Continuamos el estudio metódico del libro “El Cielo y el Infierno, o la Justicia Divina según el Espiritismo”, de Allan Kardec, cuya primera edición fue publicada el 1º de agosto de 1865. La obra integra el llamado Pentateuco Kardeciano. Las respuestas a las preguntas sugeridas para debatir se encuentran al final del texto.
Preguntas para debatir
A. ¿Existen Espíritus que aún conservan, en la erraticidad, las mismas ilusiones de la vida terrena?
B. ¿Por qué el Espiritismo no vuelve perfectos inmediatamente ni siquiera a los adeptos más fervorosos?
C. ¿Todo sufrimiento humano tiene una causa justa?
D. ¿Los Espíritus se quedan muchos siglos en la erraticidad?
Texto para la lectura
243. El caso de Xumene sorprende por la agresividad con la que ese Espíritu se dirige a su evocador. Cuando éste le recomienda abandonar sus malas inclinaciones, Xumene le dice: “No te inquietes con lo que no es asunto tuyo; empieza orando por mí, como lo haces por los otros, y después veremos”. El evocador observó: “Si no me ayudáis con vuestro arrepentimiento, la oración será poco eficaz”. Xumene replicó: “Pero hablando en vez de orar, menos aún me ayudarás”. (2a. Parte, cap. VII, Xumene.)
244. Hecha la oración, Xumene no la consideró tan útil como esperaba. Entonces, el Guía de la médium consoló a la medianera recomendándole que tuviese coraje y perseverancia. Xumene le daría trabajo pero, al final, el triunfo le pertenecería. “No hay culpables que no se puedan regenerar por medio de la persuasión y del ejemplo –dijo el instructor espiritual-, puesto que los Espíritus más perversos, terminan por corregirse con el tiempo.” (2a. Parte, cap. VII, Xumene.)
245. Finalizando el mensaje, el mentor esclareció: “Aun a pesar suyo, las ideas sugeridas a esos Espíritus les hacen reflexionar. Son como semillas que, tarde o temprano, darán frutos. No se revienta la piedra con el primer golpe del mazo. Lo que te digo puede aplicarse también a los encarnados y tú debes comprender la razón por qué el Espiritismo no los vuelve perfectos inmediatamente, ni siquiera a los más creyentes adeptos. La creencia es el primer paso: viene en seguida la fe y la transformación llegará a su turno; pero además, es necesario que muchos se revitalicen en el mundo espiritual”. (2a. Parte, cap. VII, Xumene.)
246. Julienne Marie, una mujer pobre que vivía de la caridad pública, evocada en junio de 1864, esclareció por qué había enfrentado la prueba de la pobreza en su última existencia. Ella dijo que eso sucedió para ser castigada por el vano orgullo con que había rechazado a los pobres y miserables. “Entonces – agregó Julienne -, sufrí la pena del talión convirtiéndome en la más horrible mendiga de esta región; pero, aun así, como para convencerme de la bondad de Dios, no fui rechazada por todos, y eso era todo lo que yo temía.” (2a. Parte, cap. VIII, Julienne Marie.)
247. En un mensaje anterior, Julienne habló de la importancia de la fe en el tratamiento de los enfermos. “Es necesario tener fe ante todo – afirmó la ex mendiga -, pues de otro modo nada se conseguirá.” Y advirtió: “Cuando implores permiso a Dios para que los buenos Espíritus te transmitan sus fluidos benéficos, si no sientes un estremecimiento involuntario, es que tu oración no ha sido lo suficientemente fervorosa para ser oída”. (2a. Parte, cap. VIII, Julienne Marie.)
248. Al referirse a su desencarnación, Julienne informó: “No sufrí cuando ocurrió mi muerte, y soy feliz por haber cumplido mi misión sin vacilar y con resignación. Me volví útil en la medida de mis fuerzas, evitando siempre perjudicar a mis semejantes. Hoy recibo la recompensa y doy gracias a Dios, a nuestro Divino Maestro, que endulza la amargura de las pruebas haciéndonos olvidar las faltas del pasado cuando estamos encarnados, al mismo tiempo que pone en nuestro camino almas caritativas, que nos ayudan a aligerar el peso, la carga de nuestras culpas anteriores. (2a. Parte, cap. VIII, Julienne Marie.)
249. Al comentar el caso de Julienne Marie, Kardec afirma: “Aquí hay un hecho lleno de enseñanzas. Quien se digne meditar en estas tres comunicaciones, encontrará todos los grandes principios del Espiritismo condensados en ellas. En la primera comunicación, el Espíritu manifiesta su superioridad por el lenguaje; como un hada benéfica y metamorfoseada, esta mujer resplandeciente viene a proteger a aquellos mismos que la despreciaron bajo los harapos de la miseria. Es la aplicación de estas máximas evangélicas: Los grandes serán humillados y los humildes serán ensalzados; felices los humildes, felices los afligidos, porque serán consolados; no despreciéis a los pequeños porque aquél que os parece pequeño en este mundo, puede ser mucho más grande de lo que creéis”. (2a. Parte, cap. VIII, Julienne Marie, nota de Kardec.)
250. Max, el mendigo que ciento cincuenta años atrás había sido uno de los señores ricos y poderosos de una comarca de Baviera, recorría durante su sueño el castillo donde había reinado de manera déspota, volviendo a verse en el esplendor de su antigua fortuna. Al despertar, sentía una sensación de amargura y tristeza – después de todo, había quedado paralítico a los 40 años y no tenía con quien hablar... Pero nunca se le escapó una sola queja de los labios y al fallecer, casi centenario, había vencido esa prueba tan penosa que es la mendicidad. (2a. Parte, cap. VIII, Max, el mendigo.)
Respuestas a las preguntas propuestas
A. ¿Existen Espíritus que aún conservan, en la erraticidad, las mismas ilusiones de la vida terrena?
Sí. Como se comprobó con la ex reina de Oude, hay Espíritus que conservan todos los prejuicios terrestres en la plenitud de su fuerza, y en los cuales el orgullo no ha perdido nada de sus ilusiones. (El Cielo y el Infierno – Segunda Parte, cap. VII, La Reina de Oude.)
B. ¿Por qué el Espiritismo no vuelve perfectos inmediatamente ni siquiera a los adeptos más fervorosos?
No se revienta la piedra con el primer golpe del mazo. Tal pensamiento se aplica a los Espíritus, estén desencarnados o no. La explicación no es difícil de comprender. La perfección es fruto de un proceso en el que la creencia es el primer paso, viene en seguida la fe y, finalmente, la transformación. Sucede que, en muchos casos, es necesario que la persona se revitalice en el mundo espiritual para asumir y, de hecho, cumplir el compromiso que la llevará al objetivo final. (El Cielo y el Infierno – Segunda Parte, cap. VII, Xumene, mensaje del Guía del médium.)
C. ¿Todo sufrimiento humano tiene una causa justa?
Sí. Todo sufrimiento tiene una causa justa, porque la justicia divina no falla jamás. (El Cielo y el Infierno – Segunda Parte, cap. VIII, Marcelo.)
D. ¿Los Espíritus se quedan muchos siglos en la erraticidad?
Pueden quedarse, sí, por mucho tiempo en la llamada erraticidad, como ocurrió con Szymel Slizgol, que permaneció en ese estado durante tres siglos y medio. (El Cielo y el Infierno – Segunda Parte, cap. VIII, Szymel Slizgol, primera pregunta.)