Como encaramos
las críticas
La participación
del lector,
enormemente
facilitada
gracias a los
instrumentos
disponibles en
Internet, es y
será siempre
fundamental para
la vitalidad de
los periódicos,
sean o no
espiritas.
Es por eso que
la sección de
Cartas surgió en
nuestra revista
ya en su primera
edición, como el
lector puede
averiguar
pulsando en este
Link:
http://www.oconsolador.com.br/1/cartas.html
En ella
publicamos, sin
censura alguna,
todos los
mensajes que
semanalmente son
enviadas a la
redacción,
seguidas,
conforme el
caso, de la
respuesta
oportuna.
Leyendo las
cartas que nos
llegan es
posible percibir
que tipo de
asunto o
preocupación ha
despertado la
atención de
nuestros
lectores.
Muchos entre
ellos aprovechan
ese medio de
comunicación
para resolver
dudas u obtener
esclarecimientos
sobre temas
específicos,
pero hay también
los que,
comentando esa o
aquella materia,
revelan de
manera explícita
si les gustaron
o no de lo que
leyeron.
En lo que se
refiere a las
críticas, no es
difícil percibir
que muchas,
ciertamente la
mayoría, tienen
propósito
constructivo,
aunque algunas
de ellas no sean
movidas por
sentimientos
semejantes.
Como son pocas
las personas que
reciben, sin
molestarse,
críticas a lo
que escriben, ya
expusimos a
algunos
colaboradores la
posición que
consideramos más
acertada en el
relacionamiento
con aquellos que
nos leen.
He aquí lo que
pensamos con
relación a los
que nos
critican:
·
Si la crítica
enuncia tan
solamente una
opinión personal
del lector, nada
le contestamos,
porque todas las
personas tienen
el derecho de a
ellos les gusta
o no de aquello
que publicamos.
· Si
la crítica
presenta algún
dato equivocado,
algún error de
interpretación o
de información,
contestamos al
lector,
haciendo, en
nuestra
respuesta, el
debido reparo.
·
Si, en fin, la
crítica apunta
algún error
nuestro,
contestamos al
lector y, por
coherencia,
rectificamos lo
que tiene que
ser rectificado.
Es necesario que
todos nosotros
entendamos que,
aunque nuestro
propósito sea
serio y
desprovisto de
cualquier
interés
subalterno, no
somos criaturas
perfectas y, por
eso, podemos
errar. Lo que no
debemos hacer,
obviamente, es
insistir en el
error, porque
ahí se queda
caracterizada
una especie de
terquedad,
inoportunas en
la conducta de
alguien que se
dice espirita.
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