“En mi opinión,
debe existir
vida inteligente
en otros
planetas,
inclusive en la
Tierra”,
respondió un
famoso
científico,
astro biólogo,
astrónomo,
astrofísico,
cosmólogo,
escritor y
divulgador
científico
norteamericano,
Carl Edward
Sagan
(1934/1996), al
preguntarle si
existirían seres
extraterrestres,
civilizaciones
adelantadas en
algún lugar del
Universo. Vida
inteligente en
otras galaxias,
en planetas de
diversos
sistemas solares
en el espacio
infinito, pueden
existir; ¿por
qué no?
El científico
dijo existir
vida
“inteligente” en
la Tierra...
Pero, por qué
ciertos
terráqueos
provocan la
degradación
ambiental del
propio planeta
donde necesitan
vivir, ellos y
sus
descendientes de
esta y de las
próximas
generaciones?
Manejan de modo
incorrecto el
suelo, no tienen
en cuenta
manglares,
pantanos,
bosques,
obstruyen cursos
de ríos y
polucionan sus
aguas, lanzan
gases venenosos
en la atmósfera
y hasta
introducen
bichos y plantas
extrañas en un
medio ambiente
inadecuado, en
perjuicio de las
especies
nativas. ¡Cuánta
negligencia!
¡Que
irresponsabilidad!
Aún sobre vida
inteligente en
la Tierra.
¿Usted sabía,
estimado lector
o estimada
lectora, que la
sonda espacial
Galileo,
destinada a
explorar
Júpiter, lanzada
el 18 de octubre
de 1989, fue
proyectada para
estudiar la
atmósfera del
planeta, así
como sus
satélites y la
magnetosfera
adyacente?
El Galileo, en
vuelo rasante,
examinó la
superficie
terrestre de
nuestro planeta
y expidió una
curiosa
información.
Según dio a
conocer, la vida
aquí en la
Tierra era
“probable”...
Tal fue el dato
emitido del
espacio cuando
una improvisada
experiencia-prueba
de un equipo de
científicos,
dirigida por
Carl Sagan,
antes del
lanzamiento de
la sonda, a
mediados de la
década de los
90, rumbo al
mayor planeta
del Sistema
Solar, tanto en
diámetro como
masivamente, el
quinto más
próximo al Sol.
La sonda voló
por debajo de
1.000 kilómetros
de elevación,
equipada de una
cámara
fotográfica
electrónica SSI
(Sistema de
Imágenes de
Estado Sólido).
El Galileo se
movió en una
altura de menos
de la distancia
de São
Paulo-Brasilia.
Sorprendentemente,
la sonda nada
captó; y en
números
precisos, su más
pequeña
distancia de la
Tierra fue de
960 km.
Sobre el Mar del
Caribe.
La cámara no
registró
animales,
plantas,
ciudades, redes
de transportes,
plantaciones.
Aunque dicha
máquina
fotográfica, la
SSI, tuviera
medios de
recolectar
diversos
detalles más
pequeños que 2
Km., o sea,
cerca de una
décima de la
superficie
(6,3%), de ahí
la increíble e
inesperada
respuesta. La
experiencia, sin
embargo, buscaba
un simulacro de
búsqueda de
vida. “Los
instrumentos no
habían sido
proyectados para
una misión de
encuentro al
Planeta”, dijo
Sagan. “Fingimos
no saber ninguna
cosa sobre la
Tierra”, según
el ilustre
científico,
escritor,
responsable
también por la
expedición de
las sondas
Mariner y
Viking, en un
informe que fue
publicado en
1990 en la
revista
Nature.
Vida abundante
¡Acá para
nosotros, y
pensar que hace
cerca de un
billón de años
la vida ya latía
en el Planeta!
La Tierra, que
recuerda más una
distinguida
calabaza
arrugada,
conforme
estudiosos de la
Geodésia, un día
presentó el
mayor de todos
los espectáculos
de su
existencia: la
performance de
increíbles
modificaciones
de actividades
ecosféricas.
Diminuta
fracción de
criaturas vivas
migró de las
cálidas
profundidades
oceánicas en
cuya temperatura
tibia se
reproducían
extraordinariamente.
Los seres
minúsculos se
confundieron con
otros que
pasaron a ser
llamados
vegetales,
inmediatamente
cubrieron la
tierra y
buscaron las
regiones
lodo-pantanosas.
Los primeros
crustáceos
venidos de los
mares dieron
origen a otros
seres
terrestres;
entonces
surgieron los
batracios: estos
optaron por
terrenos limosos
y firmes, así
como las
criaturas que
asimilaban la
fotosíntesis.
Surgieron los
primeros
indicios de la
fase inicial de
una serie de
sucesivas
metamorfosis, en
un orden
bordeado por la
Ciencia.
Conforme una
división básica
de tiempo
geológico, la
cual comprende
varios periodos
en consonancia
con cálculos
científicos,
estaba
establecida la
Era
Proterozoica.
Por los
vestigios
arqueológicos en
minas
carboníferas, el
paisaje de las
primeras señales
de vida debía
ser
impresionante.
Aquel periodo
duró cerca de
cuatro mil
millones de años
y dio indicios
de singular
belleza y de
asombrosos
hechos. En la
proterozoica
tuvo inicio la
solidificación
de la superficie
terrestre para,
con el pasar del
tiempo,
surgieran los
primeros e
incontables
invertebrados,
batracios y
reptiles y,
sobre todo, la
flora. A las
grandes
dimensiones
llegaron los
criptógamos,
surgieron los
fanerógamos y
los gimnospermos
aquellos tiempos
de atmósfera
pesada, pero en
ambiente tan
exuberante como
exótico, cuyos
paisajes
vislumbraban
extensas cadenas
de montañas,
algunas de las
cuales dotadas
de agudísimas y
altísimas cimas
volcánicas.
La atmósfera
ocultaba los
primeros
detalles de
aquello que,
mucho más tarde,
perfeccionaría
el conjunto de
relación mutua
entre los medios
ambientes y sus
seres vivos
organizados.
Criaturas un
tanto bizarras,
sin embargo,
sensibles y
ágiles como los
edaphosauros,
los mesosauros y
los
mastodonsauros,
se valieron de
la fertilidad de
los pantanos,
ríos y lagos y
su conjunto de
organismos bajo
la superficie de
aire, impregnada
de densos
vapores.
El planeta pasó
por grandiosas
transmutaciones,
del Arqueozoico
al Cenozoico, la
era de los
mamíferos –
nuestra era.
Desde la
referida fase
inaugural del
proceso
selectivo de los
“ejecutores
divinos”, todo
contribuyó para
formar diversas
e interesantes
especies por
medio de
cambios. Como
dijo el Espíritu
Emmanuel por
intermedio del
inolvidable
Francisco
Cândido Xavier,
“todas las
aristas fueron
eliminadas, se
aplanaron
dificultades”,1
y las
disposiciones
preliminares
acerca de la
inserción del
hombre fueron
amorosamente
puestas en orden
con el propósito
de acogerlo en
la Casa
Planetaria.
Ciencia y
Espiritismo
Esa fantástica
historia es
ampliamente
corroborada por
la Doctrina
Espírita. El
Espiritismo
jamás
desacredita a la
Ciencia, y
prueba de manera
plena, cabal por
los efectos, las
causas que, para
él, significan
manifestaciones
del amor divino
a sus criaturas.
Dios imprimió
movimiento y
genero
existencia en el
remolino de las
metamorfosis del
progreso. Él
aglutinó los
elementos y sus
características
vitales desde el
instante de la
desvinculación
planetaria de la
nebulosa solar,
ocasión del
sublime
principio de los
sucesivos
cambios.
Emmanuel
concibió tales
manifestaciones
como sentido de
la “expresión
del Verbo
Divino”.2
La ciencia de
los hombres, sin
embargo, sólo
divisa un
prodigioso
evento
facilitado por
alguna fuerza
activa que fijó
y conserva el
orden natural de
lo que existe a
través de
estudios y
análisis,
denominándola:
Naturaleza,
término que,
para nosotros
espíritas, tiene
todo que ver con
efecto de la
conciencia y
obra divina.
3
Pido venia y
hago aquí un
desafío. Apunte
un – únicamente
un – filósofo
antiguo o
contemporáneo,
un profeta del
Antiguo o del
Nuevo
Testamento, un
teólogo, un
sacerdote de
cualquier
religión que
haya justificado
la existencia
divina mejor que
Allan Kardec,
cuando afirmó
que, para creer
en Dios, basta
sólo observar
las obras de la
Creación: El
Universo existe;
el tiene, por lo
tanto, una
causa. Dudar de
la existencia de
Dios sería negar
que todo efecto
tiene una causa,
y avanzar que la
nada puede hacer
alguna cosa.4
En otras
palabras, si la
Naturaleza
existe, ¡Dios ha
de existir! Dios
dispuso lo
esencial para
todos, conocedor
de todas las
necesidades. El
Creador
providenció
medidas
indispensables
al bienestar
humano, dijeron
los Benefactores
Espirituales al
eminente
pensador. “Pero
el hombre,
insaciable en
sus deseos, no
siempre se
contenta con lo
que posee, lo
necesario nunca
le basta y el
siempre desea
obtener lo
superfluo”,
escribió el
maestro lionés
en una de sus
inspiradas
ilaciones.
5
Prejuicios de la
incoherencia
A causa de una
extrema
ambición,
ciertos hombres
interfieren en
el orden natural
de las cosas. El
deseo intenso de
ciertos hombres
han sin piedad
asolando bosques
como la
Amazónica y el
Bosque Atlántico
en nombre de una
supuesta
expansión
económica.
Esclavos de su
egoísmo e
inmediatamente
de su ignorancia
espiritual,
cometen
verdadero
sacrilegio al
patrimonio
divino a
nosotros
otorgado. Con el
desmantelamiento,
se eliminan
vegetales,
animales, se
provoca el fin
de los
biorreductores
por falta de
alimento y, por
consecuencia, el
fin de las
grandes
extensiones de
bosques
primitivos, y,
con el
desflorestamiento,
el suelo de
determinadas
partes
forestales dejan
de producir
humus, la fuente
de materia
orgánica para
nutrición
vegetal.
Si no se lleva
en serio un
desarrollo
biosustentable,
buscando el
equilibrio, hay
posibilidad de
un riguroso
desgaste eco
sistémico, lo
que ya viene
ocurriendo. Sin
nutrientes y con
la falta de
organismos
responsables por
el reciclaje
relativo a la
fertilización de
las capas, los
bosques no
sobrevivirán.
Los incendios,
por ejemplo,
destruyen los
decompositores,
además de la
capa fértil del
suelo, y hacen
más intenso el
efecto
invernadero,
oriundo de la
absorción de la
radiación solar
por la atmósfera
que transmite
calor a la
superficie del
planeta,
elevando el
nivel térmico.
(Quedo molesto
con la
propaganda en la
TV de un
frigorífico, de
puestos que
sirven
hamburguesas, de
churrasquerías
porque recuerdas
los incendios
del bosque que
vuelven pasto
para que los
animales sean
abatidos para
consumo.)
Con la
devastación
forestal,
emisiones
intensas de
gases tóxicos en
la capa de ozono
perjudican
sobremanera el
medio ambiente.
El gas azul
pálido, oxidante
y reactivo,
variedad
alotrópica del
oxígeno que
protege la
Tierra contra
los rayos
infravioletas,
que influyen
tanto en las
particularidades
ecosistémicas
como en las
atmosféricas, ya
dio señales de
drásticos
cambios
climáticos.
Secuencia
repentina de
violentos y
destructores
tornados,
huracanes, la
inconstancia del
nivel de
temperatura, las
sequías, las
inundaciones, el
deshielo polar,
que
paulatinamente
aumenta el
volumen de las
aguas oceánicas,
forman parte de
la actual
situación
planetaria.
Milenios sin
consideración
Concluyendo, la
tierra
desprotegida de
fuerza
vegetativa hace
fácil el efecto
de la erosión
por las lluvias
y por el viento.
Al desmantelar
bosques, el
hombre deshace
lo que las leyes
divinas llevaron
milenios para
enriquecer el
suelo con
substancias
nutrientes. No
tendrá efecto
ninguno tanta
capacidad
técnico-científica,
si no paran de
extraer de la
Naturaleza más
de lo que ella
puede ofrecer. A
propósito, los
ecologistas
vienen alertando
sobre la escasez
de géneros
alimenticios, y
eso perjudicará
a la gran
mayoría de los
pobres, antes
aún de la
posible falta de
agua potable.
Hay dos tipos de
“destrucción”:
una, según la
Naturaleza,
otra, según la
voluntad del
hombre. Sólo que
la destrucción
natural y
necesaria quiere
decir
transformación,
mientras que la
de el hombre
significa:
abuso.6
Quien comete
abuso sufre las
consecuencias de
la inevitable
Ley de Causa y
Efecto, ley
divina, que nada
tiene que ver
con “castigo” de
Dios. ¡En cuanto
a nosotros que
apreciamos
nuestra Casa
Temporal,
persistamos! Mi
hermano o mi
hermana de fe
espírita:
continuemos con
nuestras
oraciones en pro
de un mundo
mejor,
conocedores de
que no basta
apuntar
imperfecciones,
más sí corregir
errores y
completar lo que
se encuentra
inacabado;
hagamos nuestra
parte.
Referências:
1XAVIER,
Francisco C.
A Caminho da Luz
(Espírito
Emmanuel). 15.
ed. Rio de
Janeiro:
Federação
Espírita
Brasileira (FEB),
1975. Página 29.
2XAVIER,
Francisco C.
O Consolador
(ditado pelo
Espírito
Emmanuel). 17.
Ed. Rio de
Janeiro:
Federação
Espírita
Brasileira (FEB),
1995. Primeira
parte, questão
28, p. 35.
3Mãe
Natureza é
efeito, e não
causa.
Disponível em: <http://www.oconsolador.com.br/ano6/289/davilson_silva.html>.
4KARDEC,
Allan. O
Livro dos
Espíritos.
Tradução de J.
Herculano Pires.
62. Ed. São
Paulo: Lake —
Livraria Allan
Kardec Editora,
2001. Capítulo
1, q. 4, p. 55.
5_____.
_____. Q.
716, p. 247.
6KARDEC,
Allan. O
Evangelho
segundo o
Espiritismo.
Trad. De J.
Herculano Pires.
58. ed. São
Paulo: Lake,
2001. Cap. 25,
item 7, p. 291.
Visite o blog Pensamento
&
Espiritualidade: http://pensesp.blogspot.com.br
|