Continuamos con el
estudio metódico de “El
Libro de los Médiums”,
de Allan Kardec, la
segunda de las obras que
componen el Pentateuco
Kardeciano, cuya primera
edición fue publicada en
1861. Las respuestas a
las preguntas sugeridas
para debatir se
encuentran al final del
texto.
Preguntas para debatir
A. ¿Qué
son comunicaciones
instructivas?
B. ¿Se
debe examinar las
comunicaciones
espíritas?
C. ¿Qué
es el médium?
D. ¿Qué
se debe hacer cuando la
facultad mediúmnica
surge de manera
espontánea en un
individuo cualquiera?
Texto para la lectura
169. Al
presentarse la acción
magnética curadora, los
Espíritus le dijeron a
Kardec que la fuerza
magnética reside en el
hombre, pero es
aumentada por la acción
de los Espíritus a
quienes él llama en su
ayuda. Cuando una
persona magnetiza a
alguien con el propósito
de curar, e invoca la
ayuda de un Espíritu
bueno, éste aumenta la
fuerza y la voluntad del
magnetizador, dirige su
fluido y le da las
cualidades necesarias.
(Ítem 176, 2ª pregunta)
170.
Estas personas son,
pues, verdaderos
médiums, puesto que
obran bajo la influencia
de los Espíritus; pero
eso no quiere decir que
sean médiums
escribientes (Ítem 176,
6ª pregunta)
171. Se
da el nombre de
pneumatógrafos a los
médiums que tienen
aptitud para obtener la
escritura directa, lo
que no es posible para
todos los médiums
psicógrafos o
escribientes. Esta
facultad, que es muy
rara, no tiene utilidad
práctica y se limita a
una comprobación patente
de la intervención de un
poder oculto en las
manifestaciones. (Ítem
177)
172. Todo
aquél que, tanto en el
estado normal como en el
de éxtasis, recibe
mediante el pensamiento
comunicaciones extrañas
a sus ideas
preconcebidas, puede ser
incluido en la categoría
de los médiums
inspirados, que forman
así una variedad de la
mediumnidad intuitiva,
con la diferencia de que
la intervención de un
poder oculto es ahí
mucho menos sensible. Al
inspirado le es todavía
más difícil distinguir
el pensamiento propio
del que le es sugerido.
La espontaneidad es lo
que, sobre todo,
caracteriza al
pensamiento que viene de
los Espíritus. (Ítem
182)
173. La
inspiración nos viene de
los Espíritus que nos
influencian para el
bien, o para el mal;
pero ésta procede
principalmente de los
que quieren nuestro bien
y cuyos consejos muy a
menudo no seguimos.
(Ítem 182)
174. La
inspiración se verifica,
muchas veces, en
relación a las
circunstancias más
comunes de la vida. Por
ejemplo: el individuo
que quiere ir a algún
lugar; una voz secreta
le dice que no vaya
porque correrá peligro.
Esto es la inspiración.
(Ítem 183)
175. El
presentimiento es una
intuición vaga de las
cosas futuras. Puede
deberse a una especie de
doble vista, que permite
a la persona entrever
las consecuencias de las
cosas futuras, pero
muchas veces es también
el resultado de
comunicaciones ocultas
y, sobre todo en este
caso, se puede dar a los
que está dotados de ella
el nombre de médiums
de presentimientos,
que constituyen una
variedad de los médiums
inspirados. (Ítem 184)
176. La
naturaleza de las
comunicaciones guarda
siempre relación con la
naturaleza del Espíritu
y trae el sello de su
elevación o su
inferioridad, de su
sabiduría o su
ignorancia. (Ítem 185)
177. Los
médiums pueden ser
divididos en dos grandes
categorías: a) médiums
de efectos físicos: los
que tienen el poder de
provocar efectos
materiales, o
manifestaciones
ostensibles; b) médiums
de efectos
intelectuales: los que
son más aptos para
recibir y transmitir
comunicaciones
inteligentes. (187)
Respuestas a las
preguntas propuestas
A. ¿Qué
son comunicaciones
instructivas?
Instructivas son las
comunicaciones serias
cuyo principal objeto
consiste en una
enseñanza cualquiera,
dada por los Espíritus,
sobre las ciencias, la
moral, la filosofía,
etc. Son más o menos
profundas según el grado
de elevación o
desmaterialización del
Espíritu. Al calificar
las comunicaciones como
instructivas, las
suponemos verdaderas,
porque lo que no es
verdadero no puede ser
instructivo, aunque
fuera dicho con el
lenguaje más imponente.
Ahí, en esa categoría,
no podemos incluir
ciertas enseñanzas que
de serio sólo tienen la
forma, muchas veces
ampulosa y enfática, con
las que los Espíritus
que las dictan, más
presuntuosos que
instruidos, tratan de
engañar a los que las
reciben.
(El Libro
de los Médiums, ítem
137.)
B. ¿Se
debe examinar las
comunicaciones
espíritas?
Sí. Una
comunicación espírita
puede ser seria, es
decir, ponderada en
cuanto al tema y elevada
en cuanto a la forma, y
sin embargo ser falsa.
No todos los Espíritus
serios son esclarecidos
en igual medida; hay
muchas cosas que ellos
ignoran y sobre las
cuales pueden engañarse
de buena fe. Por eso,
los Espíritus
verdaderamente
superiores nos
recomiendan,
continuamente, que
sometamos todas las
comunicaciones al tamiz
de la razón y de la más
rigurosa lógica.
(Obra
citada, ítem 136.)
C. ¿Qué
es el médium?
Toda
persona que siente en
cualquier grado la
influencia de los
Espíritus es médium, es
decir, intermediario
entre aquellos y el
mundo corpóreo. Esta
facultad es inherente al
hombre, y por ello, no
constituye un privilegio
exclusivo. Son pocas las
personas que no revelen
rudimentos de la
facultad. Se puede
decir, pues, que todos
somos médiums. Sin
embargo, se aplica la
calificación de médium
sólo a aquellos cuya
facultad mediúmnica está
claramente caracterizada
y se traduce en efectos
patentes de cierta
intensidad, lo que
requiere de un organismo
más o menos sensitivo.
Cabe señalar además, que
esta facultad no se
revela en todos de la
misma manera; los
médiums tienen
generalmente una aptitud
especial para tal o cual
género de fenómenos, lo
que permite tantas
variedades de médiums
como clases de
manifestaciones.
(Obra
citada, ítem 159.)
D. ¿Qué
se debe hacer cuando la
facultad mediúmnica
surge de manera
espontánea en un
individuo cualquiera?
Lo
correcto en este caso es
dejar que el fenómeno
siga su curso normal; la
Naturaleza es más
prudente que los hombres
y la Providencia es
sabia porque, según sus
objetivos, el más
pequeño podrá ser
instrumento de las
mayores realizaciones.
Es siempre útil por
ello, tratar de
establecer relación con
el Espíritu para saber
lo que desea. Los seres
invisibles que revelan
su presencia por efectos
sensibles son, en
general, de un orden
inferior y podemos
dominarlos por el
ascendiente moral; este
ascendiente moral es el
que es necesario
adquirir. Para
obtenerlo, es necesario
hacer pasar al individuo
del estado de médium
natural al de médium
facultativo, que tiene
plena conciencia de su
poder y produce los
fenómenos espíritas por
el acto de su voluntad.
De este modo, en lugar
de poner trabas a los
fenómenos, lo que rara
vez se consigue y no
siempre sin peligro, es
necesario llevar al
médium a producirlos por
su voluntad,
imponiéndose al
Espíritu, en vez de ser
dominado por él. Por
este medio, el médium
llega a controlar al
Espíritu y de un
dominador a veces
tiránico podrá hacer un
ser obediente y con
frecuencia muy dócil. La
moralización del
Espíritu por medio de
los consejos de una
tercera persona
influyente y
experimentada, si el
médium no reúne
condiciones para
hacerlo, es también un
medio muy eficaz.
(Obra
citada, ítem 162.)
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