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Año 7 336 – 3 de Noviembre de 2013
Traducción
Elza Ferreira Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 
 


La dádiva mayor de todas


Toda vez que se habla en caridad es importante acordarnos que su ingrediente fundamental es el amor, asunto a que nos referimos en el texto titulado “La caridad y su ingrediente fundamental”, publicado en la edición 111 de esta revista. He aquí el enlace:
http://www.oconsolador.com.br/ano3/111/editorial.html

Como sabemos, tenemos la costumbre en nuestro medio dividir la caridad en dos grupos – la caridad moral y la caridad material.

La paciencia, la indulgencia, el tratamiento afectuoso serían expresiones de la caridad moral.

La asistencia a quien pasa por privaciones, la manutención financiera de una actividad filantrópica, la ayuda material a quien la necesita, he aquí expresiones de la caridad material.

Nada tenemos contra esa división, con la única observación de que sea en un caso, sea en el otro, no puede faltar al acto el sentimiento del amor, sin lo que podremos darle cualquier nombre, menos lo de caridad.

Refiriéndose al tema, Emmanuel destaca otro aspecto pertinente a la llamada caridad material.

Cuando damos algo a alguien, dice Emmanuel, es necesario saber si damos lo que tenemos o si damos lo que detenemos.

He aquí las consideraciones hechas por el conocido instructor acerca de una propuesta de Jesús registrada en el cap. 11, versículo 41, del Evangelio de Lucas:

“Dar lo que tenemos es diferente de dar lo que detenemos. La caridad es sublime en todos los aspectos bajo los cuales se nos revele, y en circunstancia alguna debemos olvidar la abnegación admirable de aquellos que distribuyen pan y abrigo, medicina y socorro para el cuerpo, aprendiendo la solidaridad y enseñándola.

Es justo, sin embargo, destacar que la fortuna o la autoridad son bienes que detenemos provisoriamente en la marcha común y que, en los fundamentos substanciales de la vida, no nos pertenecen.

El dueño de todo el poder y de toda la riqueza en el Universo es Dios, nuestro Creador y Padre, que presta recursos a los hombres, según los méritos o las necesidades de cada uno.

No olvidemos, así, las donaciones de nuestra esfera íntima y preguntemos a nosotros mismos:

¿Qué tenemos de nosotros propios para dar?

¿Qué especie de emoción estamos comunicando a los otros?

¿Qué reacciones provocamos en el prójimo?

¿Qué distribuimos con nuestros compañeros de lucha diaria?

¿Cuáles son las existencias de nuestros sentimientos?

¿Qué tipo de vibraciones esparcimos?” (Fuente Viva, cap. 60, psicografia de Chico Xavier.)

En la secuencia del texto ora reproducido, Emmanuel nos acuerda que es fundamental acumular en nuestro espíritu las reservas de la buena comprensión, de la amistad y del entendimiento en la tarea del bien de todos cuantos nos rodean, cerca o lejos.

Y agrega:

“Es siempre reducida la caridad que alimenta el estómago, pero que no olvida la ofensa, que no se dispone a servir directamente o que no enciende la luz para la ignorancia.

El aviso del Instructor Divino en los apuntes de Lucas significa: - Dad limosna de vuestra vida íntima, ayudad por vosotros mismos, esparcid alegría y buen ánimo, oportunidad de crecimiento y elevación con vuestros semejantes, sed hermanos dedicados al prójimo, porque, en verdad, el amor que se irradia en bendiciones de felicidad y trabajo, paz y confianza, es siempre, la dádiva mayor de todas.” (Obra mencionada.




 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita