Continuamos con el
estudio metódico de “El
Libro de los Médiums”,
de Allan Kardec, la
segunda de las obras que
componen el Pentateuco
Kardeciano, cuya primera
edición fue publicada en
1861. Las respuestas a
las preguntas sugeridas
para debatir se
encuentran al final del
texto.
Preguntas para debatir
A. ¿En
qué consiste la
mediumnidad de cura?
B. ¿Cuál
es la importancia de la
escala espírita y la del
cuadro sinóptico de los
médiums?
C. ¿Se
debe aceptar, sin
examen, todas las
comunicaciones
espíritas?
D.
¿Cuáles son los defectos
que nos apartan de los
buenos Espíritus?
Texto para la lectura
223.
Erasto y Timoteo
aseguran que cualquiera
que sea la naturaleza de
los médiums –intuitivos,
mecánicos o
semimecánicos -, los
procesos de comunicación
con ellos no varían
esencialmente. Ellos se
comunican con los
encarnados, de la misma
forma que se comunican
con los Espíritus
propiamente dichos: sólo
mediante la irradiación
de su pensamiento.
Obviamente, cuando
encuentran en un médium
el cerebro provisto de
conocimientos adquiridos
en su vida actual y su
Espíritu rico en
conocimientos latentes,
obtenidos en vidas
anteriores, se sirven de
él con preferencia,
porque el fenómeno es
mucho más fácil con él,
de lo que resulta con un
médium de inteligencia
limitada y de escasos
conocimientos
anteriormente
adquiridos. Cuando un
médium es completamente
extraño al asunto
tratado en la
comunicación, el trabajo
del Espíritu llega a ser
penoso y se asemeja a la
unión de letras y
palabras, una a una,
como en la composición
tipográfica. (Ítem 225)
224. El
desarrollo de la
mediumnidad no guarda
relación con el
desarrollo moral de los
médiums. La facultad
mediúmnica radica en el
organismo y no depende
de la moral. Sin
embargo, no ocurre lo
mismo con su uso, que
puede ser bueno o malo,
según las cualidades del
médium. (Ítem 226,
pregunta 1)
225. Dios
otorga la facultad
mediúmnica a todas las
personas. Si existen
personas indignas que la
poseen, es porque
necesitan de ella más
que los demás para
mejorarse. (Ítem 226,
pregunta 2)
226. Los
médiums que hacen mal
uso de sus facultades
serán doblemente
castigados, porque
tienen un medio más para
ilustrarse y no lo
aprovechan. (Ítem 226,
pregunta 3)
227. Los
buenos Espíritus
permiten a veces que
sean engañados hasta los
mejores médiums, para
que ejerciten su juicio
y enseñarles a discernir
lo verdadero de lo
falso. Además, por muy
bueno que sea, un médium
nunca es tan perfecto
que no pueda ser atacado
por algún lado débil.
Las falsas
comunicaciones que
recibe son advertencias
para que no se considere
infalible y no se
enorgullezca. (Ítem 226,
preguntas 6, 7 y 10)
228.
Querer el bien, rechazar
el egoísmo y el orgullo
– he ahí las condiciones
necesarias para que la
palabra de los Espíritus
superiores nos llegue
libre de cualquier
alteración. (Ítem 226,
pregunta 11)
229. La
luz siempre llega a la
persona que desea
recibirla. Todo aquél
que quiera esclarecerse
debe huir de las
tinieblas, y las
tinieblas se encuentran
en la impureza del
corazón. Los Espíritus
realmente buenos no
acuden de buena voluntad
al llamado de los que
traen el corazón
manchado por el orgullo,
la codicia y la falta de
caridad. Purifíquense,
pues, los que deseen
esclarecerse, de toda
vanidad humana y
humillen su inteligencia
ante el infinito poder
del Creador. Esta es la
mejor prueba que podrán
dar del deseo sincero
que los anima y es una
condición que todos
pueden satisfacer. (Ítem
226, pregunta 12)
230.
Todas las imperfecciones
morales son puertas
abiertas al acceso de
los malos Espíritus.
Pero la que ellos
explotan con más
habilidad es el orgullo,
porque es lo que la
criatura menos confiesa
a sí misma. El orgullo
ha perdido muchos
médiums dotados de las
más bellas facultades.
La confianza absoluta en
la superioridad de lo
que obtienen, el
desprecio por lo que no
provenga de ellos, la
irreflexiva importancia
que dan a los grandes
nombres, el rechazo de
todos los consejos, la
suspicacia ante
cualquier crítica, el
alejamiento de los que
puedan ofrecerles
opiniones desinteresadas
– he ahí las
características de los
médiums orgullosos.
(Ítem 228)
231. El
médium verdaderamente
bueno, por el contrario,
no busca sacar provecho
de su facultad ni la
presenta como una
demostración de un
mérito suyo, y acepta
las buenas
comunicaciones que le
son transmitidas como
una gracia que lo obliga
a ser cada vez más
digno, por su bondad,
benevolencia y modestia.
(Ítem 229)
Respuestas a las
preguntas propuestas
A. ¿En
qué consiste la
mediumnidad de cura?
Este
género de mediumnidad
consiste principalmente
en el don que ciertas
personas poseen de curar
mediante el simple
contacto, la mirada,
incluso con un gesto,
sin el recurso de ningún
medicamento. El fluido
magnético desempeña aquí
un gran papel: el poder
magnético reside en el
hombre, pero es
aumentado por la acción
de los Espíritus que él
llama en su ayuda. El
Espíritu que se interesa
en el enfermo aumenta la
fuerza y la voluntad del
médium, dirige su fluido
y le da las cualidades
necesarias.
(El Libro
de los Médiums, ítems
175 y 176.)
B. ¿Cuál
es la importancia de la
escala espírita y la del
cuadro sinóptico de los
médiums?
El cuadro
sinóptico de las
diferentes variedades de
médiums y la escala
espírita deberían estar
ante la mirada de todos
aquellos que se ocupan
de las manifestaciones
espíritas. Esos dos
cuadros resumen todos
los principios de la
Doctrina y contribuirán
a reconducir al
Espiritismo a su
verdadero camino.
(Obra
citada, ítem 197.)
C. ¿Se
debe aceptar, sin
examen, todas las
comunicaciones
espíritas?
Es
necesario discernir las
comunicaciones
auténticas de aquellas
que no lo son. “En la
duda abstente”, dice un
proverbio conocido. Así
pues, sólo admitid lo
que para vosotros es una
evidencia
incuestionable. Lo que
la razón y el sentido
común desaprueban,
rechazadlo
valientemente: más vale
rechazar diez verdades
que admitir una sola
mentira, una sola teoría
falsa.
(Obra
citada, ítem 230.)
D.
¿Cuáles son los defectos
que nos apartan de los
buenos Espíritus?
Las
cualidades que atraen a
los buenos Espíritus son
la bondad, la
benevolencia, la
sencillez de corazón, el
amor al prójimo, el
desprendimiento de las
cosas materiales. Los
defectos que los alejan
son el orgullo, el
egoísmo, la envidia, los
celos, el odio, la
codicia, la sensualidad
y todas las pasiones por
las cuales el hombre se
apega a la materia.
(Obra citada, ítem 227.)
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