminis, Cáncer, el
León, Virgen, Libra,
Escorpión, Sagitario,
Capricornio, Acuario,
Piscis. Son llamadas
constelaciones
zodiacales, o signos del
zodíaco, y forman un
círculo en el plan del
ecuador terrestre.
Conforme el mes del
nacimiento de un
individuo se decía que
él hube nacido bajo tal
o tal signo; de ahí los
pronósticos de la
Astrología.
Pero, en virtud de la
precedencia de los
equinoccios, acontece
que los meses ya
no corresponden a las
mismas constelaciones.
Uno que nazca el mes de
julio ya no está en el
signo del León, sin
embargo en el del
Cáncer. Cae así la
idea supersticiosa de la
influencia de los
signos. (Cap. V, nº
12.)
(2)
El desplazamiento
gradual de las líneas
isotérmicas, fenómeno
que la Ciencia reconoce
de modo tan positivo
como lo del
desplazamiento del mar,
es un hecho material que
apoya esta teoría.
(KARDEC, 1995, p.
181-183)
(Os grifos são nossos, à
exceção dos nomes dos
signos.)
Referências
bibliográficas:
KARDEC, A. A Gênese.
Rio de Janeiro: FEB,
1995.
KARDEC, A. O Livro
dos Espíritos.
Araras, SP: IDE, 1987.
XAVIER, F. C. O
Consolador. Rio de
Janeiro: FEB, 1986.
CD-ROM - Enciclopédia
Microsoft Encarta.
1993-1999.
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