La religión y
los trastornos
mentales
En el ítem VII
de la Conclusión
d´El Libro de
los Espíritus,
obra que lanzó
los fundamentos
de la doctrina
espirita, Kardec
alude a los
efectos que se
averiguan en la
vida de las
personas que
comprenden el
Espiritismo
filosófico y en
él ven otra cosa
que no apenas
fenómenos más o
menos curiosos.
La resignación
con relación a
las vicisitudes
de la vida
sería, según
Kardec, uno de
esos efectos. Se
entienda, sin
embargo, que en
la visión
espirita
resignación no
quiere decir
pasividad, pero
aceptación de
las cosas que no
podemos cambiar,
aunque luchemos
para que el
cambio ocurra.
“El Espiritismo
– observó Kardec
– da para ver
las cosas de tan
alto, que,
perdiendo la
vida terrena
tres cuartas
partes de su
importancia, el
hombre no se
aflige tanto con
las
tribulaciones
que la
acompañan. Por
eso, más coraje
en las
aflicciones, más
moderación en
los deseos. De
ahí, también, la
expulsión de la
idea de abreviar
los días de la
existencia, por
eso que la
ciencia espirita
enseña que, por
el suicidio,
siempre se
pierde lo que se
quería ganar.”
La certeza
cuanto al
futuro, que
podemos
realmente tornar
feliz, y la
posibilidad de
establecer
relaciones con
los entes
queridos ofrecen
al espirita
suprema
consolación.
“El horizonte se
le dilata al
infinito,
gracias al
espectáculo, a
que asiste
incesantemente,
de la vida del
mucho más allá
de la tumba,
cuyas
misteriosas
honduras le es
facultado
sondar”, agregó
el Codificador
del Espiritismo.
Otro efecto,
siempre de
acuerdo con las
palabras de
Kardec, es lo de
estimular en el
hombre la
indulgencia para
con los defectos
ajenos, aunque
el principio
egoísta y todo
que de él ocurre
sean lo que hay
de más tenaz en
el hombre y, por
consiguiente, lo
más difícil de
desarraigar.
“Toda gente –
escribió el
Codificador –
hace
voluntariamente
sacrificios,
desde que nada
cuesten y de
nada priven.
Para la mayoría
de los hombres,
el dinero tiene
aún irresistible
atractivo y bien
pocos comprenden
la palabra
superfluo,
cuando de sus
personas se
trata. Por eso
mismo, la
abnegación de la
personalidad
constituye señal
de grandísimo
progreso.
Enfoquemos ahora
el efecto que
Kardec enumeró
como siendo el
primero y el más
general, el cual
consiste en
desarrollar el
sentimiento
religioso en las
personas que
entran en
contacto con la
doctrina
espirita, mismo
en aquellas que,
sin que sean
materialistas,
miran con
absoluta
indiferencia las
cuestiones
espirituales.
Si en la época
de Kardec, con
el desprestigio
que ya afectaba
las religiones
dominantes,
sería discutible
ver importancia
en alguien
desarrollar el
sentimiento
religioso, un
efecto que el
Codificador
expresamente
destacó en la
obra mencionada,
creemos que en
los días
actuales, aunque
el desprestigio
de las
religiones tenga
hasta se
acentuado, tal
duda perdió
grandemente su
fuerza.
Decimos eso
porque estudios
varios,
publicados en
los últimos
años,
comprobaron la
importancia de
la fe, hasta
mismo en las
cuestiones de
salud, porque es
ella que
mantiene
encendida la
llama de la
esperanza, tan
importante en la
superación de
los conflictos y
de las
probaciones de
la vida.
En favor de este
pensamiento, fue
divulgado
semanas atrás el
resultado de un
estudio hecho
por la
University
College London y
publicado en el
“British Journal
of Psychiatry”,
en lo cual
fueron
entrevistados
7.400
individuos, de
los cuales 35%
seguían una
religión y 46%
se declararon
ateos y
agnósticos.
Una de las
conclusiones del
trabajo es que
la falta de la
práctica de una
religión aumenta
el riesgo de
trastornos
mentales y
acentúa la
tendencia de
buscarse el uso
de drogas.
Los autores de
la
investigación,
que fue
coordinada por
el profesor
Michael King,
reconocen que
son necesarios
otros estudios
para explicar
realmente la
relación
existente entre
los no
religiosos y los
trastornos
mentales, pero
entienden que el
trabajo
publicado
sugiere una
explicación,
aunque parcial,
para el
fenómeno, a
saber: la falta
de estructura de
una religión
formal en la
busca espiritual
puede dejar los
creyentes más
vulnerables a
los problemas
mentales.
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