también
conferencias
sobre seguridad
y temas de
actualidad.
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¿Cómo encarar el
momento político
del país?
Por un lado me
preocupan los
ánimos
exacerbados,
muchas ofensas y
una búsqueda por
buscar culpables
del otro lado
del espectro
ideológico, pero
por otro lado,
entiendo que se
trata de un
desahogo
natural. Este
sentimiento que
se está
manifestando
ahora, por
pretexto de la
política, estaba
en el alma de
las personas.
Las elecciones
sólo permitieron
que se
manifestase. No
creo que las
cosas estén
empeorando.
¿Qué se puede
esperar para los
próximos años en
esta lucha de
construcción de
la democracia?
Creo que dentro
de poco, después
de tantos
intercambios de
acusaciones,
ambas partes se
van a dar cuenta
que tenían una
parte de razón,
de manera que se
debe reformar el
modelo como un
todo, a partir
del elector que,
antes de
víctima, es el
principal autor
de este proceso.
Luego de la
euforia de la
victoria/derrota,
se va a buscar
entre los
escombros, una
sociedad mejor.
Todos desean
eso.
¿Cómo el país va
a vencer los
desafíos contra
la corrupción?
Ese es un
proceso muy
lento, que
necesita partir
de cada
ciudadano. Al
brasileño no le
gusta cumplir
las leyes. Eso
lo vemos en las
filas de los
shows y en los
partidos de
fútbol, donde
quien puede
pagar más pasa
al frente; en el
intento de
resolver
problemas
diversos con un
“arreglo”, como
las multas de
tránsito, etc.
Tenemos una
tendencia a
reducir y hasta
justificar
nuestras faltas,
señalando sólo
las ajenas.
Políticos
conocidos como
corruptos, pero
gestores
eficientes, son
festejados por
los electores.
Funcionarios
públicos
corruptos, pero
importantes bajo
el punto de
vista político,
son recibidos en
las altas
esferas sin
ninguna
restricción. El
brasileño no
manifiesta
ninguna
indignación en
relación a esto.
Hasta le gusta
estar cerca,
pues un día
puede
necesitarlo… el
ciudadano
honesto es visto
como un ingenuo,
romántico. Si
alguien
encuentra una
maleta con
dinero y la
devuelve, sale
en el Jornal
Nacional,
porque es algo
inusitado. Todos
tenemos una
parte de culpa.
Por lo tanto,
una parte de la
solución. Sólo
basta que
hagamos nuestra
parte.
¿Y los desafíos
de la violencia
humana y la
lucha contra la
propagación de
las drogas y sus
despliegues?
Necesitamos
combatir el
crimen, pero sin
colocar todo el
peso en los
hombros del
criminal. Él
sólo es una
parte del
proceso y para
su conducta
existe una ley.
Necesitamos
repeler
cualquier idea
de venganza
social e incluso
el
recrudecimiento
de las leyes
penales que, en
la práctica, es
una venganza
disfrazada. Por
otra parte, como
cristianos, no
pueden quedar
flotando dudas
en nuestras
mentes, de que
no habría ningún
tipo de
impunidad. Se
puede engañar a
la justicia de
los hombres,
pero no a las
leyes de la
vida, que
atribuyen a cada
uno las
consecuencias de
sus propias
obras. La lucha
contra las
drogas es un
gran desafío,
principalmente
porque las
llamadas drogas
legales son
toleradas y
hasta
incentivadas en
las familias, en
especial el
alcohol, y sin
duda, son la
puerta de
entrada de las
demás. Un amplio
proceso de
prevención y
educación
también es
imprescindible,
principalmente
mediante el
ejemplo en la
familia. El
papel de la
formación
familiar y
religiosa allí
es fundamental.
La represión
policial debe
ser dirigida de
manera más
acentuada al
traficante, pero
el consumidor no
puede tener el
tratamiento
romántico que se
le da,
minimizando tal
conducta.
La división del
país, en números
casi exactos, en
la diversidad de
la elección del
Presidente en
las elecciones,
¿qué indica a la
luz de la
Política?
Que el modelo
actual va en
camino al
agotamiento. Las
innovaciones de
carácter social,
todas muy
oportunas y
benéficas,
acabaron
cediendo el
lugar al apego
al poder y a
episodios de
corrupción, ya
no más aislados.
Las ideas del PT
son muy buenas y
hasta
compatibles con
los ideales
cristianos,
aunque las
personas
encargadas de
implementarlas
se dejaron
llevar por las
provocaciones de
la materia y por
un apego
excesivo al
poder; por la
arrogancia de
creerse los
únicos capaces
de algo bueno
para el país,
por último,
comprometieron
los ideales en
función de la
falta de bases
morales para
sustentar el
proyecto
político. Creo
que no sería
diferente con
cualquier otro
partido con
tanto poder. Las
cosas con el PT
asumen un
carácter más
alarmante
porque, en
primer lugar, se
esperaba de
ellos una
conducta
diferente; pero
¿cómo esperar
algo diferente
de personas
iguales? Iguales
como un todo,
inclusive a
nosotros.
Segundo, porque
es un partido
muy grande y
centralizado, de
manera que todo
en él se
acentúa. Desde
la virtud, hasta
las
equivocaciones.
El poder es un
gran desafío.
Una mezcla de
dinero,
posición, sexo y
otras
provocaciones
con un fuerte
poder de
persuasión. Hay
que estar muy
bien preparado
para resistir.
La mayoría ha
sucumbido,
lamentablemente.
¿Y a la luz del
Espiritismo?
A la luz del
Espiritismo nos
corresponde
hacer nuestra
parte. Colaborar
y participar
como ciudadanos
y no juzgar.
Orar por los que
ostentan el
poder, porque
ellos sólo
despiertan
envidia en quien
no tiene el
verdadero
alcance de los
valores de la
vida. No podemos
ser cómplices
con el error,
pero debemos ser
misericordiosos
con los que se
equivocan,
agradeciendo a
Dios no haber
sido expuestos a
esos desafíos,
pues puede ser
que tampoco
resistiríamos.
Podemos y
debemos
participar de la
política,
dejando siempre
claro que jamás
será como
movimiento
espírita. El
ciudadano
espírita debe
escoger bien a
sus
representantes,
y en la medida
de lo posible,
hasta apoyar a
aquellos que
entienda que
sean merecedores
de su confianza,
pero vuelvo a
enfatizar: nunca
utilizando la
Causa Espírita,
y tampoco la
Casa Espírita.
Debemos luchar
para vivenciar
el Evangelio. El
cumplimiento de
las leyes y de
las normas de la
ciudadanía
estará incluido
consecuentemente.
Debemos ser un
ejemplo. No
podemos olvidar
que "Dios está
al mando". No
estamos viviendo
nada que no esté
en los planos
divinos para
nuestro
progreso. No
cabe el
pesimismo en la
postura del
Espírita.
Estamos
caminando
inexorablemente
hacia el
progreso.
¿Qué tiene que
decir el
Espiritismo
sobre el momento
de dificultades
del país?
El momento que
vivimos es la
suma de la
conducta de cada
uno de nosotros.
Vivimos en el
mundo que
merecemos vivir,
porque
participamos de
su construcción,
ya sea por
nuestras
acciones
equivocadas, o
por nuestra
propia cobarde
omisión. El
aparente
desarreglo
climático, la
violencia
urbana, la falta
de estabilidad
económica, entre
otros problemas,
son
consecuencias de
nuestro
inmediatismo y
egoísmo. No es
un castigo, sino
las
restricciones
resultantes de
la inmadurez de
las personas.
Sólo a partir
del surgimiento
de los problemas
comenzamos a
pensar en
sustentabilidad,
distribución de
la renta,
planeamiento,
etc. Durante
muchos años la
postura
extractivista
imperó en la
formación de
nuestro país.
Extrajimos
todo lo que era
posible. Ahora
ha llegado la
hora de
devolver. A
veces duele un
poco, pero es un
proceso
pedagógico
paternal y
necesario.
¿Por qué el
cuadro actual se
sitúa casi en un
retroceso a la
libertad, ante
las supuestas
lesiones a la
Ley de Libertad
expuesta en
El Libro de los
Espíritus?
La libertad,
como todas las
leyes que rigen
el universo,
tiene una
finalidad que
requiere ser
respetada. Las
transgresiones y
los abusos
llevan,
naturalmente, a
secuelas
dañinas, con
apariencia de
restricción,
pero siempre
bajo el signo de
la Justicia y de
la finalidad
educativa. Somos
libres para
lanzar piedras
al cielo, pero
debemos tener
las cabezas
preparadas para
cuando ellas
caigan de
regreso.
¿Algo resaltante
de su
experiencia
profesional y su
actuación en la
política, a la
luz del
Espiritismo, que
le gustaría
relatar a los
lectores?
Trabajé 30 años
en la policía
militar y hace
dos años que soy
concejal. Son
actividades que
muchas personas
creen que son
terribles por sí
solas. Yo puedo
decir que fueron
las mejores
oportunidades
que la vida me
proporcionó para
mi aprendizaje.
Puedo decir que
no hay actividad
(legal) mala.
Todo depende de
cómo nos
comportamos. En
la PM pude
ayudar a mucha
gente, salvar a
algunas, pero
principalmente,
pude compartir
con mis
subordinados y
colegas las
enseñanzas del
Evangelio en la
práctica
cotidiana,
acentuando
principalmente
el respeto a las
leyes, a la
dignidad humana
a la no
violencia, todo
preconizado en
las normas
vigentes del
país, pero que
una persona sin
una sólida
formación moral
debe pensar que
es una falsedad,
que es necesario
combatir
violencia con
violencia. Los
policías
arbitrarios y
violentos sólo
reflejan el
pensamiento de
una buena parte
de la sociedad.
Ellos piensan
que las leyes
son suaves y que
les corresponde
“endurecerlas”.
La visión de la
reencarnación y
de las leyes de
causa y efecto
deben hacer que
todos nos veamos
como pasajeros
del tren de la
tolerancia. No
tenemos el
derecho de hacer
justicia con
nuestras propias
manos. Ya en la
política, la
difusión de
ideas de paz, de
lucha por la
vida, contra el
aborto, contra
el consumo
irresponsable de
bebidas
alcohólicas (si
es que es
posible consumir
alcohol con
responsabilidad)
y,
principalmente,
de honestidad,
apunta para
quien nos
observa que es
posible ser
policía,
político, o
cualquier otra
cosa sin
lanzarse a los
brazos de la
corrupción y de
los abusos de
todo tipo. Estoy
feliz por ser
reconocido por
la seriedad, y
aún más feliz
cuando las
personas hacen
la relación de
esa conducta con
mi formación
familiar y
religiosa.
Sus palabras
finales al
lector.
Amigo lector,
somos Espíritus
en una
experiencia
física, de modo
que necesitamos
cada vez más
cultivar los
valores
espirituales en
detrimento de
los materiales.
En cualquier
momento podemos
dejar el cuerpo
físico y eso no
puede
sorprendernos,
ni tampoco
imponer ningún
tipo de
inseguridad o
angustia.
Venimos de la
patria
espiritual y
allá
regresaremos. No
sabemos cuándo,
pero podemos
determinar cómo,
o mejor, con qué
equipaje. Cada
día es una
oportunidad de
aprendizaje y de
progreso.
Tenemos fallas
inherentes a
nuestro padrón
de evolución y
eso no nos debe
infligir ningún
tipo de culpa,
pero tampoco
puede servir de
disculpa para
que no
corrijamos
comportamientos
equivocados. La
vida es una gran
escuela, de
donde todos
saldremos con el
diploma en la
mano. Unos pasan
directo, otros
después de los
exámenes,
recuperaciones,
dependencias e
incluso hay
algunos que
repiten, pero
todos, cada cual
a su tiempo, nos
formaremos.
Dios, el
Magnífico Rector
de esa
Universidad, nos
espera
incansablemente.
La felicidad es
nuestro destino,
pero no es una
dádiva gratuita.
Es una conquista
individual.
Somos espíritus
inmortales; nos
dirigimos
inexorablemente
hacia el
progreso. No hay
motivos para
sufrir. ¡Sobran
las razones para
luchar!
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