Números
divulgados por
el Panel
Intergubernamental
sobre Cambios
Climáticos (IPCC-2008)
(1), órgano de
la ONU
(Organización de
las Naciones
Unidas), daban
cuenta de que la
ganadería lanza
más gases del
efecto estufa en
la atmósfera de
la Tierra que el
sector del
transporte. Las
emisiones
directas de la
producción de
carne
correspondían al
18% del total
mundial de
emisiones de
gases, contra
sólo 13% del
área de
transporte. Los
significativos
18%
correspondían a
todas las etapas
del ciclo de
producción:
apertura de
pastos en
prados,
fabricación y
transporte de
fertilizantes,
quema de
combustibles
fósiles en
vehículos de
haciendas,
emisiones
físicas de los
rebaños, así
como de acciones
intermediarias.
En ese conjunto
de operaciones,
el principal
villano es el
desmantelamiento
de los prados,
que viene
aumentando con
la demanda
creciente de
carne en todo el
mundo.
Los números hoy
no son
diferentes de
los de aquel
estudio,
variando poco
conforme el
enfoque, y
continúan
preocupando de
la misma forma.
Aunque el asunto
sea
extremadamente
serio y merezca
discusión
constante, el
cae en el olvido
cuando la medios
y sus asociados
permanentes
tengan otros
intereses que
les convengan, y
sólo un hecho
nuevo y grave
hará recrudecer
el tema en la
pauta de los
vehículos de
comunicación.
Científicos de
la ONU sugieren
moderación
Uno de los
principales
científicos
climáticos de la
ONU, Rajendra
Pachauri, llegó
a sugerir, en la
época, que las
personas
“deberían
considerar comer
menos carne como
una forma de
combatir el
calentamiento
global”,
relacionando esa
medida como una
opción de apoyo
a la reversión
de los
disturbios
climáticos que
podría motivar
las poblaciones
a cambiar sus
hábitos.
Conforme datos
del Ministerio
del Medio
ambiente de
Brasil, en la
primera década
de este siglo el
78% del
desmantelamiento
en Amazonía
fueron motivados
por la
ganadería, a
través de
derrumbes
legales e
ilegales para
pastos. Brasil
es el mayor
productor
mundial de carne
bovina.
No han faltado
argumentos para
los activistas
del medio
ambiente cuando
se trata de
discutir el peso
negativo que la
ganadería tiene
en la cuestión
del llamado
efecto estufa y
consecuentes
cambios
climáticos. A
los resultados
alarmantes sobre
las condiciones
físicas del
planeta se han
unido los
discursos de
entidades y
organismos
defensores de la
vida, en
protesta contra
los sectores que
degradan la
naturaleza de
forma
irreflexiva,
buscando
exclusivamente
factores
económicos.
Restricción y
moderación
Bajo la ótica
ecológica, hay
fuertes razones
para lanzar una
alerta contra la
ganancia de los
sectores
productivos de
la carne. Según
informaciones
del médico,
escritor y
ambientalista
Márcio Bontempo,
la creación de
ganado implica
la
transformación
de bosque en
pastos y cerca
de 80% del
desmantelamiento
mundial están
conectados a la
ganadería. La
devastación
indiscriminada
acaba teniendo
fuerte impacto
sobre la
biodiversidad.
Márcio asocia a
estas otras
cuestiones, como
la erosión, la
desertización
del suelo, el
consumo de agua
en todo el
proceso de
producción, la
emisión de gas
metano por los
rebaños etc.,
como factores
que degradan.
Según el
ambientalista,
aumentar la
producción de
vegetales y
disminuir la de
carne sería
benéfico para
todo el
ecosistema.
Defensores de
los derechos de
la vida animal
han denunciado
los métodos
crueles de
creación y
abatimiento de
los animales
destinados al
consumo humano.
Instituciones de
medicina e
investigación
han divulgado
orientaciones
restrictivas y
sugerido
moderación en el
consumo de
carne,
concluyendo que
su ingesta
frecuente y
prolongada trae
el riesgo de
enfermedades
cancerígenas y
coronarias. Hay
estudios
comprobados en
ese sentido y
fuertes
evidencias de la
conexión directa
de las pandemias
periódicas
(gripe aviaría,
enfermedades del
cerdo, “vaca
loca”) con los
métodos
generales de
producción de la
carne en el
mundo.
Cambio: la
palabra de orden
Delante de ese
cuadro en que
científicos,
investigadores y
ambientalistas,
hablando en
nombre de
instituciones de
reputación
internacional,
divulgan
estudios sobre
la situación
climática del
planeta, sobre
la salud
pública, sobre
el tratamiento
dado a los
animales, parece
evidente que la
humanidad tendrá
que modificar
sus viejos
hábitos y
costumbres.
Tras los abusos
y excesos
cometidos por el
hombre,
principalmente
el último siglo,
llegamos a la
exhastuación, al
cansancio, y
vivimos la
presión de los
límites. No es
sin ton ni son
que este proceso
vino acompañado
del dolor, de la
escasez, de la
eminencia del
peligro, temas
que el
Espiritismo
explica muy bien
al analizar la
ley de acción y
reacción.
Los conceptos de
lo necesario y
superfluo, según
la naturaleza,
tan bien
explicados en
El Libro de
los Espíritus,
de Allan Kardec,
necesitarán ser
conocidos por
toda la
humanidad, por
ser conceptos de
interés global y
no sólo de un
segmento
filosófico o
religioso. La
palabra de orden
durante las
próximas décadas
será cambio
y, por lo visto,
compulsoria. Y
no adelantará
esperar esa
transformación
con medidas de
los gobiernos,
tan solamente.
Ella deberá
venir, más
consistentemente,
de las personas,
de las
individualidades,
por medio de la
alteración de
conducta. Es lo
que se está
exigiendo,
actualmente, en
relación a los
problemas
relacionados a
la escasez de
agua,
principalmente
en el estado de
São Paulo.
Para
concienciarse es
preciso primero
estar informado.
Cualquier
pequeña
modificación en
los hábitos
cotidianos puede
hacer mucha
diferencia en
términos
globales.
Las cuestiones
tratadas son
polémicas y
tienen
implicaciones
nada simple, y
si autoridades
de la ciencia y
de la medicina
llegan a sugerir
a las personas
que reduzcan el
consumo de
carne, que
racionen el
consumo de agua,
que eviten
cualesquier
desperdicios, es
porque la luz
amarilla está
encendida.
Se trata, al
final, de
nuestra “casa” y
principalmente
de la
continuidad
saludable de
nuestra vida en
este planeta
maravilloso
llamado Tierra.
(1)
Acesse
BBCBrasil.com
repórter BBC
‘comam menos
carne’.
Referências:
Portalverde.wordpress.com/tag/biodiversidade
(Carta aos
ecologistas -
Márcio Bontempo).
Kardec, Allan.
O Livro dos
Espíritos,
livro terceiro
(Lei de
Conservação),
LAKE, tradução
de J. Herculano
Pires.
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