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Año 8 368 22 de Junio de 2014
NUBOR ORLANDO FACURE      
lfacure@uol.com.br  
Campinas, SP ( Brasil)
 
Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 
 

Nubor Orlando Facure

Fenómenos psicofísicos de naturaleza espiritual

Parte 2 e final

 
 
Los miles de años que nos separan del espiritualismo oriental no trajeron mayores aclaraciones a la Ciencia Médica, que no consigue identificar en sus fundamentos ninguna señal de la existencia de los chacras. Aún así, conviene consideremos alguna hipótesis para intentar relacionar los chacras con la actividad cerebral.

Es clásico que estudiemos el cerebro en su aspectos modulares destacando las funciones motoras, sensoriales, lenguaje, memoria, cálculo, emociones entre tantos otros. Esas actividades son procesadas por circuitos limitados a una determinada área cerebral. Existe, sin embargo, un otro arreglo funcional que la neurología destaca como un conjunto de agrupaciones neuronales que ejercen su acción de modo difuso, incluyendo múltiples vías neuronales y sus áreas de repercusión. Es el caso, por ejemplo, de los sistemas de activación ascendente que tiene la propiedad de mantenernos alertar o en pleno sueño.

De manera simplificada, podemos considerar por lo menos tres sistemas de actuación global, habitualmente rotulados de “sistemas modulares de proyección difusa”: el sistema hipotálamo-secretor, el sistema neurovegetativo y el sistema de relación con neurotransmisores, como el dopaminérgico, el serotoninérgico y el noradrenérgico, estando los tres fuertemente relacionados con trastornos mentales diversos. Son ellos que, en este artículo, queremos sugerir, como hipótesis, estén relacionados con los chacras cerebral y coronario.

Considerando los chacras que se expresan en el cerebro, podemos notar su coincidencia con los “sistemas de actuación difusa”. En el chacra frontal, predomina el sistema dopaminérgico responsable por la expresión del pensamiento abstracto e inserción en la realidad física. Enfermedades como la epilepsia y las demencias frontales llevan a un deterioro de la mente de esos pacientes, que se hacen completamente disociados del mundo físico en que vivimos. En la región del chacra coronario, vimos el significado del control endocrino realizado por el eje diencéfalo-hipofisário. Esa actividad glandular orquestada es indispensable para el mantenimiento de nuestro metabolismo, sin el cual la vida nos sería imposible.

La corriente sanguínea y la energía vital – Es muy fácil aceptar la idea de que nuestra vida está íntimamente conectada al corazón. Aristóteles afirmaba que el alma ahí se localiza porque cualquier herida en él lleva inmediatamente a la muerte.

En los días de hoy, alumnos de primaria ya aprenden que los latidos del corazón impulsan la sangre por las arterias, el cual después se difunde por los capilares y vuelve por las venas. En ese retorno, la sangre pasa por los pulmones, de donde retira el oxígeno que la respiración suministra. Tenemos cerca de seis litros de sangre circulando por nuestro cuerpo y más o menos veinte por ciento de él van para el cerebro. Mientras entra por las arterias y sale por las venas, la sangre circula dentro del cerebro en exactos de seis segundos.

Así que ocurre la muerte, las arterias del cadáver están vacías, ya que el último latido impulsa toda la sangre para las venas. Esa observación llevó a Galeno a sugerir que las arterias estarían siempre llenas de aire. Él proponía, también, que circula junto con la sangre un elemento inmaterial que denominó pneuma vital. Ese fluido nace en el corazón, se distribuye por el cuerpo y se transforma en el pneuma animal al alcanzar el cerebro, permitiéndonos percibir el mundo por los sentidos y reaccionar con nuestros movimientos a sus estímulos. La idea de un “espíritu animal” produciendo nuestros reflejos fue también adoptada por René Descartes y por Thomas Willians, teniendo aceptación médica por muchos siglos. Para Willians, los corpúsculos del “espíritu animal” recorrerían los nervios para poner en acción nuestros movimientos.

En los días de hoy, sabemos de la importancia de la circulación sanguínea distribuyendo por todo el organismo no sólo el oxígeno que nos sostiene la vida, sino un número insospechable de substancias conectadas al mantenimiento del metabolismo celular y de todo el sistema inmunológico. André Luiz nos trae conocimientos nuevos en esa área también. Dice el conocido Espíritu que junto con la circulación sanguínea circula el “principio vital” indispensable a la sustentación de la vida. Enseña Kardec que es el principio vital que da vida a la materia orgánica. Cada uno de nosotros lo tiene disponible mientras estamos encarnados, consumiendo nuestra cuota con el transcurrir de los años. El procede del “fluido cósmico universal” que nos aprovisiona conforme nuestras actitudes en los compromisos de la vida. La meditación, la plegaria y el impulso que nos predispone a amar al próximo suministran la sustancia y la renovación del principio vital. Él nos penetra por la respiración, lo que nos hace recordar uno de los más bellos versos de la Biblia – Y Dios hizo al Hombre del barro de la Tierra y sopló en su nariz el soplo de la vida.

Anaxágoras consideraba que el aire era la sustancia primitiva de donde procede todo lo que existe. La relación del aire con la vida siempre fue aceptada en muchas culturas. En los libros de Galeno, las expresiones espíritus y pneumas (aire) son equivalentes.

Aprendemos con André Luiz que el principio vital es absorbido por la respiración y recorre todo el organismo acompañando la circulación de la sangre.

La glándula pineal y su fisiología espiritual – Esa glándula, situada en medio del cerebro, ya es conocida hace más de dos mil años y, aún así, lo que sabemos sobre ella es tan poco que, en los tratados clásicos de la neurología, ella aún no despertó interés para merecer más que citas cortas de algunas líneas sobre la hormona que ella segrega – la melatonina.

La pineal es el reloj biológico que señala uno de los momentos más importantes de la vida, el despuntar de la sexualidad. Por ocasión de la adolescencia la pineal reduce la producción de la melatonina, ocurriendo, a partir de ahí, el desarrollo de los órganos externos conectados a la actividad sexual.

Hasta hoy es posible percibir, en determinados animales, que la pineal puede comportarse funcionalmente como un tercer ojo. En esos animales la pineal está situada por encima del cráneo, funcionando al modo de un periscópio que ejerce un papel de vigilancia para el animal. No se debe extrañar, por lo tanto, la fuerte sensibilidad que nuestra pineal tiene para con la luz. La entrada de la luz, que alcanza la pineal por las hebras nerviosas que nuestro nervio óptico conduce, reduce la producción de melatonina. En el ambiente oscuro, aumenta acentuadamente la producción de la hormona. Todos sabemos que los osos hibernan en cavernas durante meses de oscuridad y, en esa ocasión, el aumento de la melatonina produce el entorpecimiento de su interés sexual, que después vuelve a revelarse en el clarear de la primavera.

La hormona de la pineal tiene conexión directa con el depósito de melanina en nuestra piel. El tiene un efecto aclarador disminuyendo la pigmentación de la piel. Eso justifica, por ejemplo, el color blanquecino de los peces que viven en las profundidades de aguas oscuras.

La melatonina ha sido utilizada como tranquilizante produciendo relajamiento y somnolencia. Fue experimentada también en el tratamiento de dolores de cabeza y de epilepsia, pero en todos esos cuadros el efecto de la melatonina es muy pobre.

André Luiz, por medio de Chico Xavier, nos trajo informaciones inéditas y sorprendentes sobre el papel de la pineal cuando es observada a partir del plano espiritual.

Sensible a las irradiaciones electromagnéticas, nuestra pineal es sintonizador de los fenómenos comunicativos mental, manteniéndonos en permanente conexión con todos aquellos que comparten con nosotros el mismo rango de vibración.

En los procesos mediúmnicos, la aproximación espiritual se vale de la pineal para difundir su mensaje hasta las diversas áreas cerebrales que resuenan su transmisión.

En las encarnaciones, que la misericordia divina nos permitió transitar por la Tierra,  enredándonos en situaciones donde tuvimos oportunidad de cultivar relaciones afectivas profundas, al tiempo que fomentamos rivalidades y discordias de las más variadas consecuencias. Como la Ley divina no excluye a nadie de los reajustes necesarios, será a través de la pineal que iremos a encontrar, a la corta o a la larga, aquellos mismos amores sinceros que nos incentivaron a progresar y los enemigos del pasado que nos exigirán saldar las deudas y los compromisos.

Sin embargo, por más que la anatomía cerebral pueda revelarnos, no reconocemos en las vías que emergen de la pineal cualquier indicación de esa extraordinaria participación de la glándula en nuestra vida mental. ¿Cómo explicar, en vista de eso, lo que nos esclarece André Luiz? Presuponiendo que será necesario conozcamos cuál es el mecanismo de actuación del Espíritu sobre el cerebro. De ahí, nuestro propósito de reunir ese conjunto de fenómenos que sugerimos tratarse de fenómenos “espíritu-somáticos”.

En el cuadro de esa notoria “fisiología espiritual” a que André Luiz da relevancia, creo que la llave para su comprensión está en la participación del llamado “fluido universal”, tan conocido en el medio espírita.

Enseñan los Espíritus que elaboraron la doctrina con Allan Kardec que los fluidos sirven de vehículos para la transmisión del pensamiento. Derivado del fluido cósmico universal, él inunda el Universo, envolviéndonos y permitiéndonos compartir el “Hálito Divino” que nos alimenta.

En la vida física, actuamos por las vías nerviosas que nos estructuran las neuronas, sus inmensas redes comunicadoras y su extraordinaria química que sintetiza y conjuga los neurotransmisores. En la dimensión espiritual estaremos usando ese elemento sutil, fluídico, que obedece a la voluntad que la mente dirige, permitiéndonos crear, a través de la fisiología espiritual, una dispersión mucho más amplia en sus efectos fisiológicos.

Cuando Louis Pasteur descubrió el inmenso campo de la microbiología, ese conocimiento nuevo nos permitió esclarecer la dinámica de la etiología de las enfermedades infecciosas. El descubrimiento del ADN abrió nuevas áreas para aclaración de las llamadas enfermedades de origen genético. Sin embargo, el estudio de los fluidos y sus propiedades podrá revelarnos una nueva fisiología y, como consecuencia, las enfermedades que sus desvíos provocan. La presencia de esos fluidos está íntimamente relacionada con nuestro patrón de actividad mental. La literatura espírita es abundante en afirmar que todos nosotros somos expresión de la vida mental que nosotros mismos escogemos construir y reflejamos en nuestra apariencia la composición fluídica que seleccionamos.

Los desequilibrios mentales, que la neurobiología de hoy entiende como derivados de las alteraciones en neurotransmisores, con certeza, inician su perturbación a partir de los fluidos que permitimos a nuestra mente proyectar en el cerebro, desviando la química que nos preside el equilibrio del pensamiento.

La ectoplasmia – A partir de los fenómenos de las mesas giratorias, la mediumnidad proporcionó a los investigadores del Siglo XIX una inmensa variedad de manifestaciones físicas, entre ellas la materialización de entidades espirituales. En esa fenomenológica es movilizada una gran cantidad de ectoplasma permitiendo el estudio de su elaboración y constitución química. Todos los que están presentes en el ambiente de la experimentación estarán donando una cuota mayor o más pequeña de fluidos, pero es del médium que sale, por todos sus poros y orificios de excreción, el material más o menos denso que permitirá la presencia de las siluetas que se corporificarán en el ambiente donde el público aguarda.

En el ámbito del estudio que estamos abordando, interesa anotar que el contenido bioquímico del ectoplasma procede, en la esfera física, del citoplasma de las células del aparato mediúmnico. En conjugación con los fluidos de los dos planos de la vida es que el fenómeno adquiere las propiedades de transición que permiten a los Espíritus adentrase en nuestra dimensión.

La respiración restauradora – El aire, como fuente insubstituible de vida, es percepción del sentido común a cualquiera de nosotros. El acto de respirar está íntimamente conectado a nuestra supervivencia. Anaxágoras atribuía al aire el origen de todo. La Biblia registra que recibimos la vida a partir del soplo de Dios. En los textos de Galeno, como ya notamos, las expresiones espíritu y pneuma (aire) eran equivalentes. Para él el pneuma vital era absorbido por los pulmones y circulaba del corazón hasta al cerebro para mantenernos vivos. En la cultura oriental los ejercicios respiratorios tienen indicación más importante que la actividad muscular.

Uno de los fundamentos de la Doctrina Espírita es que la vida transcurre de la presencia del principio vital que vivifica la materia orgánica dándole la propiedades de reaccionar.

La actividad constante de nuestros órganos se hace a costa de ese principio vital y su agotamiento lleva el cuerpo a la muerte. Por otro lado, nuestra actividad mental nos permite absorber de la espiritualidad los fluidos que agregan elementos para sustentación del principio vital. Más actividad corresponde a más vida, tanto del punto de vista físico como espiritual.

André Luiz nos apunta en sus textos que la respiración es puerta de entrada restauradora para realimentación de nuestras energías vitales. 

        


 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita