En lo que se
refiere a la
doctrina
espirita, la
teoría
nació de la
observación
Es siempre
oportuno
acordarnos como
la doctrina
espirita fue
elaborada, para
que todos los
que escriben
acerca del
Espiritismo y
sobre todo los
que mantienen
intercambio con
el plan
espiritual
tengan un poco
más de cuidado
con pensamientos
e ideas que
surgen, vez por
otra, en nuestro
medio, en
discordancia con
la obra que
Allan Kardec nos
legó.
En el capítulo
de apertura de
su libro La
Génesis,
Kardec se
reportó al
asunto. Lo que
más adelante el
lector verá es
una especie de
síntesis de lo
que él propio
escribió a
propósito del
trabajo que
realizó en su
tarea de
codificación de
las enseñanzas
espiritas.
Como medio de
elaboración, la
ciencia espirita
procedió y debe
proceder de
manera idéntica
a la adoptada
por las ciencias
positivas,
aplicando el
método
experimental.
Hechos nuevos
que no pueden
ser explicados
por las leyes
conocidas se
presentan; el
Espiritismo los
observa,
compara, analiza
y, remontando de
los efectos a
las causas,
llega a la ley
que los rige;
después, les
deduce las
consecuencias y
busca las
aplicaciones
útiles. Allan
Kardec no
estableció, por
lo tanto,
ninguna teoría
preconcebida y,
de esa manera,
no presentó como
hipótesis la
existencia y la
intervención de
los Espíritus,
ni el
periespíritu, ni
la
reencarnación,
ni cualquier de
los principios
de la doctrina.
Concluyó por la
existencia de
los Espíritus
cuando esa
existencia
resaltó evidente
de la
observación de
los hechos,
procediendo de
igual manera
cuanto a los
otros
principios. No
fueron, pues,
los hechos que
vinieron a
posteriori
confirmar la
teoría: la
teoría es que
vino
subsecuentemente
explicar y
resumir los
hechos. Es, por
lo tanto,
rigurosamente
exacto decir que
el Espiritismo
es una ciencia
de observación y
no producto de
la
imaginación.
Como sabemos,
las ciencias
sólo hicieron
progresos
importantes
después que sus
estudios se
basaron sobre el
método
experimental;
hasta entonces,
se pensó que ese
método sólo era
aplicable a la
materia, al
tiempo que lo es
también a las
cosas
metafísicas. Esa
fue una
descubierta
importante que,
con certeza,
evitó que la
doctrina
espirita se
llenase de ideas
sin ningún apoyo
en la
experimentación.
Kardec menciona,
a propósito del
asunto, el
ejemplo abajo.
Ocurre en el
mundo de los
Espíritus un
hecho singular,
de que
seguramente
nadie hubiera
sospechado: lo
de haber
Espíritus que no
se consideran
muertos. Luego,
los Espíritus
superiores, que
saben
perfectamente de
eso, no vinieron
decir
anticipadamente:
˂Hay Espíritus
que juzgan vivir
aún la vida
terrestre, que
conservan sus
gustos,
costumbres e
instintos˃. En
lugar de eso,
provocaron la
manifestación de
Espíritus de esa
categoría para
que Kardec y sus
compañeros
extendidos por
los diversos
puntos del globo
los observasen.
Teniéndose
vistos Espíritus
inciertos cuanto
a su estado, o
afirmando aún
ser de este
mundo,
juzgándose
aplicados a sus
ocupaciones
ordinarias, se
dedujo la regla.
La multiplicidad
de hechos
análogos
demostró que el
caso no era
singular o
excepcional, que
constituía una
de las fases de
la vida
espirita. Se
puede entonces
estudiar todas
las variedades y
las causas de
tan singular
ilusión,
reconociéndose
que ese hecho
es, sobre todo,
propio de
Espíritus pocos
adelantados
moralmente y
peculiar a
ciertos géneros
de muerte. Se
percibió aún que
esa situación es
siempre
temporaria,
aunque pueda
durar semanas,
meses y hasta
años.
Fue de esa
manera que la
teoría nació de
la observación.
Y lo mismo se
dio con relación
a todos los
otros principios
de la doctrina.
Ése fue,
seguramente, uno
de los motivos
por los cuales
José Herculano
Pires escribió
estas palabras:
“El toque es la
manera más común
de verificación
de la verdad. Se
usa el toque en
la Medicina, en
la Agricultura,
en la Joyería –
donde es tan
conocida la
función de la
piedra de toque
– y
prácticamente en
todas las
actividades
humanas. Fue por
el toque de los
dedos en las
llagas que Tomé
reconoció la
legitimidad de
la aparición de
Jesús
resucitado. En
el Espiritismo
la piedra de
toque es la obra
de Kardec”. (En
la Hora del
Toque, en La
Piedra y la
Cizaña).
Los otros
motivos por los
cuales la obra
de Kardec es
considerada por
Herculano Pires
la piedra de
toque en
materia de
Espiritismo, el
lector verá
leyendo el libro
a lo cual nos
referimos.
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