Damos continuidad al estudio metódico del libro La Génesis, los Milagros y las Profecías según el Espiritismo, de Allan Kardec, cuya primera edición fue publicada el 6 de enero de 1868. Las respuestas a las preguntas sugeridas para debatir se encuentran al final del presente texto.
Preguntas para debatir
A. En vista de los errores contenidos en el Génesis mosaico, ¿nos propone el Espiritismo que lo rechacemos?
B. ¿Cuál es la falta tan grande cometida por Adán y Eva que ocasionó el castigo de todos sus descendientes?
C. Según el Espiritismo, ¿qué tipo de pueblo representan Adán y Eva?
Texto para la lectura
702. Los fenómenos espíritas son espontáneos la mayoría de las veces y se producen sin ninguna idea preconcebida en las personas con quienes se presentan y que, por regla general, son los que menos piensan en ellos. Algunos, en ciertas circunstancias, pueden ser provocados por agentes llamados médiums. En el primer caso, el médium es inconsciente de lo que se produce por su intermedio. En el segundo, actúa con conocimiento de causa, y de ahí la clasificación de médiums conscientes y médiums inconscientes. Estos últimos son los más numerosos y con frecuencia se encuentran entre los incrédulos más obstinados.
703. Pero sean o no esos fenómenos el resultado de un acto de voluntad, la causa primera es exactamente la misma y no se aparta ni una línea de las leyes naturales. Por lo tanto, los médiums, no producen absolutamente nada sobrenatural; en consecuencia, no hacen ningún milagro. Las mismas curaciones instantáneas no son más milagrosas que los otros efectos, porque son el resultado de la acción de un agente fluídico, que desempeña el papel de agente terapéutico, cuyas propiedades no dejan de ser naturales por haber sido desconocidas hasta ahora.
704. La intervención de inteligencias ocultas en los fenómenos espíritas no vuelve a éstos más milagrosos que todos los demás fenómenos debidos a agentes invisibles, porque esos seres ocultos que pueblan el espacio son una de las fuerzas de la Naturaleza.
705. Al esclarecernos sobre esta fuerza, el Espiritismo permite la elucidación de una inmensidad de cosas inexplicadas e inexplicables por cualquier otro medio y que, por ello, pasaron por prodigios en tiempos pasados. Como el magnetismo, revela una ley, si bien no desconocida, al menos mal comprendida; o mejor dicho, se conocían los efectos, puesto que ellos se produjeron en todos los tiempos, pero no se conocía la ley y fue su desconocimiento lo que generó la superstición.
706. Puesto que el Espiritismo repudia toda pretensión a las cosas milagrosas, fuera de él, ¿hay milagros, en la acepción habitual de esta palabra? Digamos, en primer lugar, que entre los hechos considerados milagrosos que ocurrieron antes del advenimiento del Espiritismo y que todavía ocurren en el presente, la mayor parte, si no todos, encuentra explicación en las leyes nuevas que ha venido a revelar.
707. Esos hechos, por lo tanto, están comprendidos, aunque bajo otro nombre, en el orden de los fenómenos espíritas y, como tales, no tienen nada de sobrenatural. Pero quede bien entendido que nos referimos a hechos auténticos y no a aquellos que, bajo la denominación de milagros, son el producto de un embuste indigno, con el fin de explotar la credulidad.
708. ¿Dios hace milagros? – En cuanto a los milagros propiamente dichos, puesto que nada es imposible para Él, es obvio que Dios puede hacerlos. Pero, ¿los hace? O, en otras palabras, ¿deroga las leyes que Él mismo ha establecido?
709. No corresponde al hombre prejuzgar los actos de la Divinidad, ni subordinarlos a la debilidad de su entendimiento. Sin embargo, sobre las cosas divinas, tenemos como criterio de nuestro juicio los atributos de Dios. A su poder soberano se une su soberana sabiduría, de donde se concluye que no hace nada inútil. ¿Por qué, entonces, haría milagros? Para dar testimonio de su poder, dicen. Pero el poder de Dios, ¿no se manifiesta de una manera mucho más imponente por el conjunto grandioso de las obras de la Creación, por la sabiduría previsora y la armonía que esa creación revela, tanto en las partes más grandes como en las más pequeñas?
710. La cuestión de los milagros no es de la competencia del Espiritismo; pero, considerando que Dios no hace nada inútil, emite la siguiente opinión: Al no ser los milagros necesarios para la glorificación de Dios, nada en el Universo se produce fuera del ámbito de las leyes generales. Dios no hace milagros porque, al ser sus leyes perfectas, no necesita derogarlas. Si hay hechos que no comprendemos, es porque nos faltan aún los conocimientos necesarios.
711. Suponiendo que Dios, por motivos que desconocemos, alguna vez haya derogado accidentalmente las leyes que Él estableció, esas leyes ya no serían inmutables. Pero aun en el caso de que tal derogación sea posible, al menos se deberá reconocer que sólo Él, Dios, tiene ese poder.
712. La Iglesia enseña algo diferente y distingue los buenos milagros, que provienen de Dios, de los malos milagros que procederían, según ella, de Satanás. Pero, ¿cómo distinguirlos? Ya sea un milagro divino o satánico, habrá siempre una derogación de las leyes que emanan sólo de Dios. Si un individuo es curado por un supuesto milagro, ya sea por obra de Dios o de Satanás, no dejará por eso de haber sido curado. Consideramos, pues, que es necesario tener una idea muy pobre de la inteligencia humana para pretender que tales doctrinas puedan ser aceptadas en la actualidad.
713. Reconocida la posibilidad de ciertos hechos considerados milagrosos, cualquiera que sea el origen que se les atribuya, afirmamos que son efectos naturales que puedan utilizar los Espíritus encarnados o desencarnados, tanto para el bien como para el mal, según predomine en ellos la bondad o la perversidad.
714. Pero se dice que la religión se apoya en hechos que no se han explicado ni pueden explicarse. Inexplicados, tal vez; inexplicables, no. ¿Qué sabe el hombre de los descubrimientos y de los conocimientos que le reserva el futuro? Sin hablar del milagro de la Creación, que es sin dudas el mayor de todos y que ha entrado al dominio de la ley universal, ¿no vemos que se reproducen hoy, bajo el imperio del magnetismo, del sonambulismo y del Espiritismo, los éxtasis, las visiones, las apariciones, las percepciones a distancia, las comunicaciones, las curaciones instantáneas?
715. Esos fenómenos, considerados antaño como maravillosos, actualmente se demuestra que pertenecen al orden de las cosas naturales, según la ley constitutiva de los seres. Los libros sagrados están llenos de hechos de este género, calificados de sobrenaturales; pero como se encuentran otros análogos y más maravillosos aún en todas las religiones paganas de la antigüedad, si la veracidad de una religión dependiese del número y de la naturaleza de tales hechos, no se podría decir cuál debería prevalecer.
716. Lo sobrenatural y las religiones – Pretender que lo sobrenatural es el fundamento de toda religión, que es el remate de la cúpula del edificio de la cristiandad, es sostener una tesis peligrosa. Establecer las verdades del Cristianismo exclusivamente sobre la base de lo maravilloso es darle un cimiento débil, cuyas piedras se desprenden fácilmente. Las religiones no necesitan de lo sobrenatural, sino del principio espiritual, que suelen confundir por error con lo maravilloso y sin el cual no hay religión posible.
717. El Espiritismo considera a la religión cristiana desde un punto de vista más elevado; le da una base más sólida que los milagros: las leyes inmutables de Dios, que rigen tanto el principio espiritual como el principio material. Esta base desafía al tiempo y a la Ciencia, porque el tiempo y la Ciencia vendrán a sancionarla.
718. Dios no se vuelve menos digno de nuestra admiración, de nuestro reconocimiento, de nuestro respeto, por no haber derogado sus leyes, grandiosas sobre todo por la inmutabilidad que las caracteriza. No es necesario lo sobrenatural, para rendir a Dios el culto que le es debido. La Naturaleza ya es tan imponente por sí misma, que no necesita que se le agregue nada para probar el poder supremo.
719. La religión encontrará menos incrédulos, cuanto más la sancione la razón en todos los puntos. El Cristianismo no tiene nada que perder con esta sanción; por el contrario, sólo ganar. Si algo le ha perjudicado frente a la opinión de muchas personas, fue precisamente el abuso de lo sobrenatural y de lo maravilloso.
720. ¿Se quiere dar al pueblo, a los ignorantes y a los pobres de espíritu una idea del poder de Dios? Muéstrenlo en la sabiduría infinita que todo lo preside, en la admirable organización de todo lo que vive, en la fructificación de las plantas, en la adaptación de todas las partes de cada ser a sus necesidades, de acuerdo al medio donde vive. Muéstrenles la acción de Dios en los vástagos de un arbusto, en la flor que se abre, en el Sol que todo lo vivifica. Muéstrenles su bondad en la solicitud que concede a todas las criaturas, por ínfimas que sean, en su previsión y en la razón de ser de todas las cosas, entre las que ninguna es inútil.
721. Háganles comprender, sobre todo, que el verdadero mal es obra del hombre y no de Dios; no traten de asustarlos con el cuadro de las penas eternas, en el cual acaban por no creer más y que los lleva a dudar de la bondad de Dios; por el contrario, denles coraje, mediante la certeza de poder redimirse un día y reparar el mal que hayan cometido.
722. Muéstrenles los descubrimientos de la Ciencia como revelación de las leyes divinas y no como obra de Satanás. Enséñenles, en fin, a leer en el libro de la Naturaleza, siempre abierto ante ellos; en ese libro inagotable, donde la sabiduría y la bondad del Creador están inscritas en cada una de sus páginas. Entonces, comprenderán que un Ser tan grande, que se ocupa de todo, que vela por todo, que todo lo prevé, tiene necesariamente el poder supremo.
723. El campesino lo verá al surcar su campo; y el desdichado en sus aflicciones, lo bendecirá diciendo: Si soy infeliz, es por mi culpa. Entonces, los hombres serán verdaderamente religiosos, racionalmente religiosos, sobre todo, mucho más que cuando creían en piedras que sudan sangre, o en estatuas que pestañean y derraman lágrimas.
Respuestas a las preguntas propuestas
A. En vista de los errores contenidos en el Génesis mosaico, ¿nos propone el Espiritismo que lo rechacemos?
No. No debemos rechazarlo sino estudiarlo, como se estudia la historia de la infancia de los pueblos. Se trata de una epopeya rica en alegorías cuyo sentido oculto se debe desentrañar, comentar y explicar con la ayuda de las luces de la razón y de la ciencia. Evidentemente, así como debemos resaltar su belleza poética y sus enseñanzas veladas bajo formas alegóricas, se debe señalar expresamente sus errores, en interés mismo de la religión. Será mucho más respetado cuando esos errores dejen de ser impuestos a la fe como verdades, y Dios parecerá más grande y poderoso cuando su nombre no se relacione con hechos de pura invención. (La Génesis, cap. XII, ítem 12.)
B. ¿Cuál es la falta tan grande cometida por Adán y Eva que ocasionó el castigo de todos sus descendientes?
Ningún teólogo la ha podido definir con lógica, porque todos, pegados a la letra, han girado en un círculo vicioso. Hoy sabemos que esa falta no es un hecho aislado, personal, de un individuo, sino que comprende bajo un hecho alegórico único, el conjunto de prevaricaciones de las que la Humanidad de la Tierra, aún imperfecta, pudo hacerse culpable y que se resume en esto: infracción a la ley de Dios. He ahí por qué la falta del primer hombre, símbolo de la Humanidad, está simbolizada por un acto de desobediencia. Sin embargo, lo que constituye un callejón sin salida para la Teología, el Espiritismo lo explica sin dificultad y de manera racional, por la preexistencia del alma y por la pluralidad de las existencias, ley sin la cual todo es misterio y anómalo en la vida del hombre.
Admitamos que Adán y Eva ya habían vivido y todo lo posterior encuentra justificación.
Dios no les habla como a niños, sino como a seres en estado de comprender y que le comprenden, porque traían adquisiciones realizadas anteriormente.
Admitamos, además, que hayan vivido en un mundo más adelantado y menos material que el nuestro, donde el trabajo del Espíritu sustituía al del cuerpo; que por su rebeldía contra la ley de Dios, simbolizada por la desobediencia, hayan sido apartados de ese lugar y exiliados en castigo en la Tierra, donde el hombre, por la naturaleza del globo, está obligado al trabajo corporal y reconoceremos que Dios tenía razón al decirles: “En el mundo donde viviréis de ahora en adelante, cultivaréis la tierra y obtendréis de ella el alimento, con el sudor de vuestra frente”; y a la mujer: “Parirás con dolor”, porque tal es la condición de este mundo, especialmente en aquella época.
El paraíso terrenal, cuyas huellas han sido buscadas inútilmente en la Tierra, era por lo tanto el símbolo del mundo dichoso donde vivió Adán, o más bien la raza de Espíritus que él representa. La expulsión del paraíso marca el momento en que esos Espíritus vinieron a encarnar entre los habitantes del mundo terráqueo y el cambio de situación fue la consecuencia de la expulsión. (La Génesis, cap. XII, ítems 19 a 23.)
C. Según el Espiritismo, ¿qué tipo de pueblo representan Adán y Eva?
Como dijimos, Adán y Eva simbolizan un grupo de Espíritus que, por haberse rebelado contra la ley de Dios, fueron exiliados en nuestro planeta, hecho que dio origen a varias alegorías como el paraíso perdido, la doctrina de los ángeles caídos y aquél que la Iglesia más tarde estableció como dogma – el pecado original. Castigados por su rebeldía, ellos expiaron en la Tierra sus errores y, al mismo tiempo, contribuyeron al progreso material e intelectual del planeta. (La Génesis, cap. XII, ítems 22 y 23.)