La muerte,
testifican los
hechos, es sólo
un pasaje
El reportaje de
José Lucas sobre
el científico
David fontana,
que constituye
uno de los
relieves de esta
edición, nos
lleva a recordar
otra
personalidad
importante en el
campo de la
investigación de
los fenómenos
paranormales.
Nos referimos al
Cura François
Brune, autor del
libro “Los
Muertos nos
Hablan”,
publicado en
Brasil por la
Edicel.
En la
introducción de
su libro,
François Brune
dice que es
incomprensible
el silencio, el
desdén y mismo
la censura
ejercida por la
Ciencia y por la
Iglesia, a
respecto de la
descubierta más
extraordinaria
de nuestro
tiempo: la
existencia de
vida después de
la vida y la
posibilidad de
comunicarnos con
los que llamamos
de muertos.
Acompañando y
estudiando las
investigaciones
más recientes
realizadas en
ese campo, dice
él que sus
conclusiones
ultrapasaron lo
que había
previsto, o sea,
no sólo la
veracidad de las
experiencias con
los llamados
muertos se
encuentra
confirmada y no
puede más ser
puesta en duda,
como la
prodigiosa
riqueza de esa
literatura del
Más Allá reanimó
en él lo que
siglos de
intelectualismo
teológico habían
extinguido.
“La muerte –
afirma François
Brune – es sólo
un pasaje.”
Nuestra vida
continúa, sin
cualquier
interrupción,
hasta el fin de
los tiempos, y,
por lo tanto,
llevaremos con
nosotros para el
Más Allá nuestra
personalidad,
nuestros
recuerdos,
nuestro
carácter.
Para refrendar
sus conclusiones
acerca de la
supervivencia
del alma después
de la muerte, él
menciona y
desmenuza seis
órdenes de
fenómenos: I –
las experiencias
en las fronteras
de la muerte
(E.F.M.), que
envuelven
personas
consideradas
muertas y que,
sin embargo,
retornaron a la
vida; II – la
grabación
directa de las
voces de los
difuntos en
cintas
magnéticas; III
– la fotografía
de personas
fallecidas; IV –
la filmación de
imágenes del Más
Allá que,
conforme el
método adoptado
por Ernest
Senkowski,
aparecen en una
pantalla de
televisión y
pueden ser
grabadas en
video por una
cámara; V – la
reproducción
mediante un
aparato llamado
cronovisor
de imágenes y
voces antiguas
pertinentes a
personas, cuando
encarnadas; una
iniciativa que
se debe al cura
Ernetti, de la
Universidad de
Venecia, ayudado
por varios
científicos; y,
finalmente, VI –
las llamadas
telefónicas a
partir del Más
Allá.
Las
informaciones
transmitidas en
el libro “Los
Muertos nos
Hablan”, nos
indican que es
una
simple cuestión
de tiempo el
advenimiento de
una época donde
asistiremos en
nuestro planeta
a una fase que
ciertamente nos
hará recordar
los episodios
ocurridos a
partir de 1848
en Hydesville,
teniendo como
personajes las
niñas de la
familia Fox.
Como se sabe,
fueron aquellos
episodios, al
propagarse para
otras ciudades y
otros países,
que acabaron
dando origen al
Espiritismo.
En lo que se
refiere
específicamente
a las
investigaciones
ahora hechas en
el Viejo Mundo,
reflexionemos
sobre lo que
David Fontana
declaró en
entrevista
publicada en la
edición número
6, de septiembre
y octubre de
2004, del
Periódico de
Espiritismo,
de Portugal:
Periódico de
Espiritismo:
¿Qué piensa ser
necesario hacer,
actualmente,
para alterar los
veredictos
científicos, en
lo que respeta a
la supervivencia
del espíritu
como siendo una
realidad
comprobada?
David Fontana:
Pienso que no
hay dudas,
tenemos
evidencias
suficientes para
demostrar que
esos
acontecimientos
paranormales
ocurren.
Demostramos eso
en condiciones
inequívocas. El
próximo paso es
demostrar, para
satisfacción de
los científicos
escépticos, que
parecen ser muy
difíciles de
convencer, que
no se trata sólo
de posibles
capacidades
psíquicas, pero
sí que la vida
continúa después
de la muerte. A
propósito, no
debemos
llamarlos de
muertos, porque,
en verdad, ellos
están bien
vivos, una vez
que tienen el
poder de
producir tales
fenómenos. En
complemento, es
cierto que
obtuvimos
determinadas
informaciones
que ninguno de
los vivos sabía.
Obtuvimos
comunicaciones
de personas que
ni siquiera
conocíamos,
habiendo
investigado y
llegado a la
conclusión que
habían existido
y que los
detalles que nos
habían fornecido
estaban
correctos.
Veamos, ningún
“vivo” posee
necesidades
emocionales de
producir esa
especie de
información
detallada. Ellos
no conocen a las
personas, ni
quien son, nada
conocen de su
pasado, no
tienen cualquier
relación con
ellas, o
cualquier cosa
del género y,
mismo así, la
información es
totalmente
verdadera.
La muerte, como
bien demostrado
por las
experiencias
aquí recordadas,
es sólo un
pasaje, un
intervalo, un
momento en la
vida
imperecedera de
los Espíritus,
cuya
supervivencia en
el Más Allá
está, por así
decir,
documentada y no
se fundamenta
solamente en
nuestras
creencias
individuales.
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