En el pasado, había una
significativa
resistencia al trabajo
de juventudes espíritas
en diversas casas
espíritas brasileñas.
Motivadas por la opinión
de algunos compañeros
injustificadamente
contrarios a ese tipo de
trabajo que eran
formadores de opinión o
por miedo de un tipo de
actividad muy
independiente de las
demás reuniones
desarrolladas por el
centro espírita, o
incluso en función de
una falta de preparación
para lidiar con los
jóvenes, la resistencia
al trabajo de juventudes
espíritas era común. De
hecho, en una época en
que los grupos de
estudios eran menos
comunes y las casas
espíritas, sobre todo en
el interior de Brasil,
presentaban gran
predominio de trabajos
de conferencias en sus
reuniones, muchos
dirigentes vetaban el
trabajo de juventudes en
sus casas espíritas.
El trabajo de
unificación del
movimiento espírita, el
crecimiento del número
de centros espíritas
frecuentado por jóvenes,
el aumento del número de
grupos de estudios
sistematizados y no
sistematizados (además
de las actividades de
charlas) y la
diversificación
creciente de las
actividades espíritas
propiciaron una mayor
apertura para la
creación y el desarrollo
de gran número de
juventudes espíritas,
así como de tareas
correlativas en casas
espíritas que no
presentaban ese tipo de
trabajo.
Obviamente, se trata de
una conquista, una gran
victoria del Movimiento
Espírita, tratándose de
la búsqueda por el
aumento y principalmente
por la mejoría de las
actividades emprendidas
por la casa espírita.
Sin embargo, tal como
ocurre con todos los
demás trabajos de la
Casa Espírita, la
actividad de las
juventudes espíritas
tiene sus
potencialidades,
dificultades,
peculiaridades y riesgos
inherentes, los cuales
deben ser analizados y
administrados con
atención por los
dirigentes del
Movimiento Espírita,
semejante a lo que
ocurre con las reuniones
mediúmnicas de
desarrollo y
desobsesión; reuniones
de evangelización del
niño; trabajos de
fluidoterapia; atención
fraterna; reuniones de
charlas públicas,
asistencia social etc.
El papel de la juventud
en la formación de
trabajadores
– Hay, sin embargo, un
problema adicional,
tratándose de reuniones
de juventud espírita, en
comparación con las
demás reuniones de la
casa espírita,
predominantemente
dirigidas al público
adulto. Es
que, por el propio rango
de la edad, el trabajo
de juventud tiene un
papel destacado en la
formación de nuevos
trabajadores espíritas.
De hecho, la
evangelización infantil,
con raras y especiales
excepciones, ha sido
mucho más enfocada en la
enseñanza moral, y
aunque ya exista algún
énfasis en algún
contenido doctrinario,
por la propia edad del
público en el punto de
mira, tenemos que
admitir que la
solidificación de la
asimilación de los
contenidos solamente
ocurrirá a partir de la
pre-juventud
(también conocida como
primer ciclo de las
reuniones de
juventudes), que engloba
pre-adolescentes con
como mínimo 10 o 11
años.
Por lo tanto, aunque se
trate de un joven de
familia espírita,
habituado al Evangelio
en el Hogar y que haya
pasado por la
evangelización espírita
infantil, las reuniones
de juventudes espíritas
tendrán un papel
destacado en la madurez
personal del
adolescente, mientras es
militante espírita.
Porque no podemos
ignorar la llamada
“crisis de la
adolescencia”, que,
dependiendo del joven,
puede generar serios
impactos existenciales.
Dentro de ese contexto,
tenemos que recordar que
gran número de padres
espíritas (y muchas
veces espíritas
militantes dirigentes
del movimiento espírita)
no consiguen que sus
hijos se hagan por lo
menos frecuentadores de
la casa espírita. Esa
realidad, que es grave y
ya antigua en el
movimiento espírita, no
ha recibido esfuerzos
suficientes por parte de
padres y dirigentes
espíritas en el sentido
de la búsqueda de la
mejoría del respectivo
panorama.
A fin de que hagamos
algunas reflexiones
acerca de la necesidad
de mejorar ese cuadro y
de las estrategias que
podrían ser
desarrolladas en el
movimiento espírita para
esa finalidad,
analicemos algunos
tópicos de la cuestión.
Básicamente, existen dos
pilares fundamentales
que deben ser
respetados: La reunión
debe ser agradable e
interesante para que los
jóvenes tengan interés
en frecuentarla más
veces, asumiendo,
paulatinamente, un
compromiso personal
creciente con la casa
espírita y el movimiento
espírita; y,
principalmente, la
reunión debe suministrar
doctrina espírita,
generando concretamente
crecimiento doctrinario
para los participantes.
Lo que no puede faltar a
un grupo de jóvenes
– Una reunión de
juventud espírita
“cansada”, cuyos
coordinadores no
presenten abordajes
carismáticos con los
jóvenes, difícilmente va
a vencer, pues no tendrá
llamamiento suficiente
para solidificar un
grupo de adolescentes,
aunque haya elevado
contenido doctrinario
(se tuviera, tal vez los
más comprometidos e
idealistas se mantengan
vinculados, pero el
grupo no tenderá a
crecer
significativamente).
Por otro lado, un grupo
de estudios doctrinarios
sólidos, sin embargo sin
ningún carisma y sin un
abordaje mínimamente
interesante y motivador
para los jóvenes,
solamente captará un
número mínimo de
jóvenes, en la mejor de
las hipótesis.
Hay grupos que nacen sin
ninguno de los dos
requisitos y están
predestinados al
desinterés y a la
extinción. Conforme ya
comentamos, hay otros
grupos muy doctrinarios,
pero sin el ambiente
adecuado a los jóvenes,
no generando el estímulo
y la motivación, que son
tan importantes, sobre
todo, en ese rango de
edad. Obviamente,
existen grupos que
presentan los dos
requisitos y tienen
grandes posibilidades de
éxito bajo varios
ángulos de la cuestión.
Pero hay, también,
grupos que a pretexto de
atraer a los jóvenes, o
en función de ideas
personalistas de sus
dirigentes, crean
dinámicas propias que
pueden tener mucho
llamamiento al joven y
pueden hasta mantener
las reuniones llenas de
frecuentadores por
determinado tiempo, pero
a medio y largo plazo
difícilmente van a
ayudar a formar nuevos
trabajadores espíritas,
pues no abordan el
Espiritismo propiamente
dicho.
Evidentemente, no
estamos afirmando que
tales grupos no puedan
suministrar una correcta
contribución indirecta
al movimiento espírita,
pero tampoco podemos
dejar de considerar que
aún están muy lejos de
la propuesta
verdaderamente espírita.
En primer lugar, es
importante que quede
claro que la reunión de
juventud se trata de una
reunión espírita
predominantemente
frecuentada por jóvenes
(lo que no excluye la
eventual y muchas veces
bienvenida presencia de
personas de mayor edad)
y no de una reunión de
jóvenes que
eventualmente pueden
tener alguna unión con
el Espiritismo.
Lo que es fundamental en
las actividades
espíritas
– La diferencia entre
los dos casos en
cuestión es gigantesca,
aunque aparentemente, en
un análisis rápido,
compañeros sin vivencia
en ese tipo de trabajo
puedan creer que no. De
hecho, amigos espíritas
jóvenes pueden estar
reunidos para discutir
de fútbol, política,
educación, música,
comportamiento, sexo,
enamoramiento, vida
social y diversos otros
asuntos con o sin algún
tipo de connotación
espírita. Por lo tanto,
la reunión espírita de
jóvenes es una reunión
espírita que tiene
características más
adecuadas y más
interesantes al rango de
edad de los jóvenes.
Música con temática
evangélico-doctrinaria,
temas de interés del
joven analizados a la
luz de la Doctrina
Espírita y
preferentemente a través
del estudio de textos
espíritas, actividades
recreativas con un fondo
evangélico-doctrinario
explícito que permita la
reflexión posterior por
parte del grupo, en
términos de valores
morales y/o conceptos
doctrinarios, son
prácticas comunes e
incluso bienvenidas en
una reunión de juventud
espírita. Se garantiza
que actividades más
elaboradas como el
ensayo para el teatro,
por ejemplo, como nos
recomienda Raul
Teixeira, jamás deberá
consumir el tiempo de
estudio doctrinario de
los jóvenes. Además, el
desarrollo de la pieza
debe ser muy bien
escogido, con lenguaje
adecuado, para que el
trabajo no sea de bajo
nivel doctrinario, moral
y artístico.
Vale resaltar, sin
embargo, una vez más,
que se trata de una
reunión espírita
adaptada al modus
vivendi de los
jóvenes, o sea, son
recursos pedagógicos
pertinentes al público
en cuestión (público
joven), sin dejar en
segundo plan aquello que
es fundamental y
prioritario en todas las
actividades espíritas:
la enseñanza del
Espiritismo. Por lo
tanto, la reunión de
juventud espírita no
consiste en una reunión
de jóvenes que en mayor
o más pequeño grado
puedan tener alguna
discusión con
connotación espírita,
pues esa debe ser la
directriz básica de toda
reunión espírita.
Cuando el grupo espírita
se hace un “barco a la
deriva”
– La reunión de juventud
dentro de la casa
espírita es una reunión
de juventud espírita y
no de una juventud sólo
espiritualista. Se trata
de una diferencia que
puede parecer sutil,
pero que es
verdaderamente
sustancial y puede,
directa o
indirectamente, generar
una serie de
implicaciones negativas
al trabajo desarrollado,
tales como no ecuacionar
cuestiones espirituales
graves vividas por los
jóvenes y no formar
nuevos trabajadores
espíritas para el
presente y para el
futuro.
Luego, una reunión de
jóvenes con eventual
enfoque espírita puede
ser, en la realidad,
sólo una reunión
espiritualista, y no
propiamente espírita.
Ese tipo de abordaje
puede ser pretexto para
el estudio de una serie
de autores no espíritas
en detrimento de autores
espíritas. Por lo tanto,
aquello que debería ser
la excepción fácilmente
puede hacerse la regla.
Sin la sólida directriz
doutrinária, las
actividades
lúdico-pedagógicas
pierden el sentido,
pudiendo derivar para
cualquier cosa, pues la
ética doutrinária no
está presente en una
especie de “relativismo
doctrinario” y, por
consecuencia, de un
“relativismo moral”.
Además de eso, las
“actividades” tienen
siempre algo de
subjetivo, implicando
que la ausencia de
objetivo doctrinario
explícito puede hacer
que los jóvenes
concluyan cualquier cosa
a partir de la propuesta
en cuestión o que
simplemente no concluyan
nada, haciéndolo única y
exclusivamente por
entretenimiento.
En ese contexto, el
trabajo estará
totalmente rehén de las
ideas de los formadores
de opinión presentes en
el grupo en cuestión.
Si, por gran golpe de
suerte, el referido
grupo contempla gran
número de jóvenes que ya
sean espíritas
conscientes militantes,
las connotaciones
doctrinarias pueden ser
conservadas mínimamente,
de forma indirecta, a
través de la
participación efectiva
de los componentes
realmente convertidos al
Espiritismo, pero si ese
no es el caso, el grupo
será un “barco a la
deriva”, pudiendo
distanciarse mucho de
aquello que se espera de
un grupo realmente
espírita.
La importancia de tener
directrices adecuadas
– Debemos recordar que
el individuo entra en la
juventud espírita muchas
veces como un
pre-adolescente, pero
sale frecuentemente como
un adulto; si no
cuidáramos de esa
formación educacional,
puede ocurrir de hacerse
él, por ejemplo, un
adulto que frecuentó 10
años la casa espírita y,
a pesar de eso, no se
hizo espírita.
Es claro que eso siempre
puede ocurrir en función
del libre albedrío del
individuo y de las
características
inherentes a la
formación de
personalidad que ocurre
en la juventud, pero
obviamente la casa
espírita debe trabajar
para que no ocurra, no
siendo negligente en esa
cuestión.
Además, mientras los
espíritas, no podemos
ignorar la posibilidad
de fascinación, pues la
vanidad intelectual, el
personalismo y otros
conflictos espirituales,
tan comunes en grupos de
debates, pueden generar
una cierta tentación en
términos de búsqueda de
originalidad, aunque a
costa de la Doctrina
Espírita, y eso vale
para cualquier tipo
grupal espírita,
incluyendo las
juventudes. Igualmente,
las casas espíritas
acostumbran a sufrir
grandes presiones
espirituales negativas,
en que pese a la
protección de los
mentores, para que de
una forma o de otra el
trabajo y el ideal
espírita puedan ser
lento y gradualmente
destruidos.
En el caso de la
juventud que no tenga
directrices adecuadas
doctrinariamente, si,
por lo menos, el grupo
aceptar las inserciones
doctrinarias de aquellos
jóvenes y/o
participantes más
comprometidos, la marcha
de las actividades
tendrá, al menos
temporalmente, un
significativo nivel de
discusión espírita. De
lo contrario, los
espíritas militantes
tienden a ir lenta y
gradualmente alejándose
del grupo, por una
cuestión de rechazo a
sus postulados (afinidad
espiritual), y el grupo
tenderá a alejarse cada
vez más de aquello que
sería un grupo
verdaderamente espírita.
Conflictos comunes a los
jóvenes en general
– Es importante acentuar
que la juventud no es
una fase espiritualmente
tranquila de ser vivida.
Por el contrario, se
trata de una de las
fases decisivas para la
formación del carácter y
consecuentemente para el
éxito reencarnatorio del
Espíritu reencarnante.
Conflictos sociales,
personales,
educacionales,
afectivos, familiares,
sexuales, entre otros,
son comunes a los
jóvenes, y, obviamente,
el apoyo doctrinario que
la casa espírita puede
suministrar es de
fundamental importancia
para el crecimiento
espiritual y
consecuentemente para la
superación de los
problemas existenciales
por parte de los
jóvenes.
Abstenerse de
suministrar el contenido
doctrinario en una
reunión o evento
destinado a ese fin, es
decir, rotulado como
espírita, se trata de
una grave
responsabilidad por
parte de aquellos que
abrazan directrices
“semi-espíritas”, bajo
la rotulación de
“espíritas”.
Además de eso, con tal
negligencia no estaremos
auxiliando a los jóvenes
con los mejores
recursos, aquellos
disponibles por el
Espiritismo, para
remontar a las causas de
sus conflictos buscando
minimizarlos. Y mucho
menos formando nuevos
trabajadores espíritas
para el presente y el
futuro del movimiento
espírita.
Emmanuel afirma que “la
mayor caridad que
podemos hacer por la
doctrina espírita es su
divulgación”, lo que
sugiere fuertemente que
debamos ser coherentes
con el título “espírita”
que utilizamos y con el
título “espírita” de las
instituciones y eventos
de los cuales
participamos.
El propio Maestro
trabajó con algunos
jóvenes, en la condición
de Apóstoles de su
mensaje.
De esa forma,
“vigilemos” para que el
centro espírita sea
realmente “La
Universidad del alma”
para todas sus clases y
rangos de edades,
incluyendo las
juventudes espíritas,
una clase muy importante
para la construcción del
trabajo espírita del
presente y del futuro
buscando la divulgación
del Consolador prometido
por Jesús.
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