La dádiva mayor
de todas
Toda vez que se
habla en caridad
es importante
acordarnos que
su ingrediente
fundamental es
el amor, asunto
a que nos
referimos en el
texto titulado
“La caridad y
su ingrediente
fundamental”,
publicado en
la edición 111
de esta revista.
He aquí el
enlace:
http://www.oconsolador.com.br/ano3/111/editorial.html
Como sabemos,
tenemos la
costumbre en
nuestro medio
dividir la
caridad en dos
grupos – la
caridad moral y
la caridad
material.
La paciencia, la
indulgencia, el
tratamiento
afectuoso serían
expresiones de
la caridad
moral.
La asistencia a
quien pasa por
privaciones, la
manutención
financiera de
una actividad
filantrópica, la
ayuda material a
quien la
necesita, he
aquí expresiones
de la caridad
material.
Nada tenemos
contra esa
división, con la
única
observación de
que sea en un
caso, sea en el
otro, no puede
faltar al acto
el sentimiento
del amor, sin lo
que podremos
darle cualquier
nombre, menos lo
de caridad.
Refiriéndose al
tema, Emmanuel
destaca otro
aspecto
pertinente a la
llamada caridad
material.
Cuando damos
algo a alguien,
dice Emmanuel,
es necesario
saber si damos
lo que tenemos o
si damos lo que
detenemos.
He aquí las
consideraciones
hechas por el
conocido
instructor
acerca de una
propuesta de
Jesús registrada
en el cap. 11,
versículo 41,
del Evangelio de
Lucas:
“Dar lo que
tenemos es
diferente de dar
lo que
detenemos. La
caridad es
sublime en todos
los aspectos
bajo los cuales
se nos revele, y
en circunstancia
alguna debemos
olvidar la
abnegación
admirable de
aquellos que
distribuyen pan
y abrigo,
medicina y
socorro para el
cuerpo,
aprendiendo la
solidaridad y
enseñándola.
Es justo, sin
embargo,
destacar que la
fortuna o la
autoridad son
bienes que
detenemos
provisoriamente
en la marcha
común y que, en
los fundamentos
substanciales de
la vida, no nos
pertenecen.
El dueño de todo
el poder y de
toda la riqueza
en el Universo
es Dios, nuestro
Creador y Padre,
que presta
recursos a los
hombres, según
los méritos o
las necesidades
de cada uno.
No olvidemos,
así, las
donaciones de
nuestra esfera
íntima y
preguntemos a
nosotros mismos:
¿Qué tenemos de
nosotros propios
para dar?
¿Qué especie de
emoción estamos
comunicando a
los otros?
¿Qué reacciones
provocamos en el
prójimo?
¿Qué
distribuimos con
nuestros
compañeros de
lucha diaria?
¿Cuáles son las
existencias de
nuestros
sentimientos?
¿Qué tipo de
vibraciones
esparcimos?”
(Fuente Viva,
cap. 60,
psicografia de
Chico Xavier.)
En la secuencia
del texto ora
reproducido,
Emmanuel nos
acuerda que es
fundamental
acumular en
nuestro espíritu
las reservas de
la buena
comprensión, de
la amistad y del
entendimiento en
la tarea del
bien de todos
cuantos nos
rodean, cerca o
lejos.
Y agrega:
“Es siempre
reducida la
caridad que
alimenta el
estómago, pero
que no olvida la
ofensa, que no
se dispone a
servir
directamente o
que no enciende
la luz para la
ignorancia.
El aviso del
Instructor
Divino en los
apuntes de Lucas
significa: - Dad
limosna de
vuestra vida
íntima, ayudad
por vosotros
mismos, esparcid
alegría y buen
ánimo,
oportunidad de
crecimiento y
elevación con
vuestros
semejantes, sed
hermanos
dedicados al
prójimo, porque,
en verdad, el
amor que se
irradia en
bendiciones de
felicidad y
trabajo, paz y
confianza, es
siempre, la
dádiva mayor de
todas.” (Obra
mencionada.)
|