¿Vencer las
malas
inclinaciones
será mismo
difícil?
No sólo en las
telenovelas de
la TV, pero en
el medio social
donde vivimos,
es común ver
médicos y otros
profesionales
del área de la
salud fumando y
bebiendo mucho.
Algunos trabajan
hasta en
hospitales
especializados
en tratamiento
de cáncer y
tienen, entre
sus pacientes,
personas que
fueron
acometidas por
esa enfermedad
exactamente por
el hábito de
fumar.
Como nadie –
especialmente
los
profesionales
del área –
ignora los
maleficios del
tabaco y del
alcohol, se
pregunta, y con
razón: ¿Por qué
tales personas
aún beben y
continúan
apegadas al
cigarrillo?
La indagación
puede ser
extendida a
innúmeros otros
aspectos de la
vida en
sociedad. La
gula, la
lujuria, la
envidia, la ira,
la soberbia, los
melindres, el
disgusto – he
aquí vicios,
sentimientos o
defectos cuyas
consecuencias
dañosas para el
ser humano son,
aunque
parcialmente,
por demás
conocidas.
Refiriéndose
específicamente
a los vicios,
Manoel Philomeno
de Miranda, en
su obra Temas
de la Vida y de
la Muerte,
psicografada por
el médium
Divaldo Franco,
afirma que ellos
– los vicios –
establecen
necesidades
poderosas
después de la
muerte,
exigiendo que
sus aficionados
busquen el
proseguimiento
de su demencia
en la
vinculación a
compañeros
terrenos,
igualmente
descuidados, lo
que genera
obsesiones de
gran porte. Caso
no se compruebe
esa unión
parasitaria,
sólo el tiempo,
largo o corto,
logrará
desagregar las
partículas
mórbidas que
penetran el
periespíritu y
en él se
instalan
produciendo el
prolongamiento
de la desdicha.
Y,
evidentemente,
esas necesidades
pueden
extenderse a la
existencia
corporal
siguiente.
En el cap. XVII,
ítem 4, d’ El
Evangelio según
el Espiritismo,
al referirse
a los buenos
espíritas,
Kardec ha
producido una
frase que es, en
nuestro medio,
bastante
conocida: “Se
reconoce el
verdadero
espírita por su
transformación
moral y por los
esfuerzos que
emplea para
domar sus
inclinaciones
malas”.
Siendo la Tierra
un planeta de
pruebas y
expiaciones, no
reencarnan aquí
individuos
perfectos. Todos
nosotros, por lo
tanto, traemos
inclinaciones
diversas,
oriundas de
hábitos y vicios
cultivados en
las precedentes
existencias,
inclinaciones
ésas que
nosotros debemos
domarlas, si es
que deseamos
efectivamente
transformarnos.
La tarea parece
difícil. Que lo
digan los
oncólogos que no
consiguen dejar
el cigarrillo.
Pero… ¿Será ella
realmente
difícil?
Los Bienhechores
espirituales no
entienden de esa
manera, como
podemos ver por
la respuesta
dada a la
cuestión 909 d’
El Libro de los
Espíritus:
-¿Podría
siempre el
hombre, por sus
esfuerzos,
vencer sus malas
inclinaciones?
“Sí, y,
frecuentemente,
haciendo
esfuerzos muy
insignificantes.
Lo que le falta
es la voluntad.
Ah! Cuán pocos
entre vosotros
hacen
esfuerzos!”
Delante de tal
respuesta, ¿Cuál
será nuestro
comportamiento?
¿Tendrá el
pasado más
fuerza que
nuestra
voluntad?
¿Deseamos
repetir en esta
existencia las
tonterías
cometidas en
existencias
pretéritas?
|