No juzguéis
Hace quince días
– o sea, en el
día 3 de mayo –
la ama de casa
Fabiane Maria de
Jesus, de 31
años, fue
linchada en la
ciudad de
Guarujá, en el
litoral
paulista,
después de ser
confundida con
una supuesta
secuestradora de
niños. Fabiane
volvía de la
casa de una
amiga donde
tenía ido coger
la Biblia que
ella le había
prestado. El
ejemplar de la
Biblia, que
contenía una
foto de las
hijas, fue
rasgada por sus
agresores.
Después de la
agresión,
cometida por
decenas de
personas, la
mujer fue dejada
inconsciente,
hasta que llegó
la policía.
Fabiane falleció
por la mañana
del día 5,
después de dos
días ingresada
en la UVI de uno
de los
hospitales de la
ciudad.
El verbo linchar
significa
tomarse la
justicia por la
mano o ejecutar
sumariamente una
persona,
culpable o no,
sin cualquier
especie de
juzgamiento
legal.
El origen de la
palabra nos
remite al
capitán William
Lynch, un
ciudadano
norteamericano
que vivió en el
periodo de 1742
hasta 1820, en
el condado de
Pittsylvania,
Virginia.
Antes de la
eclosión de la
Guerra Civil
norteamericana,
el linchamiento
era utilizado en
los Estados
Unidos
principalmente
contra los
defensores de
los derechos
civiles,
ladrones de
caballo y
tramposos. Sin
embargo,
alrededor de
1880, su uso se
expandió para
grupos de status
social
supuestamente
más bajo,
teniendo por
meta los negros,
judíos e
inmigrantes
asiáticos.
La práctica del
linchamiento, no
obstante, no
empezó en
América del
Norte, porque,
según algunos
historiadores,
el hecho fuera
registrado en
Europa por
ocasión de la
Edad Media.
En la Antigüedad
son también
innúmeros los
relatos de
linchamiento
organizados en
contra la ley.
Entre los judíos
la lapidación –
el apedreamiento
por la multitud
– era una
penalidad
aplicada en
diversos casos,
tales como el
adulterio
femenino y la
homosexualidad
masculina, entre
otros. El Nuevo
Testamento narra
dos casos de
lapidación que
se tornaron
célebres – el de
la mujer
adúltera, que
Jesús acabó
impidiendo, y lo
de Esteban.
Normalmente, el
linchamiento
ocurre antes que
la policía
llegue al local
donde se
encuentra la
víctima, aunque
haya registros
de casos donde
el objetivo de
la ira colectiva
ya se encontraba
detenido en una
comisaría, sin
que la fuerza
policial fuese
capaz de
controlar el
odio de los
agresores. Son
ellos también
comunes en
prisiones,
principalmente
contra presos
acusados de la
práctica de
estupro.
El linchamiento
constituye un
fenómeno difícil
de conceptuar,
dada la
diversidad de
los aspectos en
él envueltos,
pero, sin duda,
podemos afirmar
que demuestra
total
incredulidad en
la justicia
humana, acrecida
de falta de fe y
mismo desprecio
por las leyes de
Dios, cuya
síntesis todos
podemos
encontrar en las
lecciones que
Jesús trajo a la
Tierra.
En el caso de
Guarujá (SP),
como sabemos,
agredieron y
mataron una
persona inocente
y, así,
destruyeron una
familia. No
obstante, aunque
Fabiane Maria de
Jesus fuese una
persona buscada
por la policía,
a nadie cabría
el derecho de
tomarse la
justicia por la
mano, por cuanto
prender,
denunciar,
acusar y juzgar
son tareas que,
en un Estado
democrático de
derecho,
compiten a las
autoridades
legalmente
designadas de
ese poder.
“No juzguéis,
para que no
seáis juzgados.”
La célebre
advertencia
hecha por Jesús,
y apuntada en el
cap. 7 del
Evangelio según
Mateos, aún
retumba en
nuestro mundo,
pero,
lamentablemente,
existen personas
que no tienen,
como se ve,
oídos capaces de
oírla.
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