Continuamos el estudio metódico de “El Evangelio según el Espiritismo”, de Allan Kardec, la tercera de las obras que componen el Pentateuco Kardeciano, cuya primera edición fue publicada en abril de 1864. Las respuestas a las preguntas sugeridas para debatir se encuentran al final del texto.
Preguntas para debatir
A. ¿Por qué surgieron en el mundo tantas sectas, muchas veces en conflicto entre sí, teniendo el Evangelio como origen común?
B. Después de haber enfrentado a tantos enemigos poderosos, ¿cuáles son las luchas que el Espiritismo tendrá todavía que enfrentar?
C. ¿Qué provecho pueden sacar las personas de las parábolas narradas por Jesús, que hasta para nosotros, a veces, son incomprensibles e ilógicas?
D. ¿Por qué Jesús recomendó a sus apóstoles no dirigirse a los gentiles, sin antes buscar a las ovejas perdidas de la casa de Israel?
Texto para la lectura
303. En la unión de los sexos, al lado de la ley divina material, común a todos los seres vivientes, hay otra ley divina, inmutable como todas las leyes de Dios, exclusivamente moral: la ley del amor. Dios ha querido que los seres se unieran no sólo por los lazos de la carne, sino también por los del alma, a fin de que el afecto mutuo de los esposos se transmitiese a sus hijos y que fuesen dos, y no sólo uno, para amarlos, cuidarlos y hacerlos progresar. (Cap. XXII, ítem 3.)
304. Ni la ley civil, ni los compromisos que ella hace que se contraigan, pueden suplir la ley del amor si ésta no preside la unión, de lo que resulta con frecuencia, que se separe por sí mismo lo que se ha unido por la fuerza. De ahí las uniones infelices, que se evitarían si las condiciones del matrimonio observasen la única ley que realmente importa: la ley del amor. (Cap. XXII, ítem 3.)
305. ¿Será entonces superflua la ley civil y se deberá volver a los matrimonios según la Naturaleza? Por cierto que no. La ley civil tiene por objeto regular las relaciones sociales y los intereses de las familias, de acuerdo con las exigencias de la civilización; por ello, es útil, necesaria, pero variable. (Cap. XXII, ítem 4.)
306. El divorcio es una ley humana que tiene por objeto separar legalmente lo que ya, de hecho, está separado. No es, por lo tanto, contrario a la ley de Dios, porque sólo reforma lo que los hombres han hecho y sólo es aplicable en los casos en que no se tomó en cuenta, en el matrimonio, la ley divina. Además, ni el mismo Jesús consagró la indisolubilidad absoluta del matrimonio, que Él admitía perfectamente en los casos de adulterio. (Cap. XXII, ítem 5.)
307. “Quienquiera que no cargue su cruz y me siga, no puede ser mi discípulo. Así, aquél entre vosotros que no renuncie a todo lo que posee no puede ser mi discípulo.” (Lucas, cap. XIV, vv. 25 a 33.) (Cap. XXIII, ítem 1.)
308. “Aquél que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; aquél que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí.” (Mateo, cap. X, v. 37.) Algunas palabras atribuidas a Cristo hacen tan extraño contraste con su modo habitual de hablar que, instintivamente, se rechaza su sentido literal, sin que la sublimidad de su doctrina sufra algún daño. (N.R.: En tales casos es necesario saber si Jesús las pronunció y, en caso afirmativo, extraer siempre el sentido de lo que Jesús haya dicho. Es lo que sucede con la frase de arriba, anotada por Mateo, cuya idea no supone la falta de amor por la familia o su abandono, sino la dedicación plena al trabajo en la viña del Maestro, trabajo que nos importa no sólo en esta vida, sino en la vida eterna.) (Cap. XXIII, ítems 2 y 3.)
309. “Jesús le dijo: En verdad os digo, que nadie dejará por el reino de Dios, su casa, o su padre, o su madre, o sus hermanos, o su mujer, o sus hijos – que no reciba ya en este mundo mucho más, y en el siglo venidero la vida eterna.” (Lucas, cap. XVIII, vv. 28 a 30.) “Otro le dijo: Señor, yo te seguiré; pero permite que antes disponga de lo que tengo en mi casa. Jesús le respondió: Quienquiera que teniendo puesta la mano en el arado, mire hacia atrás, no es apto para el reino de Dios.” (Lucas, cap. IX, vv. 61 y 62.) (Cap. XXIII, ítems 5 y 6.)
310. Sin discutir estas palabras, aquí se debe buscar el pensamiento que, evidentemente, era éste: “Los intereses de la vida futura prevalecen sobre todos los intereses y todas las consideraciones humanas”, porque este pensamiento está de acuerdo con el fondo de la doctrina de Jesús, mientras que la idea de renunciar a la familia sería la negación de esta doctrina. (Cap. XXIII, ítem 6.)
311. ¿No tenemos, además, a la vista la aplicación de estas máximas en el sacrificio de los intereses personales por los intereses de la Patria? ¿Se censura, por ventura, a aquél que deja a su padre, a su madre, a sus hermanos, hasta sus hijos, para marchar en defensa de su país? ¿No se le reconoce, por el contrario, un gran mérito el separase de las dulzuras del hogar doméstico para cumplir con un deber? (Cap. XXIII, ítem 6.)
312. El alejamiento no disminuye el respeto, ni la solicitud del hijo para con sus padres, ni la ternura de estos. Aquellas palabras no significan, pues, negar el mandamiento que prescribe al hombre honrar a su padre y a su madre, sino que muestra cuán imperioso es para la criatura humana el deber de ocuparse de la vida futura. (Cap. XXIII, ítem 6.)
Respuestas a las preguntas propuestas
A. ¿Por qué surgieron en el mundo tantas sectas, muchas veces en conflicto entre sí, teniendo el Evangelio como origen común?
Lamentablemente, los adeptos de la nueva doctrina no se entendieron en relación a la interpretación de las palabras del Maestro, veladas la mayoría de las veces por la alegoría y las figuras del lenguaje. De allí nacieron numerosas sectas, pretendiendo todas poseerla verdad de manera exclusiva. Olvidando el más importante de los preceptos divinos, el que Jesús colocó como piedra angular de su edificio y como condición expresa de la salvación: la caridad, la fraternidad y el amor al prójimo, aquellas sectas se anatemizaron unas a otras, y se lanzaron unas contra otras, las más fuertes aplastando a las más débiles, ahogándolas en sangre, aniquilándolas con la tortura y las llamas de las hogueras. Vencedores del paganismo, los cristianos pasaron de ser perseguidos a perseguidores. A hierro y fuego plantaron la cruz del Cordero inmaculado. Es un hecho comprobado que las guerras religiosas fueron las más crueles y las que han causado más víctimas que las guerras políticas; y en ninguna otra se han cometido tantos actos de atrocidad y de barbarie. (El Evangelio según el Espiritismo, cap. XXIII, ítem 15.)
B. Después de haber enfrentado a tantos enemigos poderosos, ¿cuáles son las luchas que el Espiritismo tendrá todavía que enfrentar?
El Espiritismo viene a realizar, en el tiempo previsto, las promesas de Cristo. Sin embargo, esto no se puede hacer sin destruir los abusos. Como Jesús, encuentra a su paso al orgullo, el egoísmo, la ambición, la codicia, el fanatismo ciego, los cuales, llevados a sus últimas trincheras, tratan de obstruir su camino y provocarle escollos y persecuciones. También, por lo tanto, tiene que combatir; pero el tiempo de las luchas y las persecuciones sangrientas ha pasado; las que tendrá que sufrir son todas de orden moral, y pronto llegará su fin. (Obra citada, cap. XXIII, ítems 16 y 17.)
C. ¿Qué provecho pueden sacar las personas de las parábolas narradas por Jesús, que hasta para nosotros, a veces, son incomprensibles e ilógicas?
Es de notar que Jesús sólo se expresó por parábolas sobre las partes de cierto modo abstractas de su doctrina. Pero, habiendo hecho de la caridad para con el prójimo y de la humildad las condiciones esenciales para la salvación, todo lo que dijo a ese respecto es completamente claro, explícito y sin ninguna ambigüedad. Así debía ser, porque era la regla de conducta, regla que todos tenían que comprender para poder cumplir. Era lo esencial para la multitud ignorante, a la cual Él se limitaba a decir: “He ahí lo que es necesario hacer para ganar el reino de los cielos.” Sobre las otras partes, sólo desarrollaba su pensamiento a sus discípulos. Por ser ellos más adelantados, moral e intelectualmente, Jesús pudo iniciarlos en el conocimiento de verdades más abstractas. De ahí que dijo: A los que ya tienen, se les dará aún más. (Obra citada, cap. XXIV, ítems 6 y 7.)
D. ¿Por qué Jesús recomendó a sus apóstoles no dirigirse a los gentiles, sin antes buscar a las ovejas perdidas de la casa de Israel?
En muchas circunstancias, Jesús manifiesta que sus miras no se circunscriben al pueblo judío, sino que abarcan a toda la Humanidad. Por ello, si dijo a sus apóstoles que no fuesen a buscar a los paganos, no es que desdeñase la conversación con ellos, lo que no sería caritativo; sucede que los judíos, que ya creían en un solo Dios y esperaban al Mesías, estaban preparados por la ley de Moisés y por los profetas para acoger su palabra. Con los paganos, a quienes les faltaba incluso la base, todo estaba por hacer y los apóstoles aún no se encontraban lo bastante esclarecidos para tan pesada tarea. Por eso les dijo: “Id en busca de las ovejas extraviadas de Israel”, es decir, id a sembrar en terreno ya preparado. Sabía que la conversión de los gentiles se daría a su tiempo. Más tarde, en efecto, los apóstoles plantaron la cruz en el centro mismo del paganismo. (Obra citada, cap. XXIV, ítems 8 a 10.)