 |
Cierta vez, Américo, un
muchacho muy joven aún,
bastante trabajador, de
un pequeño negocio,
consiguió crecer y ganar
dinero comprando y
vendiendo mercancías.
Tanto trabajó él
expandiendo su mercado
que, pocos años después,
era rico.
Sin embargo, Américo
entusiasmado con el
dinero fácil que le
venía a las manos, no
pensaba
|
en nada, a no
ser enriquecerse
cada vez más.
Su padre, Antonio,
preocupado, lo alertaba
diciendo siempre: |
— Hijo mío, ¿Qué
adelanta que tú ganes
tanto dinero si no
tienes tiempo para nada
más? ¡La riqueza
material no es todo en
la vida! ¿Tú has salido
para divertirte un poco?
¿Has orado?
A lo que Américo
replicaba, dando una
carcajada:
— Papá, el dinero no es
todo, pero compra
cualquier cosa.
¡Necesito construir mi
futuro mientras soy
joven! No te preocupes,
cuando sobre tiempo yo
hago una plegaria. En
cuanto a la diversión,
el trabajo ya me da
mucha satisfacción.
El padre lo miraba
serio, lleno de piedad.
Algún tiempo después,
Américo conoció a
Celeste, una chica muy
bonita, y en poco tiempo
estaban casados.
Inmediatamente nació
Aline, un lindo bebé.
Aline fue creciendo en
gracia y belleza, para
encanto de todos. Sin
embargo, a pesar de amar
mucho a la hija, Américo
no tenía tiempo para
ella ni para la esposa.
El abuelo era el gran
compañero y amigo de
Aline, pues, cuando la
niña pedía al padre
llevarla para pasear, él
respondía:
— No puedo, hijita,
necesito trabajar. Mamá
o la abuela os llevan a
vosotras, ¿está bien?
La niña se quedaba
triste porque amaba
profundamente aquel
padre que nunca tenía
tiempo para ella.
Aunque su opinión no
tuviera valor para el
hijo, Antonio en cierta
ocasión le dijo:
— Hijo mío, la vida está
pasando y tú no lo
notas. No encuentras
tiempo para nada, ni
para tu familia, ni para
la religión y mucho
menos para ti. Jesús fue
bastante claro cuando
dijo: ¿Que
aprovecharía al hombre
ganar todo el mundo y
perder su alma?1
Pero Américo oía el
padre sin dar
importancia a sus
palabras. Un día Aline
quería ir al cine y el
padre no pudo llevarla.
Como Celeste estaba
ocupada, el abuelo
acompañó a la nieta. Sin
embargo, apenas habían
salido de casa, cuando
al atravesar una
avenida, vino un coche a
alta velocidad, pasó por
el semáforo con la señal
cerrada y atropelló a
Aline, que fue levantada
para lo alto, cayendo en
el asfalto. El abuelo,
al notar que el coche
iba a avanzar la señal,
aún intentó cogerla, sin
embargo no dio tiempo.
Todo fue muy rápido.
Alguien llamó a la
ambulancia, que vino en
pocos minutos, mientras
las personas se
aglomeraban para ver lo
que había ocurrido.
El padre avisó a
Américo. Luego él y
Celeste llegaron al
hospital para donde
Aline había sido
|
 |
llevada.
Desesperados,
los padres
lloraban. Cuando
el médico entró
en la sala,
Américo insistió
en decir: |
— Doctor, haga todo lo
que pueda por mi hija.
Dinero para nosotros no
es un problema. ¡Yo pago
lo que necesite para que
mi hija quede buena!
¡Cualquier cuantía!
— Cálmese, Américo. El
dinero no es todo en la
vida. Acabé de
examinarla. La niña
precisa ser sometida a
una cirugía. Después
volveré a hablar con
vosotros — dijo el
médico, encaminándose
rápidamente para el
quirófano.
Aprovechando que estaban
solos, Américo preguntó
al padre como había
ocurrió el accidente y
Antonio le contó,
finalizando:
— ¡No dio tiempo para
nada, hijo! ¡Fue todo
muy rápido! Vamos a
orar. Confío que Dios,
que es Padre, no dejará
de socorrernos en esta
hora de gran aflicción.
Américo oyó, pero se
mantuvo callado. ¡Hacía
tantos años que no oraba
que ni sabía más como
hacer una plegaria! En
aquella sala de espera,
mientras aguardaba,
Américo comenzó a hablar
en voz alta, llorando:
— ¿Qué adelantó trabajar
tanto, sacrificarme,
ganar tanto dinero, si
ahora puedo perder a mi
hijita querida, el sol
de mi existencia?
Si ella muere, nada más
va a importarme. Nada.
 |
Antonio se aproximo al
hijo, colocó la mano en
su hombro,
confortándolo:
— ¡Hijo mío, ten
confianza! Lo importante
ahora es que elevemos
nuestro pensamiento a
Dios, suplicando su
amparo para nuestra
querida Aline, que lo
está necesitando.
Y allí, con las manos
cogidas, Celeste y
Américo |
acompañaron la
oración que
Antonio hizo
pidiendo a Dios
que salvara
aquella
criaturita tan
adorable, que
ahora estaba
pasando por una
cirugía, de modo
que su estado no
fuera grave y
que ella pudiera
quedar
inmediatamente
recuperada. |
Algún tiempo después, el
médico volvió informando
que la cirugía fue un
éxito, que Aline estaba
bien e inmediatamente
podría ir para el
cuarto. Ellos le
agradecieron al médico y
se abrazaron, aliviados
y felices. En la mañana
siguiente, el padre besó
a Aline y dijo:
— Hijita, perdón por
todas las veces que no
te di atención. ¡A
partir de hoy, voy a
dedicarme más a nuestra
familia, que es tan
importante y que yo
relegaba al abandono
corriendo detrás del
dinero. ¡Todo va a
cambiar, yo te lo
prometo!
Se abrazaron,
emocionados, y Américo
pidió:
— ¿Vamos a orar a Jesús
para agradecerle por
haber atendido nuestro
pedido?
MEIMEI
(Recebida por Célia X.
de Camargo em
Rolândia-PR, aos
28/01/13.)
|