Donde hay
verdadera
fraternidad, el
orgullo
es una anomalía
No es difícil
conocer la
cualidad de una
fruta cuando
estamos en el
mercado delante
de un puesto de
frutas. En el
caso de la
sandía, para
convencer el
cliente, muchos
vendedores
tienen la
costumbre de
ofrecer un
pedazo de la
fruta y
entonces, al
experimentarla,
el paladar no
deja nadie en
duda.
En lo que se
refiere a la
cualidad de la
sociedad donde
vivimos, la
comparación se
hace a través de
los ejemplos que
deparamos a cada
momento.
En el día 12 de
febrero,
miércoles, en un
partido de
fútbol disputado
en Huancayo,
Perú, todas las
veces que el
jugador Tinga,
del Cruzeiro,
tocaba en la
pelota, los
hinchas del
equipo Real
Garcilaso
imitaban sonidos
de monos, un
episodio de
racismo que
repercutió en el
mundo del fútbol
aquí y fuera de
Brasil,
suscitando hasta
mismo una
manifestación
pública de la
presidenta de
Brasil, Dilma
Roussef, y del
gobierno de
Perú, que
clasificaron de
“lamentable” el
incidente.
En el miércoles
anterior, día 5,
una profesora
universitaria,
docente en la
PUC-Rio, puso en
Facebook una
foto de un
hombre de
bermuda y
musculosa,
agregándole la
siguiente
frase:
“¿aeropuerto o
estación de
autobuses?. A
los que no
saben,
explicamos:
PUC-Rio es la
Pontificia
Universidad
Católica de Rio
de Janeiro, una
institución de
enseñanza que
prestó y viene
prestando
relevantes
servicios a la
educación en
nuestro País.
El contenido de
los comentarios
que fueron
colocados en la
misma página con
relación a la
frase de la
profesora
envolvió,
igualmente,
críticas a la
presencia de
pasajeros pobres
en los vuelos.
“El ‘glamour’
fue para el
espacio”,
escribió el
rector de la
Universidad
Federal de la
Provincia de Rio
de Janeiro
(UNIRIO), al que
la profesora
respondió:
“¡Caramba, pero
para ‘glamour’
le falta
muchooo!!!! Está
más para
estiva”.
En seguida, otra
profesora
universitaria,
también de la
PUC-Rio, agregó:
“¿Y sabes lo que
es peor? Cuando
ese tipo de
pasajero sienta
exactamente a su
lado y se queda
rozando el brazo
velludo en el
suyo, porque –
es obvio – no
respeta (o no
cabe) en los
límites de su
asiento”.
El hecho
repercutió en la
mencionada red
social y fue, de
inmediato,
censurado por
miles de
personas,
justamente
inconformadas
con la absurda
manifestación de
prejuicio social
expresa – por
increíble que
parezca – por
tres profesores
universitarios.
(Para
saber más sobre
el asunto, basta
acceder en
http://educacao.uol.com.br/noticias/2014/02/06/professores-universitarios-postam-no-facebook-critica-contra-pobre-en-aviao.htm/.)
*
Toda forma de
prejuicio –
racial, social,
religioso – es
hija preferida
del orgullo, que
es, como se
sabe, la fuente
de todos los
males. Por lo
menos es así que
Adolfo, ex
obispo de Argel,
escribió en un
mensaje
publicado en
El Evangelio
según el
Espiritismo,
cap. VII, ítem
12, que adelante
parcialmente
transcribimos:
No podéis ser
felices, sin
mutua
benevolencia;
pero, ¿cómo
puede la
benevolencia
coexistir con el
orgullo? El
orgullo, he aquí
la fuente de
todos vuestros
males.
Aplicaos, por lo
tanto, en
destruirlo, si
no le quisiereis
perpetuar las
funestas
consecuencias.
Un único medio
se os ofrece
para eso, pero
infalible: tomad
para regla
invariable de
vuestro proceder
la ley del
Cristo, ley que
tendéis repelido
o falseado en
vuestra
interpretación.
¿Por qué habéis
de tener en
mayor estima lo
que brilla y
encanta los
ojos, que lo que
toca el corazón?
¿Por qué hacéis
del vicio en la
opulencia objeto
de vuestras
adulaciones, al
paso que
desdeñáis del
verdadero merito
en la
obscuridad? Se
presente en
cualquier parte
un rico burlón,
perdido de
cuerpo y alma, y
todas las
puertas se le
abren, todas las
atenciones son
para él,
mientras al
hombre de bien,
que vive de su
trabajo, mal se
dignan todos de
saludarlo con
aire de
protección.
Cuando la
consideración
dispensada a los
otros se mide
por el oro que
poseen o por el
nombre que usan,
¿qué interés
pueden ellos
tener en
corregirse de
sus defectos? (Adolfo,
obispo de Argel,
Marmande, 1862.)
Relativamente al
orgullo debemos
todos tener
presente la
siguiente frase
que integra los
Prolegómenos d’
El Libro de los
Espíritus.
“El orgullo y la
ambición serán
siempre una
barrera erguida
entre el hombre
y Dios”.
En cuanto no
haya entre
nosotros, seres
humanos, el
sentimiento real
de fraternidad,
es obvio que el
orgullo
continuará
imperando y,
como
consecuencia,
veremos aquí y
allí actos de
racismo, como el
que ocurrió con
el jugador
Tinga, y de
prejuicio social
en contra los no
ricos, la que
nos referimos
arriba.
Cuando, sin
embargo, la
fraternidad en
el seno de los
pueblos sea de
hecho una
realidad,
podremos repetir
la frase que
Allan Kardec
insirió en la
parte III de la
Conclusión
d ’El
Libro de los
Espíritus.“
Donde hay
verdadera
fraternidad, el
orgullo es una
anomalía”. Fue
ésa la frase que
escogemos para
dar título a
este texto.
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