Iniciamos este trabajo
haciendo un comentario
que nosotros
consideramos es de gran
relevancia para aquellas
personas que se dedican
al estudio de la
evolución de la especie
humana. Para la
adquisición de
conocimientos más
amplios sobre la vida y
sus múltiples formas de
manifestación en el
planeta Tierra, es
esencial
que el punto de partida
sea justamente el
análisis del mecanismo
evolutivo bajo el prisma
espírita (porque esa
concepción irá a abrir
para todos los
investigadores, sin
ninguna sombra de duda,
un inmenso abanico de
informaciones,
resultando de ahí que
los científicos
consiguieran penetrar
con relativo margen de
seguridad en el
conocimiento acerca de
la estructura de la
psique del
espíritu). Actualmente
no hay nada como negar
la existencia de una
realidad metafísica
alrededor de todos
nosotros.
El libro “Espacio,
Tiempo y Espíritu”
es fruto de muchas
investigaciones que
realizamos para que
pudiésemos presentar una
información con la
debida calidad para
nuestros lectores.
Tanto los espíritas como
los espiritualistas
saben muy bien que el
materialismo es, en
verdad, una pseudo
filosofía, una doctrina
vacía, porque no
presenta pruebas de la
inexistencia de
un Ser Superior y no
comprueba que el
espíritu sea una mera
“secreción mental”.
La evolución gradual del
pensamiento hace que los
seres humanos tengan
mayor ansia de
comprender – aunque
parcialmente – aquellos
eventos que transcienden
a los límites de la
materia, y que en razón
de eso prueban la
existencia y también la
actuación de algo "más"
que ultrapasa las
fronteras de la
organización biológica y
psíquica de los seres
humanos y de los
animales inferiores.
Nosotros no somos
solamente un montón
organizado de materia,
somos seres inteligentes
situados fuera del
contexto de
espacio-tiempo y
encontrándonos
temporalmente conectados
– eletromagneticamente –
a un organismo biológico
para que podamos así
operar con desembarazo
en el plan de las
formas, y,
en razón de ese evento,
nosotros adquirimos
mayor grado de evolución
intelecto-moral a cada
nuevo contacto con la
materia bariônica,
inter-obrando con ella y
aprendiendo a través de
ella.
El estado del principio
inteligente en los
reinos de la Naturaleza
Por medio de incontables
revelaciones de origen
mediúmnico, nosotros,
los espíritas, sabemos
que el largo proceso de
evolución de los seres
vivos produce como
resultado directo una
gran cantidad de
transformaciones de
orden cualitativa en los
llamados principios
inteligentes (o monadas
espirituales), y tales
patrones de
transformaciones hacen
que todos los principios
inteligentes estacionan
en cada reino de la
Naturaleza durante
periodos relativamente
extensos de tiempo,
buscando,
principalmente, que en
un futuro menos lejano
los principios
inteligentes ya estén
debidamente capacitados
para la natural eclosión
de su
propia estructura
conciencial, de la razón
y de las aspiraciones
superiores, cuando,
finalmente, ellos
alcanzarán la fase de
nacer entre los
componentes del Reino
Hominal, prosiguiendo en
su jornada ascensional
en el seno de grupos
indígenas (residentes
en mundos primitivos y
en mundos de pruebas y
de expiaciones), hasta
que, gradualmente,
mediante los esfuerzos
de cada uno, ellos
consigan alcanzar el
imprescindible grado de
lucidez que les permita
el nacimiento entre los
integrantes de una
civilización más
avanzada que la
anterior, en la cual
ellos
vivieron, prosiguiendo
en esa marcha de ritmo
incesante para, tras
algunos billones de años
de evolución, ellos
alcancen la posición de
Espíritus puros, ya
completamente liberados
de las ilusiones creadas
por el contacto con la
materia bariônica
(1).
Actualmente, como
personas civilizadas y
también un poco
espiritualizadas,
nosotros ya delineamos
nuestros proyectos de
vida utilizando el
razonamiento, la
inteligencia y la
creatividad, y no somos
más gobernados por los
impulsos de la fuerza
bruta y por la rudeza
que son características
propias de hombres
primitivos.
Cualquier persona de
buen sentido que
observara atentamente el
momento actual en el
planeta Tierra irá a
percibir de manera clara
y objetiva que nuestras
conquistas tecnológicas
están posibilitando que
estudiemos con mayor
seguridad aquellos
fenómenos que están
presentes en el universo
microcósmico, y también
aquellos
eventos que pertenecen a
la realidad del universo
microcósmico. Es un
hecho innegable que
nosotros estamos
avanzando cada vez más
en la comprensión de
todo aquello que está a
nuestro alrededor, sin
embargo, cada uno de
nosotros – encarnados o
desencarnados – también
es un universo que se
presenta repleto de
incógnitas, y tales
incógnitas necesitan ser
desveladas por nosotros
mismos, para nuestro
propio acceso de madurez
intelecto-moral.
El átomo es el punto de
partida de todos los
Espíritus
Otro punto, que es
también muy importante
dentro de ese panorama
de hechos que nosotros
estamos presentando
aquí, es que dentro de
cada uno de nosotros –
en nuestros archivos
psíquicos milenarios –
están presentes
innumerables registros
referentes a los idiomas
y aún a la cultura de
cada una de las
civilizaciones de las
cuales nosotros ya
formamos parte
(posiblemente más de una
vez) en el pasado
remoto. Y justamente en
razón de ese
acontecimiento, las más
variadas informaciones
relativas incluso a
pueblos desaparecidos
hace siglos pueden muy
bien formar parte de
nuestro acervo mnemónico
multimilenario.
Nosotros evolucionamos
espiritual e
intelectualmente en la
proporción en que
acumulamos un
considerable número de
informaciones sobre los
más diversos hechos que
vivimos a lo largo de
nuestra trayectoria de
vida.
Atendamos que, en la
respuesta que fue dada
por los desencarnados
para la cuestión número
540 contenida en "El
Libro de los Espíritus",
existe la información de
que el átomo es el punto
de partida de todos los
Espíritus, sin embargo,
de cuál tipo de átomo
ellos hablaron, aún no
sabemos.
¿Nosotros podremos
considerar a los átomos-psi
y los principios
inteligentes como siendo
sinónimos?
¿La Física Quántica
podrá hacerse un agente
auxiliar para que
nosotros podamos
comprender de manera más
abarcadora los
mecanismos de acción
metafísica de las
entidades espirituales?
El entendimiento acerca
de la real naturaleza de
los Espíritus conseguirá
cambiar – para mejor –
la manera de pensar de
las personas con
relación al real sentido
de la vida física.
Tres nuevos conceptos
surgirán con la Física
Cuántica
Tenemos conciencia de
que son incontables las
dificultades que los
investigadores actuales
encuentran para
conseguir penetrar en un
tema que por sí mismo es
extremadamente complejo
y abarcador como la vida
fuera de la materia, sin
embargo, con todos los
avances que están siendo
obtenidos y también
teniéndose en cuenta
todo
un mundo de
informaciones que el
futuro por descontado
irá a disponer para
nosotros – mediante el
arduo trabajo de
investigación científico
desarrollado en los
cuatro rincones de este
planeta –, creemos que
la ciencia irá a
alcanzar un lugar tan
avanzado de saber que
posibilitará que la
población tenga una
percepción
más clara y objetiva de
la realidad de la
existencia de un Creador
increado (el gran
Arquitecto del
Universo), y entonces,
finalmente, los
científicos habrán
conseguido superar las
barreras materialistas
que hoy ya se encuentran
bien sacudidas en sus
frágiles cimientos.
Tres nuevos conceptos
surgieron con la Física
Cuántica:
a) Movimiento
discontinuo;
b) Interconectividad
no-localizada;
c) Causalidades
descendiente.
Los tres conceptos
supra-citados presentan
gran utilidad para la
mejor interpretación de
la mecánica de la
conciencia dentro de un
sistema holístico,
porque nosotros sabemos
que no sólo las partes
de cada sistema están
contenidas en el todo,
como de la misma forma
las leyes que regulan el
todo están presentes en
cada una de las
constituyentes de ese
sistema, y eso hace
patente que los eventos
están interligados de
una manera global, en
otras palabras, todo es
independiente e
inter-ligado. Ese evento
es conocido actualmente
bajo el nombre de
Interconexidad.
La utilización de la
razón – redime de ideas
preconcebidas y de
teorías fantasiosas –
permitiría que los seres
humanos penetraran en
los dominios del
Espíritu con mayor
seguridad y mejor
resultado.
El Cosmo es una entidad
esencialmente dinámica
Somos individuos
diferentes unos de los
otros, y la mentalidad
de cada ser es única,
cada uno piensa lo que
bien entiende, pero es
ilógico el intento de
los materialistas de
disociar la vida
orgánica de la acción
espiritual, porque, en
verdad, la vida
biológica no pasa de una
consecuencia directa de
tal acción.
El Universo fue creado
para comportar la vida
en sus innumerables
formas de
manifestaciones y en sus
infinitos grados de
evolución, por lo tanto,
en esa secuencia de
eventos la Tierra no
puede ser el único
planeta que posee la
presencia de vida
biológica diversificada
y seres inteligentes.
El Cosmos es una entidad
esencialmente dinámica,
y en él la
transformación es una de
sus leyes generales,
conforme enunció al gran
químico francés
Antoine-Laurent de
Lavoisier
(1743-1794): "En la
Naturaleza nada se crea,
nada se pierde, todo se
transforma".
El Espíritu Galileo
Galilei (1564-1642)
presentó una extensa
comunicación (2) en la
cual él informó que el
polvo cósmico fue
reunido en un
determinado punto del
espacio, y, siendo el
comandado
telecineticamente por
los Espíritus del equipo
de Jesús, ella sufrió
incontables
transformaciones de
naturaleza
físico-química, dando
origen a una gigantesca
nebulosa, la cual, tras
billones de años,
originó la Vía Láctea
que comporta en su seno
un número – para
nosotros aquí en la
Tierra – incalculable de
mundos, y
aproximadamente 400
billones de soles
semejantes a “nuestro”
astro-rey.
No podemos dejar de
preguntar para usted,
querido lector: ¿cuál
sería, en su opinión, la
función primordial de
todos los planetas?
¿Sería la de ellos
quedar girando
inútilmente en el
espacio, o sería la de
que ellos contengan vida
adaptada por el medio
ambiente en el cual ella
se manifiesta? Ahora,
meditando sobre las
cuestiones de arriba, el
más elevado propósito
que nosotros podemos
suponer para la
existencia de los
planetas sería la de que
ellos proporcionen
mecanismos para el
surgimiento y el pleno
desarrollo de vida
inteligente.
(Este artículo será
concluido en la edición
de la próxima semana.)
Referências:
(1)
O Livro dos Espíritos
(questão de número 112);
de Allan Kardec.
(2)
A Gênese
(Capítulo VI, Astronomia
Geral); de Allan
Kardec.
|