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Año 7 346 – 19 de Enero de 2014
LEONARDO MARMO MOREIRA     
leonardomarmo@gmail.com  
São João Del Rei, MG (Brasil)
 
Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 
 

Leonardo Marmo Moreira

¿Reunión de jóvenes o reunión de jóvenes que se dicen espíritas?

 
 
En el pasado, había una significativa resistencia al trabajo de juventudes espíritas en diversas casas espíritas brasileñas. Motivadas por la opinión de algunos compañeros injustificadamente contrarios a ese tipo de trabajo que eran formadores de opinión o por miedo de un tipo de actividad muy independiente de las demás reuniones desarrolladas por el centro espírita, o incluso en función de una falta de preparación para lidiar con los jóvenes, la resistencia al trabajo de juventudes espíritas era común. De hecho, en una época en que los grupos de estudios eran menos comunes y las casas espíritas, sobre todo en el interior de Brasil, presentaban gran predominio de trabajos de conferencias en sus reuniones, muchos dirigentes vetaban el trabajo de juventudes en sus casas espíritas.

El trabajo de unificación del movimiento espírita, el crecimiento del número de centros espíritas frecuentado por jóvenes, el aumento del número de grupos de estudios sistematizados y no sistematizados (además de las actividades de charlas) y la diversificación creciente de las actividades espíritas propiciaron una mayor apertura para la creación y el desarrollo de gran número de juventudes espíritas, así como de tareas correlativas en casas espíritas que no presentaban ese tipo de trabajo.

Obviamente, se trata de una conquista, una gran victoria del Movimiento Espírita,  tratándose de la búsqueda por el aumento y principalmente por la mejoría de las actividades emprendidas por la casa espírita. Sin embargo, tal como ocurre con todos los demás trabajos de la Casa Espírita, la actividad de las juventudes espíritas tiene sus potencialidades, dificultades, peculiaridades y riesgos inherentes, los cuales deben ser analizados y administrados con atención por los dirigentes del Movimiento Espírita, semejante a lo que ocurre con las reuniones mediúmnicas de desarrollo y desobsesión; reuniones de evangelización del niño; trabajos de fluidoterapia; atención fraterna; reuniones de charlas públicas, asistencia social etc.

El papel de la juventud en la formación de trabajadores – Hay, sin embargo, un problema adicional, tratándose de reuniones de juventud espírita, en comparación con las demás reuniones de la casa espírita, predominantemente dirigidas al público adulto. Es que, por el propio rango de la edad, el trabajo de juventud tiene un papel destacado en la formación de nuevos trabajadores espíritas. De hecho, la evangelización infantil, con raras y especiales excepciones, ha sido mucho más enfocada en la enseñanza moral, y aunque ya exista algún énfasis en algún contenido doctrinario, por la propia edad del público en el punto de mira, tenemos que admitir que la solidificación de la asimilación de los contenidos solamente ocurrirá a partir de la pre-juventud  (también conocida como primer ciclo de las reuniones de juventudes), que engloba pre-adolescentes con como mínimo 10 o 11 años.

Por lo tanto, aunque se trate de un joven de familia espírita, habituado al Evangelio en el Hogar y que haya pasado por la evangelización espírita infantil, las reuniones de juventudes espíritas tendrán un papel destacado en la madurez personal del adolescente, mientras es militante espírita. Porque no podemos ignorar la llamada “crisis de la adolescencia”, que, dependiendo del joven, puede generar serios impactos existenciales.

Dentro de ese contexto, tenemos que recordar que gran número de padres espíritas (y muchas veces espíritas militantes dirigentes del movimiento espírita) no consiguen que sus hijos se hagan por lo menos frecuentadores de la casa espírita. Esa realidad, que es grave y ya antigua en el movimiento espírita, no ha recibido esfuerzos suficientes por parte de padres y dirigentes espíritas en el sentido de la búsqueda de la mejoría del respectivo panorama.

A fin de que hagamos algunas reflexiones acerca de la necesidad de mejorar ese cuadro y de las estrategias que podrían ser desarrolladas en el movimiento espírita para esa finalidad, analicemos algunos tópicos de la cuestión.  

Básicamente, existen dos pilares fundamentales que deben ser respetados: La reunión debe ser agradable e interesante para que los jóvenes tengan interés en frecuentarla más veces, asumiendo, paulatinamente, un compromiso personal creciente con la casa espírita y el movimiento espírita; y, principalmente, la reunión debe suministrar doctrina espírita, generando concretamente crecimiento doctrinario para los participantes.

Lo que no puede faltar a un grupo de jóvenes – Una reunión de juventud espírita “cansada”, cuyos coordinadores no presenten abordajes carismáticos con los jóvenes, difícilmente va a vencer, pues no tendrá llamamiento suficiente para solidificar un grupo de adolescentes, aunque haya elevado contenido doctrinario (se tuviera, tal vez los más comprometidos e idealistas se mantengan vinculados, pero el grupo no tenderá a crecer significativamente).

Por otro lado, un grupo de estudios doctrinarios sólidos, sin embargo sin ningún carisma y sin un abordaje mínimamente interesante y motivador para los jóvenes, solamente captará un número mínimo de jóvenes, en la mejor de las hipótesis.

Hay grupos que nacen sin ninguno de los dos requisitos y están predestinados al desinterés y a la extinción. Conforme ya comentamos, hay otros grupos muy doctrinarios, pero sin el ambiente adecuado a los jóvenes, no generando el estímulo y la motivación, que son tan importantes, sobre todo, en ese rango de edad. Obviamente, existen grupos que presentan los dos requisitos y tienen grandes posibilidades de éxito bajo varios ángulos de la cuestión. Pero hay, también, grupos que a pretexto de atraer a los jóvenes, o en función de ideas personalistas de sus dirigentes, crean dinámicas propias que pueden tener mucho llamamiento al joven y pueden hasta mantener las reuniones llenas de frecuentadores por determinado tiempo, pero a medio y largo plazo difícilmente van a ayudar a formar nuevos trabajadores espíritas, pues no abordan el Espiritismo propiamente dicho.

Evidentemente, no estamos afirmando que tales grupos no puedan suministrar una correcta contribución indirecta al movimiento espírita, pero tampoco podemos dejar de considerar que aún están muy lejos de la propuesta verdaderamente espírita.

En primer lugar, es importante que quede claro que la reunión de juventud se trata de una reunión espírita predominantemente frecuentada por jóvenes (lo que no excluye la eventual y muchas veces bienvenida presencia de personas de mayor edad) y no de una reunión de jóvenes que eventualmente pueden tener alguna unión con el Espiritismo.

Lo que es fundamental en las actividades espíritas – La diferencia entre los dos casos en cuestión es gigantesca, aunque aparentemente, en un análisis rápido, compañeros sin vivencia en ese tipo de trabajo puedan creer que no. De hecho, amigos espíritas jóvenes pueden estar reunidos para discutir de fútbol, política, educación, música, comportamiento, sexo, enamoramiento, vida social y diversos otros asuntos con o sin algún tipo de connotación espírita. Por lo tanto, la reunión espírita de jóvenes es una reunión espírita que tiene características más adecuadas y más interesantes al rango de edad de los jóvenes. Música con temática evangélico-doctrinaria, temas de interés del joven analizados a la luz de la Doctrina Espírita y preferentemente a través del estudio de textos espíritas, actividades recreativas con un fondo evangélico-doctrinario explícito que permita la reflexión posterior por parte del grupo, en términos de valores morales y/o conceptos doctrinarios, son prácticas comunes e incluso bienvenidas en una reunión de juventud espírita. Se garantiza que actividades más elaboradas como el ensayo para el teatro, por ejemplo, como nos recomienda Raul Teixeira, jamás deberá consumir el tiempo de estudio doctrinario de los jóvenes. Además, el desarrollo de la pieza debe ser muy bien escogido, con lenguaje adecuado, para que el trabajo no sea de bajo nivel doctrinario, moral y artístico.

Vale resaltar, sin embargo, una vez más, que se trata de una reunión espírita adaptada al modus vivendi  de los jóvenes, o sea, son recursos pedagógicos pertinentes al público en cuestión (público joven), sin dejar en segundo plan aquello que es fundamental y prioritario en todas las actividades espíritas: la enseñanza del Espiritismo. Por lo tanto, la reunión de juventud espírita no consiste en una reunión de jóvenes que en mayor o más pequeño grado puedan tener alguna discusión con connotación espírita, pues esa debe ser la directriz básica de toda reunión espírita.

Cuando el grupo espírita se hace un “barco a la deriva” – La reunión de juventud dentro de la casa espírita es una reunión de juventud espírita y no de una juventud sólo espiritualista. Se trata de una diferencia que puede parecer sutil, pero que es verdaderamente sustancial y puede, directa o indirectamente, generar una serie de implicaciones negativas al trabajo desarrollado, tales como no ecuacionar cuestiones espirituales graves vividas por los jóvenes y no formar nuevos trabajadores espíritas para el presente y para el futuro.

Luego, una reunión de jóvenes con eventual enfoque espírita puede ser, en la realidad, sólo una reunión espiritualista, y no propiamente espírita. Ese tipo de abordaje puede ser pretexto para el estudio de una serie de autores no espíritas en detrimento de autores espíritas. Por lo tanto, aquello que debería ser la excepción fácilmente puede hacerse la regla. Sin la sólida directriz doutrinária, las actividades lúdico-pedagógicas pierden el sentido, pudiendo derivar para cualquier cosa, pues la ética doutrinária no está presente en una especie de “relativismo doctrinario” y, por consecuencia, de un “relativismo moral”. Además de eso, las “actividades” tienen siempre algo de subjetivo, implicando que la ausencia de objetivo doctrinario explícito puede hacer que los jóvenes concluyan cualquier cosa a partir de la propuesta en cuestión o que simplemente no concluyan nada, haciéndolo única y exclusivamente por entretenimiento.

En ese contexto, el trabajo estará totalmente rehén de las ideas de los formadores de opinión presentes en el grupo en cuestión. Si, por gran golpe de suerte, el referido grupo contempla gran número de jóvenes que ya sean espíritas conscientes militantes, las connotaciones doctrinarias pueden ser conservadas mínimamente, de forma indirecta, a través de la participación efectiva de los componentes realmente convertidos al Espiritismo, pero si ese no es el caso, el grupo será un “barco a la deriva”, pudiendo distanciarse mucho de aquello que se espera de un grupo realmente espírita.

La importancia de tener directrices adecuadas – Debemos recordar que el individuo entra en la juventud espírita muchas veces como un pre-adolescente, pero sale frecuentemente como un adulto; si no cuidáramos de esa formación educacional, puede ocurrir de hacerse él, por ejemplo, un adulto que frecuentó 10 años la casa espírita y, a pesar de eso, no se hizo espírita.

Es claro que eso siempre puede ocurrir en función del libre albedrío del individuo y de las características inherentes a la formación de personalidad que ocurre en la juventud, pero obviamente la casa espírita debe trabajar para que no ocurra, no siendo negligente en esa cuestión.

Además, mientras los espíritas, no podemos ignorar la posibilidad de fascinación, pues la vanidad intelectual, el personalismo y otros conflictos espirituales, tan comunes en grupos de debates, pueden generar una cierta tentación en términos de búsqueda de originalidad, aunque a costa de la Doctrina Espírita, y eso vale para cualquier tipo grupal espírita, incluyendo las juventudes. Igualmente, las casas espíritas acostumbran a sufrir grandes presiones espirituales negativas, en que pese a la protección de los mentores, para que de una forma o de otra el trabajo y el ideal espírita puedan ser lento y gradualmente destruidos.

En el caso de la juventud que no tenga directrices adecuadas doctrinariamente, si, por lo menos, el grupo aceptar las inserciones doctrinarias de aquellos jóvenes y/o participantes más comprometidos, la marcha de las actividades tendrá, al menos temporalmente, un significativo nivel de discusión espírita. De lo contrario, los espíritas militantes tienden a ir lenta y gradualmente alejándose del grupo, por una cuestión de rechazo a sus postulados (afinidad espiritual), y el grupo tenderá a alejarse cada vez más de aquello que sería un grupo verdaderamente espírita.

Conflictos comunes a los jóvenes en general – Es importante acentuar que la juventud no es una fase espiritualmente tranquila de ser vivida. Por el contrario, se trata de una de las fases decisivas para la formación del carácter y consecuentemente para el éxito reencarnatorio del Espíritu reencarnante. Conflictos sociales, personales, educacionales, afectivos, familiares, sexuales, entre otros, son comunes a los jóvenes, y, obviamente, el apoyo doctrinario que la casa espírita puede suministrar es de fundamental importancia para el crecimiento espiritual y consecuentemente para la superación de los problemas existenciales por parte de los jóvenes.

Abstenerse de suministrar el contenido doctrinario en una reunión o evento destinado a ese fin, es decir, rotulado como espírita, se trata de una grave responsabilidad por parte de aquellos que abrazan directrices “semi-espíritas”, bajo la rotulación de “espíritas”.

Además de eso, con tal negligencia no estaremos auxiliando a los jóvenes con los mejores recursos, aquellos disponibles por el Espiritismo, para remontar a las causas de sus conflictos buscando minimizarlos. Y mucho menos formando nuevos trabajadores espíritas para el presente y el futuro del movimiento espírita.

Emmanuel afirma que “la mayor caridad que podemos hacer por la doctrina espírita es su divulgación”, lo que sugiere fuertemente que debamos ser coherentes con el título “espírita” que utilizamos y con el título “espírita” de las instituciones y eventos de los cuales participamos.

El propio Maestro trabajó con algunos jóvenes, en la condición de Apóstoles de su mensaje.

De esa forma, “vigilemos” para que el centro espírita sea realmente “La Universidad del alma” para todas sus clases y rangos de edades, incluyendo las juventudes espíritas, una clase muy importante para la construcción del trabajo espírita del presente y del futuro buscando la divulgación del Consolador prometido por Jesús.



 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita