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Entrevista Português Inglês    
Ano 8 - N° 365 – 1º de Junio de 2014
ORSON PETER CARRARA  
orsonpeter@yahoo.com.br      

Matão, São Paulo (Brasil)
 
Traducción:
Ricardo Morante - rmorante3@yahoo.com
  

 
Wilson Aires Ortiz:
 

“Nuestros desafíos de hoy son otros, son de orden moral”

Según el cofrade paulista, sería ingenuo huir de esos desafíos, sabiendo que ellos representan el incentivo indispensable
para nuestro progreso
 

Espírita desde 1990, Wilson Ortiz (foto) es natural de São Paulo, capital, pero reside en São Carlos, en el interior paulista. Doctor en Física y profesor titular en el Departamento de Física de la UFSCar, está vinculado a la Asociación Espírita Obreros del Bien, ubicada en la ciudad en donde vive, en la cual ejerce actualmente la vicepresidencia e integra el

equipo de coordinación doctrinaria. Sus respuestas a la presente entrevista nos dan una visión extensa de la evolución humana y muestran los desafíos de las elecciones que promueven el perfeccionamiento intelecto-moral.

¿Cómo encarar este ciclo renovador de la vida humana, continuamente ejercido por las leyes que gobiernan la existencia?

Las leyes que rigen la vida fueron establecidas por el Creador para que podamos desarrollar todas nuestras potencialidades a través del perfeccionamiento continuo. Partiendo de la más absoluta simplicidad, el Espíritu transita por los diferentes estadios de la vida, construyendo su propio progreso. Es muy importante observar que el Creador – asociación perfecta de Inteligencia Suprema con el Amor Sublime y la Justicia Plena – trazó para nosotros un plan muy desafiante que es, al mismo tiempo, muy gratificante: cada uno debe conquistar el progreso por el propio esfuerzo. Aprendemos así a valorar las pequeñas victorias íntimas, en la lucha cotidiana para corregir las propias imperfecciones. Aprendemos también a reconocer que, como no hay privilegios en la relación del Creador con sus criaturas, el esfuerzo de nuestros semejantes no es menor, ni menos importante que el nuestro. De cuando en cuando, somos invitados a realizar un balance, confrontando aquello que fue proyectado para determinado estadio de la vida, con lo que efectivamente realizamos. En los ciclos de la vida, todos los días se renuevan las estaciones del año así como las oportunidades de rehacer para corregir, de redirigir el objetivo y el rumbo de la existencia. La reencarnación es, decididamente, el más notable de esos ciclos renovadores.

¿Por qué es un proceso tan largo?

Con el tiempo, el ser humano aprende que el esfuerzo es indispensable para el progreso, y comprende así la verdadera dimensión de las adquisiciones. Las reformas más íntimas, las del propio yo, repercuten también en la colectividad, en los grupos sociales y por extensión, en la atmosfera espiritual del planeta. Ahora bien, crear sabiduría a partir de la ignorancia absoluta lleva tiempo, es una obra para muchos milenios. Es natural que los estadios iniciales de esta jornada sean de muchos errores y pocos aciertos, siento entonces muy frecuente la necesidad de recomenzar. Es justamente de allí de donde procede esa característica cíclica de los estadios del progreso. Parece largo, pero nunca está de más recordar que estamos en un contexto en el que hay otros ciclos mucho más largos: las estrellas, por ejemplo, que son fuente de materia y calor para el mantenimiento de la vida, también nacen, crecen, maduran, mueren y renacen, en períodos de algunos billones de años. La vida en la Tierra ha exhibido esos ciclos; el más reciente de ellos dura ya más de doscientos mil años, habiendo culminado con el establecimiento hegemónico del Homo-sapiens que, al final de cuentas, somos todos nosotros. Como se ve, corto o largo, rápido o lento, son percepciones relativas en ese contexto más amplio. Nosotros tenemos una tendencia inmediatista de imaginar que las dificultades se deberían resolver rápidamente y sin esfuerzo, pero el plan de Dios para nosotros es de un crecimiento continuo y sostenido, en el que cada uno debe conquistar sus valores por la vía del ejercicio cotidiano.

A su modo de ver, ¿qué criterios gobiernan esos ciclos de renovación para el progreso?

La consolidación de valores morales – que son nuestras verdaderas adquisiciones, aquellas que no pueden ser corroídas por la herrumbre o sustraídas por el ladrón – ocurre, primordialmente, por medio de las repeticiones. Ese modelo termina moldeando y fortaleciendo nuestras convicciones, llevándonos a reconocer que hay cosas que definitivamente no nos conviene hacer. Y es así cómo las leyes morales, que están impresas en lo íntimo de cada ser, van tomando vida dentro de nosotros, empujándonos a repetir, voluntariamente, todas las malas experiencias ocurridas, con el fin de aprender. El Espíritu crece y pasa a actuar como un buen alumno que desea aprender lo que es verdadero y, además, trata de actuar siempre con corrección en todos los momentos de su vida.

¿Cómo se unen las leyes físicas que comandan tales ciclos a los preceptos morales presentados por el Evangelio y ahora tan aclarados por el Espiritismo?

El Evangelio es el código de ética y moral que Jesús nos ofrece como referencia para la vida. La Doctrina Espírita, constituyéndose en el Consolador Prometido por el Divino Maestro, nos viene a recordar aquellas enseñanzas sublimes. Las leyes físicas, que gobiernan la materia densa, también son leyes divinas y, de la misma manera que las leyes morales contenidas en el Evangelio, son válidas para todo lo que existe, en todos los recodos del Universo. En realidad, es ese conjunto de leyes divinas – que se manifiestan tanto en la física que rige la materia densa, como en la Justicia Divina que gobierna la relación entre las criaturas – el que garantiza la armonía del Universo en todos los planos de la vida.

¿Podemos acelerar o retrasar esos ciclos? ¿Cuándo y cómo ocurren esas aceleraciones y retrasos de los ciclos de renovación humana?

Sin duda, el libre albedrío de las criaturas es la señal para la aceleración o retraso de esos ciclos individuales. La Justicia Divina garantiza que la siembra sea libre y la cosecha obligatoria. Además de los ciclos de cada individuo, hay también los de las naciones y el del  planeta como un todo. Es posible, por ejemplo, que un conjunto de Espíritus, ejerciendo una posición de liderazgo sobre grandes porciones de la población de una nación, puedan guiarlas de una manera equivocada, creando problemas tan graves que el progreso no podrá ser retomado antes que sean resueltos los problemas creados. Todas las guerras que ya ocurrieron sobre la faz de la Tierra son ejemplo de situaciones así, con repercusiones en toda la colectividad involucrada. Son situaciones en las que los ciclos se prolongan. Con la evolución de las criaturas, podemos soñar con ver, en un futuro no muy distante, líderes conduciendo poblaciones enteras realizando acciones que promuevan el bien colectivo, abreviando ciclos y acelerando el progreso.

¿Algo en especial le llama la atención en el largo proceso de evolución humana?

Conversando con las personas vamos aprendiendo a conocer mejor a nuestro semejantes, sus sueños y deseos. Es muy común encontrar, entre los hermanos que buscan la casa espírita, a aquellos que les gustaría tener sus dificultades eliminadas por un milagro divino, sin esfuerzo de cambio, sin ninguna señal de que comprenden la verdadera razón para  modelar su vida en encarnaciones sucesivas gobernadas por la Justicia Divina. Todos comprenderemos que no estamos en la vida de paseo, sino para trabajar, y que el progreso deriva necesariamente de la superación de los desafíos. Hay un ejemplo de esto que considero particularmente motivador: el Homo Sapiens, especie a la cual pertenecemos todos nosotros, los modernos seres humanos, se estableció en el planeta en plena era glacial. Sería inconcebible para nosotros que retomemos personalmente la saga de aquellos antepasados nuestros, que lograron sobrevivir en un ambiente  tan desfavorable sólo en razón de su capacidad enfrentar y superar los desafíos. Hoy no requerimos vivir en cavernas, enfrentando temperaturas extremadamente bajas y cazando fieras para alimentarnos. Aquella fase ya fue superada, y nuestros desafíos de hoy son otros, son de orden moral. Sería ingenuo huir justamente de esos desafíos, sabiendo que ellos representan el incentivo indispensable para nuestro progreso.

En sus estudios e investigaciones espíritas, aliados al conocimiento académico, ¿qué tipo de relación encuentra en los conocimientos de la cuestión relacionada a los ciclos de renovación humana?

La evolución intelectual parece siempre preceder el crecimiento moral. Siempre que el hombre hace descubrimientos innovadores, e incluso revolucionarios para la vida, hubo una vertiente de aplicaciones que generaron inventos para atacar a otros hombres, tenido como enemigos. Los horrores de la guerra demuestran eso claramente: varios descubrimientos, cuyo uso podría traer confort y nuevo aliento, suprimiendo el sufrimiento y el dolor, han sido utilizados – y con gran eficiencia – para la eliminación de los oponentes. Sucedió así con la navegación, la aviación, la pólvora, la energía nuclear, entre otros ejemplos. Ninguna de esas conquistas es buena o mala en su esencia, y cada una puede ser usada tanto para el bien como para el mal. La humanidad intelectualizada,  poseedora de un gran conocimiento, está aún muy distante de prácticas éticas, y encuentra siempre usos moralmente inadecuados para todo lo que descubre. Aún estamos en una fase en que muchas de nuestras conquistas son utilizadas para la destrucción y el perjuicio de nuestros semejantes y de la Naturaleza.

Sus palabras finales.

Ya sea en el día a día de nuestras vidas, o en los largos procesos evolutivos de las estrellas y los planetas que llenan todo el universo, la vida tiene ciclos resaltantes, con períodos de crecimiento, desarrollo, maduración y reinicio. En el transcurrir de los milenios, nuestra capacidad de comprensión aumentó mucho, y tenemos tenido, sin cesar, notables oportunidades para repasar las preciosas lecciones de Jesús. En este momento en que los mentores espirituales que coordinan el progreso de la Humanidad nos informan que la Tierra, en el ámbito colectivo, se prepara para finalizar su ciclo como Mundo de Expiaciones y Pruebas, dando inicio a una nueva era, la de Regeneración – en la cual el bien predominará – es indispensable que cada uno también participe, individualmente, de esa transición, habilitándose para seguir el viaje aquí mismo, al amparo de este planeta bendecido, que atestiguó nuestros primeros pasos y los pequeños progresos que ya conquistamos en esta jornada evolutiva.



 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita