Continuamos con el
estudio metódico de “El
Libro de los Médiums”,
de Allan Kardec, la
segunda de las obras que
componen el Pentateuco
Kardeciano, cuya primera
edición fue publicada en
1861. Las respuestas a
las preguntas sugeridas
para debatir se
encuentran al final del
texto.
Preguntas para debatir
A. Los
Espíritus ¿regresan al
lugar donde fueron
enterrados?
B. ¿Qué
es tiptología?
C. Los
Espíritus que se
comunican a través de
golpes ¿son los llamados
Espíritus golpeadores?
D. ¿En
cuántas categorías se
dividen las
comunicaciones
espíritas?
Texto para la lectura
160. La
moralización de un
Espíritu mediante los
consejos de una tercera
persona influyente y
experimentada, al no
estar el médium en
condiciones de hacerlo,
constituye con
frecuencia un medio muy
eficaz. (Ítem 162)
161. Se
creyó en un inicio, que
en la categoría de
médiums de efectos
físicos se deberían
incluir a las personas
dotadas de cierta dosis
de electricidad
natural, verdaderos
torpedos humanos,
que producen por el
simple contacto todos
los efectos de atracción
y repulsión. Sin
embargo, es un error
considerarlas médiums
porque la verdadera
mediumnidad supone la
intervención de un
Espíritu. (Ítem 163)
162.
Experiencias
concluyentes han probado
que la electricidad es
el único agente de estos
fenómenos. Esta extraña
facultad puede, a veces,
estar ligada a la
mediumnidad; pero
muchas veces, es
independiente de
cualquier la facultad
mediúmnica. Como ya
dijimos, la única prueba
de la intervención de
los Espíritus es el
carácter inteligente de
las manifestaciones.
Cuando este carácter no
exista, habrá fundamento
para que sean atribuidas
a causas puramente
físicas. La cuestión es
saber si las personas
eléctricas están o
no más aptas que otras
para convertirse en
médiums de efectos
físicos. Creemos que sí,
pero sólo la experiencia
podrá demostrarlo.
(Ítem, 163)
163.
Médiums sensitivos, o
impresionables, son las
personas susceptibles de
sentir la presencia de
los Espíritus por una
impresión vaga, por una
especie de leve roce
sobre todos sus
miembros, sensación que
ellas no pueden
explicar. Esta variedad
no presenta un carácter
bien definido. Facultad
rudimentaria
indispensable para el
desarrollo de todas las
otras, se desarrolla con
el hábito y puede
adquirir tal sutileza,
que aquél que la posee
reconoce, por la
impresión que
experimenta, no sólo la
naturaleza buena o mala
del Espíritu que está a
su lado, sino hasta su
individualidad. Un
Espíritu bueno produce
siempre una impresión
suave y agradable. La
que causa un Espíritu
malo, es penosa,
angustiosa,
desagradable. Hay en
ella como un olor de
impureza. (Ítem 164)
164. Es
necesario distinguir las
apariciones accidentales
y espontáneas de la
facultad propiamente
dicha de ver a los
Espíritus. Las primeras
son frecuentes, sobre
todo en el momento de la
muerte de las personas
que, quien las ve, amó o
conoció y que le vienen
a avisar que ya
murieron. Otras veces,
son parientes o amigos
que, aunque hayan muerto
hace un tiempo más o
menos largo, se aparecen
para advertir de un
peligro, dar un consejo
o pedir un servicio.
(Ítem 168)
165.
Estas apariciones
constituyen hechos
aislados, que presentan
siempre un carácter
individual y personal, y
no el efecto de una
facultad propiamente
dicha. La facultad
consiste en la
posibilidad, si no
permanente por lo menos
muy frecuente, de ver
cualquier Espíritu que
se presente. La posesión
de esta facultad es lo
que constituye,
propiamente hablando, el
médium vidente. (Ítem
168)
166.
Kardec describe lo que
un vidente, que estaba a
su lado en un teatro,
vio durante la
presentación de la ópera
Oberón: a) muchas de las
localidades vacías
estaban ocupados por
Espíritus; b) algunos de
ellos se colocaban junto
a ciertos espectadores
como para escuchar su
conversación; c) en el
escenario, detrás de los
actores, muchos
Espíritus de humor
jovial se divertían
imitando sus gestos; d)
otros, más serios,
parecían inspirar a los
cantantes y hacían
esfuerzos para darles
energía; e) uno de ellos
se mantenía siempre
junto a una de las
principales cantantes
(era su guía
espiritual). Evocado en
seguida el Espíritu de
Weber, autor de la
ópera, dijo que la
ejecución de la obra
estaba muy floja: a los
actores les faltaba
inspiración. En ese
momento decidió
animarlos y el vidente
lo vio flotando encima
de los actores y un
efluvio que salía de él,
se derramó sobre los
intérpretes que se
pusieron entonces, mucho
más animados. (Ítem 169)
167. La
facultad de ver a los
Espíritus puede
desarrollarse, pero es
una de las que conviene
esperar que se
desarrolle naturalmente.
Cuando afirmábamos que
son frecuentes los casos
de apariciones
espontáneas, no
queríamos decir que
fueran muy comunes. En
cuanto a los médiums
videntes, propiamente
dichos, son todavía más
raros y hay que
desconfiar mucho de los
que pretenden poseer esa
facultad. Es prudente no
darles crédito, sino
sólo ante pruebas
positivas. (Ítem 171)
168. La
lucidez sonambúlica es
una facultad que radica
en el organismo y es
independiente,
totalmente, del
adelantamiento moral del
individuo. (Ítem 174)
Respuestas a las
preguntas propuestas
A. Los
Espíritus ¿regresan al
lugar donde fueron
enterrados?
Generalmente no. El
cuerpo era sólo una
vestimenta y a ellos no
les importa la envoltura
que los hizo sufrir,
como el prisionero con
sus cadenas. El recuerdo
de las personas que les
son queridas es lo único
a lo que ellos dan
valor.
(El Libro
de los Médiums, ítem
132, párrafo 8.)
B. ¿Qué
es tiptología?
Es el
lenguaje de los golpes.
Las primeras
manifestaciones
inteligentes fueron
obtenidas por golpes,
que ofrecían recursos
muy limitados a las
comunicaciones con los
Espíritus. Los golpes
eran obtenidos de dos
maneras por médiums
especiales. La primera,
a la que se le dio el
nombre de tiptología por
báscula, consistía en el
movimiento de la mesa
que se levanta de un
lado y después cae,
golpeando con la pata.
Bastaba para ello que el
médium apoyase las manos
sobre el borde de la
mesa. Un golpe
significaba sí, y dos,
no. El inconveniente
estaba en la brevedad de
las respuestas y en la
dificultad para formular
las preguntas a fin de
conseguir un sí o un no.
Después surgió la
tiptología alfabética,
en la que cada letra del
alfabeto era designada
por un determinado
número de golpes, esto
es, un golpe para la
a, dos para la b,
y así sucesivamente. Ese
método es también muy
lento y por ello, surgió
un modo de uso más
corriente, en el que la
persona tenía delante un
alfabeto completo
escrito, así como la
serie de los números
marcando las unidades.
Mientras el médium está
en la mesa, otra persona
recorre sucesivamente
las letras del alfabeto,
si se trata de una
palabra, o la de los
números; al llegar a la
letra requerida, la mesa
misma da un golpe y se
escribe la letra, y así
continuaba la
experimentación. Más
tarde se utilizó la
llamada Mesa-Girardin,
en recuerdo del uso que
de ella hacía la señora
Emilia de Girardin. Ese
instrumento consiste en
un tablero móvil de
mesa, de 30 a 40
centímetros de diámetro,
que gira libre y con
facilidad sobre su eje,
como una ruleta. A su
alrededor, en la
superficie, estaban
dibujados los números,
las letras y las
palabras sí y no. En el
centro hay una aguja
fija. Al apoyar el
médium sus dedos sobre
el borde de la mesita,
ésta gira y se detiene
cuando la letra deseada
está bajo la aguja.
(Obra
citada, ítems 139 a
144.)
C. Los
Espíritus que se
comunican a través de
golpes ¿son los llamados
Espíritus golpeadores?
No. La
tiptología es un medio
de comunicación como
cualquier otro y no es
menos digno de los
Espíritus elevados que
la escritura o la
palabra. Los Espíritus
que se valen de golpes
no son, por ese motivo,
Espíritus golpeadores.
Este nombre debe ser
reservado para aquellos
que se pueden llamar
golpeadores de profesión
y que por ese medio se
complacen en hacer cosas
para divertir a un
grupo. Son Espíritus
inferiores a los que se
aplica muy bien la
designación de
charlatanes o
saltimbanquis del Mundo
Espiritual.
(Obra
citada, ítem 145.)
D. ¿En
cuántas categorías se
dividen las
comunicaciones
espíritas?
Teniendo
en cuenta la variedad
infinita que existe
entre los Espíritus,
bajo el doble aspecto de
la inteligencia y la
moral, las
comunicaciones que ellos
transmiten pueden ser
agrupadas en cuatro
categorías principales.
Según sus
características más
acentuadas, ellas son:
groseras, frívolas,
serias o instructivas.
(Obra
citada, ítem 133.)
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