El equipaje del
último viaje
Todas las veces
que parte
alguien para el
llamado mundo
espiritual, un
viaje que todos
nosotros haremos
un día, una
pregunta nos es,
generalmente,
inevitable:
¿Cuál tendrá
sido el equipaje
del fallecido en
su retorno a la
patria
verdadera?
La misma
indagación fue
formulada hace
poco enseguida a
una interesante
conferencia
donde el
expositor, al
enfocar el tema
muerte y
reencarnación,
escribió en la
pizarra:
En ambas
situaciones, la
misma duda.
¿Cuál será el
equipaje del
individuo que
parte y que
equipaje traerá
en su retorno
para una nueva
existencia
corpórea?
El asunto parece
sin importancia,
pero, en verdad,
no lo es, y
tiene
implicaciones
mucho más
profundas en la
vida y en el
mundo donde
vivimos.
Cuando este
texto fue
redactado, el
titular de los
principales
periódicos se
refería al
fallecimiento de
dos importantes
representantes
de la sociedad
brasileña, ambos
bien sucedidos
en el campo
profesional y en
sus negocios.
Personas ricas,
¿qué equipaje
tendrán llevado
en su regreso a
la patria
espiritual?
La doctrina
espírita, a
través de la voz
de sus
instructores
desencarnados,
nos presenta una
faceta diferente
en lo que se
refiere a lo que
entendemos por
propiedad real.
Según esa
visión, sólo
poseemos en
plena propiedad
aquello que
podemos llevar
de este mundo.
Por
consiguiente,
todo que es
relativo a la
materia no nos
pertenece
realmente.
Se trata de un
mero préstamo,
de un depósito
que, como tal,
deberemos
restituir al
verdadero
dueño.
Aquél que en la
Tierra recibió
el nombre de
Pascal examinó
ese importante
tema en el
mensaje que
adelante
reproducimos:
“El hombre
solamente posee
en plena
propiedad
aquello que le
es dado llevar
de este mundo.
Aquello que
encuentra al
llegar y deja al
partir disfruta
él en cuanto
aquí permanece.
Forzado, sin
embargo, que es
a abandonar todo
eso, no tiene de
sus riquezas la
pose real, pero,
simplemente, el
usufructo. ¿Qué
es entonces lo
que él posee?
Nada de lo que
es de uso del
cuerpo; todo lo
que es de uso
del alma: la
inteligencia,
los
conocimientos,
las cualidades
morales. Eso
es lo que él
trae y lleva
consigo, lo que
nadie le puede
sacar, que le
será de mucho
más utilidad en
el otro mundo de
que en éste.
Depende de él
ser más rico al
partir que al
llegar, una vez
que, de lo que
tuviese
adquirido en
bien, resultará
su posición
futura.
Cuando alguien
va a un país
distante,
constituye su
equipaje de
objetos
utilizables en
este país; no se
preocupa con los
que allí le
serían inútiles.
Proceded de la
misma manera con
relación a la
vida futura;
aprovisionados
de todo lo que
allá os posáis
servir.
Al viajero que
llega a un
albergue, buen
alojamiento es
dado, se puede
pagarlo. A otro,
de parcos
recursos, a él
le toca un menos
agradable.
Cuanto al que
nada tiene de
suyo, va a
dormir en un
catre.
Lo mismo sucede
al hombre, a su
llegada en el
mundo de los
Espíritus:
depende de sus
haberes el lugar
para donde va.
No será,
todavía, con su
oro que él lo
pagará. Nadie le
preguntará:
¿Cuánto tenías
en la Tierra?
¿Qué posición
ocupabas? ¿Eras
príncipe u
obrero? Le
preguntarán:
¿Qué traes
contigo? No le
evaluarán los
bienes, ni los
títulos, pero la
suma de virtudes
que posee.
Ahora, bajo ese
aspecto, puede
el obrero ser
más rico que el
príncipe. En
vano alegará que
antes de partir
de la Tierra
pagó a peso de
oro su entrada
en el otro
mundo. Le
contestarán: Los
lugares aquí no
se compran: se
conquistan por
medio de la
práctica del
bien. Con la
moneda
terrestre, has
podido comprar
campos, casas,
palacios; aquí,
todo se paga con
las cualidades
del alma. ¿Es
rico de esas
cualidades? Sed
bienvenido y va
para uno de los
lugares de
primera
categoría, donde
te esperan todas
las venturas.
¿Es pobre de
ellas? Va para
uno de los de la
última, donde
serás tratado de
acuerdo con tus
haberes." –
Pascal, Ginebra,
1860.
(El Evangelio
según el
Espiritismo,
cap. XVI, ítem
9.)
(Subrayamos.)
Inteligencia,
conocimientos,
cualidades
morales – he
aquí el equipaje
de quien parte y
de quien viene.
Ampliar ese
equipaje debe
ser, por lo
tanto, nuestro
objetivo
fundamental.
Si las nuevas
generaciones
llevasen en
serio tales
ideas, tendrán
dado un largo
paso en el
camino que lleva
a la supresión
de la codicia,
de la avaricia,
de la
corrupción, de
las
desigualdades
sociales y de
todas las formas
de prejuicio que
existen en
nuestro planeta.
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