Continuamos el estudio metódico del libro “El Cielo y el Infierno, o la Justicia Divina según el Espiritismo”, de Allan Kardec, cuya primera edición fue publicada el 1º de agosto de 1865. La obra integra el llamado Pentateuco Kardeciano. Las respuestas a las preguntas sugeridas para debatir se encuentran al final del texto.
Preguntas para debatir
A. Después que desencarna, ¿el Espíritu recuerda su pasado?
B. ¿Cómo se manifiestan los Espíritus sobre la resignación y el coraje ante las pruebas?
C. La muerte ¿nos separa o nos acerca a los seres queridos que ya partieron? Ellos, los desencarnados, ¿nos visitan?
D. ¿Los Espíritus continúan trabajando en la vida espiritual?
Texto para la lectura
137. Jobard, quien fuera presidente honorario de la Sociedad Espírita de París, se comunicó espontáneamente doce días después de su muerte y describió sus impresiones en el momento de su desprendimiento. Jobard dijo haber sentido un estremecimiento indescriptible y haber recordado de inmediato su nacimiento, su juventud, su vejez, porque toda su vida se reflejó claramente en su memoria. (Segunda Parte, cap. II, M. Jobard.)
138. La agitación después se serenó – informó Jobard. Era libre y su cuerpo yacía inerte. “¡Ah! Mis queridos amigos – dijo Jobard -, ¡qué placer se experimenta sin el peso del cuerpo! ¡Cuánta alegría extenderse en el espacio! Pero no crean que de repente me he vuelto un elegido del Señor; no, estoy entre los Espíritus que, habiendo aprendido un poco, deben aprender aún mucho más.” (Segunda Parte, cap. II, M. Jobard.)
139. Jobard informó en seguida, que fue recibido por todos los Espíritus que evocó, por todos los hermanos que compartieron sus trabajos. “Vi el esplendor, pero no puedo describirlo”, dijo el viejo compañero de Kardec. (Segunda Parte, cap. II, M. Jobard.)
140. Kardec le preguntó dónde se encontraba en el momento de la comunicación. “Estoy junto al médium, con la apariencia del mismo Jobard que se sentaba a su mesa”, respondió el amigo. (Segunda Parte, cap. II, M. Jobard, pregunta 2.)
141. En vista de que Jobard informó que su Espíritu habitaría entre los compañeros de la Sociedad Espírita de París, Kardec hizo el siguiente comentario: “Un Espíritu puede habitar entre nosotros después de la muerte tanto como en su vida corpórea, y hasta mejor aún después de muerto, porque puede ir y venir libre y voluntariamente. De esta manera, tenemos una multitud de comensales invisibles, unos indiferentes, otros atraídos por el afecto.” “Es a estos últimos a quienes se aplica la frase ‘Ellos habitan entre nosotros’, que se podrá interpretar así: Ellos nos asisten, inspiran y protegen.” (Segunda Parte, cap. II, M. Jobard, pregunta 4.)
142. Jobard esclareció que se había comunicado poco, hasta entonces, con los amigos encarnados. Primero, porque su muerte era reciente y aún percibía ciertas influencias terrestres. En segundo lugar, porque es necesario que exista una perfecta simpatía para poder expresar su pensamiento. “Les aseguro que, después del desprendimiento, pocos Espíritus pueden comunicarse, ni siquiera a través de un médium de su preferencia”, agregó Jobard. (Segunda Parte, cap. II, M. Jobard, pregunta 8.)
143. Kardec quiso saber si él podía ver a los Espíritus que estaban allí. Jobard le respondió: “Veo, sobre todo a Lázaro y Erasto; después, más alejado, el Espíritu de Verdad flotando en el espacio; también, una multitud de Espíritus que los rodean, solícitos y benévolos”. (Segunda Parte, cap. II, M. Jobard, pregunta 9.)
Respuestas a las preguntas propuestas
A. Después que desencarna, ¿el Espíritu recuerda su pasado?
Según su grado evolutivo, sí, el Espíritu puede recordar con facilidad su pasado. Fue lo que reveló Jobard, quien dijo que recordaba sus existencias anteriores y sentía que había mejorado. En su existencia precedente, Jobard dijo haber sido un obrero mecánico atormentado por la miseria y por el deseo de perfeccionar su oficio. Como Jobard, pudo realizar los sueños del pobre obrero. (El Cielo y el Infierno, Segunda Parte, cap. II, Jobard, preguntas 6 y 7.)
B. ¿Cómo se manifiestan los Espíritus sobre la resignación y el coraje ante las pruebas?
Samuel Philippe dio, al respecto, un importante testimonio y reveló que todo cuanto sufrió se hubiera perdido si se hubiese desanimado, teniendo que volver a empezar nuevamente las pruebas. He aquí sus palabras: ¡Oh! Mis amigos, penetraos firmemente de esta verdad, pues en ella reside la felicidad de vuestro futuro. No es, por cierto, comprar esta felicidad muy cara con algunos años de sufrimiento. ¡Ah! ¡Si supieseis cuan poco son algunos años comparados con el infinito! Si en realidad mi última existencia tuvo algo de mérito ante vuestros ojos, no diríais otro tanto de las que la precedieron. Sólo a fuerza de trabajo sobre mí mismo me volví lo que ahora soy. Para borrar los últimos restos de mis faltas anteriores, me fue preciso sufrir las últimas pruebas que voluntariamente acepté. Fue con la firmeza de mis resoluciones que escudé mi resignación, a fin de sufrir sin quejarme. Hoy bendigo esas pruebas, pues a ellas debo el haber roto con el pasado – un simple recuerdo ahora me permite contemplar con legítima alegría el camino recorrido”. (Obra citada, Segunda Parte, cap. II, Samuel Philippe, pregunta 2.)
C. La muerte ¿nos separa o nos acerca a los seres queridos que ya partieron? Ellos, los desencarnados, ¿nos visitan?
La muerte no nos separa de los seres queridos que desencarnaron, los cuales continúan visitándonos siempre que pueden. Tanto Samuel Philippe como la Sra. Foulon se manifestaron en ese sentido. He aquí lo que Samuel Philippe afirmó a propósito de sus seres queridos: “Si los hubiera olvidado sería indigno de la felicidad que gozo. Dios no recompensa el egoísmo, lo castiga. El mundo en que estoy puede hacerme desdeñar la Tierra, pero no a los Espíritus encarnados en ella. Sólo entre los hombres, la prosperidad puede hacer olvidar a los compañeros de infortunio. Muchas veces vengo a visitar a los que me son queridos, y siento júbilo por el recuerdo que han guardado de mí; asisto a sus reuniones y, atraído por sus pensamientos, gozo si ellos gozan o sufro si ellos sufren”. (Obra citada, Segunda Parte, cap. II, Samuel Philippe, última pregunta; y la viuda Foulon, ítems II y III.)
D. ¿Los Espíritus continúan trabajando en la vida espiritual?
Sí. El Dr. Demeure, Bernardino y la condesa Paula hablaron sobre este asunto, confirmando lo que nos enseña el Espiritismo, es decir, que las actividades de los Espíritus son permanentes y que el trabajo es un componente esencial en la vida de los desencarnados. (Obra citada, Segunda Parte, cap. II, el doctor Demeure, Bernardino y la condesa Paula.)