Ni toda
comunicación
seria es
verdadera
En el estudio d’
El Libro de
los Médium
publicado en
esta misma
edición una de
las cuestiones
propuestas para
debate dice
respecto al
examen de las
comunicaciones
advenidas del
mundo
espiritual. ¿Ese
examen debe ser
hecho? “Sí;
debemos someter
todas las
comunicaciones a
un examen
escrupuloso,
analizando el
pensamiento y
las expresiones
como lo hacemos
cuando se trata
de juzgar una
obra literaria,
rechazando
sin vacilar
todo lo que peca
en contra la
lógica y el buen
seso, todo lo
que desmienta el
carácter del
Espíritu
comunicante. De
esa manera,
desanimaremos
los Espíritus
engañadores, que
acabarán por
retirarse, una
vez convencidos
de que no pueden
engañarnos.
Repetimos que
este medio es el
único, pero es
infalible, una
vez que no
existe una
comunicación
mala que resista
a una crítica
rigurosa.”
(El Libro de los
Médium, ítem
266).
Existen, como
sabemos, razones
para eso. Para
comprenderlo,
acordémonos que
en la misma obra
Kardec clasifica
las
comunicaciones
mediúmnicas en
cuatro grupos:
groseras,
frívolas, serias
e instructivas.
Una comunicación
es considerada
grosera cuando
concebida en
términos que
chocan el
decoro, lo que
demuestra
claramente que
ella proviene de
Espíritus de
baja condición
espiritual,
llenos de
impurezas de la
materia, y en
nada difiere de
las que
provengan de
hombres viciosos
y groseros.
Las
comunicaciones
frívolas emanan
de Espíritus
livianos,
burlones o
bromistas, que
ninguna
importancia dan
a lo que dicen.
Como no
encierran nada
de indecoroso,
esas
comunicaciones
agradan, a
veces, a ciertas
personas que con
ellas se
divierten,
porque
encuentran
placer en las
confabulaciones
fútiles en que
mucho se habla y
nada se dice.
Las
comunicaciones
dichas serias
son ponderadas
cuanto al asunto
y elevadas
cuanto a la
forma. Ocurre
que ni todos los
Espíritus son
igualmente
esclarecidos y
hay cosas que el
comunicante
puede ignorar y
sobre lo que
puede engañarse
de buena fe. En
razón de eso, ni
siempre una
comunicación
seria es
verdadera, así
que, a pesar de
su seriedad, su
contenido puede
ser falso o
equivocado.
Ese es el motivo
por lo cual los
Espíritus
verdaderamente
superiores
recomiendan que
sometamos todas
las
comunicaciones a
la criba de la
razón y de la
más rigurosa
lógica, porque
solamente así
sabremos si
tales
comunicaciones
pueden
encuadrarse en
el concepto de
comunicaciones
instructivas,
que son, por
definición,
verdaderas, una
vez que no puede
ser instructivo
aquello que no
sea verdadero.
Según vimos, por
lo tanto, el
examen de las
comunicaciones
debe ser
escrupuloso y
riguroso, con el
claro objetivo
de apartar toda
y cualquier
posibilidad de
admitirse una
información
mentirosa,
recomendación
esa que fue
considerablemente
reforzada con
esta celebre y
conocida
observación
hecha por el
instructor
espiritual
Erasto: “Más
vale rechazar
diez verdades
que admitir una
única mentira,
una única teoría
falsa”. (Obra
citada, cap. 20,
ítem 230).
Si nos
apartáramos de
la directriz a
que nos
referimos,
seremos juguetes
fáciles de los
listos del mundo
espiritual y
pasibles, por lo
tanto, de
mistificaciones
groseras, lo
que,
infelizmente, ha
sido averiguado
en innúmeras
obras dichas
espiritas
publicadas en
los últimos años
en nuestro
medio.
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