Zezinho era un niño muy
inseguro. Deseaba
agradar, necesitaba de
la aprobación de las
personas. Quería ser
aceptado por el grupo y
sentir que todos lo
estimaban.
Así, estaba siempre en
duda sobre lo que hacer,
de cómo comportarse y
hasta de la ropa que
debía vestir.
Se sentía bien mismo
andando con una
pantalones “jeans”
descolorido que tenía un
agujero en la rodilla,
camiseta naranja con
letras rosas, un par de
tenis bastante usados y
un sombrero con cuadros
de ajedrez rojo y negro
en la cabeza.
Cierto día, saliendo
para pasear vestido de
ese modo, encontró a su
amiga Margarida en la
calle. Ella lo miró con
aire de reprobación y no
dejó por menos de decir:
– ¡Que horror, Zezinho!
¡Esa ropa es de basura!
¡Nada queda con nada!
Creo que deberías
quitarte esa gorra y
vestir aquella camiseta
azul
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tuya. ¡Quedaría
mucho mejor!
¡Adiós! |
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Zezinho se despidió de
la amiga y no consiguió
proseguir con el paseo.
Volvió corriendo para
casa, se colocó la
camiseta azul, quitó el
gorro ajedrezado
intercambiándolo por
otro verde y amarillo.
Salió todo feliz, seguro
de que estaba bien
vestido e iría a
agradar.
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Encontró a Marcelo, que
venía a invitarlo a
jugar a la pelota.
– ¿Vamos así, Zezinho?
Sólo que tu ropa no anda
con nada. Mira,
atrevido, ¿dónde es que
tú encontraste esa
camiseta azul? ¡La gorra
está chocante, pero esa
camiseta!
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Zezinho fue a jugar a la
pelota sintiéndose muy
mal. No veía la
hora de volver
para casa y
cambiar de ropa.
Tenía la
impresión de que
todos estaban
mirando para él. |
Más tarde, los colegas
lo invitaron para ir a
una heladería.
Zezinho se arregló todo.
Tomó un baño, vistió un
pantalón negro, nuevo,
escogió una camisa
mostaza y se colocó los
zapatos marrones, de
cuero bien lustroso.
Cuando salió de casa,
los amigos lo esperaban.
Uno de ellos miró a
Zezinho con aire
crítico:
- ¡Parece que acabaste
de salir de una tienda!
Carla lo analizó con
manera de entendida y
dio su opinión:
- La ropa está bien,
pero los zapatos no
combinan con el resto.
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Ahí un chico sugirió: |
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- ¿Por qué no cambias la
ropa para combinar con
los zapatos?
- ¡No! – dijo otro –
Creo que debería cambiar
los zapatos para
combinar con la ropa.
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Zezinho estaba todo
confundido. Volvió para
el cuarto, pero no sabía
qué hacer.
Como estaba tardando muy
y los amigos ya
mostraran impaciencia,
la madre fue ver lo que
estaba aconteciendo.
Entró en el cuarto del
hijo y paró, espantada.
¡
|
El desorden era
total! |
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Encontró a Zezinho
sentado en la cama,
indeciso, desanimado,
perdido en medio de la
ropa y zapatos que cogió
del armario.
Al ver a la madre, él
pidió ayuda.
– ¡Mamá, yo no sé qué
hacer! ¿Qué debo vestir?
¡Todo lo que me coloco a
mis amigos no les gusta
y me critican!
La madre miró al hijo
con cariño,
comprendiendo su
problema.
– Hijo mío, nosotros no
podemos tener la
pretensión de agradar a
todas las personas. ¡Ni
Jesús, el Maestro de los
Maestros, consiguió eso!
Por lo tanto, haz lo que
encuentres mejor. Tus
amigos – si fueran
realmente tus amigos –
les gustará tú cómo tú
eres, no por la ropa que
vistes.
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Hizo una pausa y
concluyó: |
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– Lo importante es
agradarte a ti. ¡Sé tú
mismo! Tus amigos actúan
de esa forma porque
percibieron que tú eres
inseguro. Sé firme,
muestra aquello que le
gusta, lo que piensas, y
ellos te respetarán.
Ahora, vamos a ver:
¿Cómo te sientes
realmente bien? ¿Qué te
gustaría a “ti” vestir?
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Zezinho pensó un poco y,
con una sonrisa de oreja
la oreja, removió la
pila de ropa hasta
encontrar lo que quería.
De ahí a minutos salió
de casa todo feliz. Se
había colocado la
camiseta naranja con
letras rosas, el
pantalón “jeans”
desbotada con uno
agujereo en la rodilla,
el par de tenis viejo y
la
|
gorra xadrez
rojo y negro en
la cabeza. |
Los chicos miraron,
sorprendidos. Sin
embargo Zezinho, seguro
y satisfecho, no dio
tiempo para que abriesen
la boca.
- ¡Ahora me estoy
sintiendo bien! ¿Vamos
allá, chicos?
Tia Célia
Ilustraciones:
Kátia RRR
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