Soledad,
aislamiento
y
tecnología
Se discute
actualmente si
las nuevas
tecnologías
están siendo
bien utilizadas
y, de esa
manera,
contribuyendo
para el
desarrollo de la
sociedad
moderna. Es
obvio que nadie
discuerda de su
relevancia como
herramientas
importantes en
la vida de todos
nosotros.
La televisión
digital, los
aparatos móviles
con sus
múltiples e
interesantes
funciones, los
videos y
películas de
alta definición,
las computadoras
personales cada
vez más veloces
y potentes, los
tablets,
la interconexión
en ámbito
mundial
proporcionada
por la internet,
el advenimiento
de las llamadas
redes sociales,
los juegos
electrónicos
virtuales, los
sofisticados
aparatos que,
por medio de los
exámenes de
imagen,
facilitan los
diagnósticos
médicos – he
aquí una lista
resumida de lo
que la
tecnología de
punta nos ha
ofrecido,
alargando
nuestros
horizontes en el
macro y en el
microcosmo.
Es imperioso,
sin embargo, que
la criatura
humana,
deslumbrada por
las conquistas
externas, no se
olvide de las
conquistas
sublimes de su
mundo interior.
Los beneficios
que el avance
tecnológico nos
ofrece deben
servir para
facilitar la
vida, y jamás
para
complicarla, así
que el uso
irresponsable de
los recursos
tecnológicos
puestos a
nuestra
disposición
puede traernos
grandes
sinsabores.
Nadie
ciertamente
ignora que
pueden tales
herramientas
servir al bien o
al mal, conforme
las tendencias y
el libre
albedrío de
quien las
utiliza.
La misma red
mundial de
computadoras que
vehicula una
conferencia
educativa puede
ser usada para
divulgar la
vulgaridad, la
bajeza, la
villanía. En
algunos
lamentables
episodios
atribuidos al
terrorismo se
descubrió que
los agentes que
los provocaron
cosecharon
subsidios para
su acción en la
misma red de
computadoras que
permite que esta
revista llegue a
los hogares de
miles de
personas aquí y
en el
extranjero.
Otro hecho, ya
mencionado por
algunos
articulistas de
esta revista,
dice respecto al
aislamiento de
las personas,
mismo cuando
viven en un
medio social
atestado de
gente. En un
rincón, la niña
con los ojos
fijos en su
tablet, en
el otro, el
joven obcecado
por los juegos
electrónicos;
más adelante, la
mujer
concentrada en
las notas del
Facebook o
de su
Smartphone
de última
generación…
En un texto
publicado hace
tiempo en esta
revista, el
cofrade José
Lucas, de
Portugal, se
refirió al
asunto.
“Paradojalmente
– dice él – en
estos tiempos
que deberían ser
de alegría, ante
el incremento de
la tecnología,
la sociedad
sufre de grave
enfermedad
mortal, la
soledad, mismo
cuando rodeados
de una
inmensidad de
personas.”
Y, finalizando
su artículo, él
escribió: “Fue
ahí que me di
cuenta de la
grave
enfermedad, que
va instalándose
silenciosamente,
que nos afecta
en los días de
hoy: la SIT
(Soledad,
Aislamiento y
Tecnología). Si
las nuevas
tecnologías son
una bendición
para la
humanidad, su
uso debe ser
efectuado con
parsimonia, de
manera a que el
rumbo orientador
de sociabilidad
apuntado en
El Libro de los
Espíritus
(…) no venga a
ser puesto en
causa por ese
flagelo que
asocia la
tecnología al
aislamiento y a
la soledad del
ser humano”. He
aquí el sitio
que permite al
lector acceder
el artículo:
http://www.oconsolador.com.br//ano6/258/jose
lucas.html.
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